martes, 10 de noviembre de 2015

Prologo







—Bueno, pero sí es la pequeña Lali, arreglada y viniendo a jugar. 

El agua que había estado sorbiendo, eligió ese momento para ahogarme. Cubriéndome la boca para amortiguar mi tos seca, me alejé del aliento cálido contra mi oreja. 

Había aparecido aquí esta noche por una razón: ver a Peter Lanzani. ¿No era mi suerte que cuando finalmente decidía darse cuenta de que vivía, comenzaba a toser locamente? La sonrisa divertida de Peter mientras me palmeaba la espalda no ayudó para nada a mi humillación. 

—Lo siento, Lali, no sabía que mi presencia te haría ahogarte.

 Una vez que fui capaz de hablar de nuevo, me di la vuelta para mirar al chico que hacía una gran aparición en mis fantasías nocturnas durante el último par de años. 

Todo el embellecimiento que había soportado para lucir irresistible esta noche era inútil. Peter me sonreía. Como siempre. Lo divertía. No me veía como nada más que la hermanita inocente de su mejor amigo, Gaston Dalmau. Era un cliché.

 ¿Cuántas novelas románticas malas leí sobre la chica que se enamora desesperadamente del mejor amigo de su hermano? Innumerables.

 —Me sobresaltaste. —Quería explicar mi repentino ataque de tos.

 Peter inclinó la botella de cerveza hacia sus labios y tomó un trago mientras mantenía los ojos fijos en mí. 

—¿Estás segura de que no fue mi voz increíblemente sexy susurrando en tu oído lo que causó tu momentánea falta de oxígeno? 

Sí, probablemente fue eso. Pero el chico sabía que era hermoso. No iba a agrandar su ego. Cruzando los brazos sobre mi estómago, tomé una pose defensiva. Nunca sabía cómo o qué decirle a Peter. 

Me sentía tan temerosa de que me mirara a los ojos y supiera que los cerraba por las noches y me imaginaba hacerle cosas bastante malas a su cuerpo. 

—Diablos, Lali —dijo en una voz baja y rasposa mientras sus ojos descendían a mis pechos.

 Llevaba una blusa blanca de escote bajo y muy buen sostén de copas, con la esperanza de al menos conseguir que Peter viera que mi cuerpo se desarrolló. Además, sabía que tenía fijación por los senos. 

Era obvio por las chicas con las que había salido... bueno, en 
realidad no salía. Sólo se las follaba. Mis pechos no eran grandes, pero un sostén que me los levantara y una buena postura, y no estaban tan mal. 

—Es muy linda la blusa que tienes puesta.

 Me miraba de verdad. O a ellas —pero eran parte de mí, así que era lo mismo.

 —Gracias —respondí en una voz normal que traicionaba el hecho de que ahora respiraba un poco rápido.

 Peter dio otro paso hacia mí, cerrando la pequeña distancia que nos separaba. Sus ojos seguían dirigidos a mi escote, que había levantado en completa visibilidad. 

—A lo mejor usar una blusa como esa no es muy inteligente, Lali. —Su voz profunda me hizo temblar—. Oh, diablos, chica, no hagas eso. No tiembles. 

Una gran mano tocó mi cintura. Su pulgar frotó contra mi estómago y gentilmente empujó el borde de mi blusa hacia arriba.

 —He estado tomando desde las cuatro, cariño. Tienes que empujarme y enviarme lejos, porque no creo que pueda detener esto. 

Un suave gemido. Oh, sí. ¿Debería comenzar a rogar? 

Peter levantó la mirada para encontrarse con la mía. Su largo y claro cabello castaño, en el que todas las chicas querían meter las manos, cayó sobre uno de sus ojos. No pude evitarlo. Levanté la mano y metí el mechón suelto detrás de su oreja. Cerró los ojos e hizo un pequeño sonido de satisfacción con su garganta.

 —Lali, eres dulce, tan jodidamente dulce, y no soy el tipo de chico al que se supone que dejes acercarte tanto. —Su voz era casi un susurro mientras sus ojos penetraban en los míos. Podía ver la leve miraba vidriosa que confirmaba que había bebido mucho. 

—Soy una chica grande. Puedo decidir a quién dejo acercarse — respondí, cambiando de lado mis caderas para que tuviese una mejor vista directamente bajo mi blusa si quisiera.

 —Mmm, ya veo, aquí es donde creo que podrías estar equivocada, porque pequeños cuerpos intactos como el tuyo, todos frescos y dulces, no deberían tentar a chicos que sólo buscan otra caliente follada.

 Algo acerca de escuchar a Peter Lanzani decir “follar” con esos labios llenos era bastante excitante. Era demasiado lindo. Siempre lo había sido. Sus pestañas eran muy largas, su cara demasiado esculpida y, si sumabas eso con sus labios y cabello, obtenías un paquete letal. 

—A lo mejor no estoy tan intacta como piensas —dije, esperando que no detectara la mentira.

 Quería ser una de esas chicas malas a las que a él no le importaba tomar en una habitación trasera contra una pared. Peter bajó la boca para apenas rozar la piel de mi hombro, que se revelaba por la blusa que elegí.

 —¿Me dices que han jugado con estas dulzuras? 
  
No.

 —Sí —respondí. 

—Da un paseo conmigo —pidió cerca de mi oreja mientras sus dientes presionaban gentilmente en mi lóbulo.

 —Está bien.

 Peter se movió hacia atrás y asintió hacia la puerta. 

—Vamos. Esa probablemente no era muy buena idea.

 Si Nico, Vico o cualquiera de los amigos de mi hermano nos veían yéndonos juntos, impedirían que pasara algo. 

Y quería que pasara algo.

 Estar sola bajo mis sábanas pensando en Peter Lanzani se hacía cansino. Quería al hombre de verdad. Me preguntaba por qué Peter no pensó sobre nuestra salida. ¿Quería que los chicos nos detuvieran? 

Miré a su mesa usual, y Nico no nos prestaba atención. Vico me guiñó un ojo y luego regresó a hablar con una chica. Miré de vuelta al barman. 

—Primero tengo que pagar mi cuenta. 

Peter me empujó hacia la puerta. 

—Yo me encargo de tu cuenta. Ve y sube a mi Jeep.

 Vale. Sí. Quería subirme en su jeep. Eso también nos haría salir por separado. Asintiendo, me apresuré a la puerta, pensando que podía acabar de ganar la lotería. Mirando alrededor del estacionamiento, busqué el jeep de Peter.

 Cuando no lo vi en el frente, me encaminé hacia la parte trasera del edificio para ver si lo estacionó allí atrás. La mayoría de las personas no lo hacían porque ahí no había luces. Caminando en la oscuridad me pregunté si esto era inteligente. Una chica de verdad no debería estar ahí afuera sola en la noche. A lo mejor sólo debía regresar a la parte del estacionamiento donde había buena iluminación.

 —No te eches atrás. Ya me estoy volviendo medio loco pensando en esto. —La mano de Peter rodeó mi cintura y me atrajo a su pecho. 

Sus manos se deslizaron hacia arriba y cubrieron mis pechos, apretándolos y luego tirando de mi blusa hasta que estuvo lo suficientemente baja para poder sentir la piel expuesta del escote. 

—Dulce dios todopoderoso, las de verdad se sienten tan jodidamente bien —murmuró.

 No podía respirar profundo. Las manos de Peter me tocaban. Quería que tocara más. Levantando las manos, deshice los botones de mi camisa y la dejé caer. Encontré el broche frontal de mi sostén y rápidamente lo solté antes de que pudiera arrepentirme. 

Nos encontrábamos en el medio de un estacionamiento bastante oscuro y me comportaba como una completa zorra. 
  
—Diablos, nena. Sube tu trasero a mi jeep —gruñó Peter mientas me empujaba hacia delante unos pasos más, y luego dirigiendo mis caderas me giró a la izquierda. Su jeep apareció frente a nosotros.

 Estaba bastante segura de que no podíamos hacer esto en un jeep. 

—¿Podemos, uh, hacer esto aquí? —pregunté mientras me giraba para encararlo. Incluso en la oscuridad, se imponía su cabello claro. Sus párpados bajaron y esas largas pestañas casi le rozaban las mejillas.

 —¿Hacer qué, nena? ¿Qué es lo que quieres hacer? Porque el que me mostraras estos hermosos pechos me está volviendo un poco loco. —Me presionó contra su jeep mientras bajaba la cabeza y tomaba uno de mis pezones en su boca y chupaba fuerte antes de mover su lengua. 

Nadie me había besado los senos. La explosión inmediata que fue directa a mis bragas mientras gritaba su nombre no fue a propósito. Mi cabeza se presionó hacia atrás en la ventana del Jeep y mis rodillas se rindieron completamente. Las manos de Peter, que me sostenían firmemente, evitaron que terminara hecha un montón en la grava. 

—Joder —gruñó Peter y comencé a disculparme cuando sus manos tomaron mi trasero y me levantaron.

 Tomé sus hombros y enredé las piernas alrededor de su cintura, temerosa de que me dejara caer. 

—¿Adónde vamos? —pregunté mientras nos adentrábamos más en el estacionamiento. 

¿Lo había enojado? 

—Estoy llevando tu trasero aquí para poder quitarte la ropa y enterrar mi polla en ese pequeño coño. No puedes hacer una mierda como esa, Lali y esperar que un chico se controle. Esto no funciona jodidamente así, pequeña. 

Iba a “follarme”. Por fin. No era exactamente como quería que se refiriera a esto cuando finalmente lo hiciéramos, pero Peter no era de los de rosas y luces de velas. Era todo sobre el placer. Lo sabía. Peter extendió la mano y abrió la puerta detrás de mí. Entramos en una habitación oscura y un poco fría. 

—¿Dónde estamos? —pregunté mientras me sentaba en una caja. 

—Fuera de la unidad de almacenaje. Está bien. La he usado antes.

 ¿La había usado antes? Oh. Apenas podía verlo, pero sabía por las sombras de sus movimientos que se quitaba la ropa. Primero su camisa. Quería ver su pecho. Había escuchado chicas soltando risillas sobre esto en la ciudad; decían que tenía uno de los abdómenes más duros y marcados que habían visto.

