viernes, 6 de abril de 2018

Capitulo 3



Peter





 Me apoyé en el marco de la puerta, con la botella de cerveza en los labios. 

Ella estaba en lo cierto. 
Debería irme. Es una puta mala idea quedarte, amigo.

Pero por alguna razón, solo tenía que verla por mí mismo.

No sé por qué no lo creía. Mi padre me lo había dicho y Addie lo había confirmado, pero simplemente no podía tragarme el hecho de que Lali Eposito estaba de vuelta en la ciudad después de tanto tiempo.

Había tenido una desagradable resaca esta mañana, gracias a ella, luego conducido a casa después de que sabía que todo el mundo estaría en la cama. No había habido ningún plan para llegar a su habitación y no tenía ningún plan de entrar, pero tenía demasiada maldita curiosidad. 

¿Cómo sería ahora? ¿Cuánto habría cambiado? 
Había algunas respuestas que necesitaba, me gustaran o no.

Ella alargó la mano y tomó sus gafas de montura negra de la mesita de noche. La luna estaba cubierta esta noche, así que no pude ver una mierda. Solo su forma.

—Así que realmente estás de vuelta.

Me empujé el marco de la puerta y me acerqué hacia el final de la cama.

—No se supone que estés aquí. Addie dijo que estabas alojado con amigos.

¿Qué carajos?

Tenían razón. Ella tenía miedo de mí. 
Pero, ¿por qué? ¿Qué demonios había hecho para que lo tuviera?

Apreté la botella verde en mi mano y traté de dejarla en la oscuridad.

Llevaba una camiseta azul oscuro con una cierta escritura blanca que no podía leer y su cabello estaba por todo el lugar. Solía tener piercings, pero no era capaz ver nada en ese momento.

—Esta es la casa de mi padre —hablé bajo y enderecé mi espalda—. Algún día toda esta mierda será mía, Lali. Esa cama en la que duermes, junto con todo lo demás bajo este techo.

—Yo no, Peter. No eres mi dueño.


—Sí. —La sacudí—. He estado allí. Hecho eso. Tuve la camiseta. Gracias.

—Vete —ordenó ella con tono duro. 

Tomé otro sorbo de mi cerveza. 

—La cosa es, Lali... que te dije antes que bloquearas la puerta si
querías que me quedara fuera. Lo gracioso es... —me incliné—... que. Nunca. Lo. Hiciste.

En un rápido movimiento, ella se quitó las sábanas y se levantó en la cama. Cargando hasta el final, me dio una bofetada en la cara antes de saber lo que estaba sucediendo.

Casi me reí. Diablos, sí.

Mi cuerpo se quedó en su lugar pero mi cabeza se había torcido hacia un lado con el golpe. Cerré los ojos por reflejo. El aguijón comenzó como algunas pequeñas agujas debajo de la superficie, pero explotó y se extendió como la electricidad. Mantuve los ojos cerrados durante unos segundos más de los necesarios, saboreando el apuro.

Con la cama elevándola, ella quedaba cerca de 3 centímetros más arriba que yo y volví mi cabeza hacia ella lentamente, dándole la bienvenida a todo lo que tenía.

Ella me frunció el ceño.

—Tenía dieciséis años y era demasiado estúpida como para mantenerte fuera mí —escupió—. Poco sabía que tenían cepillos de dientes más grandes que tú. Y definitivamente tuve algo mejor que tú en los últimos dos años, por lo que cuenta con la puerta cerrada de ahora en adelante.

A veces llevaba sonrisas, pero no las sentía. A veces las sentía y no las llevaba. No quería que supiera lo mucho que ansiaba esto. Me mordí el labio inferior.

Ella se dio la vuelta de regreso a la cama y extendí la mano tirando de su tobillo desde debajo de ella. Se desplomó sobre el colchón, aterrizando en su vientre y rápidamente fui sobre su espalda, susurrando en su oído:

—¿Crees que incluso te tocaría ahora? ¿Sabes cómo solía llamarte? Sexo-fácil. Fuiste accesible cuando necesitaba una liberación.

Giró la cabeza para mirarme, pero no pudo torcerse lo suficiente con mi peso sobre su espalda.

—Tampoco pensé alguna vez que fueras más que eso, tampoco, Peter. Estaba aburrida y era lindo verte alardear de tu habilidad. Nunca me reí tanto. —Podía escuchar la sonrisa en su voz—. Pero lo sé mejor ahora —terminó.

—¿Sí? —le pregunté—. ¿Abriéndote alrededor como tu madre? Tenías razón, Lali. Seguro que vas a lugares.

Me empujé fuera de la cama y la vi voltearse y sentarse. Fue entonces cuando me di cuenta lo que llevaba puesto. Una camiseta y un bikini de ropa interior.

Mierda. Parpadeé largo y duro.

Mi pene se sacudió contra mis pantalones cortos de baloncesto y cerré un puño, obligándome a tener control.

—Pero —continué—... no te sobrestimes a ti misma, nena. No puedes hacer que me echen de mi propia casa. Yo vivo aquí. No tú.

Su pecho subía y bajaba con fuerza. La ira en sus ojos devolvía todo lo que había vivido hace dos años. Sus piercings faciales se habían ido y me hubiera gustado que todavía los tuviera, pero su cabello era un hermoso caos. De la forma en que siempre se veía en la noche. Todavía llevaba sus anteojos sexys y no podía evitar pensar en esas piernas fuertes.

Había estado allí. 

¿Y su carácter? Sí, los irlandeses en ella no eran ninguna mentira. 

—¿Peter? 

Aspiré una bocanada de aire y me di vuelta para ver a Hannah de
pie en la puerta en bikini. 

—El jacuzzi está listo —dijo ella, con las manos en las caderas. 

Miré a ,Lali todavía sentada en la cama y con los ojos dando
vuelta para ver a mi cita. Sonreí. 

—Quédate —le dije con voz relajada—. Cómete la comida. Utiliza
la piscina. Y después, consigue tu propia puta vida cuando te vayas.


Ya que es cortito se los dejo de regalo

3 comentarios:

  1. Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhh buenooooooooooooooooooooooooooo
    Que heavy!!!!!!!!!

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  2. Q hdp q es peter!!!!!

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  3. Q relacion toxica
    Q se desintoxiquen ��

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