domingo, 14 de febrero de 2016

Capitulo 4


Sinceridad, locura, profundidad  








Peter

Y allá vamos. 

Veamos qué tiene que decir a eso.  Me las arreglé para sorprenderla y disfruté con la mezcla entre enfado, expectación y desconcierto que cruzó su expresión, pero mi diversión no duró demasiado cuando ella no dudó en devolvérmela.  

—No te entiendo. ¿Por qué querrías perder el tiempo conmigo cuando está claro que planeas añadirte a la lista de sospechosos de la Señorita Camisa Sin Mangas en el próximo susto por embarazo? ¿Tan importante es para ti cobrar la deuda? 

¿La Señorita Camisa Sin Mangas? Oh, ella se estaba refiriendo a la novia de mi hermano, Cande. Abrí la boca para explicarme, pero no tuve oportunidad de hacerlo porque la pareja delirantemente feliz regresó a nuestra mesa desde la pista de baile.  

Nico miró a Lali y luego me dedicó lo que identifiqué como una mirada de advertencia.  

—¿Qué está pasando aquí? 

—Aquí no está pasando absolutamente nada —respondió Lali apresuradamente mientras sus ojos me miraban en busca de algún tipo de reacción. 

Levantó la copa, le dio otro largo trago y me di cuenta de que ya llevaba bebido más de la mitad. Definitivamente ella estaba bebiendo para olvidar algo o a alguien y yo quería saber el qué. 

 Nico se inclinó para decirle algo a su novia y yo aproveché la oportunidad para corregir a Lali sobre Cande.  

—Es curioso, llegué a creer que algo estaba pasando aquí y no me refiero con la novia de mi hermano, la chica que usa camisa negra sin mangas.  
  
La miré a los ojos esperando a su reacción, pero una vez más fuimos interrumpidos cuando Gaston Dlamau se acercó y se sentó en nuestra mesa.  

—Oye, Lanzani, no pude hablar contigo después de la carrera. Buen trabajo haciendo volar las puertas de mi Porsche. Felicidades.  
No recordaba haber sido felicitado por un contrincante nunca antes. 

—Gracias, Dalmau, pero me tenías a tan sólo un minuto.  

Me volví hacia Lali y la vi mirar en todas direcciones, menos en la mía, provocando que su largo cabello Castaño bailara sobre sus hombros y por la parte superior de su espalda. Quería extender la mano sólo para tocarlo y comprobar si era tan suave como parecía y me pregunté si se sorprendería si lo hiciera.  

—Gas, tengo ganas de bailar —dijo Lali mientras cogía su mano, usando la otra para llevarse la copa a sus labios llenos de brillo y poder acabársela.  

Break Your Heart de Taio Cruz y Ludacris estaba sonando y me sentí aliviado porque no quería ver a Gas bailar pegado a ella durante una canción lenta. Los vi caminar hacia la pista de baile y Nico se inclinó hacia mí en un gesto de advertencia.  

—No la mires de esa forma. No es tu tipo.  

¿Quién era este? No podía ser el Nico Riera que conocía.  

—¿Qué no es mi tipo, Nico? ¿Qué se supone que significa eso?  

—Lali no es mujer de una sola noche como las chicas a las que estás acostumbrado. Ella está en otro nivel.  

—¿Quién dice que esté buscando una aventura de una sola noche?  

Nico se echó a reír. 

—Hemos sido amigos durante mucho tiempo y te conozco, Lanzani. Siempre estás buscando una pieza de recambio, pero ella no será una. 

Las cosas se estaban volviendo cada vez más y más raras y parecía ser que a quien quería olvidar Lali con el alcohol era a Nico.  

—¿Por qué eres tan protector con ella?  

—Lali ha sido la mejor amiga de Euge desde siempre. 

—Él se encogió de hombros—. Ahora, ella se ha convertido también en una de mis mejores amigas y debo protegerla de chicos como tú. Se está curando de una herida y lo último que necesita es que un Jugador como tú añada más leña al fuego.  

La miré bailando con Gas.  


—Puedo ver que ella es diferente. Lo supe en el instante en el que salió de su auto de alta gama pavoneándose en mi dirección, en medio de la carretera, donde chocó contra el mío. —Me volví hacia Nico—. Quiero invitarla a salir de verdad. ¿Qué tengo que hacer para que estés de acuerdo con eso, guardaespaldas personal? 

Él negó la cabeza en señal de desaprobación.  

—No hay nada que puedas hacer para que esté de acuerdo con eso. 

 El cabrón arrogante actuaba como si él fuera diferente a mí. Antes de que llegara Euge, recordaba perfectamente que era igual que yo.

 —Venga, Riera. Te prometo que no intentaré nada con ella.  

Negó con la cabeza de nuevo. 

—De ninguna manera. No me fío de ti. 

Estaba empezando a convertirse en un grano en el culo.  

—Ella ya es una mujer adulta y tú no eres su padre. Puede tomar por sí misma la decisión de salir conmigo.  

Se echó hacia atrás y se cruzó de brazos.  

—Ya le he advertido sobre ti así que no accederá.  

Escuchar que él ya la había avisado no es que me cogiera de improvisto. 

—Sí, lo deduje por la forma que tiene de cuestionar cada uno de mis movimientos.  

Parecía satisfecho consigo mismo 

—Bien. Eso significa que me ha hecho caso.  

No necesitaba su aprobación.  

—No me importa lo que pienses o lo que digas. Voy a invitarla a salir.  

—Se ha bebido dos Long Island en menos de una hora. Ella no aguanta bien el alcohol y estará hecha polvo en cualquier momento así que voy a darte un consejo. Tú y yo somos amigos, pero dejaremos de serlo si te aprovechas de ella. ¿Lo entiendes?  

Sostuve las palmas en alto en señal de inocencia. 

—Lo entiendo, amigo. Te doy mi palabra de que no me aprovecharé de ella. No intentaré meterme en sus bragas esta noche. —Esta noche era lo único que podía prometer al respecto. 

 Alcé la mirada y vi a Euege sentarse en nuestra mesa.  

—Tendrás que responder ante mí si lo haces. Luego, regresaré a por esta y te prometo que será mucho más doloroso para ti.  

Oí como comenzaba a sonar una canción lenta y terminé el resto de mi cerveza antes de ponerme en pie e ir directo hacia Lali y Gas.

  —¿Interrumpo?  

Gas se encogió de hombros y miró a Lali en busca de su permiso, haciéndome saber que definitivamente eran sólo amigos.  

Ella puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza.  

—Claro. ¿Por qué no?  

Gas soltó a Lali y me acerqué para cogerla entre mis brazos. 

Ella colocó los suyos con suavidad alrededor mi cuello mientras yo depositaba las manos en sus caderas y comenzábamos a movernos al ritmo de la música. Ella me miró a los ojos y sólo hizo falta eso para darme cuenta de que el alcohol comenzaba a hacerle efecto, tenía la mirada vidriosa.  

Se inclinó un poco hacia atrás para poder enfocar mejor mi rostro. 

 —¿Sabes qué? Estás el doble de bueno cuando veo doble.  

Habría estado encantado de oír eso si ella no hubiera estado borracha o si no le hubiera prometido a Nico que no me metería en sus bragas esta noche.  

—Alguien ha bebido demasiado, ¿eh? 

—Y creo que ya era hora. Hay cosas que necesito olvidar. 

Nico había dicho que se estaba recuperando de una herida y me pregunté qué clase de idiota podía ser tan estúpido como para herir a esta preciosa chica. Estrechó mi cuello con un poco más de fuerza y se inclinó, aunque sospechaba que se debía más para conseguir mantener el equilibrio que porque realmente estuviera flirteando. 

—Me encanta esta canción.  

Había estado distraído, así que escuché con atención, pero no conseguí reconocerla.  

—Nunca la he oído. ¿Cómo se llama?  

—Es Heaven de The Fire Theft. 

Escuché un poco más.  

—Es buena. Me gusta.  

Se retiró un poco hacia atrás y escrutó mi rostro con mirada dubitativa.  

—¿Por qué me invitaste a bailar? He sido una completa bruja contigo desde el momento en que nos conocimos.  

Pues porque no puedo resistirme a tu belleza o a tu boca sabelotodo, pero sobre todo porque me tienes intrigado.  

—Tú eres diferente, no te pareces en nada a las chicas con las que suelo salir. 

—Sí, siempre he sido diferente. Una vez intenté ser normal. Fueron los cinco peores minutos de mi vida.  

—¿Ves? Ese tipo de cosas son las que realmente me gustan de ti. Eres honesta contigo misma y no tienes miedo de decirme a la cara que soy una mierda. 

Dios, me gustaba eso de ella. Probablemente más de lo que debería. No había sido una noche fácil. Cada vez que intenté hablar con ella había resultado ser un desastre y supongo que debía darle las gracias al alcohol por la amigable conversación que ahora estábamos manteniendo. 

—Esa soy yo, Juan Pedro. Nunca he tenido miedo de decirle a nadie que es una mierda.  

¿Juan Pedro? 

Sentí como todo mi cuerpo se ponía rígido. Odiaba que me llamaran así, pero ella lo hizo sonar tan dulcemente embriagador cuando salió de su boca que casi olvidé el doloroso motivo por el que lo odiaba tanto.  

Dejé de bailar y me quedé mirando su rostro en busca de una respuesta.  

—¿Por qué me has llamado Juan Pedro? Creía que eso eran disparates o algo por el estilo.  

Intenté sonar casual con la esperanza de que no se diera cuenta de la forma en la que me había afectado. 

—No es tan divertido si tengo que explicarlo. Me estaba haciendo la irónicamente inteligente porque tú eres todo lo contrario a un santo, o al menos eso es lo que Nico dice.  

—No me gusta que me llamen así —susurré, pero no estaba seguro de que me hubiera escuchado como tampoco de referirme a ella. 

Cogí un mechón de pelo que le tapaba la cara y se lo aparté. Mientras la miraba, pensé que no podía estar más preciosa de lo que ya estaba, pero luego sonrió mientras empezaba a moverse de nuevo al ritmo de la música y demostró que mi teoría estaba equivocada. 

—Eres preciosa —solté sin pensar y me sorprendí de mi propio descuido. 

¿De dónde había salido eso? Nunca antes le había dicho algo así a una chica. Ella no dijo ni una sola palabra mientras me miraba fijamente a los ojos en un intento de comprenderme a mí y a lo que fuera que estuviera escondiendo.  
  
Esta era una noche cargada de primeras veces. Le dije a una chica que era preciosa y lo había dicho en serio. Y ahora, estaba a punto de invitarla a salir porque me gustaba y era una mujer interesante, no porque tuviese la intención de llevarla al asiento de atrás. 

—Me gustaría mucho invitarte a salir. Ya sé que Nico te ha advertido sobre mí, pero prometo que me comportaré. Seré un santo y tú puedes elegir a dónde iremos y lo que haremos. ¿Cena? ¿Una película? Sólo tienes que decirlo. Haremos lo que tú quieras.

  Suplicarle a una chica por una cita no era muy habitual en mí y eso me hizo sentir como un auténtico fracasado, pero entonces me di cuenta de lo ridículo que era permanecer allí de pie a la espera de que ella dijera que sí. 

Ella escrutó mi rostro un momento y luego susurró: —No.  

Antes había creído sentirme ridículo. Ahora, me sentía completamente humillado.  

—¿No? ¿Me rechazas así como así sin ningún motivo? ¿Por qué? 

 —Actúas como si esta fuera la primera vez que te hayan dicho que «no».  

—Una chica, sí.  

Dejó de bailar y me miró fijamente a los ojos. Estaba borracha, pero se las arregló para no articular mal las palabras.  

—¿Con cuantas chicas has estado?  

Mi experiencia con las mujeres siempre me había hecho sentir orgulloso y quizás también un poco petulante, pero de repente ya no estaba tan emocionado por la gran lista de mujeres sin nombre con las que me había acostado, porque sentía que estaban a punto de costarme perderla a ella.  

—No lo sé. —Me encogí de hombros, derrotado.  

—Y por eso es por lo que no puedo salir contigo. No seré un número más sin identificar en tu lista. No es lo que estoy buscando. 

 Estaba seguro de que no tenía ninguna oportunidad con ella, pero necesitaba confirmarlo en caso de que me estuviera equivocando. 

 —Dime qué es lo que estás buscando.  

Su sonrisa fue cegadora.  

—Quiero sinceridad, locura y profundidad.  

Oh, por supuesto. Ella quería una relación empalagosa. Quería besos lentos y románticos en lugar de hambrientos y necesitados. Quería amor eterno, algo que yo no ofrezco. El amor estaba sobrevalorado y la naturaleza lo utilizaba para aprovecharse de nuestros instintos y engañarnos para reproducirnos.  

—Quiero lo que Euge tiene con Nico.  

Debería huir de cualquier chica que reconociera abiertamente que lo que estaba buscando era amor, pero no quería. Había algo en ella que me atraía y no podía soltarlo.  Si iba a tratar convencerla de que saliera conmigo, necesitaba que viera que yo no era diferente de lo que Nico solía ser. Esto posiblemente podría jugar a mi favor.  

—Nico y yo no somos tan diferentes. Te prometo que él tampoco le podría dar un número a Euge si ella se lo preguntara.  

Ella sonrió dulcemente y me pregunté que se le había pasado por la cabeza.  

—Tal vez no, pero ella es el único número que cuenta. La última. 

 Le aparté otro mechón de pelo rebelde de la cara. 

—Nico y Euge tuvieron que empezar por alguna parte, ¿no? Estoy seguro que hubo alguna primera cita en algún momento.  

Sabía que estaba exagerando un poco, pero continué y le solté:  —Además, no sabes si no serás el único número que cuente. Tal vez eres mi última. 

—Vaya. —Su mandíbula cayó—. No eres tan malo como dijo Nico. Eres mucho, mucho peor.  

Nico podía haberla advertido sobre mí, pero sabía cómo manejar la situación. Sabía cómo conseguir a la chica porque ya lo había hecho muchas otras veces. También sabía que el alcohol estaba afectándole un poco e iba a utilizar eso descaradamente en mi favor. 

Deslicé las manos a ambos lados de sus caderas hasta la parte baja de su espalda y la atraje hacia mí. Me acerqué a su oído y le susurré contra él ya que había admitido lo mucho que eso la excitaba.  

—Tenemos esta extraña atracción creciendo entre nosotros y ni siquiera tenemos que esforzarnos en ello. Simplemente ocurrió con naturalidad. Requiere más esfuerzo mantenerla bajo control que dejarnos llevar por ella. ¿Y si estamos hechos el uno para el otro y perdemos la oportunidad porque simplemente no lo intentamos? Eso sería una auténtica tragedia.  

Ella no me dio una negación inmediata, así que lo tomé como una buena señal y continúe intentando persuadirla.  

—Todo lo que te pido es una oportunidad. Una cita y prometo comportarme. Te lo juro.  
  
Nuestra canción acabó y Scream de Usher sonaba, pero no me apartó mientras permanecemos de pie en medio de la pista y esperé a que ella finalmente cediera.  

—No. —Fue todo lo que dijo antes de apartarse de mí. 

Luego vi como ella abandonaba la pista de baile sin mirar atrás.

PD:LAS QUIERO Y COMENTEN 

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