lunes, 30 de noviembre de 2015

capitulo 9



Peter


Cálculo. ¿Por qué demonios acepté tomar cálculo? Superar esta clase sería un milagro.

 Mantener mis calificaciones era parte del trato para mi beca. Si fallaba una clase, luego la perdía. No podía perder esta. Si jugaba esta temporada de la forma en que jugué la anterior, debería tener cubiertos mis próximos dos años en una universidad estatal. Primero tenía que pasar esta clase. Había estado aplazándola. Era hora de enfrentarla.

 Al entrar en la habitación, busqué rápidamente un escritorio cerca de la parte delantera. En su lugar, mis ojos se encontraron con Lali. Reía de algo que le decía otra chica, mientras un tipo se apoyaba sobre su escritorio mirando directamente hacia abajo, a su camisa mientras se reía de lo mismo. Cabrón. 


Lali se encontraba lo suficientemente cerca de la parte delantera. Unas chicas me llamaron mientras caminaba hacia ella, pero las ignoré. Mantuve mi enfoque en Lali. Sus ojos se alzaron para encontrarse con los míos mientras me dirigía a ella. La sonrisa en sus labios se tambaleó. Trataba de mantener su distancia, porque era lista. Yo era un idiota por no permitirlo. Debería dejarla huir, pero cada pequeño centímetro que se retiraba la confundía. Era un estúpido. Sin embargo, esta comprensión no me iba a impedir que me sentara a su lado. El otro tipo tenía que retroceder de una puta vez. Sus ojos miraban lugares que no debería mirar. Lali necesitaba un maldito guardaespaldas. 

—Oye, Peter. —La morena que hizo reír a Lali fue la primera en saludarme. 

El tono de arrullo de su voz me resultaba familiar. Le interesaba. Sabía cómo era yo, y todavía se hallaba dispuesta. Recibía mucho de eso. Le di una pequeña sonrisa y asentí, pero no quité mis ojos de Lali. 

—Hola, Lali —dije mientras tomaba asiento al otro lado suyo.

 —Peter. Uh. Hola. —Esperaba esa respuesta nerviosa. No me quería cerca. No podía culparla u ofenderme. 
  
—¿Tomas cálculo en el primer semestre de universidad? Me impresionas. He estado aplazándolo.

 Lali se encogió de hombros. 

—Me gustan las matemáticas. 

El cálculo no era matemática. Era un jodido experimento de ciencia que salió mal. Empecé a contestar cuando el tipo de pie a su lado se aclaró la garganta. Levanté la vista hacia él con un gruñido molesto. ¿Por qué seguía allí? 

—Tomaste mi asiento —dijo. 

Eso me hizo sonreír.

 —Entonces supongo que deberías haber estado sentado en él. 

Regresé mi atención a Lali, cuyas brillantes mejillas color rosa me dijeron que esto la avergonzaba. No quería hacer eso. 

—Es posible que necesite ayuda. Me alegro de que seas buena con los números —le dije, echándome hacia atrás y poniéndome cómodo. 

El tipo empezó a decir algo más y estreché los ojos en su dirección con una advertencia silenciosa. No me movería, pero seguro que sí movería su culo. Dejó escapar un suspiro fuerte y se apartó. Chico listo. 

—¿Qué estás haciendo, Peter? —susurró Lali mientras se inclinaba sobre mí. 

—¿Qué es lo que quieres decir exactamente, Lali? 

—Sabes lo que quiero decir. ¿Por qué estás sentado aquí? Pensé que habíamos acordado mantener nuestra distancia. Después de... todo. 

No quería mantener mi distancia. Puede que no llegara a tenerla de nuevo, pero me gustaba estar cerca de ella. Me hacía feliz. Hacía que la oscuridad no pareciera demasiado asfixiante.

 —Quiero que seamos amigos —le expliqué, observándola masticar su labio inferior con nerviosismo. 

—¿Cómo podemos hacerlo?—preguntó en voz baja. 

No tenía ni idea. Todo lo que quería hacer era abrazarla y conservarla. Sin embargo, no era una opción. 

—Simplemente lo hacemos. 

La mirada de preocupación en sus ojos me hizo sentir culpable. Le pedía algo para lo que no estaba preparada. Pero yo lo necesitaba. 

—De acuerdo. Si eso es lo que quieres —respondió finalmente.

 El profesor entró y empezó a hablar, así que nuestra conversación terminó. Por ahora. No me miró durante toda la clase y tuve problemas en mirar algo que no sea ella. ¿El recuerdo de lo que hicimos iba a volverme loco? Normalmente, una vez que me acostaba con una chica y superaba cualquier atracción, seguía adelante. Pero algo en Lali me retenía. ¿Fue porque estaba borracho y los recuerdos son tan borrosos?  
                                               
                                                  ***  


Cuando terminó la clase, Lali se puso de pie rápidamente, agarró sus libros y los metió en su mochila. Tenía prisa por alejarse de mí. No era lo que quería. 

—¿Tienes otra clase? —pregunté, poniéndome de pie y estirándome. 

Lali me miró y sus ojos se concentraron en la parte baja de mi estómago. Bajé los brazos lentamente y mi camisa volvió a cubrir el trozo de piel que había estado mirando. El brillo apreciativo en sus ojos me hizo querer tirar la maldita camisa. Si eso era lo que se necesitaba para mantener su atención, lo haría. 

—Um, yo… eh… no. En este momento no —balbuceó mientras se ponía su mochila más arriba en el hombro. 

—¿Quieres ir a tomar un café? Esta mañana no tuve tiempo para uno. 

Lali miró hacia la puerta y la chica con la que había estado hablando antes de la clase se quedó esperándola. 

—Iba a la biblioteca, pero no me importaría un poco de cafeína primero —contestó, mirándome.

 Sí. Había cedido bastante fácil. 

—¿Podemos ir solos? Quería hablar contigo sobre algunas cosas. 

Sus ojos se abrieron un poco y pude ver la comprensión. ¿Quería hacer como si no hubiera pasado nada? Yo no iba a ser capaz de hacerlo. 

—Está bien. Déjame ir a decirle a Vale que me reuniré con ella más tarde.    


  
Lali 

¿Por qué hacía esto? Me merecía el premio a la estupidez. Pero, ¿cómo se supone que una chica diga que no a sus bonitos ojos verdes? Era imposible. 

Cuando se proponía llamar tu atención, era increíblemente difícil de ignorar. No se hallaba en paz con lo que pasó entre nosotros. Sabía de qué se trataba todo esto. Necesitaba sentirse bien con todo.

 Él y Gas eran cercanos. Probablemente se sintió culpable. Cuanto antes alivie su culpa, más pronto que podría distanciarme. Esto de ser amigos no era lo que quería. No era amigo de las chicas. Tenía amigos. Un montón de amigos. Ninguno de ellos eran mujeres.

 Una vez que estuvimos fuera del edificio de matemáticas, agarré su brazo y lo aparté de la multitud y lo puse bajo un roble. No había necesidad de que fuéramos a tomar un café y fingir. Sólo le daría la oportunidad de meterse más debajo de mi piel. 

—Escucha, sé lo que te preocupa. Lo entiendo. Se trata de Gas. Así que lo que necesites que haga para aliviar tu conciencia y así puedas seguir con tu feliz y despreocupada vida, sólo dímelo. No pretendamos que seremos amigos. Porque, sinceramente, no puedo ser tu amiga. Nunca funcionaría. 

Se quedó en silencio mirándome cuando mi pequeña “aclaración” se convirtió en un discurso en toda regla. No tenía intención de dejarme llevar, pero lo hice. Me volvía loca mirarlo y sentir que mi cuerpo se excitaba por su cercanía. ¿Qué tenía este chico que me hacía odiarlo? 

—No se trata de Gas. Desearía tanto que fuera eso. Pero no lo es. —Extendió la mano, la puso en mi cintura y me acercó más a él.

 Oh Dios... No era lo que esperaba

—No puedo dejar de pensar en ti, Lali. Trato. Trato todo el maldito tiempo, pero no puedo. 

Vaya. Mis rodillas se sintieron un poco débiles. 

—Quiero estar cerca de ti. No logro mantenerme alejado. 

Vaya al doble. No podía formar palabras en este momento. Una hebra de su cabello castaño pálido cayó en su ojo y yo quería meterlo detrás de su oreja. Tocarlo. Pero no lo hice. Me acercó más.

 —¿Podemos ser amigos? ¿Me perdonas por esa noche? 

La palabra “amigos” regresó una vez más. Odiaba esa palabra. Nunca había sido amiga de alguien que aceleraba mi corazón y hacía hormiguear mi cuerpo. ¿Cómo podría manejar ese tipo de relación? 

—Podemos tratar —dije ahogadamente. 
  
Su mano se deslizó detrás de mi espalda y se instaló en la curva por encima de mi trasero. Los amigos no hacían eso. No hacía un buen trabajo con esta cosa de ser amigos. 

—Voy a ser bueno. Te lo prometo. Voy a ser el maldito mejor amigo que hayas tenido. —Su voz se redujo a un susurro ronco. Me estremecí por el sonido sexy—. Mmm, voy a tener que trabajar en ello —agregó—. Sentirte temblar. Me gusta. Voy a querer sentirlo más. 

Tragué saliva e intenté controlar la emoción en mi voz. 

—Los amigos no se acercan tanto, Peter —dije y empecé a dar un paso atrás cuando me jaló con fuerza hacia él. 

—No, Lali, no lo hacen. Pero no puedo dejar de quererte cerca. ¿Podemos ser amigos cercanos? —preguntó, bajando la cabeza hasta que su aliento cálido cosquilleó mi oreja. Cerrando los ojos con fuerza, agarré sus brazos para mantenerme firme. ¿Qué hacía?—. Me gustas cerca. Muy cerca. 

—¿Te has vuelto jodidamente loco? —La voz de Tincho rompió el hechizo en el que había caído y encontré la fuerza para separarme de él. 

—No te metas en esto, Tincho —gruñó, volviendo sus ojos entrecerrados a Tincho.

 —¿Y dejar que hagas que te golpeen hasta morir? Porque si la tocas, ninguno de tus amigos te van a cubrir la espalda cuando Gas te mate. 

—Dije que no te metas en lo que no te importa. 

Tincho sonrió y negó con la cabeza. 

—No voy a hacer eso. Puedes ir a buscar a otra amiga con derecho. Mariana está fuera de los límites. La lastimas y luego lastimas a Rochy. No puedo dejar que suceda eso. Así que ya ves, esto se vuelve personal.

 Tincho siempre había sido protector con Rochy. Habían crecido juntos y eran mejores amigos. Gas tuvo problemas con él algunas veces, pero con el tiempo comenzó a aceptarlo. Sobre todo porque Tincho se enamoró de Eva.

 —Somos amigos. Déjalo estar. —Se volvió para enfrentar Tincho. Esto no se veía bien.

 —Tincho, tiene razón. Somos sólo amigos. Déjalo. No somos y nunca seremos nada más que amigos. Lo prometo.

 Movió la mirada de Peter a mí. La preocupación y la incredulidad en sus ojos cuando se encontró con mi mirada suplicante fue difícil de no ver. No nos creía. Pero esto no era asunto suyo.

 —Bien —arrastró las palabras—, pero me aseguraré que siga siendo así. 

Peter apretó los puños a sus lados. 
  
—Lo será —le aseguré. 

Me dio un último movimiento de cabeza, luego se volvió y se dirigió hacia el edificio de matemáticas del que acabábamos de salir.

 —Y esa es una de las muchas razones por las que podría ser un problema que seamos amigos. Todo el mundo sabe que no eres amigo de las chicas.—No era como si pudiéramos decirles que ya nos habíamos acostado y superado. 

—Tincho es la última persona en la tierra del que necesitamos tomar un consejo. Claro, nunca he sido amigo de una chica, pero nunca ha habido nadie de quien quisiera ser amigo. Eres diferente. Quiero mantenerte cerca. 

Yo no iba a hacer lo correcto. Iba a hacer una estupidez.

 —Está bien. Seremos amigos. 

El rostro de Peter se iluminó con una gran sonrisa que hizo que mi estúpida decisión pareciera brillante en el momento. 

—¿Podemos ir a buscar ese café? —preguntó. 

—Claro. Lidera el camino —le contesté.  


                                            ***

  
Varias chicas nos miraron mientras caminábamos por la calle a la cafetería del campus. Hizo un buen trabajo ignorándolas. Lo conocía lo suficiente como para saber que normalmente no las ignoraba del todo. Generalmente les daba un rápido vistazo y decidía si le interesaban o no.

 —¿Qué quieres beber? —preguntó mientras nos llevaba dentro, hacia una mesa en la parte trasera. 

—Una de esas cosas de café con hielo. Cualquier cosa que sea mocha. —Todavía no había probado las opciones de café aquí, así que no tenía un pedido específico.

 —Yo me encargo. La bebida más femenina que tengan —respondió con un guiño y se volvió para dirigirse a la barra para ordenar. 

No había mucha gente en el interior. Varios se encontraban fuera bajo las sombrillas, pero dentro se hallaba casi vacío. Mi teléfono sonó, alertándome de un mensaje de texto. Sacando de mi teléfono, bajé la mirada para ver que Vale me recordaba que teníamos grupo de estudio de economía esta noche. Cuando una clase viene con un tutor incorporado para ayudarte, pues sabes que estás en problemas. Tenía la intención de estar en cada grupo de estudio que ofreciera el tutor. 
  
—Se llama Ice Rageous, para futuros pedidos —dijo mientras ponía delante de mí una bebida cubierta con crema batida y caramelo. 

—Gracias —contesté mientras lo veía hundirse en el asiento frente a mí. 

—También puedes pedir la “bebida femenina" y el hombre detrás del mostrador sabrá lo que quieres decir. —El tono burlón de su voz me hizo reír.

 Nunca había tenido una conversación real con Peter que no implicara pre-sexo o drama. Esto era agradable. 

—Lo tendré en cuenta. 

Tomó un sorbo de su café y se reclinó hacia delante sobre sus codos, mirándome. 

—¿Por qué te pongo nerviosa, Lali? 

¿Por qué me ponía nerviosa? ¿Cómo se suponía que debía responder a eso? Tal vez porque había estado loca por él durante años, le había dado mi virginidad y era precioso. 

—No es así. Bueno, quiero decir, sí, pero en realidad nunca hemos hablado antes. No de esta manera. 

Puso su taza sobre la mesa, pero sus ojos nunca dejaron mi cara.

 — Entonces ¿por qué saliste del club conmigo? No puedo olvidarlo. Siempre vuelvo al hecho de que saliste de ahí conmigo. ¿Por qué? 

Si íbamos a ser amigos, tenía que ser sincera con él. Al menos lo más sincera posible. Me esforzaba por superarlo, así que no sería una completa mentira. 

—Estaba enamorada de ti. Lo había estado durante años. Quería ser a quien llevaras a casa esa noche. No sucedió eso. Lo hicimos en tu jeep y luego me arrastraste al almacén. Superé mi enamoramiento después de esa noche. 

No era exactamente la verdad, pero bastante cerca. No necesitaba los detalles sangrientos. O saber que todavía lo utilizaba como fuente de inspiración de noche cuando necesitaba sentirlo otra vez. No compartiría ese pedazo de información. 

—¿Estabas enamorada de mí? —repitió y murmuró una maldición—. Lali, lo siento mucho. Ojalá hubiera estado sobrio. 

Me reí por primera vez desde que habíamos empezado esta incómoda conversación. 

—Si hubieras estado sobrio, seguiría viviendo en mi mundo de fantasía en el que un día me verías y también me querrías. Esa noche por fin me deshice de esa ilusión. 

—Esa noche descubriste que eras demasiado buena para mí. —La mirada tensa y dolorida de Peter me confundió. 

—No, me di cuenta de que nunca voy a ser “esa chica”, del tipo que te atrae. Estoy bien con eso. 
  
Se acercó y tomó mi barbilla en sus manos y me levantó la cara hasta que mis ojos se encontraron con los suyos. 

—Hay un montón de cosas que no soy. Pero créeme cuando te digo que estoy más atraído por ti de lo que es seguro para nosotros.

 —¡Oye, Mariana! —nos interrumpió alguien—. No te he visto en mucho tiempo. Y Peter Lanzani, deja a la hermanita de Gas antes de que te abofetee por ella. —Luna, la prima de Agus y la puta de la ciudad, sacó la silla del otro lado de Preter. 

—Hola, Luna —respondí. 

—Vete, Luna —dijo en un tono molesto cuando su mano dejó mi cara. 

—Muy delicado. Cálmate, casanova. Vas en la dirección equivocada con ella. No es tu tipo. 

—Ya lo sé. Somos amigos —espetó, recostándose en su silla y tomando un trago de su café.

 —Dejaste de venir a Live Bay y beber conmigo, Mariana. Me preguntaba qué te pasó. Tuvimos un par de noches de diversión —dijo Luna, sonriéndome con un brillo travieso en sus ojos.

 Ese verano después de que Peter me dejara en ese almacén, había hecho todo lo posible para llamar su atención, incluyendo beber y salir de fiesta con Luna. Pero una noche, cuando un hombre se pasó demasiado con las manos y Agus apareció y golpeó su rostro, fue mi última noche con Luna.

 Había sido la llamada de atención que necesitaba. No era esa clase de chica. Nunca lo sería. Y ninguna cantidad de fiestas iban a hacer que me mirara de nuevo. Había tenido lo que deseaba.

 —Sí, he estado ocupada —le contesté. 

—¿No ibas a ir a la universidad fuera? ¿Auburn o alguna loca mierda así? La razón principal por la que no fui, se encontraba sentado frente a mí, escuchando cada palabra de lo que decía. 

—Sí pero no quería perderme la planificación de la boda de Gas y Rochy. Y mi mamá todavía me necesita. No está lista para que la deje. Especialmente con el casamiento de Gas.

 —¿Estás segura de eso? —preguntó Luna con una mirada de complicidad en su rostro.

 Probablemente le dije algo que no debería una de las noches que bebí demasiado. Maldición. No había pensado en eso. Tal vez mi pequeño secreto no era tan secreto como creía. No era mejor que Peter. Agus sabía algo. Ahora Luna. Mierda.

 —Estoy segura —contesté con una sonrisa forzada. 
  
—Si terminaste con las veinte preguntas, Luna, hablábamos de cálculo. Puedes irte —dijo, dejando su taza sobre la mesa. 

Sus dedos largos y bronceados envueltos alrededor de ella me hicieron pensar en las otras cosas que le sentí hacer con esas manos. 

—Cálculo mi culo —respondió Luna, poniéndose de pie—. Normalmente no regresas a donde ya has estado.

 El gesto molesto de Peter se transformó en una mirada furiosa y lentamente se puso de pie. 

—Lo que sea que crees que sabes, no lo sabes. No me importa quién sea tu primo. Amigo o no. No vas a repetir nada de esto a nadie. 

Luna levantó las cejas y chocaron miradas. 

—Jamás lo iba repetir. Pero no porque tu lamentable culo me amenace, sino porque me gusta Mariana. Esa es la única razón. Porque, Peter Lanzani, me encantaría verte colgado de las bolas. —Luna volvió la mirada hacia mí y me sonrió—. Te veo por ahí, Mariana. 

Asentí, pero tuve miedo de decir algo más. Yo, obviamente, le había dicho a Luna sobre Peter y yo. Esto era humillante. ¿A quién más le conté en mis pocas semanas de embriaguez? Luna se dio la vuelta y se pavoneó por la puerta. Tomó todo mi valor mirar a Peter de nuevo. Estudiaba su taza de café. Supongo que también se preguntaba a quién más le había contado. 

—No puedo creer que ganaras la lealtad de esa. Es una perra malvada —dijo finalmente, levantando la mirada para encontrarse con la mía ansiosa. 

Me encogí de hombros. No me encontraba segura de cómo había conseguido eso. Pero nos unimos mientras bebíamos. Extraño pero cierto. 

—Luna es incomprendida. Eso es todo.

 Se rió entre dientes.

 —No, Lali. Luna es una zorra manipuladora y confabuladora. No hace amiga mujeres. Nunca. 

—No es tan mala —le contesté, necesitando defenderla. Levantó una ceja y torció la taza entorno a sus manos mientras sostenía mi mirada. 

—Nos pondremos de acuerdo en no estar de acuerdo. ¿Qué tal? 

Asentí. Dejó escapar un suspiro de cansancio. 

—No sabía que tus episodios borrachos de este verano fueran con Luna. Pensé que esas dos veces que te encontré y te llevé a casa eran casualidades. Eso fue tu intento de rebeldía.

 —Sí. Me di cuenta bastante rápido que no era para mí. 

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó. 
  
Sabía que no se hallaba preparado para esta respuesta. No quería darle algo más sobre que sentirse culpable. En cambio, me encogí de hombros, alcancé mi bebida y tomé un sorbo a través del sorbete.

 —Por favor, dime que no fue a causa de lo que hice... 

No quería mentirle, pero este era uno de esos casos en los que la mentira era la mejor política. 

—No, Peter. No tenía nada que ver contigo. 

El alivio en su rostro hizo que me alegrara de haberle mentido.

 —¿Tienes alguna clase más hoy? —preguntó.

 No. Iba con Rochy a escoger los vestidos de dama de honor y llevaríamos a Luz con nosotras para encontrarle un vestido.

 —No, este es mi día más relajado de la semana. 

Peter metió un mechón de pelo detrás de su oreja. 

—Tengo que ir al gimnasio a trabajar con el equipo, pero ¿quieres hacer algo más tarde? ¿Tal vez ayudarme a entender qué demonios hicimos en la clase de hoy? Compraré comida. 

Se encontraba decidido a hacer esto de ser amigos y también recibir tutoría gratuita. Por mucho que quisiera pasar tiempo con él, sabía que estaba mal. 

—No puedo. Me voy con Rochy y Luz a elegir vestidos de dama de honor. 

Movió la cabeza hacia un lado y me llamó la atención el pelo rubio que le rozó los hombros. Parecía uno de esos modelos retocados en una revista. Ningún hombre debería verse tan perfecto. No era justo. 

—¿Y después? Las tiendas cierran a las seis. Debes estar libre entonces.

 Eso era cierto. Probablemente estaría en casa incluso antes de eso, pero tenía que tener un poco de auto-preservación. 

—Sí, pero esta noche tengo un grupo de estudio de economía —dije, deslizando mi bolso sobre mi hombro. 

Tenía que ir a lo de Rochy y Gas para recogerla y a Luz. Y necesitaba salir de aquí antes de que Peter me convenciera de renunciar a mi sentido común. 

—De acuerdo —respondió.

 Se echó hacia atrás en su silla y me miró con esos sexys y deseables ojos. Con un firme asentimiento, dije—: Nos vemos. —Antes de caminar rápidamente hacia la puerta.   


PD; LAS QUIERO Y COMENTEN

5 comentarios:

  1. Culoooooooo subi ya los capítulos , porque si no te pateare el trasero tan fuerte que lo sentirás en la garganta mi pie ,sabes que lo digo con mucho Love

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  2. Sigue te olvidaste de la maraton

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  3. Amigos ...jajajajjaja.
    Una d sus intenciones será k ningún chico se le acerque.
    Cuantas trabas ,todos los amigos d gas ,están para defenderla.

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