sábado, 21 de noviembre de 2015

capitulo 5 y 6





Peter

Esta no era la clase de mierda que necesitaba en estos momentos. 

Me había concentrado en beber para sacar a Mariana Esposito de mi sistema. Eso es todo en lo que quería enfocarme. Eso y sus piernas. Maldita sea, sus piernas. Entonces sucedió algo como esto. No me sentía de humor para ello. 

—Dile que no tocaste a su mamá, Peter —exigió Agus delante de mí. Actuaba como mi maldito guardaespaldas. Podía vencer al tipo. No necesitaba que alguien me protegiera—. Díselo —repitió Agus. 

No podía hacer eso. El chico que amenazaba con patear a mi culo y yo sabíamos que no podía negarlo. Me había sorprendido con su madre la semana pasada. Podía recordar su cara. No recordaba la cara de su madre pero sí la furia en sus ojos. Lo había visto demasiadas veces. 

—¿Qué está pasando? —preguntó Vico mientras él y Gas salían corriendo y también se interponían entre el hombre y yo. 

No tuve el corazón para decirle al chico que su querida madre me había pagado muy bien por hacer ese show en sus sabanas el domingo por la tarde. No me interesaban las mujeres mayores. Las usaba. Eso era todo. Tenían dinero, y yo cumplía sus fantasías. Sin embargo, el tipo no sería capaz de soportar la verdad. 

—Trato de detener una pelea —explicó Agus mientras Vico y Gas se hallaban a su lado, bloqueándome más del hijo enojado de una de mis clientas. 

Esto era más que otra razón por la que tenía que comenzar a exigir no hacer negocios en las casas de las clientas. Esta mierda pasa. 

—¿Qué has hecho? —preguntó Gas, mirándome. Me encogí de hombros y tomé otro trago de tequila. 

—El chico dice que Peter se acostó con su madre y está aquí para vengarse —explicó Agus. 

—Mierda —murmuró Vico y me lanzó una mirada de advertencia. 
  
—Adelante, Peter. Explícale que ese no es el caso —exigió de nuevo Agus. 

Me harté de esto. Todavía no había hablado. ¿No se daban cuenta de que había algo de verdad en esto? ¿Querían que le mintiera al chico y lo cabreara aún más? Este hombre y yo habíamos hecho contacto visual ese día mientras me ponía mis pantalones vaqueros y me dirigía hacia la puerta del dormitorio de su madre mientras le inventaba excusas a su hijo. No me quedé para lidiar con el drama. Simplemente me largué lo más rápido posible. 

—Tienes al tipo equivocado —interrumpió una voz—, es mío. No estaría durmiendo con la madre de alguien si me tiene cuando regresa a casa. Así que retrocede. No quiero saber nada más de esto.  

¿Qué demonios? Mariana rodeó la pared de chicos que hacían guardia delante de mí y torció su dedo en mi dirección.  

—Ven, nene. Vámonos. Este tipo te confunde con otra persona y has bebido demasiado.  

¿Me había desmayado? Tal vez tomé más tragos de lo que pretendí.

 —Lali, qué demonios… 

—Retrocede, Gas. Yo me encargo de esto —le espetó, cortando la pregunta de su hermano enojado—. Vámonos, Peter. Ahora. 

No la cuestioné. Dejé mi vaso y me levanté, luego me acerqué a ella. ¿Qué hacía? Deslizó su mano alrededor de mi cintura y me alejó del hijo enojado y mis amigos. 

—Sígueme —dijo y me condujo a través de la multitud y hacia las escaleras que conducen a las habitaciones. 

Probablemente no era la mejor idea. No necesitaba tener a Mariana Esposito en cualquier lugar cerca de una cama. Especialmente tan borracho como estaba en este momento. Pero, de nuevo, tal vez esto era un sueño de borracho. Lo que significaba que podía despojar a su pequeño cuerpo caliente de ese  vestido ajustado y caliente como el infierno y besar todos los lugares que me atormentaban cada noche en mis sueños.

Mariana abrió una puerta y me empujó dentro de una habitación de color rosa y blanco con volantes en la cama y un oso de peluche blanco que descansaba sobre las almohadas. Diablos, sí. Esto era caliente. Marian desnuda en la cama. Joder, estaba duro. 

