domingo, 21 de febrero de 2016

capitulo 9


Una víctima de Lanzani  








Lali

Divagaba sobre nada y todo a la vez desde nuestra charla en la rueda de la fortuna, pero seguía escuchando las palabras de Peter repitiéndose una y otra vez en mi cabeza. 

«Estás equivocada sobre mí, pero puedo ver que puede tomar un tiempo para que te des cuenta de eso. Mientras tanto, si amistad es todo lo que puedes dar entonces la tomaré por nada en absoluto». 

Había oído todo tipo de líneas de mierda antes y conocía el juego como la palma de mi mano, pero ninguna de las palabras de Peter sonaba como el tipo de cosa que un Jugador diría. 

¿Sería posible que me equivocara sobre él? 

Sus dedos rozaron accidentalmente los míos mientras caminábamos hacia el auto y me hizo desear que se acercara y apretara mi mano como lo había hecho cuando estábamos en la rueda de la fortuna, pero sabía que él no lo haría porque yo había jugado hábilmente la tarjeta amigo. 

—Estás de repente muy tranquila. ¿Anda algo mal? 

Ajusté a Oso de Feria en mi cadera como una niñita. 

—Sólo pensando, nada más. 

Agarré mi celular de mi bolsillo trasero para leer los textos que había ignorado desde antes. 

Ok. Q se diviertan. 

El siguiente texto era también de Euge. 

No t preocupes x ser la Conductora Designada. Stamos cubiertos. 

Estaba a punto de llegar a la etapa de shock total, porque esperaba completamente que Euge me regañara por irme con Peter.  

Ok. Diviértanc pero llámame si me necesitas, le contesté.

 —Ellos no necesitan que yo sea la Conducta Designada, así que estoy libre por el resto de la noche. —Me di cuenta que sonaba como si supusiera que él quería pasar el resto de la noche conmigo, así que intenté hacer un arreglo a mi declaración—. Pero puedes llevarme de vuelta a lo de Gas si tienes algo más que te gustaría hacer. 

—No puedo pensar en una cosa que prefiera más hacer que estar contigo esta noche. 

Tal vez no sea toda la verdad. Había por lo menos una cosa que sabía que preferiría estar haciendo, pero él podría olvidarlo; no iba a entrar en mis pantalones esta noche. 

—Entonces, ¿qué sí quieres hacer? ¿Qué hay para pasar el rato en Collinsville? 

—Hay un salón de billar más adelante en esta misma calle al que voy a veces. ¿Te gusta jugar billar o tirar dardos? Probablemente nos podría conseguir alguna carrera. 

¿Un salón de billar? De algún modo dudaba que fuese algo similar al Club The Billiards en Franklin, pero había jugado. Justo cuando estaba a punto de decirle a Peter que me encantaría ir con él, tres matones aparecieron detrás nosotros. 

—Bueno, bueno, mira quién está aquí. Si no es Peter Lanzani.

 —No estoy en busca de problemas, Ace. 

—Bueno, parece que los problemas te encontraron. Me has costado un montón de dinero en la carrera de anoche y tú estás compensándolo en esta próxima carrera o voy a sacarlo de tu culo. 

—Entra en el auto, Lali. —Abrí la boca para preguntar por qué, pero Peter no me dio la oportunidad de decir algo—. Sin preguntas. Al auto, ahora. 

Vi la seriedad en su rostro y sabía que no era tiempo para interrogarlo, así que hice lo que me dijo. Él puso el seguro a la puerta antes de cerrarla y sabía que era una señal de que estos chicos no eran amigos y no estaban aquí para jugar.  

Mi corazón latía con fuerza mientras veía a Peter hablando con el de los tatuajes de sus muñecas hasta el cuello. No podía oír lo que decían, pero podía decir que estaba furioso por algo. No podía ver la cara de Peter porque estaba a espaldas de mí, pero podía decir que estaba con postura defensiva porque sus voces se volvían más fuertes mientras discutían. 

Peter no se echaba para atrás ante este chico y eso claramente no llevaría a nada bueno. Pensé en cómo Nico había sido apuñalado y disparado por personas no muy diferentes a los matones que estaban discutiendo con él ahora y saqué el spray de pimienta de mi bolso, sólo por si acaso. 

Peter se apartó del trío para caminar alrededor hacia el lado del conductor, pero Ace lo agarró por el hombro y le dio la vuelta. Le lanzó un golpe en el lado izquierdo de su cara y Peter se cayó. Yo presa del pánico, sin saber si estaba herido o no, abrí la puerta.

 Peter saltó rápidamente del suelo a Ace y su puño conectó con su ojo y luego dio un paso lejos de él con los puños arriba en defensa como un boxeador esperando el siguiente golpe. Cuando él rebotaba de lado a lado, uno de los matones de drogas de Ace me sacó del auto, tanto yo le rasguñaba y arañaba viciosamente. 

Mis gritos distrajeron a Peter y recibió otro puñetazo en el rostro cuando Ace se aprovechó.  

En mi estado de pánico, me las arreglé para recordar un movimiento de defensa personal que aprendí hace años y le di un golpe con mi mano hacia arriba justo a su nariz y él inmediatamente me soltó, pero sólo para que el otro matón me agarrara por la cintura por detrás. 

—Ooh, Hawke. Ésta es una luchadora. —Se inclinó alrededor y habló en mi oído:  —Apuesto a que es muy divertida en la cama. Puede que tenga que comprobarlo. 

—Déjala irse —exigió Peter—. Ella no tiene nada que ver con lo que hay entre nosotros. 

Me resistí violentamente cuando pensé en él sometiéndome y estrellé la parte trasera de mi cabeza contra la nariz del matón varias veces hasta que me soltó. Me giré para mirarlo y vi que estaba limpiándose una cantidad profusa de sangre de su cara. 

—Mi nariz. La perra me rompió la nariz. 

Ace señaló en mi dirección. 

—Cuando haya terminado con tu novio, serás la próxima. 

Peter saltó a donde él se encontraba y llevó a Ace al suelo. Había tantos golpes lanzándose que no podía decir quién estaba ganando. Estaba aterrorizada por Peter y tenía miedo de que Ace pudiera sacar un cuchillo o una pistola en cualquier momento, así que hice lo único que sabía hacer. 

Le rocié con mi spray de pimienta. 
Los gritos eran lo único que podía oír mientras se frotaba la cara. 

—¿Qué demonios? ¿Qué es lo que me acabas de rociar? 

Empecé a retroceder mientras se balanceaba ciegamente en mi dirección. 

Miré a Peter y vi sus ojos enrojecidos cerrados con fuerza y supe que lo había alcanzado también. 

—Mierda, Peter. Lo siento. No era mi intención rociarte. 

—Un poco sopló hacia mí. No es tan malo, ya lo he recibido directamente. —Alzó la mano hacia mí—. ¿Me puedes ayudar llegar al auto? 

Agarré su mano y le ayudé a levantarse mientras se esforzaba por sostenerse. Me sentía muy mal. 

—Realmente lo siento. 

—Vamos, salgamos de aquí. ¿Puedes conducir el auto por mí? 

Sostuve su mano y lo llevé hacia el lado del pasajero. 

—Claro, es lo menos que puedo hacer ya que prácticamente puse fuego en tu cara. 

Metió la mano en su bolsillo y puso las llaves en frente de mí. Las agarré y desaseguré la puerta antes de abrirla por él. 

—Todo esto está mal, ¿sabes? Se supone que yo debo estar abriendo todas las puertas y manejando a donde quieras. 

—Voy a dejarlo pasar este momento. 

Entré al asiento del conductor y me sorprendió lo poderosa que me sentía cuando giré la llave para arrancar el rugiente motor. 

—¿Adónde? 

—Mi casa, supongo. Tengo que lavar el spray de pimienta de mi cara. 

