viernes, 23 de octubre de 2015

capitulo 3






Ni siquiera puedo responder, tampoco espera que lo haga. Estampa su boca contra la mía a la vez que se presiona contra mí. Jadeo por su tamaño y me dejo sentir las sensaciones. 

Él se acomoda y agarra mis dos piernas, posándolas en sus hombros. Cuando comienza a moverse dentro y fuera de mí, no puedo evitar hacer los ruidos que estoy haciendo. En ésta posición siento que me va a romper en dos, aunque no me molestaría, la verdad. Afortunadamente, puedo ver en su cara que no soy la única afectada. Se está mordiendo su delicioso labio inferior y con sus manos agarra mis muslos fuertemente. Sale de mí, y antes de poder objetar, nos cambia de posición; ahora soy yo la que está arriba. Sus manos levantan mis caderas y luego me deja caer sobre él. 

 —¡Mierda! —exclamo, todavía incapaz de moverme de nuevo, pero él es muy impaciente. Peter vuelve a hacer lo mismo. Mis uñas se clavan en su pecho, dejándole ver lo mucho que  me impacta.  

Sus manos se vuelven a curvar y sé que piensa hacerlo de nuevo, pero se lo impido. Hay una pregunta en sus ojos y estoy preparada para contestarla. Me inclino hacia adelante, colocando las manos a cada lado de su cabeza. Comienzo a moverme por mi cuenta, él cierra los ojos y se levanta levemente cada vez que yo bajo.  Puedo sentir que estoy por volverme a venir y es tan intenso que me asusta. 

—Sí, nena, vamos. —Enreda sus manos en mi cabello y me jala hacia abajo para poder besarme. Moviendo la otra mano sobre nosotros, me destruye cuando toca mi clítoris. Se mueve un par de veces más antes de encontrar su propia liberación. Me dejo caer sobre él, sin tener la energía suficiente para levantarme. Mi cabeza descansa sobre su pecho y todavía sigue con un brazo alrededor mío. No puedo evitar pensarlo, pero si esto va a ser siempre así, entonces no tengo ningún problema de que me esté usando. De alguna manera, yo también lo estoy usando. Él me provee paz y es la única persona que me puede tocar. Significa como una clase de escape para mí, y no es algo que encuentre en todas partes. 

Peter se levanta para ir al baño sin siquiera dirigirme la palabra. ¿Está enojado? Suena mi teléfono y lo atiendo. 

—¿Hola? 

—Hola, ¿Quién habla? 

No reconozco la voz, así que cuando separo el celular de mi oído y me fijo que en la pantalla dice mamá, me agarra taquicardia. 

Mierda, éste no es mi teléfono.  

—¿Hola? ¿Juan Pedro? 

Mierda.

 ¿Qué digo? 

—Hola, mmm Peter está en otra habitación. 

—Bien, ¿Puedo preguntarte quién eres? 

Poder puedes, pero no sé qué te contestaré. Peter sale del baño y le tiendo el teléfono, modulando una disculpa. Cuando mira la pantalla, frunce el ceño.

 —¿Hola?... Lo sé, lo olvidé… Lo siento… Mi novia… Está bien, mamá, hablamos luego.  

Cuelga el teléfono y me mira a la cara. ¿Novia? ¿Qué diablos? No sabía que el bastardo salía con alguien. Salto de la cama, recojo mi ropa, camino hacia el baño, cierro la puerta de un golpe y la bloqueo. Me estoy vistiendo tan rápido como puedo cuando golpea la puerta tan fuerte que me sobresalto.  

—¿Qué mierda? ¡Abre la puerta! —No contesto e intenta girar el pomo, pero no consigue nada—. ¿Qué rayos pasa contigo? No sé por qué diablos te enojas conmigo. ¡Tú fuiste la que contestó mi teléfono! 

Me termino de poner la blusa y salgo del baño furiosa. Va a agarrarme, pero lo esquivo. Tomo mi cartera y abro la entrada, pero me detiene antes de poder salir y la cierra.  

—Da la vuelta. —Puedo decir por el tono de su voz que está tratando de mantenerse calmado. Me rehúso a mirarlo. Me enferma pensar que él está con alguien más—. Da la vuelta. —La rudeza de su voz me asusta un poco, pero me quedo quieta. 

Peter toma mi hombro y me gira, acorralándome contra la puerta. Se acerca un paso, tanto que no podría moverme aunque quisiera. Lo intento alejar con la mano. 

—No me toques. 

—¿Qué diablos pasa contigo, mujer? ¿Voy un maldito segundo al baño y cuando vuelvo actúas como una bipolar?  

