lunes, 2 de abril de 2018

Epilogo



3 años después 






Lali

No podía creer que era el momento. Habíamos esperado por meses y finalmente estaba aquí. Estiré la mano y sacudí el hombro de Peter. 

—Bebé, despierta. 

Rodó lejos de mí sobre su estómago y puso su cara en la almohada. 

—No, mujer. Acabo de tener un turno doble y estoy cansado. Quiero dormir. 

Lo sacudí de nuevo. 

—Levántate. Ya es hora. 

Él gimió. 

—¿Hora de qué? 

—Hora del bebé. Tenemos que ir al hospital. 

—Estás bromeando, ¿verdad? ¿El bebé está eligiendo venir ahora? 

—Sí. Levanta tu culo. 

Subimos al auto y nunca había visto a Peter conducir tan lento. Por el amor de Dios, solía acelerar cada vez que podía y ahora era un policía. Podría acelerar si quisiera y tenía una excusa para darse prisa. ¿Necesitaba que pusiera fuego bajo su trasero o qué? Había un bebé en camino. Caminamos hasta la recepción. 

—La habitación de Eugenia Suarez, por favor. 

Esperamos mientras la recepcionista miraba su ordenador. 

—Parece que está en la Habitación 117 de Labor y Partos. A través de esas puertas dobles y estará al final del pasillo a la izquierda. 

No podía creerlo. Nuestros mejores amigos estaban teniendo un bebé. No fue planeado, pero a veces las mejores cosas no lo eran. Caminamos hacia la habitación de Euge y estaba tan emocionada que fui por el pasillo equivocado. Peter se detuvo y señaló la dirección correcta. 

—Nena, tu otra izquierda. 

Llegamos a la puerta listos para llamar y escuché llorar a un bebé. De ninguna manera. Ella sólo me había llamado hace una hora para decirme que estaba en el hospital. No había manera de que ya tuviera al bebé. Mis oídos se agudizaron. 

—Ese fue un bebé llorando. 

Peter no parecía entusiasmado. 

—Creo que puedes esperar escuchar ese tipo de cosas por aquí. 

—No, creo que venía de la habitación de Euge. 

—No sé nada sobre tener hijos, pero eso sería muy rápido para el primero, ¿no? 

—Sí. Como tiempo récord, pero Euge lo hace todo a la perfección, así que no esperaría menos de ella cuando se trata de dar a luz. 

Golpeé ligeramente la puerta y escuché la suave voz de Euge. 

—Entra. 

Me asomé por la puerta primero para asegurarme de que no estuviéramos caminando dentro para verla haciendo esa cosa de águila extendida o cualquier posición que hicieran cuando empujabas fuera a un bebé. 

—¿Todo despejado? 

—Sí, entra aquí así puedes ver a nuestra pequeña adición. 

No podía creer lo que veían mis ojos y sentí venir las lágrimas. Euge sostenía un pequeño y muy diminuto bebé en sus brazos mientras Nico estaba detrás de ella admirando su obra. 

—Oh Dios Mío, Euge. No puedo creer que ya esté aquí. 

Corrí hacia su lado de la cama y bajé la mirada a su nuevo bulto de alegría. Todavía no podía creer que eligieron no saber qué era el bebé cuando tuvo su ultrasonido. 

—Dime. ¿Niño o niña? 

—Adivina. 

Había declarado un niño al segundo en que Euge enloqueció por estar embarazada, pero ahora ya no estaba tan segura. Miré hacia abajo y traté de decidir si creía que el bebé parecía un él o ella, pero sólo pude distinguir una cosa de esa cara dulce. 

Era un mini Nico Riera. Aunque el bebé se parecía a Nico, había algo muy bonito en ella para ser un niño y fue entonces cuando me decidí. 

 —Esa es una cara de niña. Es demasiado bonita para ser un niño apestoso. 

Euge no podía apartar sus ojos de ella. 

—Sí que lo es. 

Peter sacudió la mano de Nico e hizo ese masculino medio abrazo de chicos. 

—Felicitaciones. Eres papá, Riera . Eso es extraño. 

—Pasó tan rápido, no he tenido tiempo para absorberlo todo. Su fuente se rompió y ella estaba tan tranquila y todo. No nos apuramos en llegar aquí porque pensamos que tardaría horas, pero luego comenzaron los dolores realmente malos. Para cuando llegamos aquí, ella estaba casi lista. 

—Oh Dios Mío, ¿conseguiste tu epidural? 

—No, estaba en ocho centímetros cuando llegamos aquí y todo sucedió muy rápido. Chica, déjame decirte… el dolor no es ninguna broma. Oh, ardía como la puta madre. Pensé que mi vagina estaba en llamas. Probablemente es mejor que no estuvieras aquí. Te habría asustado y nunca querrías tener uno. 

No necesitaba escuchar eso ahora mismo. 

—¿Dónde están tus padres? 

—Sólo te los perdiste. No puedo creer que no te encontraste con ellos en el pasillo llevando a Cris y Guada. Esos dos inmediatamente se cansaron después de que la emoción de verla había terminado, así que los llevaron a casa. 