Conduje por un rato y reflexioné si era una buena idea preguntar sobre los matones, pero decidí que me diría que no era de mi incumbencia si no quería que supiera. 

—¿Qué querían esos tipos contigo? 

—Ace quería que perdiera la carrera con Gad anoche. Me amenazó y pensé que cedería, pero me parezco mucho a cierta persona que conozco. No sigo ultimátums. 

—Por lo menos es una cosa que tenemos en común. 

—Te encerré en el auto para protegerte, pero no lo habría hecho si hubiera sabido que eras una ruda Chuck Norris. ¿Alguna vez vas a dejar de sorprenderme? 

—Probablemente no, pero puedes mantener la esperanza, junto con mis padres. 

Obtuve una risa de él. Eso significaba que no estaba demasiado enojado conmigo por el spray de pimienta, entonces eso estaba bien, ¿verdad? Me detuve en un semáforo en rojo y aproveché la oportunidad para examinar su rostro mientras sus ojos estaban cerrados. Incluso con los ojos fuertemente cerrados era seriamente ardiente, ridículamente así. Oí una bocina dedicada a mí para que avanzara cuando el semáforo se puso en verde y creo que lo hice un poco demasiado rápido y chilló un neumático. 

—Maldita sea, chica. ¿Qué estás tratando de hacer? 

—Lo siento. No estoy acostumbrada a este gigante caballo. Esta cosa va a alejarse de ti a toda prisa.  

—Ella no es una cosa. Su nombre es Ebony. 

Okay. 
Veo dónde se ajusta Ebony. 

—¿El nombre de tu auto es Ebony? 

—Vamos, no me digas que nunca has encontrado una persona que le haya puesto nombre a su vehículo. 

—No una persona sana. 

Nuestra conversación sobre la nomenclatura de vehículos se truncó cuando vi su calle y me alegré porque tenía miedo de que él estuviera a punto de animarme a ponerle a mi Lexus un nombre. 

—¿Dijiste 2143 Forrest Drive? 

—Sip. Exactamente. 

El paseo a la casa de Peter desde la feria no era lejos y estaba agradecida. Sabía que su piel y ojos tenían que estar ardiéndole locamente y estaba siendo amable al no quejarse porque no quería que me sintiera peor de lo que ya. 

Aparqué en el espacio de una pequeña casa color crema de ladrillo con persianas negras y supuse que estábamos en el lugar correcto porque había un auto patrulla aparcado en la calle en frente de la casa. Me giré a mirar a Peter y estaba sentado inmóvil, con los ojos cerrados con fuerza. 

—Estamos aquí. —Apagué el motor y fui hacia el lado del pasajero. Extendí mi mano y agarré la suya con la mía—. Ven, deja que te ayude. ¿Qué puerta estamos usando? 

—Bien podríamos usar la puerta principal porque mi viejo va a estar estirado en el sofá viendo la televisión. No podremos escabullirnos por delante de él. 

—Lo siento, Peter. Todo esto es mi culpa. 

Se detuvo antes de que llegáramos a la puerta y agarró mi cara a pesar de que no podía mirarme a los ojos. 

—Basta. Esto nunca puede ser tu culpa. No tuviste ningún control sobre Ace lanzándose a mí y estabas asustada de que estuviera a punto de obtener una paliza. Pero para que conste, yo totalmente lo tenía. 

No podía ver la sonrisa en mi cara.  

—Sí, lo sé. 

—Demonios, sí —dijo mientras se giraba para entrar en la puerta principal. 

Y como predijo, su padre estaba estirado en el sofá viendo Saturday Night Live en bóxers, lo que supongo era mejor que pequeñas y ajustadas trusas blancas. Impresionante. ¿Podría esto ponerse más incómodo? Él no hizo un movimiento al principio porque pensaba que Peter estaba solo, pero luego me vio y se lanzó a agarrar una almohada para cubrir su regazo. 

—Maldita sea, hijo, ¿podrías darme un poco de aviso si estás trayendo a una chica a casa? Estoy en ropa interior aquí. 

—Lo siento, papá. No pensé en ello. 

Bajé los ojos al suelo y me giré mientras su papá se levantaba del sofá. 

—Dame un segundo. 

—Lo siento. Supongo que ha estado soltero durante demasiados años. 

—No, está bien. Esta es su casa y está en su derecho de ver televisión en ropa interior si quiere. 


Los dos estábamos riendo cuando regresó llevando una camiseta y unos pantalones de franela. Ofreció su mano y Peter nos presentó.

 —Este es mi papá, Nico. Nicolas Lanzani. 

Qué gran nombre de poli.  

—Papá, esta es Lali. 

Me miró por un momento antes de decir algo. 

—Es un placer conocerte, Lali. —Él sonrió y vi de dónde Peter consiguió sus hoyuelos—. Perdóname si parezco un poco sorprendido. Peter nunca ha traído una chica a casa antes. 

—Gracias, papá. 

Se giró para sonreírle a Peter y la sonrisa desapareció de su rostro.

 —¿Qué demonios te ha pasado? 

—Fui atacado. 

—¿Por qué? 

Probablemente él no iba a pensar demasiado en mí después de que dijera que yo era la culpable de que la cara de su hijo se viera así. 

—Es mi culpa que se vea así. Rocié al tipo que le atacó con spray de pimienta pero un poco se desvió a la cara de Peter. Fue un completo accidente. 

—No me gustaría ver al otro tipo. Estoy apostando que se veía como el infierno. Se lo merecía. 

—Él no estaba muy contento conmigo. 

—Ven a la cocina. Eso va a necesitar un poco de leche. 

—¿Leche? 

—Sí, va a enfriar la quemadura y luego tendremos que lavar con detergente para lavavajillas. Se pondrá mejor por sí solo en unos 30 minutos, pero esto va a acelerar el proceso. Por lo general toma un par de horas para que desaparezca por completo, pero tal vez no será tan largo ya que no lo recibió directamente. 

Observé a Nico regar la cara de Peter con leche y él debe haber visto la mirada de asombro en mi cara. 

—Sé sobre el tratamiento del spray de pimienta ya que de vez en cuando lo usamos en el cumplimiento del deber. A veces nos llega un poco como a Peter esta noche. 

—Oh. —Eso es todo lo que pude decir mientras pensaba en las situaciones peligrosas a las que Peter se enfrentaría después de convertirse en policía y el spray de pimienta sería la menor de sus preocupaciones cuando se tratara de criminales peligrosos.

 Pensar en ello hizo que mi estómago se sintiera como si tuviera nudos, y no me gustó. Necesitaba escuchar que me dijera que estaba mejor para que pudiera sentirme mejor.  

—¿El ardor está desapareciendo? 

—Sí, ya no es tan malo como lo fue al principio. 

Nico mezcló detergente y agua hasta formar una pasta y lavó la cara de Peter varias veces antes de que fuera al sofá a tumbarse. 

—Debería mejorar pronto, pero tendrá que esperar a que sus ojos consigan mejorar por sí solos, porque el detergente no se sentirá mucho mejor que la pimienta. Probablemente deberías ir a la cama y dormir.  

—Pero tengo que llevar a Lali de regreso. 

—No, tus ojos están demasiado hinchados para que conduzcas. Yo la llevaré a casa. Sólo dame un minuto para ponerme mis zapatos. 
  
Nico se fue por el pasillo hacia la parte trasera de la casa y me senté junto a Peter en el sofá después de que se corriera y palmeara el cojín.  

Me miró con sus ojos inflamados y sonrió.  

—Me la pasé muy bien esta noche. 

—Sí, claro. —Reí—. Eres un mentiroso. 

—No, lo hice. No estoy bromeando. 