¿En serio me dijo mujer? ¡Ugh!. Levanto mi rodilla con la intención de pegarle en las bolas, pero él previniendo la situación, la atrapa antes.  
  
—No, no, no. ¿Por qué querrías dañar algo que te da tanto placer? —Va a besarme, pero le corro la cara—. Jesucristo, Ángel, ¡Dime que es lo que está mal! 

—¿Por qué no se lo preguntas a tu novia, imbécil? —Sonríe, no sé qué es lo que tanta gracia le causa—. Oh, ¿Así que es divertido que me uses teniendo a otra persona? —Se inclina para besarme otra vez y lo vuelvo a apartar—. Dije. Que. No. Me. Toques. —Le golpeo el pecho con el dedo con cada palabra. Suspira con frustración. 

—No tengo una maldita novia. 

—Eso no es lo que le dijiste por teléfono. —Sé exactamente lo que escuché y no hay ninguna manera de que se saliera con la suya.  

—Estaba hablando de ti. Mi madre me preguntó quién atendió el teléfono. —De nuevo, intenta besarme. Otra vez, se lo impido. 

—No soy tu novia. —En todo lo que puedo pensar es en Pablo preguntándome sobre ser su novia, y luego en Benja diciéndome que solo él tenía permiso para tocarme porque era suya. 

Mi respiración se torna pesada y el cuarto comienza a girar. Mierda, no puedo tener un ataque de ansiedad aquí. Intento dejar ese sentimiento atrás y hacer como que estoy bien, pero me siento mareada.  

—¿Te sientes bien? —Intento asentir, pero me desequilibro y caigo en su pecho—. ¿Te sientes bien? ¿Qué es lo que pasa? 

De repente, estoy en sus brazos. Sé dónde me encuentro, pero mi memoria no puede abandonar el recuerdo. No quiero volver a estar atrapada en un maletero. Comienzo a gritar y a luchar de la misma manera que me hubiera gustado poder hacerlo esa noche. Necesito que me suelte. Estoy sobre algo blando y siento una presión en mis manos. 

— ¡Suéltame! —grito tan alto como puedo, rezando que ésta vez alguien me escuche. La visión se me pone borrosa y siento como que estoy entrando a un túnel. Así es como todo se vuelve negro.  

Me levanto y me sacudo, sin poder recordar donde diablos me encuentro. Miro alrededor de mí y noto que sigo en la habitación del hotel. Estoy usando una remera que es demasiado grande; debe ser de Peter. La cortina anuncia la presencia del sol. ¿El sol? Ni siquiera me acuerdo de haberme acostado. 

 También es la primera vez que no me despierto por las pesadillas. Cada vez que duermo me levanto sudada y jadeando por el temor que me causan mis sueños. Los recuerdos de esta noche comienzan a llegar. Mierda, tuve un ataque de pánico. Tal vez sea por eso que no tuve pesadillas; me desmayé en el infierno. Me siento en la cama. Más allá del borde, hay una silla que debería estar en otra habitación. En ella, se encuentra Peter observando. Realmente no puedo deducir su estado de ánimo.  

—Hola. —Es todo lo que se me ocurre decir, ya que no tengo idea de que otra cosa hacer y tampoco es que él me esté dando alguna señal de si está enojado o algo. Él simplemente sigue mirándome, me incomoda. Se para y viene hacia mí. Una vez en frente mío, jala de mi nuca hasta que nuestros labios se juntan. Suspiro de sorpresa. Sube a la cama y se pone a horcajadas sobre mí. Me besa con mucha desesperación y tanta pasión.  

Se aleja y apoya su ceño sobre el mío. 

—Cuéntame. 

—¿Qué cosa? 

Se sienta.

 —Lo que te pasó. 

Nop. Eso no va a pasar. No hay ninguna maldita forma de que esté lista para compartirlo con alguien, especialmente con él. Ni siquiera a Gas se lo dije. Niego con la cabeza.  Levanta mi barbilla hasta quedar cara a cara. 

—Cuéntame. Necesito saberlo. 

—No, no es cierto. —Lo alejo y me paro de la cama. Recorro la habitación buscando mi celular y lo encuentro a los pies de la cama. Lo miro acusadoramente. Se encoje de hombros y me sonríe—. ¿Estuviste con mi teléfono? —Se ríe y le lanzo una almohada que agarro de la silla—. No tenías ningún derecho, imbécil. 

