jueves, 12 de abril de 2018

Capitulo 11

Peter




—¿Nico y Euge estarán allí? —dijo Lucas de
repente desde el asiento trasero.

—Oye, hombre. No patees el cuero — bromeé, extendiendo mi brazo detrás de mí para detener sus pies de empujar mi asiento—. Y sí, van a estar allí.

—Genial.

Nos sentamos allí, balanceando nuestras cabezas con la música y no podía dejar de mirar a Lali junto a mí. ¿Qué estaba pensando? Parecía gustarle Lucas, pero también realmente sorprendida de conocerlo.

¿Era tan inusual que quisiera pasar el tiempo con un niño que no tenía un padre? 

Lali siempre me juzgó por ser pretencioso, egocéntrico y cualquier otra palabra que utilizó un día en particular, pero ahora entiendo que ella realmente lo creía. Se sentó allí, mirando por la ventana y completamente extrañada por la situación.

O tal vez estaba afrontando lo que habíamos hecho la noche anterior a la luz del día. Ella solía tener una cosa sobre la oscuridad. Estando a solas en su habitación, sin luz, era como si lo que hacíamos no fuera real para ella. Aunque siempre participaba plenamente, las cosas cambiaban a la luz del día.

Actuaba como si nada hubiera pasado. No volvía a hacer contacto visual. Apenas incluso decía mi nombre. Comprendí cómo funcionaba muy rápido y estuve de acuerdo.

Oye, tenía dieciséis y un infierno de vida sexual. No iba a quejarme de que no me dejaría tocarla cualquier otro momento. Estaba sencillamente feliz de obtener lo que conseguía a esa edad.

Pero ahora, tocándola, escuchando sus jadeos... todo lo que hicimos ayer por la noche en la lluvia era aún mejor de lo que recordaba. 

Solía caminar de un lado a otro por mi habitación, esperando a que Addie bloqueara la casa por la noche, así sabía que era seguro ir a la habitación de Lali.

Estaba feliz y vivo cuando estaba con ella. No me había sentido así por un largo tiempo.

Cuando Lali se fue, me desmoroné. Al igual que Nico cuando Euge se fue a Francia durante un año, no perdí el control como él lo hizo, pero hice cosas malas.

Su mamá me había dicho que ella y mi padre descubrieron lo que estaba pasando, porque Lali nos delató. Patricia dijo que Lali sesentía incómoda y presionada por mí. Toda la confianza que había forjado fue destrozada

No lo manejé bien.

Ella y yo podríamos haber vivido en la misma casa, pero nunca nos habíamos visto uno al otro como hermanastros. Incluso nunca habíamos pasado mucho tiempo juntos, así que nunca sentí que lo que hacíamos estaba mal. Me encantaba todo de ello y quería más. Pero durante los últimos dos años mi aborrecimiento hacia ella creció.

Cada chica palideció en comparación y la única vez que me sentí bien fue cuando había estado con Lali. Y luego la noche anterior, me dijo que nunca habló con nuestros padres. Nunca les dijo nada. Estuve lleno de alegría y enfadado al mismo tiempo. Mi corazón bombeaba con intensidad otra vez, sabiendo que ella me quería, pero había pasado toda la noche pensando en todo el tiempo que perdimos, que nos quitaron y quería descubrir la verdad.

Y lo haría. Pronto.

Si enfrentaba a mi padre ahora, vendría a casa y Lali se iría. Así que si no podía convencerla de quedarse por más tiempo, entonces solo tenía unos días más con ella hasta que se fuera a Chicago. Trataría con mi padre después de eso.


***

Aparcamos en el terreno justo al lado del coche de Nico. Agarrando la mochila de Lucas, entregué eso y algunas toallas de la cajuela a Lali mientras recuperaba la nevera y la manta de picnic.

—¡Euge, detente! 

Saqué la cabeza de la cajuela, oyendo la voz de Nico. 

—¡Euge! —Caminaba pesadamente detrás de su enfadada novia.

 Genial. Comenzaba a pensar que mis mejores amigos buscaban razones para pelear. En serio. Siempre terminaba en sexo de reconciliación, después de todo.

—Déjame en paz. ¡Lo digo en serio, Nico! —gritó sobre su hombro, y estuve sorprendido y condenadamente divertido cuando ella se quitó su sandalia negra y se la arrojó.

Él alzó sus manos, desviándola de su cabeza y frunciendo el ceño hacia ella, sus labios apretados.

—Iba a decirte —dijo con brusquedad—. Pero estás sobreactuando como siempre.

—Ugh. —Se detuvo en medio del estacionamiento, quitándose con fuerza el otro zapato, y lanzándoselo, malditamente cerca de impulsar todo su cuerpo en el movimiento.

—¿Qué está pasando? —murmuró Lali. 

Suspiré, pasando mi mano por mi cabello. 

—Juegos previos. 

Cerré la cajuela y comencé a caminar por la playa, dejando a mis
amigos solos.

—¿Debemos ayudarlos? —Lali tropezó con algunas rocas, mirando detrás de ella hacia el estacionamiento, donde aún podíamos escuchar los gritos ahogados de Nico y Euge.

—No si quieres participar. Van a estar haciéndolo en diez minutos —prometí. Y eso es exactamente lo que quería estar haciendo con ella en este momento.

Me encantaba Lucas, pero deseaba haber sabido que Lali regresaba. Habría preferido tenerla sola ahora. Para pelear. Para atormentarnos. Para lo que sea.

Diablos, hubiera provocado una maldita pelea si eso significaba lograr desnudarla otra vez.

Al menos hasta que la saque de mi sistema.

Pero no podía cambiar los planes para el día en este momento, así que dejé la nevera y estiré una manta en la pequeña playa. Deshaciéndome de mis zapatos, seguí a Lucas con mis ojos mientras corría hacia el agua.

—Espera, ¿no vas a hacer que use un chaleco salvavidas? — preguntó Lali mientras se detenía para quitarse su blusa.

Sonreí, sabiendo exactamente de dónde provenía. Siempre había una punzada de miedo, viéndolo ir y hacer cosas que podrían lastimarlo. Los lagos eran peligrosos y había intentado hacer que use un chaleco salvavidas la primera vez que vinimos aquí el verano pasado. Síp, intenté la primera vez y nunca lo volví a intentar. Se opuso a ello y pronto descubrí que él sabía lo que estaba haciendo.

Me quité mi camisa.

—Su padre estaba en la Guardia Costera cuando vivían en Washington, y se aseguró de que Lucas supiera nadar. Después de que murió, su madre los trajo de regreso aquí para estar cerca de la familia, pero en realidad no tiene muchos hombres en su vida u oportunidades de seguir practicando. Le encanta. Trato de traerlo tanto como sea posible durante los meses más cálidos.

Sus ojos se estrecharon y parecía perdida en sus pensamientos mientras miraba hacia el agua.

—Vamos. —Le di un suave empujón con mi codo, caminando junto a ella.

Chapoteando a través del agua fría, caminé hasta cubrir mis pies, luego mis pantorrillas y mis muslos, y luego mi estómago. Empujándome con mis pies, me elevé y me zambullí de cabeza en las frías profundidades.

Joder, odiaba el lago. Es sucio y fangoso. ¡Y frío! Si nadas en él no eres capaz de ver lo que está pasando debajo de ti.

Me. Hace. Sentir. Fuera. De. Control.

Pero era una de las pocas cosas para hacer en ésta aburrida-cómo-el-infierno ciudad y había estado aquí muchas veces con demasiadas bebidas y muchas chicas alrededor. Hubo un momento en que fue divertido. Pasar el rato, emborracharse, cuando no tenía nada mejor que hacer.

Pero ahora estaba aquí solo por Lucas y por alguna razón había querido que Lali me acompañara hoy. Probablemente íbamos a entrar en una pelea frente al pobre chico. Y con Nico y Euge haciendo sus cosas por, sorpresa, sorpresa, pelear de nuevo, no habría ningún área neutral si Lali sacaba sus garras.

Debería haberla dejado en casa, supongo.

Saqué mi cabeza fuera del agua y miré hacia la playa, viéndola en su traje de baño. O tal vez no.

Santo infierno. Hijo de una perra.

Mi polla se sacudió y endureció al instante, ¿en serio? incluso en el agua fría.

Su bikini blanco era solo eso. Un bikini. En todas las definiciones posibles de la palabra, era maldad y tentación en su peor forma.

La parte inferior cubría todas las partes importantes, pero la parte superior tenía cordeles que se ataban en la parte delantera en lugar de la espalda. Todo lo que tenías que hacer era tirar. Sin extender tus brazos alrededor. Sin ir a tientas mientras tratas de encontrar el cordel correcto. Nop. Solo tenías que tirar y todo se liberaría.

Soltó su cabello de su cola de caballo y de repente mis manos se sintieron demasiado vacías.

Un salpicón de agua me golpeó en la espalda y di un respingo. 

—Tu pequeño... —Pero me contuve y solo salpiqué a Lucas a cambio.

—Parecía que podrías necesitar refrescarte un poco. —Rió, lanzando su brazo hacia atrás, apartándose nadando

¿Refrescarme? ¿Acaso siquiera sabía de lo que estaba hablando?
Televisión. Ahí es donde los niños sacaban esa mierda.

Lali todavía estaba en la playa, manos en sus caderas y caminado de un lado a otro por el borde del agua, sumergiendo sus dedos del pie de vez en cuando. Ella parecía medio dispuesta ya sea a arrojarse al agua o dar la vuelta y correr hacia el estacionamiento.

Alcé mí barbilla, gritando:
—¡Deja de darle al chico una lección de anatomía femenina y entra al agua ya!

Su mirada se dirigió rápidamente a la mía por un segundo, pero podía sentir el calor de su ira incluso en la helada agua. Después de dudar un minuto más, solo para enfadarme, entró en el lago y atravesó el agua hasta poder sumergirse.

Alrededor de una hora pasó mientras jugábamos y nadamos en el agua. Lucas tuvo diversión, aunque llevó tiempo que Lali se uniera. Al principio ella se quedó atrás, flotando en una balsa, pataleando en el agua y manteniendo su distancia.

Pero cuando fui por la balsa y Lucas le avisó de ello, finalmente se relajó.

Compitieron entre sí. Ella no lo dejó ganar. Él y yo nos mojamos entre sí. Ella comenzó a sonreír más. Nico y Euge regresaron con dos sonrisas de encargarse de sus asuntos en la clandestinidad. Y Lali se quedó tan lejos de mí como pudo. Lo cual estaba bien. No había nada que quería de ella en este momento de todos modos.

¡Oh, ¿a quién estaba engañando?! Estaba dispuesto a golpearme la cabeza contra una boya por traer a Lucas aquí cuando seguía completamente pensando en desgarrar esos frágiles blancos cordeles.

—¡Lucas! —gruñí—. Ve a sentarte en la manta con Nico y Euge. Hidrátate y come tu merienda.

—Oh, hombre —refunfuñó.

Y sonreí, viéndolo nadar fuera mientras me dirigía hacia Lali. Se sentó en la balsa reclinable púrpura con los brazos apoyados en los costados inflados. Uno de sus pies colgaba fuera del borde, sumergido en la tranquila superficie del agua.

—Así que... —Entrecerré mis ojos hacia ella, apoyando mi mano en la balsa de apoyo—. ¿Por qué estás en casa, Lali?

La comisura de su boca se curvó, parecía como si hubiera un secreto tratando de escapar.

—Esta no es mi casa.

Había estado tan asombrado por el hecho de que ella estaba en casa que no había pensado en eso hasta la noche anterior. Su madre estaba en el extranjero. Italia o España o algo así. Gastando el dinero de mi padre en Gucci y gigolós. Y Lali no tenía amigos aquí con los que se hubiera mantenido en contacto de los que supiera. Ella apenas tenía una relación con mi padre, quien no estaba en casa, tampoco, así que la pregunta pedía ser hecha.

—¿Entonces por qué estás en la casa del marido ausente de tu madre donde no quieres estar?

Su ligera sonrisa se hizo un poco más grande. 

—¿Y dónde no soy querida? 

Incliné mi cabeza en el agua, cerrando los ojos mientras imágenes
de la noche anterior cruzaron por mi cerebro.

—Oh, te quieren —bromeé. 

Ella soltó una risita. 

—Esa no es la forma en que lo hiciste sonar cuando entraste en mi habitación la otra noche. 

Cerré mi boca rápidamente. Sí, eso me calló. Fui una especie de cretino la otra noche. Bien, un gran cretino. Moví mi cabello hacia atrás y subí rápidamente el extremo de la balsa, mirándola intensamente mientras ella se estabilizaba por la sacudida.

—Bueno, para ser justos, creía que habías mentido sobre mí. Tenía derecho a estar enfadado, Lali. Nunca llamaste o volviste a casa de nuevo. ¿Qué se suponía que debía pensar?

No respondió. Simplemente se sentó allí, escondiéndose detrás de sus gafas de sol. Sus ojos siempre habían parecido oscuros y perdidos para mí como si estuviera buscando algo pero no sabría si lo encontraba.

Repetí mi pregunta: —Así que, ¿por qué estás en casa? 

Ella tomó una pesada respiración y finalmente me miró directamente.

—Cierre —dijo—. Me fui sin realmente decir adiós a este lugar. Necesitaba eso antes de comenzar mi nueva vida en Chicago.

Cierre. ¿Es eso lo que necesitaba, también?

—Ellos te encontraron en el cuarto de cine, ¿verdad? —le pregunté.

Me dio una indiferente sonrisa.

—Usando tu camiseta, y dejaste tus vaqueros en el suelo —terminó, levantando los ojos hacia mí expectante.

—Estabas dormida —expliqué—. No quería despertarte. 

Sus ojos seguían esperando por más. 

—¿Te cubrí? —ofrecí, ahogándome como una rata. 

Había considerado eso mucho. Después de nuestra primera vez
juntos nos encontramos a nosotros mismos yendo por ello cada par de días y luego muy rápidamente se volvió cada noche durante una semana. Lali nunca quiso salir de su habitación cuando estábamos juntos. En su territorio, en la oscuridad y no hablamos de ello fuera de esos límites. Esas fueron las reglas no verbales que había determinado después de nuestras primeras veces juntos.

Pero tenía mis formas. Finalmente fui capaz de forzarla para que saliera de su habitación y bajara a la habitación de cine. Habíamos visto una película, pero terminamos uno encima del otro como sabía que lo haríamos. Se había puesto mi camiseta y luego dormido. 

Mirando hacia atrás ahora, fuimos estúpidos por pensar que no lo iban a descubrir. Si no la hubieran encontrado, entonces Addie o alguien más hubiera notado tarde o temprano que siempre estábamos cansados. Puesto que pasábamos la mitad de nuestras noches juntos, conseguíamos dormir muy poco.

La baja voz de Lali  pareció casi triste y demasiado indulgente. 

—Se ha terminado. Es el pasado, Peter. 

Con mis ojos entrecerrados, la miré. 

—Esto no ha terminado, y lo sabes. 

—Anoche fue algo que pasó por accidente. Estábamos enojados. 

Extendiendo rápidamente mi mano antes de que pudiera moverse, agarré su tobillo y tiré de ella hacia abajo en el agua conmigo.

—Peter —gritó antes de sumergirse completamente en el agua. Ella agitó sus brazos y salió de regreso a través de la superficie del agua, salpicando—. Imbécil —tosió.

Tiré de la balsa en frente de nosotros, protegiéndonos de vista de la playa.

—Algo que pasó por accidente, ¿eh? —Me incliné hacia ella, susurrando.

Se aferró a la balsa, y motas de oro aparecieron en su cara y en su cabello por el sol en el agua. Esperé a que me mirara. O se alejara. O simplemente respirara. Pero no lo hizo. Se quedó mirando mi pecho, esperando. Por qué, no lo sabía.

Extendiendo mi mano, corrí la palma a través de su estómago y luego agarré su cintura, atrayéndola más cerca de mí.

Pero ella se apartó, tomando una bocanada de aire repentinamente.

—Tu... pequeño hermano está allí. 

—¿Y si no estuviera? —Ladeé mi cabeza hacia un lado, y suspiré. Por fin levantó la mirada, sus ojos volviéndose acero. Me incliné y susurré en su oído: —Bloquea tu puerta esta noche, Lali. 

Y nadé hacia la orilla, buceando profundamente en el agua fría no
calentada por el sol.

No hay razón para dar a un niño de siete años de edad una lección de anatomía masculina, tampoco.

4 comentarios:

  1. Jajaja por favor subi mas haz una mareton!!

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  2. Aaaaahhhhh me muero con este peter subiiii otro. Ayer no subiste daleeeeee

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  3. Quiero mas anais por favooooooorrrrrrrr

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  4. Mas mas mas mas mas mas

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