—Bueno, si tú lo dices… —Y eso fue todo lo que pude decir antes de que Peter agarrara la parte posterior de mi cuello y me tirara hacia abajo mientras se levantaba a mi encuentro para un beso. 

Puso sus labios contra los míos y sentí un fuego cada vez más ardiente que no tenía absolutamente nada que ver con el spray de pimienta. Abrí mi boca un poco y deslizó su lengua entre mis dientes para probarme entonces quería abrir más amplio. Se sentó por completo y giró su cabeza hacia un lado para que su lengua pudiera bailar un vals con la mía. Él sabía a menta, pero con un toque de especias, algo como pimienta. La comprensión me hizo sonreír y sentí su sonrisa contra mi boca. Sus manos se colocaron con afecto a cada lado de mi cara y me deleitaba en el momento, ya que era el tipo de beso que siempre había anhelado. Era perfecto en todos los aspectos, excepto uno. Era un completo Jugador. 

Oí a su padre encender el auto afuera y me aparté de Peter. ¿Cómo había pasado su padre delante de nosotros? Ni siquiera le había oído abrir la puerta. Todavía tenía mi cara y pude sentir su aliento en mis labios.

 —Me tengo que ir. Tu papá está esperándome. 

—Él va a esperar —dijo sin aliento cuando se inclinó hacia adelante para poseer mi boca de nuevo, pero lo detuve presionando mi frente contra la suya. 

—No, me tengo que ir. Es de mala educación hacerlo esperar. 

Frotó sus pulgares hacia arriba y abajo de mis mejillas.  

—Está bien. ¿Puedo llamarte mañana? 

No le respondí. Sólo asentí y él sonrió, porque era la respuesta que esperaba. La mitad de lo que esperaba, y tal vez incluso de lo que pensaba, podría haberme tirado hacia abajo para otro beso antes de levantarme, pero no lo hizo. Salí por la puerta principal sin mirar atrás porque tenía miedo de que pudiera correr de regreso a él por otro uno de sus besos pimientosos. 

Saqué mi bolso y a Oso de Feria del auto de Peter y luego entré al auto patrulla con Nico. Miró el animal de peluche y luego a mí. 

—Peter lo ganó por mí en la feria. 

—Me lo imaginaba. ¿En cuál lado de la ciudad vives? 

Me sentí mal porque iba a decirle que tenía que conducir todo el camino a Franklin.  

—Yo no soy de Collinsville. Vivo en East Franklin. 

Él no dijo nada y se alejó de la casa en dirección a la carretera que llevaba a mi casa.  

—Sospechaba que no eras de aquí, pero no quería hacer suposiciones. 

No sabía lo que eso significaba, así que no supe cómo responder. 

—Si no te importa que pregunte, ¿cómo se conocieron? 

Dudaba de que fuera una buena idea decirle que lo conocí en camino a verlo en una carrera callejera ya que era ilegal. 

—Choqué contra la parte trasera de su auto en una luz roja y da la casualidad de que uno de mis amigos en el auto conocía a Peter así que nos presentó. 

—¿Tuvieron un accidente? 

Oops.  

—Más o menos. Lo choqué un poco, pero no le hice ningún daño a ninguno de nuestros autos, así que lo dejamos pasar. 

—Él lo sabe mejor que eso. —Podía verlo moviendo su cabeza en la oscuridad—. ¿Quién es tu amigo que lo conocía? 

—Nicolas Riera. Solía vivir en Collinsville, y él y Peter estaban en la misma clase. ¿Lo recuerda? 

—Demonios, sí, conozco a ese chico. Me dio más problemas de lo que me gusta recordar cuando vivía aquí con su pobre excusa de madre. 

—Sí, él nos contó que solía meterse en problemas todo el tiempo, pero una buena familia lo acogió y tiene una buena vida. Obtuvo una beca completa para la UT en el otoño y va a ser un abogado. 

—¿Abogado? Imagina eso después de todo lo que esa pequeña mierda ha hecho. Me alegra saber que ha hecho un giro en la dirección correcta, ya no suelo oír hablar de gente que hace un cambio para mejor cuando se está en mi línea de trabajo. 