Doy media vuelta y me dirijo dando pasos fuertes hasta la entrada. Puedo escucharlo venir detrás de mí y antes de poder abrir la puerta, sus brazos se encuentran abrazándome de la cintura. Peter me acerca a él y lleva su boca a mi oído. 

—Deja de escaparte de mí. —Me muerde el lóbulo de la oreja, de una forma que me pone la piel de gallina. Mi mente está enojada, pero mi cuerpo no. Comienza a caminar hacia atrás y mi cuerpo traidor lo sigue. Se sienta en la cama y me acomoda al lado suyo.

  —Dime. 

—No, Peter. Puedes seguir usando la voz sexy cuantas veces quieras, pero la respuesta es no.  

Sonríe. 

—Así que me voz es sexy ¿Eh? —Me besa, y ésta vez no pongo objeciones.  

Puede hacerme olvidar de todo con un simple beso. ¿Por qué me había enojado con él la última noche? La respuesta me golpea y lo alejo. 

—¿Qué? 

—No soy tu novia.  

Se ríe de mí.

 —Sí, lo eres. 

Peter se inclina nuevamente, pero lo rechazo.  

—No, no lo soy. Primero, me lo tienes que preguntar. Segundo, te tengo que decir que sí. Ninguna de estas cosas pasará, así que, como dije, NO soy tu novia. 

—Bien. —Toma una respiración profunda—. ¿Quieres ser mi novia? 

—No. 

Sus ojos se abren tanto que parece que se le podrían salir de su cabeza. 

—¿Por qué diablos no? 

—Porque no quiero un novio, Peter. Y me parece que tú tampoco, sino fuera así, nunca nos hubiéramos enrollado desde el principio.

 Me empiezo a levantar, pero me tira hacia abajo. 

—Bien, en realidad no quiero una novia. Yo te quiero a ti, Ángel. Quiero tenerte en dondequiera que fuera y ser el único. ¿Quiero una novia que siempre esté molestándome e interrogándome? Diablos, no. —Se desliza más cerca de mí—. Como dije, te quiero a ti. 

 ¿Qué podría decirle a eso? Solo sé que debería decirle no a todo. Peter Lanzani  es inconveniente para mí en casi cada manera posible, pero es bueno en la forma que yo quiero que sea. Puedo estar cerca de él. Es la única fuente de contacto humano aceptable que tengo. 

—Oye, deja de pensar tanto. No te preocupes por lo que las otras personas dirán, al diablo con ellos. ¿Qué es lo que tú quieres? Te diré lo que yo quiero. Quiero que seas mía en todas las maneras posibles. Sólo di que sí.  A la mierda todo el resto. 

—Sí.

  Antes de poder siquiera pestañar él se encuentra sobre mí, arrancándome la camiseta. Mi celular comenzó a sonar, pero lo ignoramos; no hay nadie con quien quiera hablar. Agarro los bordes de la camiseta de Peter y se la saco por la cabeza. Sus manos encuentran el botón de mis pantalones y me los quita. El hechizo entre nosotros se rompe por alguien que llama a la puerta. 

—Simplemente ignóralos. —Me vuelve a besar, pero el golpeteo continúa—. Mataré a quienquiera que sea el que nos interrumpe. 

Tomo su camisa y me la vuelvo a poner. Se vuelve a mirarme, supongo que para comprobar que ya me vestí, y luego sacude su 
 cabeza. 

—Más vale que sea importante. —Él abre la puerta y mi mandíbula se afloja. ¿Qué diablos hace Gas aquí? Entra al cuarto, empujando a Peter, y me señala.

 —Nos vamos. 

¿Habla en serio? 

—Gas, no iré a ninguna parte. No eres mi padre. —Miro el entorno y veo a Nico y a Vico en el marco de la entrada. Simplemente perfecto, se trajo a toda la caballería. ¿Qué pretendía hacer? ¿Arrastrarme fuera del hotel gritando y pataleando? Peter camina hacia Gas. 

—Tienes que irte. 

—No, tú tienes que alejarte. Ella es mi hermana y no voy a dejar que la uses y luego la arrojes.

 —¡Gaston! —No puedo creer que estuviera haciendo esto. Se está tomando el papel de hermano sobreprotector demasiado en serio—. ¿Cómo diablos me encontraste, de todas formas? 

—Seguí el rastro de tu teléfono con la aplicación Encuentra Mi iPhone. —Contesta como si fuera la idea más normal, no absolutamente descabellada. 

 Peter camina hacia mi lado. 

—Les pidió que se marcharan, así que largo. Por si no te has dado cuenta, no está aquí contra su voluntad. 

 El rostro de Gas está tan rojo que parece que va a explotar. Se mueve para tomarme de la mano, supongo, pero no puede porque Peter lo impide. Mierda, esto no va a terminar nada bien. 

—No me toques, idiota. —Gas empuja a Peter tan fuerte que choca contra la pared.  

Peter se tira encima de él y en menos de un minuto ambos están rodando por el piso. Vico y Nico aparecen, separándolos. Los miro y noto que ambos tienen un par de buenos golpes. Vico saca a Gas de la habitación y Nico suelta a Peter.  

Él se vuelve hacia mí, mirándome decepcionado.

 —Sólo para que sepas, Lali, cuando él notó que no volverías a casa se asustó como el infierno. 

Negué, frustrada. 

—Aprecio su preocupación, Nico, pero eso no significa que pueda arruinar mi vida.  

Se acerca y me abraza. 

—Lo sé. Simplemente tiene miedo de que te lastimen. Creo que intenta poder salvarte a ti también, mm… —Mira hacia Peter, luego se acerca a mí y susurra—. Creo que está intentando hacer lo que no pudo en el pasado. —En seguida, me sentí como la 
mayor mierda del mundo. 

Nico me besó la mejilla y luego se fue del hotel.  Miro hacia Peter y noto que su labio sangra. Voy hacia él y le agarro la mano, nos dirigimos al baño. 

—Siéntate. —Le digo, señalando una silla, que en mi opinión está totalmente fuera de lugar. En cambio, él se apoya contra la encimera. Tomo una toalla y la mojo con agua tibia. 

—¿Qué pasa con tu hermano y sus amigos? 

Lo miro, insegura sobre cómo responder su pregunta. 

—Ellos simplemente son demasiado sobreprotectores. He pasado por algunas cosas y no quieren que me hagan daño.  

Peter está sin camisa de pie frente a mí, su pecho se agita rápidamente. Apoyo una de mis manos allí y me paro en las puntillas para poder besarlo. Soy baja, así que la mesa me llega por el estómago. Limpiando la sangre de sus labios noto que solo es un pequeño corte en el labio. Lo froto una vez más y antes de sacar mis manos, Peter mueve su boca y suavemente muerde mi pulgar Sus manos se envuelven alrededor de mí y me tira con fuerza contra él. 

—Ahora, ¿dónde estábamos? 

Al mismo tiempo me levanta mientras él salta fuera de la barra, girando para que mi espalda se presione contra la pared de azulejos fríos del baño. Cuando Peter pasea su nariz por mi cuello y me da un beso en la parte sensible detrás de la oreja, gimo y enrollo mis piernas alrededor suyo. 

 —¿Tienes el control de natalidad? 

La pregunta me toma por sorpresa.

 —Si… ¿Por qué? 

—Porque te dije que quería que fueras mía en todas las formas, y odio los condones. Quiero ser capaz de sentirte. —¿Realmente me está diciendo esto? Apenas lo conozco. Si se pone tanto como me imagino que lo hace, me da miedo preguntarle si alguna vez se ha hecho pruebas.

 —No lo sé. 

—Entiendo por qué estás tan indecisa, nena. Así que ya sabes, nunca he usado un condón antes, pero me hago chequeos regularmente. Además, confía en mí cuando te digo que lo último que quiero es embarazarnos.

  Volvió a mi cuello. Dios, lo único que quiero ahora es tenerlo bien adentro mío. 

—Está bien. —Juro que desde que conocí a Peter estoy haciendo cosas que nunca pensé que haría.  

—Oh, sí. —Agarra el cuello de la camiseta que llevo puesta y la rompe al medio. —¿Qué es eso de ti y destruir ropa? 

Peter ríe. 

—Sería demasiado tiempo para desvestirte adecuadamente, y por la manera en que me siento ahora mismo no puedo aguantar otro minuto. Siempre voy a poder comprar más de esa mierda. —Me carga y nos lleva hacia la enorme bañera. Abre el grifo y cuando el agua me golpea jadeo, pero es opacado por un beso. Justo en ese momento, me doy cuenta de que todavía estoy usando pantalón y ya estoy completamente empapada. Supongo que no usaré estos para ir a casa.  

Peter me apoya suavemente contra el piso y despacio me saca lo que me queda de ropa. Besa mis talones y luego se toma su tiempo en ir dejando rastro hasta llegar a mi boca. Sus manos me rodean y me aprieta fuerte los muslos antes de meterse dentro de mí. Nunca había tenido sexo sin preservativos y es increíble lo diferente que se siente. Comienza a moverse dentro y fuera rápidamente, golpeándome contra la pared mientras el agua cae arriba nuestro. Agarra mi barbilla y la levanta, así que ahora lo estoy mirando a los ojos. 

 Que me mire de esa forma mientras estamos teniendo sexo lo convierte mucho más caliente de lo que pensé que sería.  De la nada, Peter se saca y me da la vuelta. 

—Pon las manos en la pared. —Su voz es tan determinada y mandona que no lo pienso dos veces antes de hacerlo. Peter entra de golpe y tengo que sostenerme fuerte para no caerme.  

Empuja en mi tan fuerte que siento que me voy a venir. Nunca tuve sexo de ésta forma en mi vida, y en todo lo que puedo pensar es que le arruinó el trabajo del próximo hombre. Tira de mi cabello desmarañado, impulsándome a arquear la espalda. 

—Esto es mío, Ángel. —Me golpea el trasero tan fuerte que sé que me quedará doliendo por unos días.

  Siento el orgasmo construyéndose dentro de mí y presiento que va a ser muy intenso. Todo lo que he hecho con Peter Lanzani hasta ahora ha sido muy intenso. Como si estuviera leyendo mi mente, Peter recorre su mano desde mi cintura y pellizca mi clítoris. 

—Ahhhhhhhhhh, mierda. —Me dejo ir y pienso que posiblemente esto sea la mejor parte. Demonios, él sabe lo que hace.  

Él agarra mis caderas, se empuja más fuerte y se libera dentro de mí. Ambos colapsamos contra la pared, jadeantes, y tan cercanos que es imposible determinar dónde comienza uno y termina el otro. Juro que por un momento me siento más conectada a él de cómo lo he estado con nadie. Luego, la caga. 

—Buen trabajo, Ángel. Ahora, limpiémonos en serio y vayámonos de aquí. 

Le da una palmadita a mi trasero y se levanta, haciéndome sentir vacía y usada. Cuando lo miro, a pesar de que quiera abofetearlo con todas mis fuerzas, la vista del cuerpo desnudo de Peter me alienta para una segunda ronda. ¿Cómo es posible odiar tanto a alguien y a su vez saltar a sus brazos al mismo tiempo? El agua de la ducha sigue cayendo, así que agarro un jabón y empiezo a limpiarme. Cierro los ojos ante la sensación del agua caliente, recorriendo con el jabón mi cuerpo. Puedo sentirlo mirarme, y estoy segura de que cuando abra los ojos es lo que va a estar haciendo. Aún más ahora que recorro mi cintura.  

—No pares por mí. —Siento mis mejillas encenderse y no sé qué decirle. Se acerca un poco a mí, y aunque la bañera sea enorme, me siento claustrofóbica—. Continúa. —Se acomoda detrás de mí y pone su mano sobre la mía, haciendo movimientos circulares y guiándola lentamente hacia abajo. Cuando el jabón toca mi clítoris, me sobresalto, porque siento lo sensible que se encuentra en este momento. Se vuelve a enfrentar a mí. —Continúa. Quiero ver como recorres tu cuerpo. Quiero verte dándote placer, como haces para excitarte. 

¿Habla en serio? Niego con la cabeza. Yo no hago esas cosas. 

 —Sí. Hazlo ahora. Déjame verlo. 

 Incluso aunque mi mente grite no, mi cuerpo me traiciona. Comienzo a recorrer mi cuerpo a la vez que Peter se comienza a tocar y acariciar. Llevo mis manos a mis senos, mimándolos suavemente. Él aumenta su velocidad y le sobresale la vena del cuello. Cuando vuelvo a bajar la mano y acariciarme él deja escapar gruñido primitivo. No puedo creer que le quede algo luego de lo que acabamos de hacer. Le sonrío, sintiéndome orgullosa. 

—¿Me ayudarías a acabar? 

—No, gracias. Hazlo tú si quieres. Yo me voy a cambiar, no tardes mucho. 

 Sale de la ducha, dejándome sexualmente frustrada. ¿Ya mencioné lo poco que lo soporto?  


Dios el es un maldito hijo de puta jodidamente caliente dios del sexo !! cori en cuanto a tu pregunta no te dije de este cap por que no es oficial 

se viene maratón!!

Pd: las quiero y comenten 

3 comentarios:

  1. Que hijo de puta, soy Lali y se la devuelvo el doble jajaja! Sube más y no te preocupes, ha em aclaraste por el Facebook, te quiero perra cachonda ❤❤

    ResponderEliminar
  2. a no a no como la va a dejar así que desubicado! Más más

    ResponderEliminar