—Siéntate. —Me empujó hacia la cama y luego se alejó de mí. 

No era el mejor sueño que había tenido. Se puso las manos en las caderas y me miró desde el otro lado de la habitación. Sexy. Como. El. Infierno. 
  
—¿Qué estás haciendo? Esta es la fiesta de compromiso de Gas. No puedes ir a buscar pelea. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Es que todo es una broma para ti? La vida es simplemente una gran fiesta para ti, ¿no es así? Bueno, ¡despierta! Tienes amigos allí abajo que te quieren. Se ponen de tu lado incluso cuando saben que probablemente te acostaste con la mamá de ese pobre chico. —Se detuvo y sacudió la cabeza con disgusto—. Dios, por favor dime que no era casada. —Entonces levantó la mano para detener cualquier cosa que pudiera decir en respuesta—. No. No me digas nada. No quiero saber. Sólo quédate aquí. Duerme. No arruines esta noche de Gas y Rochy. Merecen ser felices. Gas la ama, Peter. No hagas algo estúpido como para hacerle daño.  

Dejó caer las manos a su lado y soltó un suspiro. Le decepcioné. Esto era bueno. Tal vez incluso le disgustaba. Eso sería todavía mejor. Necesitaba que dejara de coquetear. Necesitaba que dejara de hacerme querer cosas que no podía tener. Porque, maldita sea, la quería. Mucho. 

—Tengo una cita que dejé para evitar que la fiesta de testosterona se convierta en una gran pelea fea. Todo porque no puedes mantener los pantalones puestos cerca de una mujer. —Bajó la mirada mientras decía la última parte y sus mejillas se sonrojaron.

 ¿La idea de que tuviera sexo la avergonzaba? Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Su perfecto culo redondo se tambaleaba bajo la tela fina del vestido, burlándose de mí con lo que no podía tener. Que yo nunca sería lo suficientemente bueno. 

—Más vale que sea bueno para ti —le digo lo bastante alto para que me escuchara. Se detuvo. Me había escuchado. Poco a poco se dio la vuelta y me miró con una expresión confusa. 

— ¿Qué significa eso? —me preguntó, estudiando mi cara como si tuviera todas las respuestas que necesitaba. 

—Quiere decir que me importa una mierda quien sea su hermano. Si él te hace daño, voy a hacerle daño.  

Mariana soltó una breve y dura risa y sacudió la cabeza.  

—¿En serio? ¿En serio, Peter? ¿Te importa si Pablo me lastima? Porque se me hace muy difícil creer que te preocupas por mis sentimientos. —Entonces se dio la vuelta y se marchó, cerrando la puerta detrás de ella.    
  
Lali

No iba a llorar. Y detendré este estúpido temblor. Un chico caliente, atractivo y famoso me esperaba. No me hacía sentir barata y no deseada. Tomando una respiración profunda, enderecé mis hombros, alisé las arrugas de mi vestido y luego caminé hacia las escaleras. 

Escaneando la multitud, encontré a Pablo inmediatamente. Estaba con Euge y Nico. Probablemente hablaban de mí. De seguro Euge les explicaba mi comportamiento con Peter. Hablando con huéspedes mientras me abría paso entre la multitud, mantuve una sonrisa estampada en mi cara. Nadie sabría que lo que acababa de hacer había sido por nadie más que Gas. Nunca los dejaría ver que tenía sentimientos por Peter. Mi orgullo me mantendría a salvo.

 —Lo siento mucho. Me preocupaba que si no intervenía y ayudaba, tendríamos una pelea en nuestras manos y no quiero que nada arruine esta noche de Gas y Rochy —expliqué una vez que llegué a Pablo, antes de que alguien pudiera decir algo. 

Pablo frunció el ceño, pero era uno preocupado.  

—Está bien. Has hecho un buen trabajo al terminar las cosas. 

—Por favor, dime que lo encerraron en una habitación para que no pueda salir —dijo Euge. 

Se molestó. Podía oírlo en su voz. 

—Sí, está encerrado. Es probable que para este momento ya esté desmayado —aseguré. 

—Lo siento. Tengo que preguntar esto, ¿el chico se acostó con la madre de alguien? —preguntó Pablo. 

Nico se acercó y le dio un puñetazo en el brazo de Pablo. 

 —Hermano. No lo hagas.  

—Sólo tenía curiosidad. 

—Es el mejor amigo de su hermano. Olvídalo. 

—No. Está bien. Puede ser uno de los mejores amigos de Gas, pero soy consciente de que tiene problemas. Y sí, Pablo, probablemente lo hizo. Se te haría complicado encontrar una mujer aquí con la que Peter no se haya acostado. 

Las cejas de Euge se dispararon y me di cuenta de lo que había dicho. Me delaté. Necesitaba cuidar mi boca. Mi mamá siempre decía que “en boca cerrada no entran moscas”. Era la voz de la razón. Tenía que ser más cuidadosa con lo que soltaba. 

—¿No íbamos a la playa para ver la carpa y la banda? —pregunté, necesitando sacarles de la mente lo que acababa de decir. 
  
—Sí, así es —respondió Nico, cogiendo el brazo de Euge y llevándola hacia la puerta. 

—Me parece una buena idea —concordó Pablo y me ofreció su brazo. 

Metí la mano en el hueco de su brazo y todos nos dirigimos afuera. Gas se encontraba de pie con Rochy en sus brazos, hablando con Agus, Vico y Cande muy intensamente cuando atravesamos la puerta. Tincho, el mejor amigo de Rochy, y su novia, Maria, también habían llegado. Deben haber estado informándoles de la situación. Tincho y Peter juegan al béisbol juntos, por lo que eran bastante unidos. 

—Ven aquí, Mariana —me llamó Gas. 

Tenía la esperanza de que fuera a olvidar lo que acababa de hacer, pero al parecer no iba a hacerlo. No estaba segura de lo que iba a decir, pero no me parecía bien dejar que Pablo lo oyera hablar de Peter. No se encontraba aquí para defenderse y yo ya lo había golpeado lo suficiente. 

—Déjame ir a tranquilizar a mi hermano que Peter está bien y luego me reuniré con ustedes allá abajo. 

Pablo asintió. 

—Por supuesto.  

                                                        ***  


Si Gas frunciera el ceño con más fuerza, el pliegue en su frente se iba a romper. No era una buena señal. 

—No me regañes. Lo saqué de aquí, ¿no? 

—No tienes que meter tu nariz en cualquier mierda de Peter. Tiene problemas de los que necesitas mantenerte a kilómetros de distancia. Entiendo que tratabas de salvar la fiesta, pero no me gusta que intervengas para ayudar a Peter. Lo tenemos bajo control. Mantente alejada de sus líos. 

Puede que tenga un padre ausente en su mayor parte, pero tengo a Gas para compensarlo. Cuando mi papá me ignora, Gas me cuida. Lo amo, de verdad, pero no me gusta que me digan lo que puedo o no hacer. Ya era hora de que se apartara un poco. Tengo dieciocho años de edad. 

—Hizo una jugada inteligente. No la molestes y dale un poco de crédito. —Tincho se acercó y me defendió. Como si eso fuera a ayudar. 

Gas toleraba a Tincho debido a Roachy. No le importaba exactamente su opinión. 

—Escucha. Vi una forma de ayudar y lo hice. No es gran cosa. No fui a tener una charla de corazón a corazón con Peter. Así que retrocede. Soy una chica grande. —Le disparé a Gas una sonrisa tensa y luego lo dejé allí de pie antes de que él o cualquiera de los otros chicos pudiera hablar. Tenía una cita que me esperaba. No iba a perder ni un minuto hablando de Peter Lanzani. 

Una mano salió disparada y me agarró del brazo, y miré hacia atrás para ver que era Agus quien me detuvo, no mi hermano. ¿Cuál era su problema? ¿También iba a sermonearme? 

—Peter habla cuando está borracho. Habla mucho. Sobre un montón de mierda. ¿Sabes lo que quiero decir? Mantén tu distancia. Lo amo, pero no es bueno para ti. —La voz baja de Agus casi sonaba como un gruñido, pero escuché cada palabra. 

Había hablado lo suficientemente bajo para que Gas y los demás no pudieran oírlo. Sentí mi cara calentarse y aparté mi brazo de su agarre. ¿Qué sabe Agus de Peter y yo? ¿Podría saber acerca de esa noche? Pensé que era mi secreto. Al parecer no. Mi estómago se revolvió y rogué que no estuviera a punto de vomitar. Ya era bastante malo saber que Peter había tomado mi virginidad en un almacén y luego se alejó, dejándome sola. Pero saber que alguien más sabía de mi vergüenza, era peor.  

Tuve que esforzarme para no salir corriendo mientras caminaba rápidamente a través de la multitud. No sonreí y fingí que todo estaba bien. La playa oscura por delante de la carpa y la iluminación era mi objetivo. Necesitaba esconderme durante unos minutos mientras ordenaba las cosas en mi cabeza.

 Pude oír a Euge llamándome desde algún lugar más adelante, pero fingí que no la escuché. Corrí por la arena y las sombras. Sólo necesitaba un momento. Las lágrimas quemaban mis ojos y eché mi cabeza hacia atrás y parpadeé en la brisa del mar, en un intento de secar mis lágrimas antes de que arruinaran mi cara. La pequeña astilla de esperanza que tenía de que Peter sintiera algo por mí ahora se hallaba completamente extinta. 

Le había dicho a alguien. Un momento que quería recordar pero al mismo tiempo olvidar, no era tan privado como pensé. Peter había hablado de ello, en estado de ebriedad. Dios, lo odiaba. ¿Cómo pude haber estado tan loca por él cuando no poseía ninguna cualidad? Era la idiota más grande sobre la faz de la tierra. 

—¿Mariana? —La voz preocupada de Pablo me sorprendió. 

No hubiera esperado que me siguiera aquí. Aunque nos habíamos conocido antes, esto era nuestra primera vez juntos sin una multitud a nuestro alrededor. Quería estar sola. No fingiendo con mi cita. Tomando una respiración profunda, parpadeé las lágrimas y me giré hacia Pablo.  
  
—Oye, lo siento. Me afectó la multitud y todo. El aire fresco y un momento tranquilo parecían una buena idea.  

—Sólo pensé en ver cómo estás. Puedo irme si quieres estar sola.

 Sí. Quería estar sola. Pero no podía ser grosera. Pablo había sido muy comprensivo esta noche. Yo no había sido la mejor cita. Era el momento de aguantar y superarlo. 

—No, me alegro de que hayas venido. Puedes disfrutar de la tranquilidad conmigo. —Le sonreí.

 Era extraño lo parecido que era a Nico. Sin embargo, no poseía la arrogancia de estrella de rock que tenía Nico. Él era más educado y estudioso, casi. 

—Me gusta esconderme de las multitudes. Ha sido un hábito desde que las multitudes se convirtieron en un problema con la fama de mi hermano. —La sonrisa en su rostro era muy linda. 

—Puedo imaginarlo. No pareces ser tan extrovertido como Nico.

 Peter se rió entre dientes.  

—No. Ni siquiera un poco. Siempre fue Nico al que le gustó el público. 

—Entonces, ¿te vas a ir con Nico y Euge cuando se trasladen a Los Ángeles? —Todavía me resultaba difícil aceptar el hecho de que Euge se iba. Iba a extrañarla mucho. 

—Sí. Las clases también comienzan la semana que viene para mí.

 Pablo se va a la universidad en California. Esa fue una de las razones por las que no me sentía culpable por usarlo para olvidarme de Peter. No es que estuviera funcionando. 

—Bueno, creo que estoy lista para regresar a la multitud. ¿Quieres bailar? —le pregunté, decidiendo que ya era tiempo de dejar de ocultarme de la fiesta de compromiso de mi hermano. 

—Me parece bien.   








Peter 

No puedes dejar a un chico “dormir la mona” cuando apenas ha bebido algo. Unos pocos tragos de tequila no hacen un Peter borracho. Yací de espaldas en la cama y observé fijamente el ventilador blanco del techo dando vueltas lentamente. Dejar que todo el mundo a mí alrededor pensara que sólo vivía de una fiesta a la siguiente siempre fue fácil. Ocultaba la verdad.

 Me gustaba fingir ser despreocupado. Siempre fue mejor que la verdad. Dejar que Lali Esposito pensara que era tan superficial como la convencí, dolía como un hijo de puta. No quería ver la decepción y el disgusto en sus ojos. Lo único que me contuvo para no soltar la verdad mientras continuaba y continuaba hablando sobre mi comportamiento fastidioso, fue el hecho de que la verdad era peor. Extendiéndome, cogí el osito de peluche blanco que yacía junto a mi cabeza y lo sostuve en alto ante mi nariz.

 Era de Lali. Tenía su olor. Este era el apartamento de su lamentable padre, pero esta debía de ser la habitación de Lali. Quedarse aquí no iba a ser posible. Sólo pensaría en todo lo que no podía tener. Volví a colocar el oso en su sitio y me levanté. 

Gas era mi mejor amigo. Claro, éramos un grupo, pero Gas era al que más quería. Siempre parecía saber más de lo que yo quería, pero nunca decía nada. En vez de hacerme preguntas como hacía Vico cuando éramos niños, Gas me traía una comida extra todos los días. Nunca lo mencionaba. Sólo lo hacía. 

Cuando estuve amoratado por los ataques de uno de los “novios” borrachos de mamá, Agus y Vico me preguntaron por qué. Gas cambió de tema y luego se deslizó en la oficina de la escuela para conseguirme una aspirina que colocaría casualmente en mis manos sin explicación. 

Los chicos eran mi familia, pero Gas era mi hermano. La sangre no importaba. Se preocupaba cuando nadie más sabía que había algo por lo que preocuparse. Debía dejar ir esta fascinación que tenía con su hermana. También tenía que bajar las escaleras y celebrar con él. Había encontrado a alguien digno de él. Estar encerrado y de mal humor porque Pablo Riera se apareció con Lali era injusto. Gas no se merecía esto.

 Bajé las escaleras y entré en la sala de estar. Cuando entré en la habitación, Rochy me sonrió y caminó hacia mí. Se encontraba rodeaba de invitados, pero su atención se posó sobre mí. Podía ver la preocupación en sus ojos. Si alguien entendía mi vida siquiera un poco, esa sería Rochy. También tenía un árbol genealógico de mierda. 

—Has vuelto —dijo con una sonrisa que me permitió saber que se alegraba de que hubiera vuelto. 

—Sí, supuse que las cosas tuvieron tiempo para calmarse. No quería perderme esta noche. Lo siento por lo de antes. —Me detuve ante eso. 

No podía explicarle nada más.

 Rochy encogió un hombro.

 —No te preocupes. Creo que los chicos sólo se preocuparon porque el tipo causó un gran revuelo. Era amigo de un invitado. Ha sido escoltado afuera. 

Me extendí por detrás de ella hasta el camarero y agarré una cerveza. Era más seguro que los tragos de tequila. 

Rochy elevó una ceja. 

—¿Nunca has oído el dicho “licor antes de cerveza, nunca más enfermo”? 

Llevé la botella a mis labios, tomé un trago, y sonreí. 

—Cariño, es “licor antes de cerveza, no te preocupes”. 

Rochy se rió. 

—Bueno, supongo que tú sabrás esto mejor que nadie. 

—Ha estado bebiendo desde antes de que fue lo suficientemente mayor como para afeitarse —dijo Gas arrastrando las palabras mientras se acercaba por detrás de Rochy y envolvía los brazos alrededor de su cintura. 

Rochy echó la cabeza hacia atrás y observé mientras Gas inclinaba la cabeza para capturar su boca con la suya. Eran tan malditamente dulces que me ponían enfermo. También me hacían sentir celoso como el infierno. Nunca conseguiría eso. Nunca podría amar así. Jamás. 

—Me alegro de que volvieras a la fiesta. Sabía que no te encontrabas borracho cuando Lali te llevó arriba —dijo Gas una vez que liberó los labios de su prometida. 

—Sí, supuse que le daría tiempo al tipo para marcharse o calmarse.

 Gas asintió. 

—Lo acompañé a la puerta. Cande dijo que lo sentía. Le dijo a Lleca que podía traer a unos pocos amigos. Ese era uno de ellos. 
  
Lleca era el hermano de Cande y el vocalista de una banda. Normalmente no tenía a la mejor multitud a su alrededor y viajaba con un grupo. 

—Bueno, los amigos de Lleca han conseguido más clase.

 Ese chico era el hijo de un neurocirujano en Mobile. Las mujeres siempre hablaban. Me hablaban sobre sus maridos y lo negligentes que eran. No necesitaba oír una excusa de por qué me contrataban, pero siempre se sentían como si tuvieran que darme una. Fue mi primera vez con esa mujer. Normalmente, mantenía la lista de mis clientas reducida. Tenía a las habituales, pero era la amiga de una clienta, así que acepté. 

—Entonces, ¿dormiste con su madre? —preguntó Gas.

 No hubo incredulidad allí. Lo sabía. Siempre lo sabía. Suspiré y tomé otro trago de mi cerveza. Por supuesto que lo hice. Sin embargo, no iba a responder a eso. Esta noche no. 

—Escucha, o bailas con tu chica o voy a hacerlo yo —dije, lanzándole una sonrisa a Rochy. Ella sabía que bromeaba, pero me encantaba sacar de quicio a Gas. 

—Retrocede, chico amante, o seré yo el que te patee el trasero — respondió con un tono divertido. 

—Bailar suena divertido. También quiero ir a ver a Mariana y a su nuevo amigo. Los vi bajar por allí —respondió Rochy.

 El poco buen humor que tenía se desvaneció. No iría a la pista de baile. No podría manejar eso. Querría bailar con ella sólo para ver si se sentía tan bien como sabía que lo haría. 

—Está con un Riera. Me enoja. No necesita mezclarse con ese mundo. Puede que no sea una estrella de rock, pero está horriblemente cerca de ello —gruñó Gas. 

Rochy se rió y le dio una palmada en el brazo. 

—Parece un buen chico. No lo juzgues por su familia. 

Quería discutir con eso, “sí, deberías juzgarlo por su familia”, pero mantuve la boca cerrada. No podía mostrar ninguna preocupación. Gas me atraparía y entonces estaría empujando a Lali hacia Pablo Ruera. No existía una forma de que alguna vez permitiera que su hermana se acercara a mí y no podía culparlo. 

—Estoy siendo bueno —respondió Gas—. Además, estoy seguro que se va pronto a Los Ángeles. Esto es sólo una amistad. Mariana no parece muy interesada. Lo cual es bueno, porque no se va a llevar a mi hermanita a Los Ángeles con él. Le permitiré irse a cinco horas de distancia, pero eso es todo lo lejos que la dejaré ir. 
  
Rochy suspiró.

 —Necesitará espacio para respirar lo suficientemente pronto, Gas. Puedes quererla y cuidarla mientras te mantengas al margen y la dejes tomar sus propias decisiones. No es la niña de la que cuidaste toda tu vida. Ahora es una chica grande. No lo olvides. 

Gas se inclinó y besó la cabeza de Rochy. 

—No quiero hablar sobre familia esta noche. Sólo quiero sostenerte en mis brazos. Vamos. 

Les dediqué un pequeño gesto de despedida con mi cerveza en la mano y los observé caminar hacia las puertas que conducían afuera. Podría marcharme ahora y nunca lo sabrían. De esa forma, no tendría que beber hasta que ya no me importaran Lali y el Pablo de Mierda Riera. 

—Hola, sexy. ¿Por qué no has llamado? —El arrullo vino desde detrás de mí y miré por encima de mi hombro para ver a una morena de aspecto familiar. 

—Porque soy el cabrón que nunca llama —respondí con un guiño. 

Se rió tontamente y cerró el espacio entre nosotros. Gran par tetas falsas. Grandes ojos marrones. Follé con ella. Era una grupie de Jackdown —La follé una noche en el club mientras Jackdown tocaba. 

—Soy del tipo que perdona —susurró en mi oreja y luego se puso delante de mí, deslizando sus manos en los bolsillos traseros de mis pantalones vaqueros—. Perdón de verdad. 

—¿En serio? —pregunté, tomando otro trago y observándola. Era una de esas que sabía exactamente lo que hacía. Pero claro, por lo general las grupies de bandas eran talentosas en el departamento del sexo. Tenían que serlo para mantener el interés de tipos que tenían a chicas nuevas lanzándose sobre ellos todas las noches. 

—¿Viniste aquí esta noche con Lleca? —pregunté, mirando alrededor en busca del hermano pequeño de Cande. 

—No. Soy amiga de Cande, y fui a la escuela con Rochy —explicó, y deslizó su otra mano sobre la entrepierna de mis pantalones—. Vine aquí buscándote. 

Seguro. Vino buscando acción y yo era el primero que encontró en el que se interesó. No era idiota. 

—¿Qué tienes en mente? Podrías convencerme si lo haces sonar muy bien. —Iba a tener que ser talentosa hablando sucio para conseguir que me interese. 

Mi mente todavía se centraba en Lali Esposito. Necesitaba la distracción. Se puso de puntillas y presionó su boca contra mi oreja. 

—Vuelve a una habitación conmigo y puedo recordarte lo talentosa que es mi boca. 

Ah. Sí. Era ella. La recordaba. Tenía una gran boca. Nunca la follé. Sólo me hizo una mamada. Podía cerrar los ojos y fingir. 
  
Alcancé su mano. 

—Creo que eso suena como una idea muy buena. 

Me sonrió y la guié a través de la multitud. No podía llevarla al piso de arriba. Se sentía incorrecto. Íbamos a ir al baño. Esto no tomaría demasiado tiempo. No con la imagen que conservaba de los sueños sucios que estuve teniendo de Lali.   
  
  
Lali 

Me dolían los pies por los tacones que estuve determinada a usar. Pablo era un bailarín estupendo y me hizo olvidar otras cosas y reír.
Rochy y Gas se encontraban abrazados en la esquina de la pista de baile, hablando. Me encantaba verlos así. No iría a interrumpirlos para despedirme. Era más que probable que viera a Gas mañana, de cualquier modo. 

—Esto fue muy divertido —dijo Euege mientras ella y Nico caminaban hacia nosotros. 

También bailaron la mayor parte de la noche. Alguien se acercó y le pidió un autógrafo a Nico, y oí a Pablo suspirar. Estuvo tranquilo más temprano, pero supongo que ahora que parecía que nos íbamos, la gente estaría ansiosa por acercársele antes de que se fuera. 

—Sí, lo fue. No me había divertido tanto bailando en mucho tiempo —concordó Pablo.

 Podía sentir sus ojos sobre mí, y alcé la mirada en su dirección y le devolví la sonrisa. Fue lo suficientemente bueno para ayudarme a no preocuparme si Peter dormía en mi habitación o si volvió a la fiesta. Pero ahora estábamos a punto de volver a atravesar el condominio y me preocupaba lo que podría encontrar. 

—Tenemos un día de empacar mañana, o diría que debemos quedarnos y cerrar definitivamente el lugar —dijo Euge con un tono anhelante. Sabía que se sentía emocionada por mudarse cerca de Nico. 

—Estoy lista para salir de estos tacones, de todas formas —le aseguré. Me sentía más que lista para ir a casa. 

—Vamos —dijo Nico mientras le devolvía la foto que acababa de firmar al invitado. 

Pablo y yo guiamos el camino por el sendero iluminado por velas que conducía al condominio desde la playa. Su mano sostenía la mía y era agradable. Cuando llegamos a las puertas del condominio, tomé una profunda respiración, esperando no ver a Peter. 

Rezando porque estuviera dormido. La fiesta todavía era fuerte en el interior del apartamento. Hablé con varias personas mientras pasábamos y saludé con la mano a los que se encontraban demasiado lejos. Justo antes de que alcanzáramos la puerta principal, vi en la esquina de la habitación el desgreñado cabello Castaño que era imposible pasar por alto. Se hallaba de espaldas a todo el mundo y por las manos sobre sus hombros, podía decir que tenía a alguien al frente acorralado en esa esquina. Mi estómago se retorció y apreté mi agarre sobre la mano de Pablo, luego aceleré. 

Salir de aquí era de repente muy importante. No quería esa imagen en mi cabeza. 
  
Justo cuando estuve a punto de girar la cabeza, Peter miró hacia atrás por encima de su hombro y nuestros ojos se encontraron. La mirada vidriosa de sus ojos era una con la que me sentía muy familiarizada. Su atención pasó de mí a Pablo, y luego me guiñó un ojo. ¿Qué hacía? Lo miré ferozmente en respuesta y abrí la puerta, luego salí. Era un idiota. Un estúpido, sexy, idiota difícil de superar.  


                                                        ***

  
El sonido del teléfono me despertó. Frotándome los ojos, rodé y alcancé el teléfono inalámbrico que se encontraba junto a mi cama. Mamá debía de haber ido a algún sitio. Apenas dejaba que el teléfono sonara más de tres veces. 

—Hola.

 —Hola, ¿todavía dormida? —preguntó Gas al otro lado del teléfono. 

—Sí. 

—Despierta, dormilona. Son más de las diez. 

—Um, ¿qué quieres? —Mis ojos todavía eran pesados. Estuve levantada toda la noche hablando con Euge. Se marchó esta mañana temprano para Los Ángeles. Pasarían meses antes de que la viera otra vez. 

—Necesito un favor. Odio pedírtelo, pero no sé a quién más llamar. 

Sentándome, cubrí mi bostezo. 

—Está bien, escucho. 

—Sé que no estás muy contenta con Peter después de lo que hizo en la fiesta, pero es mi mejor amigo y necesito tu ayuda. 

Mis ojos se abrieron de golpe y balanceé las piernas por el lado de la cama. Me alerté al instante. 

—Sí —respondí, queriendo que continuara con ello. 

—Está desmayado en mi sofá. Apareció en nuestro apartamento tarde anoche y dijo que era un bastardo y un par de cosas más, luego caminó y se acurrucó en el sofá y se durmió. De cualquier forma, Rochy ha ido a buscar a Luz y yo estoy en el trabajo. ¿Puedes ir allí y hacer que se levante y se vaya? No quiero que Rochy tenga que lidiar con él. Tendrá a Luz, y, bueno, probablemente vas a tener que lanzarle agua y ayudarlo a llegar a casa. Rochy no puede hacer todo eso y también cuidar de Luz. Traté de despertarlo antes de irme, pero no se movía e iba a llegar tarde. 

Explicarle a mi hermano las razones por la que no quería hacer esto sería malo. Ese era un secreto que nunca sabría. Haría esto por él una última vez. Sin embargo, eso era todo. Después de hoy, iba a mantener la distancia. Lo haría. Lo decía en serio.

 —De acuerdo, está bien. Haré que se levante y se vaya. 

—Muchas gracias. Te debo una. 

No tenía ni idea.

 —Sí, así es. Adiós. 

—Adiós.

 Colgué el teléfono y fruncí el ceño. Ir a ver a Peter era una mala idea. Sin embargo, no podía dejar que Rochy se encargara mientras tenía que cuidar de Luz. 

Luz era la hija de la hermana de Rochy y mi padre. La aventura de mi padre con la hermana de Rochy casi destruyó a Gas y a Rochy cuando lo descubrieron. Era suficientemente malo que nuestro padre estuviera engañando a nuestra madre, pero descubrir que también tenía otra hija —fue muy difícil tratar con ello. Era difícil que te gustara la hermana de Rochy. Para todo el mundo. Incluyendo a Rochy. 

Maltrató a Rochy durante años. Pero Luz era inocente en todo esto. Rochy era como una madre para Luz. Era pequeña y también quería mi atención. No la he visto en un par de semanas. Echaba de menos su dulce carita. Podía llevar a Peter, luego pasar un rato con Rochy y Luz. 

Marqué el número de Rochy para hacerle saber que iba a ir a su apartamento cuando volviera con Luz. Una vez que terminé, salí de la cama y decidí que olvidaría la ducha y simplemente me recogería el cabello. No quería impresionar a nadie, de todas formas. 


CHICAS LO QUE SE VIENE!!!!!

gracias por avisar lo de los caps ni cuenta me había dado ya lo arregle 

PD: LAS QUIERO Y COMENTEN

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