domingo, 6 de diciembre de 2015

capitulo 10




Peter

Por mucho que quería que Lali aceptara mi oferta de esta noche, me alegré de que hubiera declinado. 

Treinta minutos después de que me dejara en la cafetería, había recibido una llamada de una cliente. Era soltera, en sus cuarenta y tantos años, y ya harta de la cirugía plástica para parecer que acababa de cumplir treinta años. Era dueña de un par de salones de lujo y se encontraba en la ciudad por negocios. Nunca había tenido comunicación previa con ella, pero pagaba bien, así que fui cuando me llamó. Los fondos eran bajos porque acababa de pagar el alquiler de mi mamá. Además de que había tenido que cubrir el pago inicial para los frenos de León.  

 Entrando en Live Bay, donde sabía que estaría al menos uno de mis amigos, decidí que después de hacer lo que acababa de tener que hacer, necesitaba una bebida. Eso no solía molestarme. Podría ir, sin problema, a entretener una mama que me follaria que pagaba. 

Pero cuando Lali apareció este verano en mis sueños, tuve que empezar a actuar. El sexo por dinero era repentinamente sucio. Era un error. Tenía una maldita conciencia que no había pedido y todo gracias a un par de bonitos ojos chocolates y labios totalmente naturales.

 Me detuve en el bar y cogí el trago del tequila que me esperaba. Me conocían bien por aquí. Veníamos a este lugar desde antes de tener la edad legal para beber. Las pequeñas ciudades costeras no tenían una gran cantidad de entretenimiento. Live Bay era todo. Agus se encontraba en nuestra mesa mirándome mientras caminaba hacia ellos. 

Tincho tenía a Eva en su regazo, susurrando en su oído, completamente ciego a nadie más que a ella. Desde que había aparecido en el Live Bay y cantado esa canción hace unas semanas atrás, no podían apartar las manos del otro. Rara vez se los veía solos. 

Tincho observaba cada movimiento de ella como si fuera lo más fascinante del mundo.                                                            
  
—Me preguntaba si ibas a aparecer esta noche —dijo Agus mientras levantaba su cerveza y me saludaba. 

—Estoy aquí. ¿Dónde más puedo estar? —No dejé que la frustración se filtrara de mis palabras. O por lo menos, no creo haberlo hecho. 

Sin embargo, la forma en que Eva volvió la cabeza y me miró con curiosidad me hizo cuestionar eso. 

—Me alegro de que estés aquí —dijo Tincho con ese brillo conocedor en sus ojos. 

Él no quería verme con cualquiera, excepto Lali. 

Aunque Tincho no había sido de nuestro equipo mientras crecía, ahora éramos compañeros de equipo y su mejor amigo estaba a punto de ser un miembro casado del grupo, simplemente encajaba. Era una parte. 

También sabía que joder con la hermana menor de Gas se encontraba fuera de los límites. Me molestaba que él pudiera estar libremente con quién quería. Nadie ni nadase interponía en su camino. 

—Te ves cansado —dijo Eva, todavía estudiándome. 

—Estoy cansado —le contesté, mirando a Agus—. ¿Dónde está Vico?

 —No estoy seguro. Imaginé que Cande querría estar aquí esta noche dado que Llecas va a tocar. —Cande rara vez se perdía las actuaciones de su hermano. 

Prácticamente había criado a Lleca, así que tenían más una relación madre-hijo que de hermanos. Era como una madre orgullosa. 

—Sigue moviéndote así y vamos a tener que salir —gruñó Tincho mientras mordisqueaba la oreja de Eva. 

Ella se rió y se levantó. 

—Entonces ven a bailar conmigo. —Le tendió la mano y él fue por voluntad propia. 

Eran demasiado para mí. No necesitaba ver esa mierda. 

—¿Puede Tincho ser más marica? —me quejé, tomando el trago de tequila que la camarera puso delante de mí. 

—Alguien está enojado esta noche. No me digas que ahora estás caliente por Eva. —Agus arrastraba las palabras. 

Ni siquiera lo miré. Trataba de provocarme. Era lo suyo. 

—¿Qué te dije sobre Lali? —Podía recordar algunas divagaciones ebrias una noche después de que estuviera con Lali, pero no estaba seguro de qué era lo que había dicho. 

—Más de lo que quería saber —contestó. Lo miré. 

—Tengo que saber qué es, Agus. Hice algo y no puedo recordar con claridad. 

Agus negó con la cabeza. 

—Creo que lo mejor es que tengas recuerdos incompletos. No tiene sentido que recuerdes. 

Golpeé mi vaso sobre la mesa.

 —Dime lo que dije, maldita sea. 
  
Agus se inclinó sobre la mesa con los codos y me miró. 

—No. Estabas borracho como la mierda. No quiero recordarlo. Es como mi hermana pequeña, estúpido hijo de puta. Debe ser igual para ti. Todavía estoy tratando de entender, cómo pudiste hacer algo con ella como una puta barata. Sé que tienes problemas. Pero esa no es una excusa. Te mira de una manera que sólo puede significar que puedes hacerle daño. La has herido y todavía te mira con esa mirada nostálgica y soñadora. Me enoja tanto que podría matarte a golpes. ¿De acuerdo?  

—Es diferente con ella, Agus. —No podía decirle más que eso, porque no podía aceptarlo. 

No había manera de que jamás pudiera ser capaz de tener algo más que una amistad con ella, pero necesitaba que supiera que no era como las demás. 

—Quizás. Pero es dulce. Es buena. También es inocente. Retrocede antes de que Gas se dé cuenta de que hay una razón por la que debe poner una bala en tu cabeza. 

No podía retroceder por completo. Necesitaba su amistad. Quería estar cerca de ella. 

—Ahora somos amigos. 

Eso es algo que tendrá que aceptar. Nada más.

 —¿Amigos? Mentira. 

No esperaba que me creyera. ¿Por qué habría de hacerlo?   
  
Lali 

En el momento en que dejé el grupo de estudio, eran después de las nueve. Este día había sido ocupado y un poco exitoso. Habíamos encontrado un vestido para la niña de las flores. Sin embargo, los vestidos de dama de honor no fueron tan fáciles de encontrar. 

Planeamos un día la próxima semana para ir a Mobile para ver si podíamos encontrar algo allí. 

Noté un Jeep familiar estacionado en la calzada. ¿Qué hacía Peter? Mamá se encontraba en casa. Había hablado con ella ya una vez esta noche. ¿Estuvo allí mucho tiempo? Me detuve junto a él y salí.

 Tenía que sacarlo de aquí antes de que lo viera mamá. Le daría un ataque si me viera dando vueltas con Peter Lanzani. Era bueno como uno de los amigos de Gas, pero eso era todo. 

Ella nunca había dejado que fuera un secreto que no era admiradora suya. Peter sonreía cuando me acerqué lo suficiente para distinguir su rostro. El frente de su Jeep se encontraba abajo, y se echó hacia atrás con la cabeza girada hacia mí. 

—Por fin estás en casa —dijo. 

No arrastraba las palabras, por lo que no se encontraba borracho. Eso era algo bueno. 

—Sí, bueno, ¿qué estás haciendo aquí? 

—Ven a dar un paseo conmigo —fue su respuesta. 

Miré hacia la casa. La luz de la habitación de mi madre se hallaba apagada y eso normalmente significaba que ya había tomado su pastilla para dormir. Pero él no lo sabía. 

—Mamá me está esperando. 

—Por favor —respondió. 

—Mi mamá… 

—Está dormida —me interrumpió. 

Suspirando, me moví y me quedé a un buen metro de distancia de él y de su Jeep. 

—¿Por qué? Es tarde y estoy cansada. 

—Porque quiero pasar tiempo contigo. Te extrañé esta noche.  

¿Me extrañó? ¿En serio? 

—No creo que sea una buena idea. 

—Es probablemente una de las peores ideas que he tenido. Por favor, ven conmigo —declaró. 

Era una mujer. ¿Cómo iba a ignorar eso? 

—Está bien. Pero sólo un paseo corto y luego tengo que ir a la cama. 

Caminé alrededor del Jeep y subí. Nunca había estado en su jeep desde la última vez que me pidió que diera un paseo con él. Cuando lo miré, él miraba la puerta que acababa de cerrar y sus ojos se movieron hacia mí. 

—Tú... —Tragó con fuerza—. ¿Tuviste un orgasmo contra mi Jeep esa noche? 

Recordaba más de nuestra noche juntos. Dudaba que termináramos de hablar de ello pronto. Cuanto más recordaba, más querría preguntarme sobre ello. Entonces tendría que revivirlo. Volví la cabeza para mirar fuera antes de contestar. 

—Sí. 

—No tenías puesta la camisa —respondió lentamente. 

—Sí, Peter, así fue. ¿Podemos, por favor, no hablar de esto?

  Peter puso el jeep en reversa y salió de la calzada. 

—Lo siento. Es sólo...  siguen llegándome fragmentos y acabo de recordar claramente viniéndote para mí mientras te tenía contra el Jeep. 

No me avergonzaría. No lo haría. 

—Nadie me había hecho esas cosas. Era un hecho que iba correrme fácilmente —contesté. 

—Sólo besaba tus pechos. ¿Nadie había hecho eso? —La sorpresa en su voz me hizo desear haberme quedado en casa. Subirme en este Jeep había sido otro mal movimiento. 

—Cambia de tema, por favor.

 Peter no dijo nada más. Se dirigió a la playa pública que se encontraba desierta esta hora de la noche y giró en el estacionamiento de grava justo antes del comienzo de la arena. 

La luz de la luna sobre las olas siempre era algo que amaba ver. Era romántico y tanto como había deseado poderme sentar y verlo con Peter, no lo quería en estos momentos. Romance y Peter tenían que mantenerse completamente separados. Peter abrió la puerta y rodeó la parte delantera del Jeep, luego me abrió la puerta. Me tendió la mano. 

—Ven a ver las olas conmigo, Lali.

 —Es tarde —contesté. 

—Sólo por unos minutos. ¿Por favor?  

Cediendo, puse mi mano en la suya y dejé que me ayudara a salir del Jeep. Dejé mis sandalias con tacones en el suelo y salí descalza. Peter cerró la puerta del Jeep, luego lo miró antes de observarme. Esa expresión intensa, entornada en sus ojos me dijo lo que pensaba. Saber que eso lo excitaba, hizo que mi pulso se elevara. No pude evitar el hecho de que quería que Peter me deseara. Que al menos se sintiera atraído por mí. 
  
—Vamos —dijo, cogiendo mi mano y entrelazando sus dedos con los míos. 

Caminamos por la orilla hasta que Peter encontró un lugar lo suficientemente cerca como para que pudiéramos ver las olas con claridad, pero lo suficientemente lejos como para no mojarnos. Me jaló hacia él hasta que los dos nos encontrábamos sentados. 

—¿Por qué estamos aquí, Peter? —pregunté. 

—No lo sé. Quería venir aquí para pensar. Es donde pienso mejor. Y quería que estuvieras conmigo.

 Mi corazón traidor se saltó un latido. Él podía decir las cosas más dulces. Sólo tenía que recordar que también podía decir algunas de las cosas más humillantes. Su boca era peligrosa. En muchas, muchas maneras. 

—¿Por qué yo? 

Volvió la cabeza hacia un lado y me sonrió. 

—No quieres la respuesta a esa pregunta. 

Sí, la quería, mucho. 

—Déjame ser juez en eso.

 La sonrisa de Peter se convirtió en una sonrisa sexy y deslizó la mano por la arena hasta que descansaba en mi rodilla desnuda. 

—Porque no puedo sacarte de mi cabeza. Normalmente, después de que estoy con una chica, sigo adelante. Termino. Pero tú... —Se detuvo y miró al agua, rompiendo el contacto visual conmigo—. Eres diferente. Todavía te deseo. Pienso en ti todo el tiempo.

 Cielos. Era un caso perdido. Que ese tipo de cosas saliera de un jugador como Peter Lanzani haría que cualquier mujer se derritiese. No jugaba limpio. 

—Es porque te encontrabas borracho y no lo recuerdas. — Me lo recordé a mí misma tanto como a él. 

—No, Lali. Cuanto más recuerdo, más te deseo. 

Su mano se deslizó hasta mi muslo mientras lentamente se deslizaba entre mis piernas. Debía empujarlo. Sin embargo, no me atreví. 

—Todas las noches. Lali. Cada maldita noche sueño contigo. Acerca de lo dulce que sabías. Cuan increíble te sentías. Me está volviendo loco. 

Dejé de respirar cuando su mano se deslizó más arriba de la cara interna del muslo. No tenía la capacidad para formar palabras. La última vez, Peter no me dijo cosas dulces y románticas. Sólo me envió fuera y lo hicimos. Esta vez ponía todo su esfuerzo y no iba a ser capaz de ignorarlo. 

—¿Dónde te probé, Lali? 

Oh, no. No respondería a esa pregunta. No podía hacerlo. No con su mano casi en el borde de mis pantalones cortos. 
  
—Si fue algo como mis sueños, era jodidamente increíble. He estado tratando tanto de mantenerme alejado. Gas nunca estaría de acuerdo con esto. Y si me conocieras —mi verdadero yo— huirías. No soy lo que crees. Soy mucho peor.  

Eso no podía aceptarlo. Oírlo degradarse así. Se acostaba con cualquiera. Un montón de chicos lo hacían. Era un mujeriego. Era bueno hacerlo. La mayoría de las chicas que conocía iban detrás de él. 

—Basta. Te conozco. He estado observándote durante años. No eres peor que Tincho, y míralo. Tiene a Eva. Está locamente enamorada de él y ella lo sabe todo acerca de sus días de playboy.

 Peter recorrió con sus dedos la parte interior de la pierna de mis pantalones cortos. 

—Detenme, Lali —susurró. 

¿Detenerlo? ¿Cómo iba a hacerlo? Me tenía con anticipación. ¿Cómo iba a detenerlo? Dejé caer mi mirada para ver desaparecer su mano por mis pantalones cortos justo cuando la punta de sus dedos rozaba la seda de mis bragas. Había pasado un tiempo, por lo que la reacción inmediata de cerrar los ojos y dejar escapar un gemido de placer era de esperarse. 

Peter se encontraba encima de mí, presionando mis manos sobre mi cabeza con una de las suyas mientras que la otra seguía burlándose de mí sin tregua. 

—Voy a besarte esta vez, cariño. No puedo evitarlo —susurró mientras su boca bajaba y cubría la mía.

 Por la expresión de su rostro, esperaba que su beso fuera exigente. En cambio, sus labios eran suaves. Casi como si me estuviera saboreando. Su lengua se deslizó en mi boca y se enredó con la mía. Cada caricia me hacía retorcer el cuerpo para acercarme a él. No lo podía tocar. Mis manos seguían cubiertas con una de las suyas. Así que le devolví el beso tan salvaje y sin reservas como pude. Salió todo lo que sentía por él. El gemido que hizo vibrar su pecho mientras movía un dedo en el interior del borde de mi ropa interior hizo que mi cuerpo temblara. Nunca había hecho este tipo de cosas con Peter. Sólo lo había imaginado, cuando fantaseaba con hacer estas cosas. Siempre era el rostro que veía. 

—Lali, por favor, nena, dime que me detenga —rogó con voz profunda y ronca mientras dejaba un rastro de besos desde mi boca a mi cuello, donde comenzó a lamer y pellizcar la piel sensible.

 —No quiero. —Me quedé sin aliento cuando su dedo penetró con facilidad la humedad. 

—Tan dulce. Tan mojada. No debería ser capaz de tocarte. No soy lo suficientemente bueno. —Su voz torturada me excitó más. 

Abrí más mis piernas y se hundió entre ellas mientras sus dedos se movían con cuidado dentro y fuera de mí. 

—Eres tan jodidamente caliente —murmuró mientras me besaba por el pecho y finalmente soltó mis manos para que pudiera usar su mano libre para deslizarla dentro de mi camisa. 

