lunes, 22 de febrero de 2016

capitulo 12


Cristal agrietado  






Peter

Lali Esposito se había puesto muy celosa al verme con otra chica y no podía estar más que encantado con eso.

 Comenzaba a ceder tanto si quería como si no, y eso significaba que estaba un paso más cerca de conseguirla.  

—Lali, esta es mi hermana, Rochy.  

El rostro de Lali enrojeció, pero no por el Sol o por el calor. Se había ruborizado porque sus celos revelaron más de lo que ella había previsto.  

—Es un verdadero placer conocerte, Rocio.  

—Gracias por invitarme. —Los ojos de Lali se dispararon en mi dirección y me rogó que no lo desmintiera—. Tu casa es preciosa y esta piscina es para morirse. Aquí es donde me encantaría pasar cada minuto del verano si tuviera un patio trasero en mi casa. 

—Me alegra que hayas podido venir y por favor siéntete como en tu casa. —Señaló en dirección a la casa de la piscina—. Hay un montón de bebidas y aperitivos en la cocina, así que sírvete todo lo que te apetezca.  

—Gracias, pero ahora no me apetece nada. Me muero de ganas de meterme en el agua.  

—Y yo también —gritó Gas mientras salía corriendo hacia la piscina parar tirarse de bomba. 

Después de su gran salpicadura, se acercó y con la mano se sacudió el pelo esparciendo agua en todas direcciones.  

Lali negó con la cabeza y puso los ojos en blanco.  

—Muy maduro, Gas.  
  
—Te lo advierto… si eso te pareció inmaduro, es probable que esto también te lo parezca.  

—¿El qué? 

—Esto. —La cogí desprevenida, haciéndole escapar un chillido en voz alta cuando la agarré por la cintura y tiré de ella conmigo hacia la piscina.  

La sujeté contra mí mientras caíamos al agua y luego nadábamos hacia la superficie.  

Ella salió y jadeó en busca de aire.  

—Debería darte una patada en los huevos por esto.  

No la solté, pero me giré un poco para proteger mis joyas ya que no estaba seguro de que no lo terminaría intentado. ¿Quién sabe lo que te puedes llegar a esperar de una gata salvaje como esta?  

Nico se levantó de la mesa en la que él y Euge están sentados y se quitó la camisa.  

—Siguiente.  

Euge se aferró con fuerza a la silla donde se encontraba sentada y miró a Nico.  

—Exactamente, ¿qué crees que vas a hacer? 

 —Oh, ambos sabemos perfectamente lo que voy a hacer. No es la primera vez que te cargo al hombro, princesa, así que suelta la silla.  
Gas gritó desde el otro lado de la piscina.  

—Auuu, sí. Espectáculo gratuito. Esto va a ser interesante de ver. 

 Vi la mirada desafiante de Euge retando a Nico a que intentara sacarla de la silla y supe que no iba a ser fácil. Nico se puso de cuclillas delante de ella para estar a su altura. 

—Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Tú eliges.  

Ella se inclino hacia delante y lo miró fijamente a los ojos, retándole a que intentara sacarla de allí a la fuerza.  

—Sabes que siempre elijo hacerlo por las malas.  

Él le mordisqueo el labio inferior y ella soltó un gemido.  

—Y eso es sólo una de las muchas cosas que me gustan de ti, Princesa.  

—¿Cómo piensas sacarme de esta silla si no pienso soltarla? Vas a tener que hacerlo a la fuerza.  

—No voy a hacer nada a la fuerza. Vas a soltar la silla por tu propia voluntad.  
  
Ella entrecerró los ojos con recelo.  

—¿Qué vas a hacerme?  

—Voy a ayudarte soltarla.  

Ella le dedicó una sonrisa testaruda.  

—Simplemente crees que lo harás, pero eso no va a pasar, amigo. 

 —Está bien, como quieras.  

Alzó la mano y lentamente comenzó a tirar del lazo de la parte de arriba de su bikini.  

—Tienes cinco segundos antes de que la parte de arriba de tu bikini caiga hasta tu cintura. ¿Qué piensas hacer? ¿Dejarlo caer o levantar las manos de la silla para evitarlo?  

—¡Nicolas Riera! 

—No me preocupa que Gas o Lanzani vean lo que es mío, porque sé que serás buena chica y agarrarás tu bikini antes de que caiga. Cuando lo hagas, te voy a llevar al hombro hasta arrastrarte dentro de esa piscina.  

Euge dio una patada y se retorció mientras él tiraba y contaba despacio.  

—Tres. Dos. Uno.  

Giré la cabeza, por si acaso Euge demostraba ser más terca que una mula y a continuación todo sucedió muy rápido.  

Euge aparentemente agarró su escote antes de que este cayera así que Nico la cargó al hombro como había prometido, salvo por una excepción. Se dirigió hacia la piscina pero sin llegar a lanzarla al interior.  

—Lamento interrumpir el espectáculo, pero tenemos que entrar unos minutos, hay un asunto que tenemos que resolver.  

Euge le dio una patada en la espalda y chilló con fuerza.  

—¡Nico! 

Sabía perfectamente que tipo de asunto tenían que resolver. Riera estaba a punto de descubrir lo bien que se veía el pequeño bikini de Euge tirado en el suelo. Era un bastardo con suerte, pero estaba seguro de que el bikini negro de Euge no tenía punto de comparación con el blanco que tenía enfrente de mí justo ahora.   

                            ***

Hacía alrededor de una hora y media que ni Nico ni Euge daban ninguna señal de vida, pero no me importaba porque no era la suya la compañía que yo quería. 

Gas y Rochy se alejaron lentamente de nosotros desde los escalones de la piscina hasta la zona más profunda y sospeché que estábamos presenciando el comienzo de algo entre ellos. Era algo que me gustaba porque Gas me caía bien. Él era un buen tío y nos llevaríamos bien siempre y cuando no hiciera nada que lastimara a mi hermana.  

—Tengo un poco de hambre. ¿Quieres comer algo?  

—Claro.  

Me atrevería a decir que no hay nada en el mundo que sea capaz de sostener una vela ante la vista de cómo el agua se deslizaba por el culo de Lali Esposito al salir de la piscina. 

Casi, la palabra clave era casi, deseé no haberlo visto porque sentí una presión incómoda bajo los pantalones de mi bañador mientras Lali caminaba de espaldas a mí en dirección hacia la casa de la piscina, en busca de algo de comer. 

Ella me dio una coca cola y unas patatas fritas y luego me senté en un sofá en lo que Lali pedía una sala al aire libre. Sí, una sala al aire libre con muebles, un buen sistema estéreo y un televisor con pantalla plana.  

Se hizo con el mando a distancia y apuntó hacia un receptor que había debajo de la pantalla plana.  

—¿Qué quieres escuchar? 

Quería algún tipo de música romántica que incitara a besarnos, pero dudaba de que ella fuera a estar de acuerdo.  

—Sorpréndeme. 

Esbozó una sonrisa pícara.  

—Sabes que puedo.  

—A por ello entonces. Te reto.  

—Muy bien. Aquí hay una banda que me apuesto a que no conoces.   

Escuché la canción durante un minuto pero no la reconocí. 

—Tienes razón. Nunca la había oído antes.  

—Esta es de Civil Twilight y te hartarás de escucharles si vas a pasar tiempo conmigo. Son mi banda favorita.  

De acuerdo. Podía llegar a acostumbrarme a Civil Twilight. No tenía problema con eso.  

Apuntó el mando a distancia hacia el receptor para bajar el volumen y luego se sentó en la silla que había frente a mí, algo que no me gustó, porque sería muy difícil besarla a tanta distancia.  

Ella abrió la lata de refresco y luego me miró mientras abría sus papas fritas.  

—Háblame de tu tatuaje.  

Su pregunta me tomó por sorpresa y provocó que me ahogara un poco con el refresco. Me llevó unos segundos, pero finalmente logré dejar de toser para poder hablar.  

—Lo siento. Se me fue por el camino equivocado. ¿Qué es lo que quieres saber de él?  

—Sólo lo general como ¿cuándo te lo hiciste? ¿Por qué elegiste ese diseño y qué significa?  

¿Cómo responderle a eso? No había nada de general sobre mi tatuaje o las preguntas que podrían hacerse acerca del mismo. Nunca me habían pedido que explicara los detalles; ella era la primera. Ni si quiera mi propia familia lo había hecho, aunque tenía bastante claro que todos lo habían entendido.  

No estaba del todo seguro de si confiaba en ella lo suficiente como para contarle los detalles de lo que me llevó a marcar mi piel para siempre, por lo que decidí dar respuestas genéricas.  

—Me lo hice el día que cumplí dieciocho.  

—¿Qué fue cuando?  

Umm. Quería saber cuando era mi cumpleaños y eso me gustaba. 

 —24 de Agosto. Lo sé, un doloroso regalo de cumpleaños, ¿verdad?  

Ella me miró con curiosidad desde donde estaba sentada.  

—Podría pensar regalos menos dolorosos. ¿Qué significa?  

No iba a decirle lo que significaba porque hacer que se acercara para que lo leyera sería una buena oportunidad de traerla hacia donde yo quería. Estiré el brazo por encima de la cabeza.  

—Léelo por ti misma.  

Ella se levantó y vino a sentarse a mi lado en el sofá para luego ladear un poco la cabeza y leer el remolino de palabras.  

—Oh, que genial. Desde la distancia no se apreciaba que habían palabras mezcladas con el diseño. Pensaba que sólo era un dibujo. 

 Alargó la mano para colocar un dedo sobre la primera palabra.  

—Mentí cuando dije que no me gustaba. —Su dedo siguió con cuidado el texto mientras leí en voz alta—. El amor es frágil como el cristal; una vez roto puede arreglarse, pero siempre quedarán las grietas.  

El suave toque de su dedo deslizándose a lo largo de mi piel me envió un hormigueo por todo el cuerpo y despertó las llamas dormidas en mi interior. Cuando terminó de leerlo, retiró el dedo de mi piel y me miró.  

—Estas no son palabras al azar. Tienen un significado muy importante para ti.  

Muy importante era el eufemismo del milenio y el momento que estábamos compartiendo rápidamente se convirtió en algo muy serio. 

De repente me encontraba en un lugar en el que no quería estar. Era un lugar peligroso, no me gustaba compartir esa parte de mí con nadie.  

Ella colocó un dedo sobre la parte que decía «Amor» justo debajo de mi corazón y frotó como si fuera a ser capaz de acabar con la desagradable distancia.  

—No lo elegiste al azar. Está aquí porque alguien te hizo daño. 

 Había estado desnudo con un montón de chicas, pero nunca permití que ninguna de ellas leyera mi tatuaje y mucho menos habíamos hablado de ello. 

Cerré los ojos, en un intento de escapar de esta conversación que había provocado al pedirle que mirara el tatuaje de cerca. Cuando no dijo nada más, abrí los ojos y ella todavía seguía sentada al borde del sofá mirándome.  

Se humedeció los labios sin apartar la mirada de mi boca.  

—No tenemos que hablar de ello si no quieres. Puedo buscar otra cosa que hacer.  

Oía como la sangre palpitaba con fuerza contra mis oídos y sentía que me iba a morir si no conseguía que mis labios estuvieran sobre los suyos pronto. 

Envolví la parte posterior de su cuello y la acerqué mientras me deslizaba en el sofá en su dirección. 

Aunque había estado con muchas chicas, normalmente no acostumbraba a besarlas durante mucho más tiempo del que era obligatorio y, a veces, incluso ni eso si podía salirme con la mía. 

Esto se sentía demasiado íntimo e intenso, mucho más que el sexo, por lo que simplemente no tenía porque hacerlo.  

Dame diez segundos. 
Eso era todo lo que necesitaba antes para quitarle las bragas, pero Lali hizo que el besar se sintiera como algo nuevo. 

Me gustó y estaría encantado simplemente de hacer eso todo el día con ella sin ir más lejos.  

Sus labios abandonaron los míos y fue dejando un reguero de besos a lo largo de mi mandíbula hasta que su boca alcanzó mi cuello. Apoyé la cabeza en el respaldo del sofá para darle un mejor acceso y ella lo aprovechó.  

Sabía que me estaba engañando a mí mismo cuando sus labios llegaron a ese punto sensible que tenía debajo de la oreja. Era cierto; podía hacer sólo esto todo el día con Lali, pero ¿a quién quería engañar? 

Ella me estaba poniendo a cien.  

—Lali, voy a decirte esto de la mejor forma posible, pero… me estás matando —gemí sin aliento—. Me tienes tan excitado, que creo que estoy a punto de reventar las costuras de mi traje de baño.  
La escuché reír.  

—¿Ah, sí? —preguntó ella mientras besaba mi cuello—. Me encantaría ver tu versión del Increíble Hulk.  

Esta chica estaba intentaba matarme y tenía curiosidad por saber si tendría éxito. Pero entonces oímos la puerta de la entrada abrirse y ambos nos apresuramos a recolocarnos como un par de niños que tratan de hacer que parezca que no ocurre nada en particular. 

Increíble. 
Nico y Euge había estado casi dos horas en la casa y elegían justo este momento para salir.  

Me aparté de Lali deslizándome hacia el extremo opuesto del sofá y señalé la pila de cojines a sus espaldas.  

—Pásame un cojín.  

Ella se encogió de hombros y luego me dedicó una expresión interrogante mientras se hacía con uno.  

—¿Por qué? ¿Vas a echarte una siesta o algo así?  

Señalé la entrepierna de mi bañador y ella se río mientras lo lanzaba en mi dirección.  

—Cojines, barrera contra las erecciones. 

No puede evitar sonreírle. 

—No es divertido.  

No me gustaría saber cuántas erecciones inconvenientes había provocado esta chica. El número sin duda sería enorme y sentí una punzada de celos al pensar en ello.  

Ella me devolvió la sonrisa. 

—Oh, pues no estoy de acuerdo, Hulk. 

FIN DE LA MARATÓN 

pd:las quiero y comenten 

2 comentarios:

  1. Me encanta la novela y quiero mas.opino que él papa de peter sabe algo malo d los papas de lali o la policía los investiga!

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