sábado, 10 de octubre de 2015

capitulo 2




Hogar, dulce, dulce hogar. 

Mariana sonrió al dar otro largo vistazo a su piso, era todo lo que ella había soñado.

Espacioso sin ser ostentoso, sus muebles se podían ajustar perfectamente. 

Terminó de firmar los papales a los empleados de la mudanza y finalmente se quedó sola en su nuevo lugar. 

Alguien rascó su pantorrilla, llamando su atención. 

-Lo siento hermoso, no me he quedado sola ¿cierto? 

Alzó entre sus brazos al pequeño yorkshire-terrier y caminó hacia el balcón, su parte favorita de todo el departamento, estaba solo a unos metros del suelo, creía que en el piso de arriba la vista sería mejor pero aun así le encantaba, se imaginaba trabajando justo ahí.

Sonrió mientras se giraba de nuevo hacia dentro del piso y comenzaba mentalmente la lista de cosas por hacer, eran muchas. 

-Tenemos mucho trabajo -, le dijo a su compañero y él lamió sus dedos en respuesta, ya sabía ella que estaba dispuesto a ayudar. 
  
Comenzó a acomodar los pocos muebles en su salón y fue hasta la cocina acomodando los pocos recipientes y trastos en los estantes integrados, tenía que ir al supermercado y llenar el refrigerador pronto.

Cuando el tornado de cosas pareció finalmente algo ordenado, fue hasta la que sería su habitación y miró la base de la cama apoyada en una de las paredes, a ella le gustaba que hubiera espacio entre sus cosas, era una minimalista total. 

En su habitación solo habría una cama con un cómodo, muy cómodo colchón, un librero con sus historias favoritas, una espejo de cuerpo entero, su tocador de fantasía y dos puffs morados. 

Cubrió de periódico el piso y le dijo a su compañero que la habitación estaba prohibida para él en esos momentos, trajo las dos latas de pintura lila que había comprado antes de la mudanza y atado su cabello en una coleta alta antes de ponerse a trabajar.  

Lali cantaba sin inhibiciones coreando a Pink mientras terminaba la tercera pared, solo un trozo al lado del armario y terminaba, los brazos estaban comenzando a dolerle.

Movió sus caderas con la música y alejó el cansancio antes de que su móvil comenzara a vibrar en el bolsillo trasero de su pantalón. 

Dejó la brocha recargada en la orilla de una de las latas y fue a apagar la música antes de salir de la habitación hacia el balcón para tomar aire y contestar. 

Su compañero pidió atención saltando a sus pies una y otra vez. 
  
-Tengo hambre hermoso-, le dijo al perrito alzándolo antes de contestar. 

-Hola picara, ¿Cómo estás?-, saludó ella sonriente. 

-Hola Lali, tengo mucha tarea, mucha, odio las matemáticas-, se quejó su hermanita.

Con trece, todos odiamos la escuela, ella todavía las odiaba. 

-Hagamos un trato, haz la tarea y voy por ti el sábado para ver una peli-, propuso barajeando la discusión que tendría con su madre. 

-Sí, sí, sí-, respondió su hermana alegremente, se la podía imaginar saltando como su compañero había hecho momentos antes. 

Hablando de él, comenzó a lloriquear queriendo alcanzar la bocina al reconocer a la voz de Miranda. 

-Hola bonito, hola bonito-, comenzó su hermana haciendo que el perrito se volviera loco entre sus brazos. 

-Miranda, ¿qué haces con ese teléfono?-, Lali cerró los ojos y trató de controlar su genio cuando su hermana se despidió de ella suavemente. 

-Te llamaré para ver lo del fin de semana, ¿está bien?-, su hermanita susurró un tenue sí, antes de que se escuchará un ruido sordo y su mamá estuviera al teléfono. 

-Tu hermana no puede distraerse en este momento, ha estado bajando de calificaciones-, le regañó mientras Lali bajaba a su compañero, el pequeño no necesitaba sentir su tensión. 
  
No le dijo a su madre que Miranda era la que había marcado.

-¿Has hablado con sus profesores?-, preguntó en cambio mientras miraba hacia el tranquilo vecindario. 

-Ella tiene que concentrarse más y tú tienes que dejar de llenar su cabeza con todas esas ideas locas. 

-¿Cuáles ideas locas?-, preguntó Lali tocando con la punta de sus dedos un mechón morado de su cabello.

-Esa cosa del baile-, dijo su madre como si la palabra fuera una grosería. 

-Ella es buena, Sara, tú la has visto bailar, nadie le está diciendo que deje todo, solo me aseguro de que no sea monotemática. 

-¿Monotemática? 

-Solo estudiar, la vida no tiene solo un camino, ella puede tener muchas opciones, puede perfectamente conjugar las dos cosas. 

-¿Como tú lo haces? 

Lali cerró los ojos y apretó los labios para no contestar, su madre nunca le había perdonado del todo que ella no fuera lo que había deseado.

-Ya estoy instalado en el nuevo piso, estaba pensando si el sábado Miranda podría venir y.... 

-No. 
  
-¿Qué?-, Lali escupió la palabra mientras su compañero rascaba su pantorrilla sintiendo su enojo.

-No me gusta que Miranda crea que si va a tu cuartucho puede encontrar un escape. 

C - U - A - R - T - U - C - H - O 

Ella admitió para sus adentros que su anterior departamento podía clasificarse así, pero había trabajado muy duro para poder mejorar, su mamá ni siquiera había visto el nuevo lugar. 

-¿Puedo al menos llamarla? 

-Claro, es tu hermana. 

Se despidió con voz monótona y ninguna pregunta más. 

Su estómago gruñó y tuvo un espasmo, el hambre y los enojos no se llevaban bien. 

Se preparó un tazón de cereal prometiéndole a su tripa que al día siguiente tendría huevos, pan, carne y verduras para cocinar algo decente. 

Acomodó un juego de sabanas en el sofá lila en su sala mientras dejaba reposar la pintura en su habitación una noche. 

Su compañero se subió a su lado y ella puso esta vez su mix de música oriental, cerró los ojos y se dejó ir a un sueño reparador.  
  
Cuando el café caliente y espeso tocó su lengua, agradeció que hubiera recordado comprarlo antes de la mudanza, miró el reloj de pulsera en su muñeca y sonrió, eran las seis de la mañana aún tenía dos horas que podía ocupar para trabajar antes que tuviera que sacar a su compañero para que hiciera sus necesidades. 

Comúnmente no trabajaba a esa hora, no era tan rara, pero ayer entre el cansancio, el hambre y su enojo lo último que quería era seguir leyendo sobre Michael y el sexo sudoroso. 

Denúncienla, ella tenía un excelente trabajo, leía manuscritos que habían pasado el primer filtro, su trabajo era revisar la redacción, la gramática, la ortografía y dar su muy particular opinión sobre la trama. 

Lali creía que lo que la había hecho popular en la editorial Berry, la empresa online para la que trabajaba, es que no criticaba, trataba de mejorar las historias, no hundirlas. 

Abrió el documento y buscó la página donde se había quedado hace dos días. 

Oh sí, ya recordaba: 

-¿Sabes lo bien que te ves ahí?-, preguntó Camila, Michael solo sonrió y le hizo abrir más sus piernas para que él pudiera adentrarse más entre ellas. 

Él se acercó y sopló justo sobre su piel, ella se estremeció. 

-Se ve bien, ¿cómo se siente?-, preguntó 

-Incluso mejor-, respondió ella antes de que él volviera a soplar aire cálido sobre su piel humedecida. 

-Cómemelo... 

¿ Cómemelo? 
  
Lali arrugó la cara, eso no se oía bien, barajeó varios diálogos, anotó algunos comentarios al lado del fragmento y siguió leyendo. 

Una especie de hormigueo recorrió sus muslos. 

Un pequeño recordatorio que llevaba varios meses sin sexo. 

Triste, triste historia, pero había prometido a no volver a los rollos de una noche. 

La última vez el idiota que había estado bailando en el pub con ella la había llevado hasta el estacionamiento y había querido que le hiciera una mamada justo ahí 

¿Duh? 

Él se había molestado cuando ella se había negado y le había recordado que las tipas que lucían como ella no eran quisquillosas. 

Mariana sonrió al recordar la cantidad de sangre que caía por su nariz cuando ella le había dado el puñetazo. 

No más rollos de una noche. 

Tendría que conseguir un vibrador, aunque sinceramente no le emocionaba mucho la idea, le gustaba buscar su placer pero prefería sus dedos a algún aparato tan impersonal. 

Como había dicho, triste, triste historia. 
  
Se levantó y fue hasta el baño para lavarse los dientes y sujetar su cabello en una coleta antes de que su compañero comenzara a rascar impaciente la puerta de la entrada. 

Chico listo. 

Otro punto a favor de su nuevo lugar era la cercanía del bloque con un pequeño parque del tamaño de una cancha de futbol, quizás un poco más grande, a esa hora de la mañana no había muchos transeúntes… 

Aunque los que había eran dignos de mirar, su compañero estiraba la correa pero ella permaneció de pie a unos metros del “guerrero” frente a ella. 

Yumi . 

No era una experta pero apostaría cualquier cosa que él rozaba el metro noventa, llevaba pants oscuros y un chaleco con capucha, su torso era musculado, sus caderas estrechas, pero lo que de verdad hacia agua la boca de Lali eran sus brazos. 

Completamente tatuados, tonificados, deliciosos. 

La cereza del pastel era el contraste entre su cabello oscuro y la barba de varios días de un castaño natural. 

Babeaba tanto al ver al hombre haciendo abdominales que la correa se deslizó de sus dedos y su compañero corrió hasta el guerrero como un poseído. 

-¡Fucking!-, gritó llamando la atención de su compañero... y del guerrero. 
  
Se fue acercando mientras el hombre acariciaba la cabeza de su perro con una sonrisa en sus labios. 

-¿Fucking?-, le preguntó él cuándo estuvo lo suficientemente cerca, arqueando una ceja. 

Ella llamó de nuevo a su compañero ignorando la pregunta. 

-Es un nombre interesante-, exclamó brazos deliciosos, Lali se obligó a mirarlo a los ojos y no seguir babeando. 

-Le queda-, contestó haciendo que el hombre sonriera, ella se felicitó por ello. 

Fucking se retorció en sus brazos y ella lo liberó para que fuera a hacer sus necesidades. 

-Soy Mariana -, se presentó ella extendiendo la mano y él solo la miró , ¿demasiado impaciente chica? , se dio un golpe en la cabeza mentalmente.

-¿La señora Belmonte te dejo tenerlo en el departamento?-, Lali le miró sorprendida. 

-Vivo en el piso de arriba-, le explicó brazos deliciosos y ella entrecerró los ojos 

-¿Y tú eres? 

-Peter.

Ella se rió, no pudo evitarlo. 

-¿Y te burlabas de Fucking? 

Él se encogió de hombros y la pasó, sin más ceremonias, comenzando a alejarse. 
  
-Un placer conocerte vecino-, gritó ella nada más porque sentía la necesidad de tener la última palabra. 

-Lo mismo digo Candyfloss. 

Lali dio un zapatazo en la tierra cuando entendió a lo que se refería, él iba pasando una mano por su cabello como si quisiera explicárselo con manzanas, si ella parecía un algodón de azúcar el parecía una jodida vela, le sacó el dedo medio aunque el hombre ya no la veía y se giró buscando a su compañero.

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