 El rumor era que incluso la señora Gunner, la esposa de uno de los miembros del consejo de la ciudad, había dormido con Peter. Aunque no lo creía. Era demasiado joven para tener sexo con alguien de su edad. 
  
Escuché un crujido y comencé a preguntar qué hacía cuando me di cuenta —había abierto un envoltorio de condón. Sus manos comenzaron a recorrer el interior de mis piernas, y no me importó mucho lo de la señora Gunner o los demás rumores que escuché sobre su vida sexual. 

—Abre. —Su rasposa demanda tuvo un efecto de deseo. 

Abrí las piernas.

 Sus manos se deslizaron justo por encima del borde de mis bragas. Con un dedo recorrió el centro de mi calidez hacia abajo—. Estas bragas están jodidamente húmedas. 

La aprobación en su voz aligeró la vergüenza en la que podría haber caído por un comentario como ese. Sus dos manos bajaron mis bragas hasta que estuvieron en mis tobillos. Peter se arrodilló y sacó cada uno de mis tacones por los agujeros. Luego se puso de pie y se inclinó sobre mí.

 —Me quedaré con esto.

 ¿Mis bragas?

 —Recuéstate —dijo mientras su cuerpo se colocaba encima de mí. 

Tanteé hacia atrás para asegurarme de que la caja era lo suficientemente grande para poder acostarme de espaldas.

 —Tienes bastante espacio, Lali. Acuéstate —repitió Peter.

 No quería que cambiara de opinión o se pusiera sobrio, por lo que hice lo que dijo. El cartón era fuerte y lleno de algo firme y pesado, porque ni siquiera lo hundimos. Peter bajó su boca hacia la mía y me preparaba para nuestro primer beso cuando se detuvo.

 Sus labios se quedaron colgando sobre mí sólo por un segundo antes de que se alejara y comenzara a besarme el cuello. ¿Que acababa de pasar? ¿Tenía mal aliento? Me acababa de comer una menta dentro del bar. Las pequeñas lamidas y mordisquitos me hicieron difícil pensar con claridad sobre esto. Luego sus caderas descendieron y sus manos empujaron mi falda alrededor de mi cintura. No tuve mucho tiempo para prepararme antes de que estuviera presionando contra mi entrada. 

—Apretado, joder, joder, está tan apretado —susurró Peter, y su cuerpo tembló sobre mí, haciendo el agudo dolor entre mis piernas un poco más soportable—. No puedo contenerme, Lali. Joder... No puedo. 

El dolor me atravesó y grité y me sacudí debajo de él. Maldijo mientras decía mi nombre y se deslizaba dentro y fuera de mí. El dolor poco a poco comenzó a ceder y sentí el primer temblor de placer. 
  
—AHHH, mierda —gritó Peter y su cuerpo se sacudió sobre mí.

 No estaba exactamente segura de lo que acababa de pasar, pero por los gemidos provenientes de él, lo disfrutó. Cuando no volvió a moverse y su dura longitud dentro de mí comenzó a irse, me di cuenta de que había terminado. 

Peter se alejó y lentamente salió de mí mientras murmuraba más maldiciones. Se movió, y, por lo que pude ver, se colocaba la camisa. ¿Ya? Me senté y me bajé la falda. El hecho de que me encontraba exhibida de pronto importaba. Cuando escuché la cremallera de sus vaqueros, rápidamente me abroché el sostén y comencé a abotonarme la blusa.

 —Lali. —Su voz sonaba triste—. Lo siento. 

Abrí la boca para preguntarle por qué, porque lo que acabábamos de hacer yo lo había pedido, cuando abrió la puerta y salió hacia la oscuridad.   


Realmente me siento bastante identificada con esta historia ..por que ustedes dirán ...por que Lali lo sigue si es un idiota?...bueno eso es muy cierto por que Peter solo busca sexo ..pero que si hay algo mas en el que si no solo es el chico de la reputación?

Todos están en contra de que una vaya tras algo que no vale la pena pero sin duda es solo tu corazón el que decide hasta que punto llegar  ...quieren ver si Lali realmente esta en lo cierto al ver mas que una cara bonita?

Pd: me siento identificada por que digamos que algo de lali hay en cuento a mi historia de amor jkjkj 

PD2: las quiero y comenten  

4 comentarios:

  1. Aaaa ahoßa quiero saber sobre tú historia Jajajaja más más

    ResponderEliminar
  2. Yo creo que Lali, quiso eso y por eso lo hizo, pero me emputa que Peter no haya actuado mejor con Lali porque es la hermana de sí amigo, yo quisiera que Lali después de esto sea una chica nueva y que ahora ella este en plan de caza

    ResponderEliminar
  3. Uhh hasta yo lo siento por lali.
    Pero peter como que pudo tratarla mejor!!!!!!

    ResponderEliminar
  4. Peter le dice lo siento xk se da cuenta k ella perdió su virginidad ,en aquel lugar,d esa manera ,y con él.

    ResponderEliminar