domingo, 8 de abril de 2018

Capitulo 6

Lali



-Ahorara estoy en la dimensión desconocida —solté cuando Euge me presentó a su novio—. ¿Estás saliendo con él? —le pregunté.

Primero la chica es amiga de mi hermanastro, y ahora está durmiendo con la otra mitad del Dúo de Mierda.
Quiero decir, lo entiendo. Creo.

Peter tiene una personalidad ganadora, y es caliente. Pero Nico es solo caliente. Al menos Peter tiene más a su favor. ¿Estaba en una misión de Dios para reformar pendejos?

—Bueno —cortó Euge cuando se sentó a la mesa frente a Nico—. Es evidente que no se ha acostado contigo ya que no eres una gran fan. Eso me hace sentir mejor.

Nico se acomodó en la silla luciendo como si fuera dueño de la casa. Vestido con un bañador negro hasta la rodilla, corrió su dedo índice en sus labios mientras me estudiaba.

Sin molestarme en ocultar mis sentimientos, crucé mis brazos sobre mi pecho y traté de no gruñir.

—La última vez que los vi a ustedes dos juntos, la estabas haciendo llorar —señalé, mirando a Nico y esperando.

Oí a Euge resoplar a mi derecha, y la sonrisa de Nico se asomó de sus dedos.

—Mi personalidad ha mejorado, Lali. No estoy seguro de que la tuya lo ha hecho, sin embargo. ¿Qué tal si empezamos de nuevo? —Me tendió la mano y vacilé el tiempo suficiente para que todos se sintieran incomodos.

Pero la tomé.

¿Qué demonios? Si la chica estaba feliz, y parecía feliz, entonces no era de mi incumbencia.

Y hacían una pareja de buen aspecto. Él todavía parecía como el mismo, solo que más grande, y ella estaba vestida tan linda como el infierno en un bikini rojo y un top suelto negro de manga corta.

—Hola, hombre. —Nico asintió detrás de mí y sentí la presión golpeando mi espalda. No es que alguien me estuviera tocando.

—Euge —dijo Peter detrás de mí—. ¿Cómo conoces a Lali?

—Nos encontramos corriendo ayer. La invité a la fiesta. Espero que no te importe. —Euge me sonrió y continuó—: Ella nunca envió un mensaje, sin embargo, así que no sabía con seguridad si vendría.

 ¿Cómo es que ustedes la conocen? ¿De la escuela?

—Lali vive en mi casa — se burló de mí Peter.

—Nuestros padres están casados —le expliqué y me di vuelta para enfrentar a Peter—. Pero no somos cercamos. Nunca lo hemos sido.

Los ojos de Peter se estrecharon como si estuviera tratando de encontrar algo mejor.

—Puedo ver tu sujetador, Lali. —Él suspiró y miró hacia otro lado, pareciendo aburrido.

Sabía que podía ver mi sujetador. Sabía que todo el mundo podía verlo. Es lo que quería. 

No tenía planes de ir a nadar, así que llevaba un sujetador negro con tirantes elaborados que se extendía desde la parte delantera de mi torso a mi espalda y hacia abajo, por mis hombros de mi parte superior del pecho. No estaba destinado a ser escondido, así que lo llevaba con una camiseta sin mangas con cuello en V profundo suelto que lo mostraba. Junto con mis pantalones cortos negros y sandalias, solo con mis pendientes y gafas como accesorios. Ya había conseguido algunas miradas apreciativas, y sabía que eso le jodería a Peter.

Ya sea o no que todavía me quisiera, sabía que no querría que nadie más me tuviera.

—¿Te molesta? —Mis labios torcidos en una sonrisa maliciosa—. Euge, dile que luzco caliente.

—Se lo haría —respondió con seguridad, y oí a Nico reír detrás de mí.

Peter mantuvo los ojos fijos en los míos, en lo que sabía era un reto. Él quería jugar, pero no quería admitirlo.

Me incliné para susurrarle, cruzando los brazos sobre mi pecho.

—¿Te acuerdas de lo que pasó la última vez que me presenté a una de tus fiestas sin ser invitada? Todavía piensas en ello, ¿no?

El lento aumento y la caída de su pecho se aceleraron mientras mantenía su boca cerrada por una vez y me perforó con ojos duros.

—¡Vamos, Peter! —Me moví a mi derecha y caminé hacia atrás, hacia la piscina—. Es una fiesta. No seas cagón.

Y me di la vuelta dándole la espalda, sin querer admitir lo mucho que quería ver su cara ahora. 

Con el corazón en la garganta, tiré la parte superior de mi top por encima de mi cabeza y dejé mis pantalones cortos caer al suelo. Me tomé un momento para respirar cuando la charla alrededor de mí cesó y los asistentes de la fiesta dejaran de hacer lo que estaban haciendo para mirarme en mi ropa interior.

Estaba más cubierta que algunas de las otras chicas aquí. Mi sujetador era definitivamente hecho para la atracción sexual, pero cubría mis pechos y mi ropa interior de encaje negro era inconformista. Sí, estaba más cubierta, pero era indecente, porque llevaba ropa interior.

Me temblaban las manos. ¿Qué estoy haciendo?

No quería hacer un espectáculo de mí misma. Me puse el traje para llamar su atención, no la de los demás. Pero era un paso necesario si quería que reaccionara de la misma manera que lo hizo hace dos años, cuando me presenté a su fiesta. Lo quería enojado y fuera de sí. Quería atraparlo.

—Euge. —Miré detrás de mí, evitando los ojos de Peter—. Trae tu culo a la piscina. Hablemos de Northwestern.

Sus cejas se alzaron, y luego parpadeó como si no supiera qué responder.

—Um, está bien. —Y se empujó fuera de su silla, en dirección a mí, mientras me zambullía.

Euge y yo realmente no nadamos. Acabamos chapoteando y riéndonos, mientras que de vez en cuando alguien se lanzada de cañón en la piscina o una idiota dejaba que su novio la aventara. 

Me negué a buscar Peter, pero sabía que estaba cerca. Vi sus ridículamente caros pantalones cortos a cuadros negros y grises e inmediatamente aparté los ojos.

Bueno, así que no eran tan ridículos. A Peter le quedaban bien las cosas que a otros no. Me acordé de lo mucho que odiaba su atuendo hace dos años. Seguro. Conformista. De Gap.

Pero me di cuenta de que eran parte de una fachada que él adoptó. Cuando la ropa se desprendía, también lo hacía la máscara de Peter. Por la noche cuando pasaba el rato en solo pantalones vaqueros y nada más, era como que estuviera viendo un tipo completamente diferente.

Fuerte. Potente. Mío.

Al parecer otros habían visto su lado bueno, también, si podía contar a Eugenia Suarez como su amiga. Por lo que pude ver, era ambiciosa y sensata.

Y a pesar de que su novio y mejor amigo de Peter podría ir mear encima de un árbol en lo que a mí respectaba, tuve que admitir que parecía haber crecido. Tenía un poco de tinta agradable, un árbol precioso tatuado en su espalda, que cubría casi toda la zona. Mis tatuajes eran más pequeños, pero no tenía más. Podríamos incluso tener un par de cosas en común ahora.


Por mucho que quería saber la historia de Nico y Euge, estaba más y más satisfecha como avanzaba la noche de que la merecía. No le dijo una palabra equivocada, o habló con ninguna otra chica, y siempre la tocaba cuando estaban cerca. Un brazo por encima del hombro, una mano en su espalda, un beso en la parte superior de su cabeza.

Y estas personas eran los mejores amigos de Madoc. Eran personas que no me hacían temblar o despreciarlos al estar cerca de ellos.

Después de haberme secado, me puse mi ropa y me serví una cerveza del barril, mientras que Nico y Euge se unieron a Peter y una rubia más en la fogata.

El sol se había puesto y aunque no hacía frío, había una agradable brisa que entraba por los árboles. La fiesta seguía siendo fuerte y todavía ocupada, pero la gente se estaba extendiendo. Algunos se fueron a la casa para ver películas o jugar videojuegos, mientras que otros se filtraron a los jardines. Estaba segura de que había varias habitaciones ya ocupadas, también.

—Entonces, ¿cómo es que Peter tiene una hermana? —Una voz aterciopelada profunda se acercó a mi lado.

Mi cabeza se alzó e hice una doble-toma, mi boca abierta.

Mierda.

El chico, uno joven, también, era demasiado hermoso para las palabras. ¿Quién demonios...?

Tenía un rostro suave, pero una mandíbula fuerte, angular y pómulos altos. Sus cejas eran rectas y en una inclinación, por lo que sus llamativos ojos azules destacaban aún más contra su piel bronceada. O tal vez ese era su tono de piel natural. Llevaba el cabello castaño oscuro largo, pero estaba recogido en una cola de caballo.

No tenía tatuajes, y no los necesitaba, tampoco. Con su altura y su cuerpo tonificado, ¿por qué cubriría eso? Lucir así no debería ser legal. Infiernos, mirarlo como lo hacía probablemente todavía no era legal, tampoco. Endurecí mis ojos, esperando que mis gafas oscurecieran mi mirada.

—Peter no tiene una hermana. —Apreté los labios—. ¿Quién eres?
—Stefano Riera —dijo a la ligera—. Y no te preocupes, no estoy tratando de coquetear contigo. Creo que tendría que ponerme en línea, con eso de mostrarle a todo el mundo cómo luces en ropa interior. —Él sonrió con un brillo en sus ojos—. Me gusta tu actitud. Solo quería decir hola.

—¿Riera? ¿Al igual que Nico Riera? —Tomé un sorbo de mi cerveza y lo miré.

—Sí, él es mi hermano.

Se veía tan orgulloso diciendo eso que no tuve el corazón para ser sarcástica.

—Me gustan tus piercings. —Hizo una seña a mis orejas—. ¿Eres tú la que inspiró el de Peter?

—¿El de Peter? —Empezamos a caminar hacia la fogata, mis sandalias chapoteando en los charcos en la terraza de la piscina ahora empapada.

—Su piercing —respondió, inclinándose para susurrar—. El rumor es que tiene uno en alguna parte, pero no podemos verlo. Euge piensa que es un príncipe Alberto. Me voy con una Escalera de Jacob. Peter siempre apuesta todo o nada.

¿Peter con un piercing? Y ese imbécil me dio tanta mierda sobre el mío. Dejé escapar una risa amarga.

—Bueno, no lo sé.

—Sí, nos está volviendo a todos locos —bromeó cuando nos sentamos en el círculo que rodeaba el fuego.

El pozo, junto con el jacuzzi, ayudaba a que el área al aire libre fuera utilizable durante todo el año, incluso durante los inviernos amargos del medio oeste. Era un tazón grande de cobre que se extendía más de un metro de diámetro, y donde se quemaba madera real. No solo creaba llamas sustanciales, sino que también generaba una gran cantidad de calor.

Ya que la noche no era lo suficiente fría, solo había una pequeña cantidad madera quemándose. El suave resplandor mantuvo la zona tenue a excepción de los ojos que eran iluminados por la danza de las llamas a través de nuestras caras.

Nico se sentó en el suelo, apoyado en una roca, con Euge entre sus piernas y su espalda en su pecho. Peter estaba en una situación similar; sin embargo, se sentó en una silla frente al fuego de mí con una chica en el suelo entre sus piernas.
Qué novedad.

Él tenía su mano alrededor de su cuello, pero no de una manera amenazante. Sus dedos acariciaban suavemente mientras su pulgar se movía en círculos. Ella se quedó mirando las llamas, cerrando los ojos de vez en cuando, claramente disfrutando de la atención.

Vi sus dedos, fascinada por cómo ella era masilla en sus manos. Él era suave y lento, gentil y atento. Posesivo. Presión se construyó bajo en mi vientre, y apreté mis muslos, sintiendo la quemadura ya olvidada.

Y levanté la mirada. Mi pecho tambaleó.

Sus ojos estaban puestos en mí. Sujetándome con la ausencia de todo lo que solían contener. La diversión se había ido. El mal había desaparecido. El juego era silencioso.
La máscara había desaparecido.

En ese momento Whore se derramó de los altavoces y miré a los ojos duros que estaban calientes y urgentes en mi piel. Mi lengua se movía alrededor de mi boca cerrada, tratando de calmar la sequedad en mi garganta.

La tocaba con sus manos, pero me sujetaba con sus ojos, y cada vez que le acariciaba la mandíbula o pasaba el dedo por su mejilla, podía sentir el hormigueo en mi piel.

Cerré los ojos, los abrí y parpadeé con fuerza para romper el contacto.

—Así que ¿todavía patinas? 

Parpadeé de nuevo, registrando un trueno en la distancia. 

—¿Qué dijiste? —le pregunté, mirando a Yeyo. Solo respira, Lali.

 —El tatuaje de patineta en el interior de tu muñeca. —Señaló—.
¿Esa rampa half-pipe con la severa inclinación en el sótano es tuya? 

¿Mi half-pipe? ¿Él la había visto? 

—¿Todavía existe? —le pregunté, incrédula. No lo podía creer. Él asintió. —Sí, al lado del piano. Dejé caer mis ojos de inmediato. 

Eso era extraño. Con todas mis otras pertenencias arrojadas a la
basura, ¿por qué iban mantener una enorme half-pipe que ocupaba espacio? Una gran cantidad de espacio. Estaba a punto de preguntarle a Yeyo si había alguna patineta a su alrededor, con la esperanza de que tal vez Peter o uno de sus amigos hubieran salvado aquellas para utilizarlas por sí mismos, pero había empezado una conversación con un tipo al otro lado de la fogata.

Euge rozó mi brazo y miré a mi derecha.

—Entonces, ¿qué pasa contigo y Peter? —Parecía que estaba tratando de mantener su voz baja, pero los ojos de Nico se dirigieron a los míos cuando escuchó la pregunta—. Parece que hay mala sangre entre ustedes dos —añadió.


Rápidamente miré a Nico de nuevo, preguntándome si Peter nunca le habló de nosotros, pero no estaba prestando atención.

—Simplemente nunca nos llevamos bien. —Me encogí de hombros hacia Euge, manteniendo mi voz ligera—. Con la forma en que estos dos se comportaban a tu alrededor la última vez que estuve en la ciudad, —bromeé, haciendo un gesto hacia Nico y Peter—, estoy segura de que entiendes de dónde vengo.

Ella sonrió y giró su cabeza hacia un lado, mirando a su novio.

—Sí, supongo que sí. —Y entonces ella me fijó con una expresión severa—. Pero también sé que hay dos lados en cada historia. 

Ustedes dos deberían hablar.

—Nosotros apenas podemos soportar estar en la misma habitación juntos.

Peter seguía a través del fuego, sus ojos cambiando entre Euge y yo, y no había duda de ello. Estaba enojado. Tal vez se preguntó lo que estábamos hablando, o tal vez simplemente no me quería aquí.
Infiernos, sabía que no me quería aquí, que era el por qué estaba aquí.

Voces recortadas a mi izquierda me llamaron la atención y arrastré mi mirada de Peter.

—Uno pensaría que si no tienes las bolas para entrar en la pista por ti mismo, entonces cerrarías la puta boca —le ladró a Yeyo el chico junto a Peter, que todavía estaba sentado a mi lado.

—¿Y correr contra quién? —se burló Yeyo—. ¿Tú? Sí, eso sería bueno. Correré cuando se trate de un desafío.

—No sé qué diablos quieres de mí, Yeyo, pero estoy enfermo de...

—¿Quieres saber lo que quiero? —lo interrumpió Yeyo, manteniendo la voz arrogante—. Quiero que tu novia se limpie ese brillo de labios color rosa artificial y que se suba a mi coche. Eso es lo que quiero.

Lancé mis ojos a todos los bufidos soltándose alrededor del fuego. Peter se rió en silencio, moviendo la cabeza, mientras que el cuerpo de Nico se sacudió mientras enterraba su risa en el cuello de Euge.
Euge vio mi mirada confusa y explicó.

—Ese es Liam —susurró—. Es el novio de K.C. —Señaló a la hermosa chica de cabello oscuro sentada al lado de Liam, que se quedó mirando su regazo, aturdida—. Él la engañó en el último año, pero volvieron a juntarse. Yeyo no ha dicho nada, pero creo que él...

La quiere. 

Terminé su pensamiento en mi cabeza. Bueno, si la quiere, entonces ¿por qué no va tras ella? Claramente, su novio idiota tenía algo contra él.

La mandíbula de Liam se volvió dura mientras su mirada se perdía entre Yeyo y su novia sorprendida, que parecía como si quisiera meterse dentro de su caparazón.

—¿Hay algo entre ustedes dos? —le preguntó. Ella apretó los labios y tragó, apartando los ojos de todos. 

—Por supuesto que no —dijo en voz baja. 

Todo el mundo vio como Yeyo y Liam comenzaron a discutir con
todo y Nico, Euge, y Peter o bien sonreían, reían, o se ponían rígidos cuando Yeyo hacía chistes o sufría un insulto. 

Me di cuenta de cuán unidos eran, y cómo siempre permanecían juntos. Peter tenía una sonrisa de orgullo en sus ojos cuando miraba a Yeyo como a un hermano y tenía tal facilidad con Euge. Él tenía una familia en ellos.

Bueno, aparte de Liam y K.C., de todos modos. Ella se quedó tranquila, claramente avergonzada, pero sus rápidas miradas a Yeyo no escaparon de mi vista, tampoco. Parecía frágil. Algo así como una vez fui.

Romperse era hermoso. Me dolió y fue un camino cuesta arriba volver a la cordura, pero regresé más fuerte, más dura y más sólida de lo que fui antes.

Agité mis manos delante de mí y negué hacia Liam, finalmente, teniendo suficiente de la idiotez.

—Vaya —interrumpí el estúpido comentario que estaba haciendo—. Así que engañaste a tu novia el año pasado. —Me detuve y saludé a K.C.—. Hola, K.C., soy Lali, por cierto. —Y luego tiré mi atención de nuevo hacia Liam—. ¿Y estás preocupado acerca de que ella te engañe? Yo diría que tienes una mejor chica de lo que mereces. —Carcajadas sonaban alrededor del fuego, y K.C. se movió en su asiento, luciendo incómoda. Con sus cejas estrechadas, se puso de pie y vaciló como si no estuviera segura de qué movimiento hacer sin instrucciones. Mis ojos cayeron a la uña del pulgar que ella seguía arrastrando a través de la muñeca de su otra mano.

—Me voy a casa. —Ella agarró su camiseta y se la puso sobre su parte superior del bikini—. Nos vemos más tarde.

Bajó los escalones de piedra hasta la terraza de la piscina y vi los puños de Yeyo contraerse cuando Liam se levantó y se acercó a él. Se inclinó, se cernió sobre Yeyo, cuyos antebrazos descansaban sobre sus rodillas, y él no hizo nada más que alzar su cabeza, dando la bienvenida a cualquier cosa que Liam soltara.

—Déjalo en paz, Liam. —La profunda orden de K.C. me sorprendió, y vi un fuego en sus ojos que no estaba allí antes.
Liam no le hizo caso y amenazó a Yeyo en voz baja:

—Ella es mía.

—Solo hasta que empiece a tratar —replicó Yeyo. 

Y todos hicimos un trabajo pésimo tratando de ocultar nuestras sonrisas mientras Liam se marchó del patio, detrás de K.C.

Supe una cosa en ese mismo momento. Odiaba a Peter, pero me encantaban sus amigos.






El piercing príncipe Alberto es uno de los piercings más comunes en genitales masculinos. Este es un piercing tipo anillo que se extiende a través de la parte inferior del glande desde la abertura uretral hasta donde el glande se encuentra con el tallo
del pene.

Una Escalera Frenillo, también conocida como la Escalera de Jacob, se compone de una serie de piercings frenillo que menudo se extienden por debajo de la cabeza del




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