viernes, 5 de febrero de 2016

capitulo 1



Trucos sexuales jedi





LALI
2 semanas después de la graduación de la Escuela Secundaria. 

¿Por qué demonios estaba conduciendo hacia Collinsville para ver a Gaston Dalmau correr? Y mejor aún, ¿cómo había dejado que me convenciera de apostar doscientos dólares a que iba a ganar? No sabía nada acerca de las carreras y si tuviera que adivinar, Gas tampoco. 

Claro, sus padres le compraron un nuevo y rápido Porsche por la graduación, pero eso no significaba que supiera cómo correrlo. Me detuve en un semáforo en rojo justo antes de entrar a Collinsville, antiguo territorio de Nico, y lo miré por mi espejo retrovisor sentado en mi asiento de atrás. 

—Hey, Nico, ¿conoces a este tipo con el que Gas que va a correr?

 —Sí, fui a la escuela con Lanazani en Collinsville. Estábamos en la misma clase y le he ayudado con su auto antes. 

—¿Lanzani? —Me reí y lo único que podía imaginar era un tipo con una gran nariz aguileña como una mala caricatura—. ¿Qué clase de nombre es Lanzani? Su mamá está mal por hacerle eso. 

—Su nombre es Peter Lanzani, pero todo el mundo lo llama Lanzani y el nombre le sienta muy bien. Es muy conocido por su naturaleza depredadora. 

Eso no sonaba como un cumplido. 

—¿Un depredador? ¿Como un cazador?  

Observé a Nico riendo a través de mi espejo. 

—No, las chicas son su presa elegida. 

Euge se giró en su asiento para mirar a Nico. 

—Es gracioso porque tenía la impresión de que el hombre de las damas de Collinsville se fue cuando viniste a East Franklin. 

—No, Lanzani siempre fue el favorito entre las chicas. Aman su linda cara. Te juro que puede seducir a cualquier chica y meterse en sus pantalones, así que quiero que mantengas tu distancia de él. No quiero que caigas en cualquiera de sus trucos sexuales Jedi. 

¿Qué dia…? 

Me di la vuelta para mirar a Nico sentado en el asiento trasero detrás de Euge. 

—¿Acabas de decir trucos sexuales Mentales? 

De alguna manera, en medio de darme la vuelta para mirar a Nico, olvidé que era yo quien estaba en el asiento del conductor y mi pie resbaló accidentalmente del freno al acelerador. 

—¡Lali, cuidado! —gritó Euge justo antes de que me estrellara contra la parte trasera del auto que se detuvo frente a nosotros.

 Todo esto ocurrió en una fracción de segundo. Mierda. Mis padres iban a matarme. No tenía el mejor antecedente de conducción, pero al menos nunca había tenido un accidente. Adiós a mi limpio historial de conducción sin accidentes. Nico se inclinó hacia mí en el asiento del conductor. 

—Sí, he dicho trucos sexuales Jedi. 

—Cállate —le grité mientras miraba el auto delante de nosotros para evaluar los daños, pero no podía decir nada desde el interior del auto. 

Vi al conductor abrir su puerta de golpe y salir a ver la parte de atrás de su auto antes de volverse y mirarme con los ojos entrecerrados. 

Oh. Dios. Mío. 

Acababa de chocar mi Lexus con un P.O.S. Camaro conducido por, posiblemente, el hombre más ardiente que jamás había visto. ¿El problema aparte de lo obvio? Estaba enojado al respecto, como realmente muy enojado, y me miraba como si pudiera estrangularme. 

—Umm, no creo que debas salir del auto. Se ve muy enojado. Tal vez deberíamos reportar el accidente y esperar a que venga la policía —sugirió Euge. 

—Nah, yo me encargo. —Nico abrió la puerta y estaba fuera de mi auto antes de que Euge pudiera objetar. 

Era el caballero de brillante armadura de Euge y debido a que yo era la mejor amiga sin novio, él se encargaba de ser mi protector también. Ese era Nico. Abrí mi ventana mientras caminaba. 

—Hey, Kimosabe, ¿crees que te las puedas arreglar para no recibir una herida de bala o un cuchillo en el estómago? Sabes que no tienes un gran historial con las confrontaciones. —Sin mirar atrás, me hizo callar con un gesto de su mano por encima de su hombro y miré a Euge—. Realmente necesitas enseñarle a tu novio buenos modales. 

Ella rodó los ojos mientras negaba con la cabeza. 

—Al parecer no soy muy buena en eso. No he logrado enseñarte nada a lo largo de los años. 

—Tengo buenos modales, pero ya sabes mi lema. ¿Por qué ser difícil, cuando con sólo un poco de esfuerzo, puedes ser imposible? 

Euge se movió incómoda en su asiento mientras observaba a Nico hablando con el chico que acaba de golpear. No podía decir nada por la expresión de su rostro cuando se puso las manos en las caderas y se volvió para mirarme en el auto.  

—Hay un montón de otras cosas en las que puedes sobresalir además de ser un culo inteligente. 

—Perdón porque encuentres mi comportamiento normal tan altamente inapropiado, Princesa.  

—Nop, sabes que no puedes llamarme así. Nico es el único con ese privilegio. 

Nico volvió de hablar con el «chico ardiente contra el que acababa de chocar» y caminó hacia el lado del auto de Euge. Ella bajó la ventanilla y Nico se inclinó con los brazos descansando sobre la parte superior de mi auto mientras miraba a Euge.  

—Advertencia. Esto va a ir como una cagada en la ponchera. 

Me apoyé en torno a Euge para ver a Nico ya que claramente significaba que estaba a punto de enojarme por algo. 

—¿Qué se supone que significa eso?  

—Dice que no va a demandar si sales con él. —Se estaba riendo y 
Euge lo golpeó con la mano mientras decía: —Detente. 

Miré a Nico y esperé el remate.  

—Necesitas dejar de tratar de ser un payaso, hermano, porque no hay un circo en la ciudad. 

Él levantó las manos como si fuera inocente, pero seguía riendo.  

—Eso es lo que dijo. No disparen al mensajero.

 —Oh, infiernos no —anuncié mientras ondulaba la mano hacia atrás y hacia adelante. Ahora era yo quien tiraba de la puerta de mi auto abierta—. Sólo necesito un minuto para hacerme cargo de esto.  

—Cálmate y juega bien, Lali. Ten en cuenta que acabas de chocar contra la parte trasera de su auto —me recordó Euge amablemente. 

—No juego bien cuando me dan un ultimátum. —Cerré la puerta del auto y enderecé mi corta falda antes de caminar hacia el Señor Príncipe sin Nada de Encanto en mis tacones de cuña de diez centímetros. 

Esto iba a ser lo más divertido que tendría en toda la noche, así que planeaba tomar ventaja. Maldita sea. Cuanto más me acercaba, más me daba cuenta de lo apuesto que este imbécil era y, francamente, era un poco desconcertante. Tenía el pelo oscuro y más largo de lo que me gustaba, pero le sentaba tan perfectamente la forma en que los mechones indómitos se rizaban y pegaban a la transpiración a lo largo de su frente. Estiró la mano para empujar un estorbo de su rostro y sus ojos marrones chocolate verde perforaron los míos a través de sus largas pestañas de hollín como si viera directamente a través de mi alma. Sus hombros eran anchos, justo como me gustan y su camiseta negra tan ajustada a su pecho con fuerza que era capaz de ver lo bien definido que estaba su pecho debajo de ella. Me di cuenta de que lo ejercitaba. Un montón. 

Me pilló mirando y mi corazón me traicionó, ya que comenzó a correr sin mi permiso. Mi aliento fue tomado como rehén en la parte posterior de mi garganta mientras mis ojos se movían de su pecho a su cara y me pregunté cómo se sentiría su barbilla semi desaliñada contra mi garganta mientras se deslizaba abajo. ¡Hey, céntrate! ¡Deja de tener un momento de erección de chica! Este tipo está tratando de obligarte a tener una cita por medio de amenazas. No te quiebres sólo porque es un caramelo al ojo. Me paré frente a él con los brazos cruzados y esperé a que dijera la primera palabra, pero no lo hizo. Menos mal que no me importaba hablar. 

—Así que, tengo que salir contigo si no quiero ser demandada, ¿eh? ¿Estás bromeando, amigo? Eso se llama chantaje y es ilegal. 

Él me dio una gran sonrisa torcida y seductora y estaba segura de que no era la primera vez que la había utilizado para obtener lo que quería.  

—Algunos podrían llamarlo extorsión, pero creo que una cita podría ser una compensación adecuada por los daños que pudieron haber ocurrido. 

Me di la vuelta para mirar la parte trasera de su auto y vi que ninguno de nuestros vehículos había sufrido ningún daño durante mi desafortunado percance de trucos sexuales Jedi. Podría haber argumentado que no había nada por lo que ser compensado, pero sentí como que podía tener un poco de diversión con este tipo. 
  
—¿Tienes algo que usar para escribir mi información de contacto?  

Su sonrisa torcida rezumaba satisfacción y se elevó en ambos lados para revelar dos de los más lindos hoyuelos que jamás había visto. Metió la mano en el bolsillo y sacó su celular.  

—No lo necesito. Te voy a poner en mi teléfono —dijo mientras estaba de pie allí esperando escuchar mis dígitos. 

Me iba a añadir en su teléfono celular, la versión actual del Pequeño Libro Negro. 

No vio la sonrisa en mi cara porque estaba ocupado mirando su teléfono mientras decía:  —5-5-5-3-9-8-5. Vivian Esposito, Licenciada en Derecho. Es mi madre, y tu abogado puede comunicarse con ella para que puedan discutir las condiciones de tu reclamo en mi contra. —Bueno, eso fue un poco una mentira. Mi madre no había ejercido la abogacía en años, pero él no tenía que saber eso. 

Su sonrisita sexy se desvaneció y la mía se extendió aún más—. Ahora, si me disculpas, tengo dinero montado en una carrera y me gustaría estar allí para recoger mis ganancias. 

Esa sonrisa torcida hizo una reaparición.  

—Una carrera, ¿eh? Oí sobre ello. Espero que apuestes por Lanzani en vez de ese niño rico malcriado de East Franklin o puedes esperar darle un beso de despedida a tu dinero. 

Así que era un «sabelotodo» también.  

—Como cuestión de hecho, no apostaría por nadie con el nombre de un pájaro. Mi dinero está corriendo en el nuevo Porsche. 

En su ajustada camiseta negra y pantalones vaqueros oscuros lavados, dio un paso atrás y se apoyó en su viejo Camaro negro. Se cruzó de brazos y sospechaba que lo hizo para llamar la atención sobre sus musculosos bíceps bronceados. Misión cumplida. 

—¿Hiciste una apuesta en un auto sin ninguna consideración por el conductor? Eso se conoce como una mala apuesta, Cara de Muñeca. Espero que no hayas apostado mucho dinero, porque vas a perder. 

Cambié mi peso a una pierna y mantuve los brazos cruzados sobre el pecho. 

—Tengo dos Benjamines en el Porsche que va a ganar. 

Él dejó escapar un silbido de tono alto.  

—Wow, pareces muy segura en tu auto, así que, ¿cómo te sentirías acerca de subir tu apuesta ya que estás tan segura de que el Porsche dejará a Lanzani en el polvo? 

Ojalá pudiera, pero no llevaba dinero conmigo y dudaba que este idiota aceptara crédito.  

—Lo siento, no puedo a menos que pueda deslizar mi visa en tu raja del culo. 

Él sonrió y se rió. 

—Wow, no me esperaba que nada de eso saliera de tu hermosa, pequeña y delicada boca. 

Su declaración sólo demostraba que no sabía todo lo que pensó que lo hizo porque era una rara ocasión que nada tan delicado saliera de mi boca.  

—Te sorprenderías.  

Inclinó ligeramente la cabeza y se frotó la barbilla desaliñada con la mano, un signo seguro de que estaba intrigado por mi menos que afeminada declaración.  

—Me encantan las sorpresas. 

Oí a un auto tocar la bocina en la distancia.  

—En caso de que lo olvidaras, estamos en medio de la carretera deteniendo el tráfico. 

Mostró su falta de preocupación por el tráfico moviendo la mano en su dirección.  

—Pueden esperar. Tengo una propuesta para ti. 

De repente me acordé de Demi Moore y Robert Redford en Propuesta Indecente.

 —¿Y qué podría ser eso? 

—No te preocupes, Cara de Muñeca. Es una propuesta decente. — ¿Acaba de leer mi mente?—. Me gustaría hacer una apuesta adicional contigo. Si tu Porche gana, te voy a dar doscientos dólares, además de las ganancias que vas a recibir de la apuesta que ya has hecho. 

Espéralo. Espéralo. ¿Dónde estaba el truco?  

—Estoy escuchando, pero no oí, ¿qué estas proponiendo que apueste? 

Ahí estaba esa seductora sonrisa de medio lado de nuevo.  

—Sólo te pido que aceptes una noche conmigo. 
                                                           
¿Estaba bromeando? No había manera de que pudiera considerarse una propuesta decente. La forma en que lo dijo era tan seductora y no estaba muy segura de lo que quería decir con «una noche con él». 

Me quedé sin palabras. Estaba sin aliento. Tenía curiosidad. 

Su expresión se volvió presumida mientras levantaba una ceja y decía:  —Creo que no estás tan segura como dices estar o esto sería una obviedad. 

Por supuesto, esa cosa que hizo de levantar la ceja fue sexy. Mentalmente me di una bofetada y me rocié la cara con agua helada. Me las arreglé para reunir algunas palabras, pero no estaba segura de lo convincente que sonaba cuando las saqué. 

—Estoy muy segura de que mi conductor va a ganar. 

—Ok, pruébalo entonces. Acepta mi apuesta. 

Allí estaba. Él me retó y consiguió que mis jugos competitivos fluyeran. Sabía que no debería aceptarlo porque no probaría nada, pero seguro que sería divertido borrar esa sonrisa de su cara. Además, nunca hacía daño  hacer un extra de doscientos dólares. 

 —No tengo miedo, así que aceptaré tu reto. 

Él extendió su mano hacia mí y la miré como si fuera la serpiente en el Jardín del Edén. Una vez que decidí que no iba a morderme, alcancé a tomarla.  

—¿Con seguridad puedo asumir que estarás en la carrera y que no te quedarás con mi dinero después de que Gas gane? 

Se rió de mí y me pude haber molestado al respecto, salvo que llegué a ver sus magníficos hoyuelos de nuevo. 

—No habrá ninguna fuga con tu dinero, Cara de Muñeca. Voy a estar buscándote para que podamos arreglar nuestra noche juntos. 

Su arrogancia me molestó, así que fui quien tiró de mi mano para liberarla de la suya.  

—Creo que me has encantado el tiempo suficiente con tu charla de basura. Tengo una carrera que ver. 

—Y yo tengo una carrera que ganar. —Me guiñó un ojo antes de que se metiera en su auto. 

Una vez dentro, encendió el motor y rugió con fuerza, justo como un auto de carreras. Me quedé congelada en medio de la carretera y lo observé alejarse cuando me di cuenta que nunca le pregunté su nombre. 

¡Mierda! 

¿Era ese Peter Lanzani y sin saberlo acababa de ser presa de los Trucos Sexuales Jedi? No quería admitirlo, pero creo que acababa de ser derrotada. Caminé con mi cola entre las piernas y me metí en mi auto. 

—¿Qué pasa, Lali? —preguntó Euge cuándo no ofrecí una explicación. 

—Creo que el infierno se acaba de congelar —dije mientras miraba delante en el lugar que una vez ocupó un Camaro y su conductor.

 —¡Oh, mierda! —Escuché a Nico gemir desde el asiento trasero—. Conozco esa mirada. 

Me di vuelta y le dije: —Ese era él, ¿no? ¿Peter Lanzani? ¿Por qué no me lo dijiste? 

 —No me diste la oportunidad de decirte algo antes de que saltaras fuera del auto con la promesa de que podías manejarlo. Dijiste que sólo necesitabas un minuto para enderezarlo y te creí —me recordó Nico. 

Sostuve el puente de mi nariz y Euge lo reconoció como mi movimiento característico de cuando estaba estresada.  

—Estás pellizcándote la nariz. ¿Qué pasa? ¿Qué te dijo?  

Me sentí estúpida y engañada y no iba a contarles acerca de mi ignorante apuesta con Peter Lanzani a menos que tuviera que hacerlo, es decir, si perdía.  

—Nada, Euge. Sólo vayamos a ver esta carrera y acabemos con esto de una vez. Y esperemos que Gas conduzca ese Porsche como si lo hubiera robado. 

chicas se que deben estar enojadas pero tengo una muy valida explicación, tenia Listo este cap para subirlo pero mi cargador decidió explotar así que no puede subir , me conseguí un cargador hoy para subir cap , espero que la próxima semana tenga uno devuelta, lo siento enserio 

PD1: veré si la batería alcanza para escribir otro cap y subirlo 

PD2: LAS QUIERO Y COMENTEN 

6 comentarios:

  1. Se ve buenísima!!
    Una pregunta eres de chile? Si eres me gustaría saber donde compras estos libros. Por qe son todas adaptaciones ?
    Ojala me respondas me encanta las historias :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Holas mira la verdad es q no los compro busco en internet y los descargo en formato PDF

      Eliminar
  2. Hola de nuevo! Muy bueno el capítulo!

    ResponderEliminar
  3. Que Bueno que regresaste se te extraño

    ResponderEliminar