lunes, 9 de abril de 2018

Capitulo 9

Peter





Me incliné, chupando su cuello en mi boca antes de que tuviera la oportunidad de responder. 

—Peter —gimió, y sus rodillas cedieron. Pasé un brazo alrededor de su cintura, mis labios aun devorando su cuello, y la presioné contra el coche.

Maldita sea.
Mierda, no se suponía que la cosas pasaran así.

Sujeté su cabello mientras chupaba su cuello, y luego capturé su lóbulo, y la besé en la línea de su mandíbula antes de que girara la cabeza hacia mí y tomara su boca en la mía. La dulce calidez era más de lo que podía tomar. Mi polla se sacudió, y cuando Lali empujó su hermoso culo en mí, casi gruñí.

—Joder, Lali —jadeé, tirando de la parte superior del top empapado por su cabeza y arrojándolo al suelo.

Dejó caer su cabeza contra mi hombro, su pecho subía y bajaba rápidamente con sus jadeos. Sus ojos desesperados me rogaron antes de que estuvieran fuertemente cerrados. Tenía el cuerpo dolorido. Al igual que el mío.

Envolví una mano ligeramente alrededor de la parte frontal de su cuello y pasé una mano posesiva sobre su vientre.

—Quiero estar dentro de ti. —Tomé su cuello, inclinando su barbilla hasta que me miró a los ojos—. Pero es mejor que no me mientas de nuevo.

Su rostro estaba mojado, y parpadeó quitando la lluvia de sus pestañas, luciendo tan desesperada que quería estar dentro de ella. Durante toda la noche. Me decidí por besarla, arremolinando la punta de mi lengua contra la de ella y poseyendo su boca.

Jesús, sabía bien.

Estiré mi mano y la sumergí en sus pantalones cortos, ahuecándola en mi mano.

—Oh, Dios —gimió.

Froté su húmedo calor entre mi dedo medio y pulgar, listo para jodidamente estallar.

Se retorció, moviendo su espalda arriba y abajo por mi pecho mientras gemía. Froté su clítoris con mis dos dedos y apreté mi polla en su culo.

Su cuerpo cubierto de lluvia brillaba con el resplandor de los faros, y pude sentir el pulso entre sus piernas contra la punta de mis dedos. 




Estaba necesitada y lista.

Desabrochando su sujetador, lo tiré por sus hombros y desabroché sus pantalones cortos por detrás. Tirando de ellos y sus bragas por sus piernas, retrocedí para mirarla.

Se puso de pie con las piernas temblorosas y se apoyó contra la puerta del coche, sus dedos todavía extendidos a través de la ventana.

Las gotas de agua caían en cascada por su larga y delgada espalda y sobre su culo redondeado hasta sus muslos.

—Siéntate en el coche, nena. —Mantuve mi voz tranquila a pesar de que mi cuerpo estaba gritando. Apenas podía respirar.

Pensé brevemente que tal vez deberíamos salir de la lluvia, pero todavía era cálido fuera, y ¿a quién quería engañar? Estaba tan hermosa así.

Sus brazos cayeron a sus costados, y se dio la vuelta, manteniendo la barbilla hacia abajo y los ojos en mí. Caminando a su derecha, se sentó en el capó, con los pies colgando justo por encima del suelo.
Me acerqué, así, de pie frente a ella, pero manteniendo mi distancia.

Sus pechos eran más grandes de lo que recordaba, y quería ir más despacio. Había pasado demasiado tiempo desde que la había tocado, y quería volver a descubrirlo todo.

Pero no había tiempo. Mi pene era como una barra de acero en estos momentos.

—Abre las piernas —dije con voz ronca, una sonrisa en mis labios.

Se quedó sin aliento, y miraba sus pechos subir y bajar con entusiasmo. O nerviosismo. Su mandíbula se endureció cuando vio mi desafío. Echándose hacia atrás en sus manos, abrió sus piernas, dejando al descubierto lo que quería.

Maldita sea esta chica.

Mis ojos se dirigieron por su cuerpo enrojecido y húmedo mientras desataba mis pantalones cortos, dejándolos caer al suelo.

Sus ojos se abrieron como platos tan pronto como notó el destello de plata en mi punta.

De pie entre sus piernas, la empujé suavemente hacia atrás sobre el capó lentamente, al compás de la canción Sail de AWOLNATION
sonando desde el estéreo del coche. Luego, sosteniéndola por las
caderas, hundí mis labios en su cálido estómago, mojado, teniendo un festín con su suave piel, y luego me trasladé hasta su pezón, chupando.

—Ah —gimió y se quedó sin aliento, pero ignoré sus sacudidas.

Moviéndome más allá, tomé el otro en mi boca, chupando y mordiendo, atrayendo su duro pezón con los dientes, y maldita sea, me encantaba lo dulce que sabía.

Hace dos años no sabía una mierda. Claro, follar con Lali me había enseñado un poco, pero todavía había sido inmaduro e inseguro de mí mismo.

Ahora, sabía más, y lo que quería. No tenía miedo de tomarlo y correr riesgos.

Moviéndome rápido, subí el ritmo y besé el largo de su estómago, cada centímetro llevándome más cerca de lo que realmente quería.

Con un movimiento apresurado, tomé su clítoris entre mis labios y lo chupé como un melocotón.

—¡Oh, Dios mío! —Se retorció, echando la cabeza hacia atrás, el capó doblado debajo de sus movimientos. No pude ver sus ojos. Su rostro se contrajo en el placer.

Arremoliné mi lengua alrededor, agitándola unas cuantas veces duro.

La odio, me dije.
No confío en ella.
Va a joderme otra vez. 

Y no me importaba darle placer. No me importaba que ella estuviera disfrutando de esto. Simplemente quería que se viniera en mi boca, para que supiera quién era su dueño.

Pero cuanto más se agarraba de mi cabello y se volvía loca debajo de mí, más me daba cuenta de que quería oírla decir mi nombre.
Me di cuenta de que quería que amara lo que le hacía.

—Peter. —Su voz temblaba—. ¡Peter, ahora! 

Levanté la mirada y la vi mirándome. Pasó la mano por mi mejilla. 

—Ahora —rogó—. ¿Por favor? 

Y eso era lo que estaba esperando. Aunque no lo sabía. De pie, apreté los dientes, mirando hacia abajo, a ese hermoso
cuerpo. 

Esa chica hermosa que me odiaba, y la odiaba, pero, maldita sea, me encantaba como nos odiábamos, porque era crudo y real. No tenía ningún sentido, pero sí, era real.

Tirando de ella hasta el borde del coche, sostuve su mirada mientras me hundía en su interior.

—Ahhh... —Cerró sus ojos.
—Mierda, Lali. —Me detuve, cerré los ojos, y saboreé la sensación.

Caliente y apretada a mi alrededor, el calor propagándose a través de mis muslos y mi pecho. La lluvia hizo poco para enfriarme.
No sé con cuántos chicos habían estado después de mí, y no quería saber, pero imaginé que mi perforación podría tardar un minuto para ajustarse. Al estar por encima de ella, mi polla dentro de ella, solo la miré, esperando a que sus ojos se abrieran.



Cuando lo hicieron, me miró y deslizó su mano alrededor de mi cuello, acercándonos para poder besarnos. Mientras masajeaba su lengua con la mía y mordisqueaba sus labios húmedos, empecé a moverme dentro de ella lentamente al principio, sintiendo cada centímetro de su calor y saboreando cada pequeño gemido que soltaba en mi boca.

Rompiendo el beso, ahuequé su pecho con una mano y me apoyé con la otra mano en el capó del coche.

 Todos los músculos de mi espalda estaban tensos, y mis hombros estaban en llamas. El aire entraba y salía de mis pulmones, y no podía aguantar más.

Golpeé en su interior, el volcán entre mis piernas caliente y urgente, se sentía tan condenadamente bien. Sus pechos rebotaban de un lado a otro mientras me movía dentro y fuera de ella más y más duro.

Sus uñas se clavaron en mi pecho. —Más, Peter. Se siente tan bien. 

Me puse de pie con la espalda recta, la atraje hacia abajo hasta el
borde del capó, y enganché la parte posterior de sus rodillas sobre mis brazos.

—Dime que extrañaste esto. 

Parpadeó y tragó saliva. 

—Sí. —Asintió, su susurro salió tembloroso—. Lo extrañé.

También yo.

Entré en ella de nuevo y bombeé como si no hubiera mañana.
Su espalda se arqueó, sus tetas me volvieron loco, y gimió largo y fuerte.

—Sí... ¡Oh, Dios mío!

Se apretó alrededor de mi polla, su estómago sacudiéndose con respiraciones superficiales, y sus ojos fuertemente cerrados mientras se corría.

El fuego en mi polla se extendió a través de mis muslos y quemó hasta la punta. Me salí de ella, jadeando y acariciándome hasta que me vine sobre su estómago.

Mi garganta estaba seca, y mi corazón estaba tratando de hacer un agujero a través de mi pecho. Dejé caer mi cabeza entre sus pechos y cerré los ojos, sintiendo su pecho subir y bajar debajo de mí.

No había pensamientos coherentes formándose en mi cabeza. Solo palabras.

Impresionante. Caliente. Maldita sea. Mierda.

No tenía ni idea de lo que se suponía que tenía que hacer ahora, y su silencio me dijo que estaba tan desconcertada como yo. Estaba a punto de bajar de ella cuando empezó a correr sus dedos por mi cabello empapado.

Congelado, solo me quedé allí y la dejé hacerlo.

Y entonces me estremecí, al darme cuenta que no había usado un condón.

Mierda. 

¿En serio, amigo? Los tienes en la guantera. ¿Por qué no había pensado en ello? Siempre los había utilizado, excepto con Lali una o dos veces cuando éramos más jóvenes.

—Nunca le dije esas cosas a nuestros padres —habló, sacándome de mis pensamientos.

¿Nuestros padres? ¿Los traía a colación ahora?

—¿Nunca les dijiste qué? —Mantuve mi barbilla en su pecho, pero levanté la vista hacia ella.

—Te mintieron. —Me acarició el cabello y miró hacia el cielo—. Nunca me quejé de lo que estábamos haciendo, Peter. Solo se enteraron y me enviaron al internado.

Entrecerré los ojos, empujándome a mí mismo y colocando ambas manos a cada lado de su cabeza.

—¿Me estás diciendo que nunca quisiste dejarme?




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5 comentarios:

  1. Te amo mas q a ellos! Ahre jajajaj gracias por aubir estos increíbles capitulos!!

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  2. Ay por favor subi uno mas!

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  3. Ay poor dios quiero mas subi mas mas mas mas

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  4. Quiero matar y apapachar a peter al mismo tiempo.

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