—Yo sospecharía que no. 

—No creo haber escuchado tu apellido antes. 

—Esposito. 

Se quedó en silencio y de repente soltó: —¿Quiénes son tus padres?

 —Harrison y Vivian Esposito. 

Todo pareció cambiar al momento en que dije mi apellido y no entendía por qué, pero la discusión tiempo había terminado porque estábamos en la casa de Euge. 

—¿Esta es tu casa? 

—No, señor. Me voy a quedar con una amiga porque mis padres están fuera de la ciudad. Gracias por traerme. 

—No hay de qué. Voy a esperar aquí hasta que estés dentro. 

—Gracias y buenas noches. 

—De nada y buenas noches, señorita Esposito. 

Un auto se detuvo para dejar a Euge y Nico mientras caminaba hacia la casa por lo que me detuve a esperarlos. Nico echó un vistazo al auto patrulla de policía Collinsville y pude ver claramente que estaba enojado pero no dijo nada. Al menos no hasta que el auto se alejó. 

—¿En qué tipo de problemas Peter te metió y por qué la policía te trae a casa? 

—Lo has malentendido todo y si te callas la boca como por dos segundos, voy a explicar lo que pasó, Kimosabe. Pero entremos primero porque mis perros están ladrando. 

Me quité los tacones y caminé descalza a la casa. Nico se adelantó y abrió la puerta para Euge y también a mí como siempre lo hacía.

 —¿De dónde sacaste ese feo oso? 

Incliné mi cabeza y lo miré como si hubiera insultado a mi propia descendencia.  

—No puedo creer que llamaras a Oso de Feria feo. 

—Santo cielo. Di que no es así. 

—¿Decir que no es así a qué? 

—¿Lanzani no te llevó a la feria de Collinsville? 

—Como cuestión de hecho, lo hizo. 

Se estaba riendo de mí.  

—Buen movimiento. 

—Bueno, me la pasé muy bien. Eso fue hasta que fuimos atacados por unos matones. 

Nico se detuvo en seco.  

—¿Qué quieres decir con «fuimos» atacados por matones? 

Probablemente no debería haberlo dicho de esa manera.  

—No es tan malo como suena. 

—La mitad de tan malo como suena, no es bueno. 

Tenía muchas ganas de ir a la cama, pero pude ver que no iba a esperar a escuchar mis explicaciones, así que cedí y nos sentamos en la mesa del desayunador. 

—Está bien, así es como se estuvo la noche. 

Tenía la intención de darle dos dignos minutos a la historia, pero él la hizo extender a veinte con todas sus preguntas sobre mi noche con Peter Lanzani.

 —¿Y él no intentó nada contigo? 

Esa era la segunda vez que me preguntaba eso. Una vez más, decidí no contarle sobre Peter besándome. La llama no necesitaba combustible. 

—Ya te he dicho que no. Además, estoy bastante segura de que el sexo no estaba en su mente después de conseguir un poco de spray de pimienta en su cara. 

Se rió con voz ronca.  

—No te dejes engañar. El sexo está siempre en la mente de un chico, con spray de pimienta o no, y él podría haber utilizado su lesión como un motivador para simpatía. 

Bueno, no lo hizo y Peter era inofensivo a mis ojos porque yo era inmune a sus insinuaciones. Mi decisión estaba hecha y nosotros nunca seríamos más que amigos. 

Admito que me dejé llevar un poco, o tal vez mucho, cuando le devolví el beso, pero la lección estaba bien aprendida y no dejaría que volviera a suceder. Pero wow… qué manera de dejarse llevar.

 Fue un error que no podía darme el lujo de repetir porque era imprescindible que no olvidara quién y qué era él, de lo contrario estaba en peligro de convertirme en la próxima víctima de Lanzani.

PD;LAS QUIERO Y COMENTEN 

1 comentario: