sábado, 10 de octubre de 2015

capitulo 7



Peter no estaba seguro de qué hacer o qué pensar cuando escuchó el sonido en el auricular señalando que Lali había colgado, ni siquiera sabía porque le había dicho sobre su propósito de dejar los cigarros, una parte de él no quería que ella estuviera considerándolo un fumador. 

-¿Desde cuándo importa?-, murmuró mientras se pasaba una mano por el cabello y después por la barba que picaba debido al tenue sudor en su piel, su pene palpitaba con el recuerdo de las últimas palabras.

-No vendrá, es parte del juego-, le gruñó al tonto apéndice y se quitó la playera presa del calor asfixiante que parecía manar de él, miró el cigarro, que había apagado casi de inmediato, tirado en el piso y pensó en recogerlo cuando tocaron a la puerta. 

Su pene saltó casi al mismo tiempo que los latidos de su corazón. 
Caminó lentamente hasta la puerta, el cigarro olvidado y sus dedos hormigueando. 

Abrió la puerta y al otro lado estaba ella, Candyfloss llevaba una camiseta negra demasiado grande para su cuerpo y pantalones que parecían de pijama, unas sandalias terminaban el conjunto. Su cabello estaba revuelto y se miraba justo como un gran algodón de azúcar, la boca de Peter se hizo agua, su pene gritaba porque la dejara pasar y así comenzar lo verdaderamente divertido pero él no podía lograr moverse. 

-¿Segura que quieres hacer esto? 
  
-¿Y tú?-, contesta ella alzando la barbilla cruzándose de brazos, haciéndole sonreír. 

-No voy a decir ninguno de los diálogos cursis de tu libro, solo voy  a tener sexo sudoroso y divertido contigo. 

-Ya deja de hablar Pitt-, contestó ella y él abrió la puerta por completo mientras se encontraban a medio camino en un beso húmedo, la hizo pasar al departamento y se separó a regañadientes para cerrar la puerta. 

Un momento después la besó de nuevo, ella se aferraba a su cuello contra él, Peter usos sus brazos para sostenerla mejor y Lali envolvió sus piernas en su cadera hábilmente. 

Peter estaba fascinado con su sabor dulce y un toque de café en sus labios, ella mordió tenuemente su labio inferior y él sujetó su cintura con ambas manos, haciendo que sus cuerpos se frotaran. 

Bajó los labios sobre la línea de su cuello, ella también olía dulce. 
Caminó casi a ciegas hacia su habitación mientras chupaba la piel detrás de su oreja, ella gimió y se empujó contra él, llegaron a su cuarto, jadeantes, compartiendo otro beso picante, Lali bajó sus pies y ambos se miraron antes de que ella pasara ambas manos por su torso. 

Sonrió cuando sus dedos encontraron la perforación de su pezón izquierdo. 

-Esto es sexy-, murmuró ella antes de inclinarse y mojar el metal con su boca, Peter murmuró una maldición y quito el cabello de rostro para verla lamer el pequeño anillo. 
  
Al sujetar los mechones, notó un trazo de color que sobresalía del cuello de su gran camiseta, ella siempre había llevado el cabello suelto cuando se habían visto.

-Tienes un tatuaje-, le dijo justo antes de gemir cuando ella lamió su costado izquierdo. 

Lali se rió y se enderezó quitándose la camiseta, pero no se giró. 

-La vista de frente es muy buena Candyfloss pero quiero verlo-, le dijo acariciando con sus ojos el sostén negro. 

Ella tomó su cabello y lo hizo a un lado antes de girar a medias, en un acto que a él le resulto sumamente sexy. 

Su boca se hizo agua, su piel era cremosa y perfecta pero debía admitir que el tatuaje le adhería un toque perfecto a la mujer frente  a él. 

Ella tenía un pez Koi tatuado desde su hombro derecho hasta media espalda, los vivos colores, naranja, verde, lila y azul conjugados en un trabajo sumamente bien hecho que en ella lucía hermoso, Peter se acercó y besó su hombro, lamiendo la piel. 

-Tócame-, pidió ella en voz baja y él la sujeto pegando la espalda a su torso, sus manos delinearon las costuras del sostén para después bajarlas precariamente dejando al descubierto sus pezones erguidos, Peter se divirtió tensando las puntas, le acercó los dedos de la mano derecha a la boca y Lali los chupó haciéndolo gemir, mojó con los dedos su pezón haciéndola estremecer ante la humedad. 

Ella se separó y comenzó a  desabrocharle los vaqueros, Peter rió, alzando su barbilla y besándola de nuevo antes de separase. 
  
-Cada uno. 

Ella asintió y ambos comenzaron a quitarse el resto de su ropa viendo al otro con avidez, cuando estuvieron desnudos ella se lamió los labios y luego inclinó la cabeza mirando su pene (que saltó ante la atención). 

-Me pregunto cómo se miraría teñido de platino ahí-, bromeó 

-Lo mismo digo Candyfloss, aunque me gusta el castaño-, aseguró él mirando su entrepierna, ella se rió y lentamente dio pasos hacia atrás hasta quedar sentada en la cama, se subió para quedar acostada sobre el edredón negro y la imagen casi lo hizo correrse, murmuró por lo bajo y la alcanzó, recostándose sobre ella, 
abriéndole las piernas para que pudiera acunarlo perfectamente, ambos gimieron ante el contacto. 

Peter acarició su centro con los dedos, deleitándose en su húmeda excitación, ella vibraba bajó él. Lali gruñó y se estiró para sujetar su muñeca. 

-Estoy lista-, le dijo y él sonrió burlón. 

-¿Siempre eres tan impaciente o es solo conmigo? 

Ella lo jaló para otro beso y Peter tomó sus manos dejándolas sobre su cabeza. 

-También estoy listo Candyfloss, a punto de estallar. 

Siguió sujetando sus manos con una de las suyas mientras con la otra sujetaba su pene y maldecía. 

-Condones-, gruñó y ella sonrió. 
  
-Tomo la píldora y ¿tú? 

-Yo no la tomó-, ambos se rieron con eso. Bajando un poco la tensión. 

-Me hago exámenes con regularidad por los tatuajes, estoy limpio. 

Lali lo miró, sus grandes ojos llenos de excitación, asintió y él la penetró, sus cuerpos se estremecieron y gimieron buscando mayor contacto, Peter comenzó a moverse, sujetando sus piernas para poder enterrase más profundo dentro de ella, Lali se levantó y lo besó antes de comenzar a lamer uno de sus brazos.

-Joder. 

Cada empuje era mejor que cualquier cosa que hubiera sentido, volvió a besarla y murmuró contra sus labios. 

-Córrete, dulce. 

Ella se estremeció alzando sus caderas para prolongar su orgasmo y él la siguió amando la sensación de vaciarse dentro de ella.  

Peter no estaba seguro de la hora, habían dormitado después de terminar pero ahora permanecían acostados sobre su cama, con las sabanas arrugadas, mirándose.

-¿Cómo sabías mi número?-, preguntó ella mientras pasaba una mano por su brazo 
  
-La señora Belmonte estuvo viviendo unos meses ahí el año pasado, ella me lo dio, no sabía si sería el mismo, solo quise probar. 

Ella no dijo nada y él lo agradeció. 

¿Por qué le había llamado? 

Esa era una pregunta que no se le antojaba contestar. 

-¿Hace cuánto te tatuaste?-, preguntó él y ella sonrió. 

-Tres años... me encanta pero soy un poco miedosa, no volvería a hacerlo de nuevo, demasiado tiempo con una aguja cerca-, 
contestó, Peter sonrió, no dolía, no mucho. 

-Gallina. 

Ella se encogió de hombros. 

Él paso su mano por su pecho, tentando su pezón hasta dejarlo erguido. 

-Entonces de anillos para los pezones ni hablamos. 

Lali sonrió. 

Dejó de acariciar sus brazos para centrarse en los tatuajes en su cadera. 

-No deberían verse tan apetitosos-, dijo ella frunciendo el ceño mirando los trazos y luego encontró sus ojos. 

-Eres muy sexy, demasiado sexy 

-¿Demasiado?-, preguntó Peter arqueando una ceja, esforzándose por no sonreír. 
  
-Casi chocante-, afirmó ella antes de inclinarse y besar el tatuaje en su muslo derecho. 

Él cerró los ojos acariciando su espalda. 

-Demasiado chocante-, murmuró Lali y siguió lamiendo hasta que lentamente llegó a su pene que ya estaba totalmente listo para jugar de nuevo. 

Ella se subió a su regazo, tomando su erección en la mano para posicionarla justo donde ambos querían. Ella sonrió y él se levantó para besarla riendo cuando ella murmuró contra su boca 

-Deliciosamente chocante.  

Peter se despertó cuando sintió que Lali se levantaba de la cama, parecía moverse despacio para no ser detectada, la dejó vestirse sin hacerle ver que estaba despierto y después ella se inclinó, besando su hombro derecho, él la jaló hacia sus brazos y se colocó sobre ella haciendo que soltara un gritito de sorpresa que le divirtió.

-¿Te vas? 

-Debo sacar a Fucking-, murmuró ella sonriendo también, la besó hasta que se sintió tierna y blanda en sus brazos, después se levantó y sacó unos pants y una camiseta del armario cambiándose en pocos segundos. 

-¿Vamos?-, preguntó mientras ella le lanzaba una almohada, salieron del departamento a buscar a la pequeña mascota. 
     
Cuando le abrió la puerta de su piso dos días después algo muy parecido a la felicidad se asentó en su cuerpo, Peter no lo dijo, ni siquiera le dedicó otro pensamiento, pero no luchó contra el sentimiento, ella le saludó con un beso en los labios y él le respondió, había extrañado su sabor. 

Premeditado o no, después de la noche que habían pasado juntos no se habían visto, Lali había tenido que terminar de editar el manuscrito, habían hablado por teléfono las siguientes dos noches pero de nada trascendental, ahora iban a salir como buenos vecinos a cenar. 

Peter se recordó que había sido su idea y técnicamente no era una cita, iba a llevarla a un restaurante a dos cuadras de ahí, le servía para que ella conociera mejor el vecindario. 

Cuando salían de su bloque, su vecina de a lado iba llegando junto a dos mujeres más, ella los miró con evidente enojo mientras las otras dos con algo de asombro en su mirada. 

-¿Ahora me entienden?, estoy harta de que este vecindario haya caído tan bajo-, gruñó entrando  a su bloque y dejado a las otras dos seguirlas. 

Peter alzó la voz. 

-Buenas noches vecina, Henry le da sus saludos. 
  
Las mujeres desaparecieron de su vista. 

-¿Quién es Henry?-, preguntó Candyfloss 

-Mi amigo imaginario. 

-Ya, ¿El suelo se está hundiendo? 

-¿Por qué?-, preguntó Lali confuso. 

-Ella dijo que el vecindario está cayendo bajo-, ella le sonrió y él quiso besarla en ese momento, se limitó con llevarla a comer algo, por ahora. 

Cuando comenzaron a caminar, su mano chocó con la suya, Lali lo miró y se mordió el labio antes de extender su palma abierta, sonriendo, casi retándolo. 

Qué diablos . 

Peter entrelazó los dedos y ambos siguieron su camino. 

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