Ahora que sabíamos que era una niña, era hora de elegir un nombre. 

—Así que, ¿cómo nombrarás a esta hermosa princesita? 

—Hablamos de Alai Valentina, pero todavía no estoy segura. Tengo que mirarla un poco más para asegurarme de que encaja. 

Ese era un gran nombre. 

—Me gusta. Ella puede lograr ser una Alai. 

—¿Quieres cargarla? 

Supongo que debería acostumbrarme. 

—Por supuesto. Necesita familiarizarse con su tía Lali. 

Tomé a la bebé Alai de Euge y miré su hermosa carita redonda. Inconscientemente empecé a balancearme mientras le hablaba suavemente y acaricié su suave mejilla con la mía. Supongo que era una cosa innata hacerlo, pero aun así me sorprendí cuando lo hice porque nunca había estado alrededor de bebés y ciertamente no conseguí el instinto maternal de mi madre. No había ninguna duda al respecto. Esto era lo que quería. 

No nos quedamos tanto rato como me hubiera gustado, pero Euge y Nico necesitaban tiempo de unión con Alai antes de que tuviera que ir con la enfermera. 

Peter y yo no hablamos mucho en el viaje a casa y no estaba segura de si era porque estaba evitando la charla del bebé o porque seguía cansado. Esperaba que fuera lo último. Todavía era de noche y sabía que él estaba agotado por trabajar tantas horas, así que lo dejé ir a la cama en lugar de comenzar la maldita conversación que me asustaba. 

No había nada en la televisión, así que la apagué y me deslicé suavemente en la cama junto a mi esposo. Me quedé de mi lado para no molestar su sueño y sentí su brazo serpentear alrededor de mi cintura y tirarme contra él. 

—No puedo dormir. Supongo que estar levantado tanto tiempo me ha dado mi segundo aliento. —Él besó la parte de atrás de mi cuello y frotó su mano sobre mi vientre—. ¿Quieres que practique poner un bebé ahí dentro? 

Esa había sido nuestra pequeña broma que compartimos por tres años y me pregunté qué iba a decir cuando le dijera que ya no podía ser llamado practicar porque había logrado ponerlo allí. 

El momento no era el perfecto. Me faltaba un año más para recibir mi licenciatura en diseño de interiores y sabía que él quería que fuéramos los dos por un tiempo más largo. Al menos eso fue lo que dijo cuándo le conté que Euge estaba embarazada. Eso había sido hace varios meses. 

Esperaba que el tiempo hubiera cambiado su opinión o tal vez que el ver a Alai agitara algo diferente en él. Estaba nerviosa. Tenía miedo que pensara que lo había hecho a propósito para que Euge y yo pudiéramos tener bebés juntas. No lo hice, pero estaba feliz por eso y quería que él también lo estuviera. 

Me di la vuelta para mirarlo y enganché mi pierna sobre su cadera. Pasó la mano por la parte trasera de mis muslos hasta mis bragas y deslizó su mano por debajo. 

—Amo meterme en estas. 

Besó mi cuello mientras tiraba mi camisón hacia arriba y sobre mi cabeza. Esa familiar agitación se presentó y decidí disfrutarla una última vez antes de que le dijera a Peter sobre el bebé. 

 Tres años juntos y aún podía hacerme gritar su nombre. 

Es por lejos el mejor esposo. Nos quedamos en silencio en la oscuridad y él frotaba su mano arriba y abajo sobre mi vientre, así que decidí que era mi señal para decirle. 

—Admiro la forma en que ha sido un estudiante diligente en sus estudios para hacer un bebé, Sr. Lanzani, pero llega un momento en la vida de cada estudiante cuando debe fallar o graduarse. 

—¿Estás diciendo que reprobé en tu clase? 

—No, definitivamente no reprobaste. Te estás graduando con un 4 perfecto. Y honores. 

—¿De qué estamos hablando? 

—Sr. Lanzani, has dominado tu trabajo. Ya no puedes practicar poner un bebé en mí, porque ya lo has logrado exitosamente. 

Me encogí mientras esperaba su respuesta. Sentí que la cama se movía cuando él se inclinó para encender la lámpara. Nuestra habitación tenía una luz tenue y se dio la vuelta para mirarme y luego a mi vientre desnudo. Se escabulló a mi lado y extendió su mano curiosamente para ponerla sobre el lugar donde nuestro bebé residía actualmente. 

—Todo lo que he hecho para conseguir una carrera ni siquiera se acerca comparado a lo que estoy sintiendo en este momento. —Puso su boca en mi estómago y lo besó—. Nuestro bebé está justo dentro de ti. — Me miró—. Dios, te amo. Eres la mejor esposa de toda la vida. 

Se arrastró por mi cuerpo para besarme. 

—Y tú eres el mejor esposo de toda la vida. Ahora, hazme gritar tu nombre otra vez. 

No te arrepientas de enamorarte. Nunca. 


Fin


1 comentario: