lunes, 16 de noviembre de 2015

capitulo 3






Peter

—¿Dónde pongo estas bolas grandes de papel, y que son, de todos modos? 

Cande, la única mujer que logró conseguir que uno de mis amigos se casara, me miró desde su posición en lo alto de la escalera y se rió. 

—Pon la caja de los faroles en la mesa de allí al lado de las flores — me indicó Cande, antes de volver a atar la cinta en el techo.

 Cuando acepté ayudar con esta fiesta para Gas y Rochy, pensé que significaba que pagaba para la cerveza. No llevar y colgar mierda todo el día. Cande exigió que todos estuviéramos aquí a las ocho esta mañana. Apenas nos había dado un descanso para el almuerzo. La próxima vez que uno de mis amigos idiotas se comprometiera, no cometería el error de ofrecerme para ayudar de nuevo.

 —Cinco cajas más en el camión, Peter. ¿Por qué estás parado? — preguntó Vico, mientras caminaba detrás de mí y dejaba caer una caja sobre la mesa. 

—Estoy tratando de encontrar una manera de salir pitando de aquí. 

Vico se rió. 

—Buena suerte con eso. Mi mujer no va a dejar a nadie libre hasta que esta cosa luzca como quiere. 

—Una advertencia de que Cande era una nazi decorando fiestas habría estado bien. 

Vico me golpeó la espalda. 

—Nop. Entonces sólo sería Cande y yo. Quería que ustedes sufrieran conmigo.  

Bien. Cinco cajas más y luego encontraría una manera de escapar. Seguí a Vico hacia el camión. Un pequeño Mercedes conocido estacionó en la entrada. ¿Qué demonios hacía Mariana aquí? Se suponía que debía estar a buen recaudo en la universidad. 

No habría venido al apartamento de la playa de los d'alessandro si hubiera pensado que existía la posibilidad de que pudiera estar aquí. Maldita sea. La chica me volvía loco. Empezó a coquetear conmigo pesadamente hace tres meses. Y no paraba. No era alguien con quien debía estar coqueteando. Mi vida era demasiado para los gustos de una inocente como Mariana. 

La puerta de su coche se abrió y salió una pierna muy larga y bronceada. Me detuve. Era débil en lo que respectaba a ella. Después de un sueño muy vívido de cómo se sentía y sabía, había cerrado los ojos y fingido que todas las demás mujeres que terminaba follando eran Mariana.

 Era una escoria lamentable por hacerlo, pero... ah, demonios... Mariana se levantó y los diminutos pantalones cortos rojos que llevaba hicieron que esas largas piernas, que terminaban en un par de tacones rojos, parecieran infinitas. Joder, iba a tener una erección. Estuve pensando en esas piernas envueltas alrededor de mí durante tres meses demasiado largos. Si me hubiera tratado como la mierda que era, entonces sería más fácil ignorarla, pero no lo hizo. Sonrió, batió sus pestañas largas y apartó su cabello Castaño sobre su hombro. 

Incluso las pocas noches que se las arregló para emborracharse en Live Bay, el club local, la inocencia que salía de ella era una señal importante. 

—¡Agarra una caja! —me gritó Vico, mientras sacaba otra de las cajas del camión. 

No hice contacto visual con ella. No podía. Sonreiría, y sería un idiota tratando de hacer que se vaya. Ignorarla funcionaba mejor. No vería ese dulce destello coqueto en sus ojos, de pronto convertirse en dolor cuando abriera mi boca y escupiera mentiras. Lo vi demasiadas veces este verano. Me quedaba bien lejos de eso. Mi corazón no podía soportarlo. 

Agarrando una caja, me dirigí de nuevo al apartamento de su padre. Se encontraba directamente sobre la playa, y en un lugar perfecto para la fiesta de esta noche. El patio se abría a la piscina de este apartamento — que habíamos reservado para una fiesta privada. 

—Hola, Peter. —Mariana se encontraba a mi lado. Era implacable.

 —Lali, ¿no se supone que a estas alturas debes estar en la universidad? —Por favor, Dios, que se vaya y se aleje de mi mente sucia. 

—Este año me quedo aquí. Decidí que todavía no estoy lista para irme de casa. 

Bueno, jódeme. ¿Se quedaba aquí? ¡No! Necesitaba que se fuera antes de que hiciera algo estúpido. Como arrastrar su culo al dormitorio más cercano y quitarle los pantalones cortos rojos, luego, degustar cada centímetro de ella. 

—Vas a tener que crecer, Lali. No puedes quedarte en casa con mamá para siempre. —Era un idiota.

 No tuve que echar un vistazo para saber que Mariana dejó de caminar junto a mí. Lo hice otra vez. Lo único que siempre conseguía era decir cosas para herir sus sentimientos.

 Tenía que dejar esto así, sólo entrar y fingir que ni siquiera habíamos hablado. Pero no podía. Me detuve y me di la vuelta para mirarla. Se encontraba de pie con las manos cruzadas firmemente frente a ella, presionando sus pechos y  ¡mierda! No llevaba sujetador bajo esa ligera camisita que tenía puesta. Podías ver sus pezones asomando a través de la tela. ¿Qué hacía? No debía vestirse así. 

—Lali, ve a ponerte un sostén. Sé que tus tetas no son tan grandes, pero esa camisa requiere un sujetador.  

Sus grandes ojos chocolates se llenaron de lágrimas contenidas. Fue un puñetazo en el estómago. Odiaba que cada palabra que le decía fuera cruel, pero debía permanecer lejos de mí. No tenía ni idea de quién era exactamente. Nadie lo sabía. 

Tenía muchas cosas diferentes para personas diferentes. A veces ya no sabía quién demonios era. Agachó la cabeza, y cabello el largo y castaño cayó sobre los hombros. Cruzó los brazos sobre su pecho y caminó rápidamente más allá de mí y entró al apartamento. Dejé la caja en el suelo junto a la puerta, luego me volví y me dirigí a mi Jeep. No podía quedarme aquí. Tenía que ir a pegarle a algo antes de que enloqueciera.  
  




Lali

Hasta aquí llegué. 

No más.

No podía seguir tratando de gustarle a Peter. Actuaba como si todavía fuera la hermana pequeña de su mejor amigo y no me hubiera follado detrás de un club. Esto sólo me dolía más. 

Ya era hora de superarlo. Olvidarlo. Acababa de decirme cuán carente era mi cuerpo. Acababa de ponerme el recuerdo de cómo perdí mi virginidad. Debía olvidarlo y no mirar atrás. Además, no es que pudiera compartir la experiencia con alguien. 

Ya era bastante humillante saber que salió corriendo. Ni siquiera me había besado. La idea de besarme le repugnaba mucho. No necesitaba ver a nadie por el momento. 

Corrí hacia las escaleras en lugar de ir a la sala, donde todo el mundo se preparaba. Eugenia Suarez, mi mejor amiga, estaría aquí esta noche. No estaría sola en esta multitud de personas. 

Cerrando la puerta de mi dormitorio en la casa de mi padre, saqué el teléfono de mi bolso y llamé a Euge. No le había contado todo. No tenía ni idea de que le di a PEte mi virginidad en una unidad de almacenaje como una puta barata. 

Me avergonzaba demasiado decirle esa parte de la verdad horrible. Pero sabía que él coqueteó mucho conmigo y que fuimos a su jeep y nos liamos un poco antes de que se marchara y me dejara. 

—Hola. —La voz de Euge era feliz y alegre. Nico, su novio estrella del rock, se encontraba en la ciudad. 

Ella siempre estaba en el séptimo cielo cuando él venía de visita. Esta vez vino para empacar sus maletas y trasladarla a California. Trataba de no pensar en eso. 

—Sé que tu chico y tú están empacando, pero quería asegurarme de que vienes esta noche. —No había sido capaz de enmascarar el dolor en mi voz. Iba a darse cuenta. 

—Sí. ¿Qué sucede, Mariana? —Podía oír la preocupación en su voz. Tragando el nudo en mi garganta, agarré el teléfono con fuerza y traté de controlar mis emociones. 

—Simplemente no quiero estar sola. Con... todos.  

Euge suspiró. 

—¿Se trata de Peter? Te juro que quiero patear su culo. 

—No. Es... está bien, bueno, tal vez sí pero es mi culpa. Debí haberme quedado lejos de él. Sabía que era así. —Tal vez no sabía que me follaría  y se alejaría, que nunca volvería a ser amable conmigo. Pero sabía que era un mujeriego. Esta era su despedida.

 —Estaré ahí. No estarás sola. De hecho, tendrás una cita.  
  
Dejé de parpadear para controlar las lágrimas y esperé una explicación de su última declaración. ¿Qué quiso decir con „„una cita‟‟? ¿Acaso iba a compartir a Nico? No… eso no tenía sentido.

 —¿Eh? 

Euge aclaró su garganta, luego cubrió el teléfono con su mano, y la oí bajar la voz. Esperé pacientemente a que dejara su conversación privada y me pusiera al tanto. 

—Está bien. Aquí está la cosa. Pablo, el hermano de Nico, también está aquí. Lo conociste hace unos seis meses, ¿recuerdas? Estuvo en la fiesta de cumpleaños que organicé para Nico en la casa de la playa. 

—Claro que me acuerdo de Pablo. Es difícil de olvidar. —Se parecía mucho a Nico. Sólo que él tenía una actitud más tranquila. Tuve que hablar con él esa noche porque no dijo mucho. 

—Bueno, ha estado preguntando por ti. Sabía que estabas colgada de Peter, lo que no puedo entender. Es lindo y todo, pero es un mujeriego. Pablo te volvió a mencionar hoy. 

¿Le gustaba a Pablo Riera, el hermano menor del rompecorazones adolescente más grande del mundo? 

—Uh, bueno, um, bien. Creo. Quiero decir, ¿en serio? ¿Pablo? Sale con modelos y esas cosas. Lo vi en Teen Heat la semana pasada con oriana sabatini. No puedo competir con eso. La he visto en comerciales de maquillaje. 

Euge se rió. 

—Está retocada en ese comercial. No es tan fabulosa en la vida real. La conocí. Confía en mí. Además, estuvo con ella una vez. Dijo que le faltaba inteligencia. No le interesaba.  

—Pablo Riera… ¿en serio? —Me costaba comprender esto. Recientemente me había acostumbrado a que Nico Riera apareciera al azar en mi casa del brazo de Euge. ¿Ahora salir en una cita con su hermano? 

—Sí, en serio. Consideraré que estás interesada. —El tono divertido de Euge me hizo sonreír. 

Quizás era lo que necesitaba para superar a Peter. No me quería. Tenía que afrontarlo. 

—Está bien. Sí, quiero decir, si está seguro. 

—Eres ingenua, Mariana Esposito. Sólo porque no puedes conseguir la atención de un hombre empeñado en acostarse con todo los Estados Unidos no significa que no seas hermosa, inteligente y muy atractiva para cualquier tipo con dos ojos y un cerebro. Confía en mí, ¿sí? 

La pesadez en mi pecho disminuyó un poco. El dolor seguía ahí, pero la esperanza de que podía seguir adelante y dejar de ser lastimada por Peter fue un alivio. Todavía no podía creer que iba a estar con Pablo Riera. Esta noche ya no parecía tan mala. 
  
—Confío en ti. Ahora, ¿qué me pongo?   


SE QUE DIJE QUE SUBIRIA A LA NOCHE DE AYER PERO YA SABEN TENGO 15 MIS PADRES AUN CONTROLAN MI VIDA 


SALUDOS A LA NUeVA LECTORA ME GUSTARÍA SABER TU NOMBRE 

Pd: las quiero y comenten 


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