sábado, 8 de agosto de 2015

capitulo 25 y 26





En algún momento, pensé que ser la Duff significaba ningún drama con los chicos. Claramente, estaba equivocada. ¿Cómo paso esto? ¿Cómo pude yo, la chica fea, terminar en medio de un triangulo amoroso? No era una romántica. Ni siquiera quería salir con chicos. Pero allí estaba yo, debatiéndome entre dos chicos atractivos que, en todos los sentidos, no debería haber tenido ni un chance. (Créanme, no es tan glamoroso como suena.)

Por un lado, tenía a Gas. Inteligente, tierno, divertido, educado, sensible y práctico. Gas era perfecto en cada manera concebible. Me refiero, él era un poco tonto, pero es lo que lo hace adorable. Me gusta estar con él, y él siempre me pone como prioridad. Él me respeta y parece nunca perder la paciencia. No había nada por lo que quejarme de Gas Dalmau.

Por otra parte, estaba Peter. Un idiota. Un imbécil. Un arrogante, mujeriego chico rico quién pone primero al sexo que todo lo demás. Por supuesto, el era increíblemente guapo, pero él podía sacarme de quicio. El era irritantemente encantador, y su sonrisa tan graciosa realmente podría meterse bajo mi piel. No estaba temerosa de ser una perra con él. Odiaba admitirlo, pero Peter me entendía. Me sentía yo misma cuando estaba con él, mientras que siempre estaba tratando de esconder mi neurosis con Gas. Dios, la vida era más fácil cuándo nadie me notaba.

La nota de Peter pesaba media tonelada en mi bolsillo trasero mientras iba hacia el aparcamiento, esa tarde. Decir que estaba confundida habría sido una subestimación masiva. Me refiero, esa simple oración me dejo con un millón de preguntas, pero había una en particular:

¿Por qué demonios Peter me quiere a mí?

De verdad, el tipo tiene docenas de chicas que matarían por estar con él. ¿Por qué yo? ¿No fue él, el primero, quién me llamo la Duff? ¿Qué Demonios?

Pero cuando llegué a casa, todo se puso peor.

Por sugerencia de Gas, comencé a leer Cumbres Borrascosas en mi tiempo libre. Honestamente, los personajes principales me irritaban tanto que era difícil seguir leyendo. Estaba considerando en dejarlo por mi bien ese día, pero una línea en el dialogo captó mi atención.

 “Mi amor por Linton escómo la maleza de los bosques: el tiempo lo cambiará, yo ya sé que el invierno muda los árboles. Mi amor por Heathcilff se parece a las eternas rocas profundas, es fuente de escaso placer visible, pero necesario.”

Tan estúpido como sonaba, ese pequeño extracto se metió en mi cabeza, como una canción que odias pero no puedes dejar de cantar. Trate de seguir leyendo, pero las palabras se mantenían rebotando en mi cerebro. Le di vuelta a la página y leí las líneas una y otra vez. Estaba tratando de averiguar por qué me inquietaba tanto cuando fui nterrumpida por el sonido del timbre.

—Gracias a Dios —Murmuré, aliviada de tener una razón para cerrar el libro. Salí de mi cama y corrí a las escaleras.

— ¡Voy! —grité—. ¡Solo un segundo!

Abrí la puerta delantera, esperando encontrar a Gas, quién me había dicho que quizás se pasaría después. Pero el hombre en mi porche era un cincuentón gordito y pelirrojo. Definitivamente no era mi novio. Él usaba un lamentable uniforme verde y un sombrero que no combinaba. En la etiqueta de su chaqueta se podía leer el nombre: JIMMY. El estaba sosteniendo un ramo de flores en su mano derecha y una carpeta bajo su brazo.

— ¿Eres la Señorita Lali Esposito? —Él preguntó.

—Um… sí.

Sus ojos estaban entrecerrados iluminados con una sonrisa—. Firma esto, por favor, —dijo él, dándome el portapapeles y un bolígrafo—. Felicitaciones.

—Em, gracias, —dije, entregándole de nuevo el portapapeles.

El me pasó el ramo, el cual vi que era de genuinas rosas rojas y sacó un sobre blanco de su bolsillo trasero—. Esto es para ti, —dijo él—. Eres una chica afortunada. No siempre hago entregas como esta a alguien de tu edad—. El sonrió—. Amor juvenil.

¿Amor juvenil? Dios, tuve que pelear con la urgencia de corregirlo. De darle un largo discurso acerca de cómo los adolescentes no se enamoran. Pero el todavía seguía hablando.

—Tu novio debe ser muy conservador. No muchos chicos son tan atentos a tu edad. Miré las rosas y dije—. Probablemente tengas razón. — ¿Gas todavía estaba tratando de animarme? Dios, él era tan bueno. Pero no merecía toda esa generosidad.

Después darle las gracias al repartidor, cerré la puerta. Me sentí culpable por considerar mi situación un triangulo amoroso. Éramos solo Gas y yo y Peter danzaba a lo largo de la periferia, muy lejos de nosotros… o eso es lo que debería haber sido.

Puse el ramo en la mesa de la cocina y abrí el sobre, esperando encontrar una cursi carta pero perfectamente redactada de mi perfecto novio. Era la clase de cosas de las que normalmente me burlaría, pero dejé que Gas se saliera con la suya.

Realmente tenía una habilidad con las palabras a veces. Eso ayudaría cuando se convirtiera en un político famoso.

Pero la escritura de la carta era la misma que la nota de mi bolsillo trasero. En este momento, como sea, había mucho más que asimilar.

Lali:

Desde que  te mantienes escapándote de mí en el instituto, y si lo recuerdo correctamente, el sonido  de mi voz te causa pensamientos  de  suicidio, decidí que una  carta podría ser la mejor manera de decirte como me siento. Solo  préstame atención.

No voy a negarte que tuvieras razón. Todo  lo  que dijiste el  otro  día  era verdad. Pero  mi miedo   de estar solo no  es  la razón  por la que te persigo. Sé  lo  cínica que eres  y sé que probablemente vas a venir con  alguna respuesta irritable  cuando   leas  esto, pero la  verdad es, que te estoy asechando  por que  realmente  creo   que  me  estoy enamorando  de ti. Eres  la primera chica que ha visto a través  de mí. Eres  la única chica  que me cantó en  la cara todas mis gilipolleces. Me pusiste en mi lugar, pero al mismo tiempo, me entiendes más  que ninguna otra.

Eres  la única persona lo suficientemente valiente para criticarme. Tal vez la única persona quien miró lo suficientemente  cerca para encontrar mis fallos y claramente, me has encontrado  muchos.
llamé a mis padres. Ellos  regresan a casa la próxima semana para hablar conmigo y con Flor. Tenía miedo  de hacer esto al principio, pero me inspiraste. Sin ti, nunca hubiese podido hacer eso.

Pienso  en  ti mucho  más  de  lo que  cualquier hombre que se respete a si mismo admitiría y estoy enfermo de celos  por Dalmau, algo que nunca pensé que diría. Seguir sin ti es imposible. Ninguna otra chic me mantiene de puntillas  en  la manera como tú lo haces. Nadie  me hace  Q U E R E R hacer el ridículo escribiendo  cursis  cartas como  esta. Solamente tú .

Pero sé que también tengo razón. Sé que estas enamorada de mi, aun que estés saliendo  con Dalmau. Puedes mentirte si quieres, pero la realidad te golpeará en cualquier momento. Estaré esperando a que suceda… te guste o  no.
Con  amor,Peter

P .D : Sé que estas poniendo  los  ojos  en  blanco en  este  momento, pero no me importa.

Honestamente, eso había sido una especie de cambio. Me quede mirando la carta un largo rato, finalmente entendí el agradecimiento de Flor. Peter estaba tratando de arreglar las cosas… gracias a mí. Por lo que le había dicho. Yo había conseguido entrar en esa cabeza dura.

Eso fue absolutamente abrumador para mí.

Me llevo un segundo asimilar la sorpresa. Las palabras como "amor" y "solamente" saltaban de la página hacia mí. Era mi primera carta de amor, no es que nunca quisiera una, pero sin embargo, ni siquiera era de mi novio. El chico incorrecto me la había mandado.

El chico incorrecto me quería. Peter era el chico incorrecto. ¿O él era exactamente el chico correcto?

Estaba tan consumida por mis pensamientos que salte cuando el teléfono sonó y anduve con esfuerzo para contestarlo—. ¿Hola?

—Hola, Lali —Dijo Gas.

Mi corazón se aceleró y bombeo vergüenza por mis venas.

La carta de Peter, la cual todavía sostenía, quemaba los dedos de mi mano derecha, pero me arreglé para sonar normal cuando dije: —Hola Gas.

— ¿Vienes de camino?


—No —Suspiró—.

Mi padre tiene tareas para mí, entonces no puedo ir esta tarde. Lo siento de verdad.

—Está bien. —No debía sentirme aliviada, pero lo estaba. Ver a Gas significaba esconder las flores y entrar en una red potencial de mentiras y sabíamos cuan mala mentirosa soy—. No te preocupes.

—Gracias por ser tan compresiva. Pero realmente estaba esperando poder pasar algún tiempo contigo. Casi no nos vemos en el instituto —. El hizo una pausa—. ¿Tienes planes para esta noche?

—No.

— ¿Entonces quieres salir? Toca una banda mañana por la noche en el Nest y pensé que podíamos ir. Por supuesto tus amigas pueden venir también. ¿Te gustaría?

—Suena genial. —Ves, pequeñas mentiras como esa podía hacerlas. Odio la música en directo y había descartado el Nest, pero pretender lo opuesto haría a Tobby feliz y Cande estaría contentísima de ser invitada. Así que, ¿por qué no? Las pequeñas mentiras eran suficientemente fáciles, pero algo más grande, la embarraría.

—Bien —Dijo Gas—. Te recogeré a las ocho.

—Bien. Adiós Gas.

—Te veré mañana, Lali.

Colgué el teléfono, pero mis pies se rehusaban a moverse. La carta todavía ardía contra mi piel y me encontré mirando a las tentadoras palabras.

— ¿Por qué no era más fácil? ¿Por qué tenía que venir Peter y hacerme cuestionarlo todo?

Me sentía como si estuviese traicionando a Gas con cada frase que leía. Como si lo estuviese engañando.

Pero ahora sabía que cada vez que besaba a Gas, estaba hiriendo a Peter.

— ¡Arrrrrgh!  —Con un grito que explotó de mi pecho y arañó en su camino a través de mis pulmones, arrugué la carta en una bola y la lancé por la habitación tan fuerte como pude. Se movió lentamente por el aire antes de rebotar delicadamente en el papel tapiz de flores y aterrizar en el suelo.

Por último, con la garganta dolorida, me hundí en el suelo, hundí mi cara en mis manos y lo admito, lloré. Lloré de frustración y confusión, pero sobre todo por mí, por estar atrapada en esta situación, como la chica egoísta que era.

Pensé en Cathy Earnshaw, la heroína malcriada y egoísta de Cumbres Borrascosas y recordé el pasaje que había estado leyendo antes de que el timbre sonara. Pero cuando las palabras brotaron a través de mi cerebro, eran ligeramente diferentes:

 “Mi amor por Gastón es cómo la maleza de los bosques: el tiempo lo cambiará, yo ya sé que el invierno muda los árboles. Mi amor por Peter se parece a las eternas rocas profundas, es fuente de escaso placer visible, pero necesario.”

Mi cabeza se movió hacia atrás y  hacia adelante febrilmente. Me gusta, me tuve que corregir. Mi gusto por Peter es bla, bla, bla. Me limpié los ojos y me puse de pie, tratando de calmar mi respiración entrecortada.

Luego me volví y me dirigí al piso de arriba.

De repente quería saber cómo terminaba el libro.




Después de quedarme toda la noche despierta leyendo y doblando mí ropa al menos diez veces, descubrí que Cumbres Borrascosas no tenía un final feliz. Gracias a Cathy la estúpida, malcriada, egoísta sí, no tenía derecho a hablar, pero aun así, todo el mundo termina miserable. Su decisión arruina la vida de las personas por las que más se preocupaba. Porque eligió comportarse correctamente en vez de sus sentimientos. Cabeza en vez corazón. Linton en vez de Heathcliff.

Gas en vez de Peter.

Esto, decidí mientras arrastraba mi cansado trasero a la escuela a la mañana siguiente, no era un buen presagio. Normalmente, no creía en presagios o signos o cualquier cosa de la basura del destino, pero las similitudes entre la situación mía y la de Cathy Earnshaw eran demasiado misteriosas para ignorarlas. No podía evitar preguntarme si el libro estaba tratando de decirme algo.

Estaba debidamente consciente de que estaba interpretando mucho de esto, pero mi falta de sueño se juntó con el estrés de todo lo demás que hacía que mi mente se fuera a unos lugares interesantes. Interesantes, pero no productivos.

Fui casi un zombi todo el día, pero durante la mitad de la clase de cálculo, algo finalmente me despertó.

— ¿Escuchaste de Vikki McPhee?

— ¿Acerca de que está embarazada? Sip. Lo escuché esta mañana.

Mi cabeza dio un chasquido con el problema que a desganas trataba de resolver. Dos chicas estaban sentadas de un lado en la fila frente a mí. Reconocí a una de ellas como una de las nuevas porristas.

—Dios, qué perra, —dijo la animadora—. Sin saber quién es el padre. Duerme con todo el mundo.

Detesto admitirlo, pero mi primera reacción a esto fue de un puro odio egoísta. Pensé en Peter. Seguro, había rechazado a Vikki en el pasillo hace unos días, ¿pero qué si algo había cambiado? ¿Y si la carta había sido una broma? ¿Un juego para jugar con mi cabeza? ¿Y si Vikki y él habían...?

Forcé que el pensamiento se alejara. Peter era cuidadoso. Siempre usaba condón. Además, era como esa chica había dicho —Vikki dormía con todo el mundo. Las probabilidades de que Peter fuera el padre eran casi nulas. Y no tenía derecho de preocuparme de ello, de todas maneras. No era mi novio. Aunque realmente me hubiera profesado su amor por mí en una carta. Yo estaba con Gas, y lo que fuera que Peter decidiera hacer no era mi problema.

Mi segundo pensamiento fue por Vikki. Tenía Diecisiete, en la víspera de la graduación, y,
si los rumores eran ciertos, embarazada. Podía escuchar a la gente chismear al respecto en el pasillo cuando dejé cálculo. En una escuela del tamaño de Hamilton, no tomaba mucho tiempo que el chisme se esparciera. Vikki McPhee era la chica en la mente de todos.

Incluyéndome.

Así que cuando salí del cuarto de baño, unos pocos minutos antes de inglés y encontré a Vikki parada frente al lavamanos, retocándose el brillo labial rosa, tuve que hacer un esfuerzo para evitar sus ojos.

Pero tenía que decir algo. Quiero decir, no éramos cercanas ni nada, pero sí almorzábamos juntas todos los días. —Hola —Murmuré.

—Hola —Replicó, todavía colocándose labial en su labio inferior.

Abrí el grifo y miré mi reflejo en el espejo, tratando fuertemente de no espiarla. ¿Cuán avanzada estaba? ¿Sus padres ya se habían enterado?

—No es verdad.

— ¿Qué?

Vikki cerró su lápiz labial y lo dejó caer en su cartera.

Me estaba mirando por el espejo, y podía ver ahora que sus ojos estaban un poco rojos.

—No estoy embarazada, —dijo—. Quiero decir, pensé que lo estaba, pero la prueba dio  negativo. La hice hace dos días. Pero supongo que alguien me escuchó cuando se lo  estaba diciendo a Jeanine y Ángela y...lo que sea. Pero no estoy embarazada.

—Oh. Bueno, esto es bueno. —Sí, probablemente no era la mejor cosa para decir, pero me tomó con la guardia baja.

Vikki asintió y tiró un poco de uno de sus rizos de color rojo rubio. —Estaba aliviada. No sé cómo se lo habría dicho a mis padres. Y el tipo nunca hubiera sido un gran padre.

— ¿Quién?

Esa fue una pregunta egoísta.

—Solo este chico... Eric.

Gracias a Dios, pensé. Luego, por supuesto, me sentí increíblemente culpable. Este no era el momento de estar pensando en mí.

—Es solo este chico estúpido de la fraternidad que se libera acostándose con chicas de secundaria. —Ella miró hacia abajo, así que ya no podía ver sus ojos por el espejo—. Y no me importó una mierda. Solo lo dejé usarme, y nunca pensé... aún cuando el condón se rompió. .. Se desvaneció, sacudiendo su cabeza. De todas maneras, estoy feliz de que fuera negativo.

—Seguro.

—Da miedo, sin embargo, —dijo ella—. Me volví loca esperando por el resultado. No podía creer que estaba en esa situación, ¿sabes?

—Estoy segura, —dije, pero no lo encontré tan sorprendente. Era Vikki, después de todo. ¿No se había puesto en ello por un tiempo? Acostarse con chicos que no le importaban. Olvidándose de las consecuencias.

Justo como yo lo hice...


De acuerdo, no había sido gente. Peter era el único chico. Y sí me preocupaba por él...ahora, después de que parara de acostarme con él. Pero eso era solo...bueno, no sé cómo lo llamarías. No tengo tanta suerte. ¿Quizás coincidencia? De cualquier manera, era lo suficientemente inteligente como para saber que no sucedía a menudo.

Pero me había olvidado de las consecuencias. Y de repente me golpeó como Vikki y yo podíamos cambiar de lugar. Yo podría haber sido la chica de la que todos estarían hablando. Yo habría podido tener un susto con un embarazo. O peor. Quiero decir, estaba en control de natalidad y Peter y yo siempre tomábamos precauciones, pero estas cosas fallaban algunas veces. Podría fácilmente habernos fallado a nosotros. Y aun así allí estaba yo, juzgando a Vikki por casi la misma cosa. Era una hipócrita de mierda.

—No eres una perra. —Tuve un destello repentino de Peter esa última noche en su habitación, diciéndome exactamente quién era. Diciéndome que el resto del mundo estaba tan confundido como yo. Que no era una perra, y no estaba sola.

No conocía a Vikki tan bien. No conocía cómo era su vida en su casa o nada así de personal aparte de sus asuntos con los chicos. Y estando allí en el baño, escuchando mientras me contaba su historia, no pude evitar preguntarme si había estado huyendo de algo, también. Si estuviera juzgándola, pensando en ella como una cualquiera todo este tiempo cuando, en realidad, estábamos viviendo vidas similarmente horripilantes.

Llamar a Vikki una cualquiera o una perra era como llamar a alguien la Duff. Era insultante y doloroso, y era uno de esos títulos que solo alimentaban un miedo interno que toda chica debió tener de tiempo en tiempo. Sucia, perra, mojigata, idiota. Eran todos lo mismo. Toda chica se siente como si una de estas etiquetas sexistas la haya descrito hasta cierto punto.

Así que, quizás, toda chica se sentía como la Duff, ¿también?

—Dios, es tarde, —dijo Vikki mientras sonaba el timbre de entrada—. Debo irme.

Observé mientras cogía su bolso y sus libros del mostrador, preguntándome qué estaba sucediendo en su cabeza. ¿Todo esto la había hecho consciente de las consecuencias de sus elecciones?

Nuestras elecciones.

—Nos vemos, Lali, —Dijo ella, caminado hacia la puerta. 1

—Hasta luego, —dije. Luego, sin quererlo, añadí, —Y, Vikki...Lo siento. Está muy mal la forma en que la gente está hablando de ti. Solo recuerda que lo que ellos dicen no importa.

—De nuevo, pensé en Peter y en lo que me había dicho en su habitación—. Las personas que te insultan solo están tratando de hacerse sentir mejores. Ellos también la han jodido antes. No eres la única.

Vikki parecía sorprendida. —Gracias, —dijo ella. Abrió su boca como si fuera a decir algo más, pero luego la cerró de nuevo. Sin otra palabra, dejó el baño.

Por todo lo que sabía, Vikki podría salir y juntarse con otro tipo esa misma noche. Ella quizás no haya aprendido nada de esta experiencia. O quizás cambiaría todo su comportamiento —en el último caso, podría ser más cuidadosa. Quizás nunca lo sepa. Esa era su elección. Su vida. Y no era mi papel el juzgarla.

Nunca era mi papel el juzgar.

Y mientras caminaba por el pasillo, cinco minutos tarde para inglés, decidí que lo pensaría dos veces antes de llamar a Vikki, o a cualquier otra en ese caso, una perra de nuevo.

Porque ella era como yo.

Justo como todos los demás.

Eso era algo que todos teníamos en común. Todos éramos fáciles o sucias o mojigatas o Duffs.

Yo era la Duff. Y eso era algo bueno. Porque nadie que no se sintiera como la Duff no tendría amigos. Todas las chicas se sienten feas alguna vez. ¿Por qué me había tomado

todo este tiempo el descubrirlo? ¿Por qué me había estresado por esa tonta palabra por tanto tiempo cuando era tan simple? Debería estar orgullosa de ser la Duff. Orgullosa de tener grandes amigas que, en sus mentes, eran mis Duffs.

—Lali, —me saludó el Sr. Perkins mientras entraba al salón y tomaba mi asiento—. Bueno, mejor tarde que nunca, supongo.

—Sí, —dije—. Lamento que me llevara tanto tiempo.

Cuando llegué a mi casa esa tarde, estaba muy cansada para subir las escaleras, así que me tumbe en el sofá y caí en un bonito sueño. Había olvidado lo bueno que uno se sentía después de una siesta en la mitad del día. Quiero decir, los europeos tenían la idea correcta con sus siestas. Los americanos deberían incluirlas en sus agendas diarias porque son increíblemente refrescantes, especialmente después de un día dramático como el que yo había tenido.

Eran casi las siete cuando me desperté, lo cual no me daba mucho tiempo para prepararme para mi cita. Mi pelo se veía como un pajar luego de dormitar en el sofá, tomaría casi la hora completa para repararlo. Genial.

Desde que comencé a salir con Gas, he estado prestando más atención a cómo me veo. No es como si a él le importaran esa clase de cosas. El tipo probablemente diría que me veo bien vestida con un traje de payaso, con la peluca de colores y todo. Pero sentía la necesidad constante de impresionarlo. Así que alisé mi cabello y lo arreglé en una cola de caballo alta, me puse un par de pendientes de plata de pinza , soy muy cobarde como para hacerme los agujeros en las orejas y la camisa que me había regalado Cande por mi diecisiete cumpleaños. Era de seda  blanca con diseños intrincados de plata y me quedaba ceñida en el pecho, lo que hizo que mis senos diminutos parecieran algo más grandes.

Eran casi las ocho cuando yo luchaba por bajar las escaleras con mis sandalias de plataforma, arriesgando mi seguridad por el bien de verme más alta. Tuve cuidado de apartar mis ojos cuando pasé por la cocina porque papá, obviamente pensando que las rosas eran de parte de Gas, había puesto el buqué en un jarrón antiguo en la mesa del comedor anoche. Era un gesto dulce, pero ver las brillantes rosas rojas solo me traía de vuelta las preguntas fastidiosas. Así que llegué a la sala y me dejé caer en el sofá para esperar por mi cita, prometiéndome que iba a resolver mi desastre romántico en algún momento del fin de semana. Por falta de nada mejor que hacer, agarré la copia de la guía de programas de televisión que reposaba sobre la mesa de café y comencé a ojear la agenda de programas. Una nota amarilla que se mantenía entre las páginas llamó mi atención y salté a la sección que estaba señalando. Papá había resaltado un maratón de Lazos de Familia para el próximo sábado en la noche, usando la pequeña hoja de papel como marca libros. Sonreí y saqué un bolígrafo de mi cartera, garabateando, —Yo haré las palomitas de maíz, —en el papel amarillo. Papá lo vería cuando regresara a casa de su reunión.

Justo cuando puse la revista de vuelta a la mesa, el timbre de la puerta sonó. Me levanté tan rápido como pude sin caerme y caminé hacia la puerta, esperando ser saludada con una gran sonrisa inmerecida de Gas. Pero la sonrisa que deslumbraba frente a mí, mientras era brillante y blanca, pertenecía a alguien completamente diferente.

— ¿Mamá? —Prácticamente jadeé la palabra, sonando como una chica en una telenovela quien apenas se ha enterado de que su hermana gemela malvada todavía estaba viva o algo. Avergonzada, aclaré mi garganta y dije—, ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas en Tennessee.

—Lo estaba, pero vine a visitarte, por supuesto, —respondió mi madre, ladeando su cabeza hacia un lado con su estilo de estrella de cine. Su pelo rubio platino fue agarrado en limpio en un clip por la parte posterior de la cabeza, llevaba un vestido rojo y negro que le llegaba hasta las rodillas. Típica Mamá.

—Pero está, como a, siete horas de camino —Dije.

—Oh, créeme, lo sé. —Suspiró dramáticamente—. Siete horas y medias en un tráfico terrible. Así que... ¿vas a invitarme a entrar o no? Me di cuenta por la forma en que sus manos retorcían la correa de su bolso que estaba nerviosa de estar de vuelta en esta casa.

—Um, sí, —dije, apartándome del camino—. Entra. Disculpa. Pero, uh, papá no está aquí.

—Lo sé. —Ella estaba mirando alrededor de la sala de estar de una forma que me hacía sentir ansiosa por ella. Ella miró el sillón y el sofá que le había pertenecido a ella como debatiendo si tenía permitido sentarse allí o no—. Tiene sus reuniones de A.A los viernes. Él me lo dijo.

— ¿Hablaste con él? —Esto era noticia para mí. Hasta lo que yo sabía, mis padres habían estado evitando el contacto desde la reaparición de mi madre el mes pasado.

—Hemos hablado por el teléfono dos veces. —Quitó sus ojos de los muebles y los concentró en mí. Se sintieron como pesos pesados en mis hombros—. Lali, dulzura...— Su voz era suave y triste. Dolorosa de escuchar—. ¿Por qué no me dijiste que estaba bebiendo de nuevo?

Me moví, tratando de deslizarme por debajo de su mirada. —No sé, —murmuré—.  Supongo que esperaba que pasara. No quería que te preocuparas por nada.

—Entiendo, pero Lali, esto es un asunto serio, —dijo ella—. Lo sabes ahora, espero. Si alguna vez sucede de nuevo, no te lo guardes para ti. Tienes que decírmelo. ¿Entiendes?


Asentí.

—Bien. —Suspiró, viéndose inmensamente aliviada.

—De cualquier manera, eso no es por lo que estoy aquí.

— ¿Por qué estás aquí?

—Porque tu padre también me dijo algo más, —ella se burló—. Algo acerca de un chico llamado Gas Dalmau.

— ¿Condujiste siete horas y media porque tengo una cita?

—Tengo otras razones para estar en Hamilton, —dijo ella—. Pero esta es la más importante. Así que, ¿es verdad que mi bebé tiene un novio?

—Um, sí, —dije, encogiéndome de hombros—. Supongo.

—Bueno, háblame acerca de él, —instó mamá, finalmente decidiéndose por sentarse en el sofá—. ¿Cómo es?

—Es bueno, —digo—. ¿Cómo está el abuelo?

Sus ojos se redujeron con sospecha. —Está bien. ¿Qué pasa? Estás tomando la píldora, ¿verdad?

—Dios, madre, sí, —gruñí—. Ese no es el tema.

—Gracias a Dios. Estoy muy joven y sexy como para ser una abuela.

No bromees, pensé, recordando a Vikki.

—Entonces, ¿cuál es el problema? —presionó ella—. Vine porque escuché que tenías una  cita caliente esta noche y quería tener ese momento especial de Mamá. Pero si estás teniendo problemas, tengo que derramar algún consejo de Mamá también. ¿Es como una visita dos por una, cierto? Hace que el tiempo del viaje valga la pena.

—Gracias, —me quejé.

—Oh, dulzura, bromeó. ¿Qué sucede? ¿Qué sucede con ese chico?

—Nada. Es absolutamente perfecto. Es listo y bueno y totalmente correcto para mí. Solo que hay otro chico...—Sacudo mi cabeza—. Es estúpido. Estoy siendo una idiota. Solo necesito un poco de tiempo para pensar las cosas. Eso es todo.

—Bueno, —dijo mamá levantándose—. Solo recuerda hacer lo que te haga feliz, ¿de acuerdo? No te mientas a ti misma porque piensas que es más seguro. La realidad no funciona de esa manera...creo que te dije eso antes.

Lo había hecho.

Pero había estado corriendo por tanto tiempo que ya no estaba segura de lo que quería.

—Aunque, —continuó mamá–. Te traje algo para tu cita y puede que te ayude mientras piensas las cosas.

Vi con leve horror mientras sacaba una caja rosa y amarilla de su bolso. Cualquier objeto que iba envuelto en esos colores no podía ser una cosa buena. — ¿Qué es? —Pregunté mientras colocaba la caja en mi mano extendida.

—Ábrelo y descúbrelo, tonta.

Suspirando, solté el horrible lazo de la caja y chasqueó al abrirse la tapa. Dentro había una pequeña cadena plateada con un amuleto blanco de metal en forma de L. Como los que las chicas usan en la escuela media, como si olvidaran su propio nombre o algo.


Mamá se inclinó hacia adelante y sacó el collar de la caja—. Lo vi y pensé en ti, —dijo ella—. Gracias mamá.1

Se quitó su bolso y se movió alrededor para pararse tras de mí, quitando mi cabello hacia un lado para que pudiera cerrar la cadena alrededor de mi cuello. —Va a sonar cursi, así que trata de no voltear los ojos, ¿sí? Pero quizás esto te ayude a recordar quién eres mientras estás resolviendo las cosas. —Me colocó el pelo y se paró frente a mí de nuevo—. Perfecto, —dijo ella—. Te ves maravillosa, dulzura.

—Gracias, —dije, y esta vez lo decía en serio. Verla me hizo darme cuenta de lo mucho que había extrañado a mi madre. En ese momento, el timbre sonó y supe que tenía que ser Gas. Mientras alcanzaba el pomo, sentí a mamá deslizarse a su lugar tras de mí, preparada para observar.

Oh, genial.

—Hola —dije, abriendo la puerta y tratando de no mirar la sonrisa cegadora de Gas.

—Hola, —dijo él—. Guau. Estas muy guapa.

—Por supuesto que sí, —intervino mamá—. ¿Qué esperabas?

—Mamá, —siseé, disparándole una mirada matadora sobre mi hombro.

Ella se encogió de hombros. —Hola, Gas, —dijo, saludando—. Soy Gina, la madre de Lali. Lo sé, parezco más su hermana, ¿cierto? —Rechiné mis dientes. Gas rió.

—Diviértanse, —dijo mamá, besándome en la mejilla—. Voy a embalar algunas de mis cosas que todavía siguen aquí, pero voy a hablar en un centro de retiro en Oak Hill el sábado, así que me quedaré en un hotel el fin de semana. Comeremos juntas el almuerzo mañana y así obtendré todos los detalles.

Me empujó fuera por la puerta antes de que pudiera discutir esto, y luego estaba sola en el porche con Gas.

—Es graciosa —Dijo él.

—Está loca —Murmuré yo.

— ¿Qué clase de charlas dan? ¿Dijo que iba a una casa de retiro?

—Oh. Ella escribió un libro sobre autoestima. —Miré de regreso hacia la casa, viendo a través de la ventana como mi mamá se movía, dirigiéndose a la habitación donde solía dormir, preparada para embalar las pocas cosas que había dejado atrás. Nunca me había dado cuenta de la ironía ahora. Por los últimos meses, había estado luchando con mi propia autoestima mientras mi madre le enseñaba a otros como mejorar las suyas. Quizás si hubiera hablado con ella. No me hubiera tomado tanto tiempo resolver las cosas. — Habla con gente alrededor del país acerca de aprender a aceptarse a sí mismos.

—Suena un trabajo divertido —Dijo Gas.

—Quizás.

Él sonrió, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura y guiándome fuera del porche.

Suspiré y me solté para entrar en el coche.

1 comentario:

  1. Esta buenisima...ojalas lali reaccione luego ...espero el proximo capi

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