Eligió ese momento para empezar a frotar su pulgar sobre mi clítoris. Grité y me aferré a sus brazos. Me encontraba tan cerca.

 —No —espetó y luego se había ido. Mi respiración era acelerada y partes de mi cuerpo empezaron a gritar en señal de protesta. Quería traerlo de vuelta. Que me tocara. 

—¡No! No puedo hacer esto. No debería haber comenzado. —Peter se encontraba de pie cuando abrí los ojos. Su cara se veía feroz y no me miraba. En su lugar, se centró en el cielo oscuro—. Está mal —dijo de nuevo, con voz decidida. 

Tiré de mi camisa hacia abajo y pude sentarme. No podía soportar el momento. Había estado a punto de explotar cuando Peter se alejó y me dejó fría. Mi cuerpo trataba de procesar esto. ¿Qué había hecho mal? 

—Lo siento mucho, Lali. No debería haberte tocado.  

Confundida, poco a poco me puse de pie, esperando que mis rodillas no estuvieran demasiado débiles y me pudieran sostener. Una vez que estuve de pie y segura de poder hacerlo sin que me desmoronara a sus pies, lo miré a los ojos. 

—¿Por qué? 

Peter negó con la cabeza y comenzó a acercarse de nuevo al jeep. Lo miré por un momento antes de correr tras él. Se comportaba muy raro. Empezaba a pensar que podría dejarme aquí. Fue a su lado del Jeep, subió, luego cerró de un golpe su puerta. El estado de confusión en que me encontraba después de que me hubiera llevado al borde de un orgasmo se desvanecía y la ira tomaba su lugar muy rápido. ¿Quién se creía que era? ¿Por qué era la idiota que seguía volviendo y dejando que me hiciera daño? No quería meterme en ese estúpido Jeep con él. Lo pasé y me dirigí hasta el paseo marítimo que llevaba a la calle. Mi casa se encontraba a unos tres kilómetros de allí. Podía caminar. Sin problema. 

—Lali, ¿qué estás haciendo? —gritó la voz de Peter. 

No miré atrás. Seguí caminando hacia la carretera. Se iría con el tiempo. No necesitaba esto. No quería esto. Odiaba la forma en que me hacía sentir cuando terminaba todo. Los pocos momentos de cielo, no valían la pena el infierno que me hacía pasar cuando terminaba.

 —Por favor, vuelve. No puedo dejar que camines a casa. Es tarde.  

Él no decidía lo que hacía. No decidía nada de mí. Peter Lanzani no había hecho nada para ganar ningún privilegio en mi vida. 
  
—Lali, lo siento. Estoy tan malditamente arrepentido. —La derrota en su voz me hizo desacelerar. Me giré y lo miré. Se encontraba fuera de su Jeep, caminando hacia mí.

 —Parece que no puedo controlarme contigo. Lo siento. Eso estuvo mal. Tuve que detenerlo.  




Se acuerdan de mi historia , bien sucede que si mi chico era un completo mujeriego pero algo diferente había en el yo lo podía ver, el me alejo durante meses estuve en estado de confusión gracias a el pero un día el como si nada me beso ...y fue el mejor beso de mi vida aun recuerdo como nuestros corazón latían luego de ese beso ..continuara hdjdhj 

PD:LAS QUIERO Y COMENTEN 

6 comentarios:

  1. Estuvo buena y por favor no nos avandones por mucho tiempo se extrañaba tus adaptaciones Toda la seman. Espero que subas mas me encantan. :)

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  2. quiero más de las dos historias! Besos

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  3. Subi pronto y tmb cuentamos tu historia :)

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  4. Si mal no recuerdo ,Peter cuando estuvo con Lali la primera vez ,se quedó con una prenda ,jajjajaja. Espero ansiosa el momento k recuerde eso.
    Me mata k la ponga siempre en una situación d confusión total.

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  5. Anais manos rápidas brizuela espero mínimo dos capítulos mañana o sino te haré bullying mediático ( se acuerdan lo de putini)

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