domingo, 13 de diciembre de 2015

capirulo 13








Peter 

Lali me evitaba y yo dejaba que lo hiciera. Uno de nosotros tenía que ser lo bastante fuerte para evitar que la hiriera. Ella lo descubrió y ponía un gran alto a cualquier interacción entre nosotros. No la vi después de que me dejó, observándola irse de Live Bay, hasta la clase de cálculo de la semana siguiente. Cuando entré en el salón, la encontré de inmediato. Unas cuantas personas la rodeaban y se encontraba sentada en el fondo del aula, en lugar del asiento cerca del frente, donde se sentó la semana pasada.  

Chica inteligente.  

Tomé asiento en la parte delantera y no volví a mirarla. Sólo me  distraería. El imbécil que había estado mirando su camiseta la semana pasada, hoy se hallaba detrás de ella. Quería comprobar y asegurarme que no se reclinaba detrás de ella. Necesitaba mantener los ojos para sí mismo.  

Me debatía sobre dar la vuelta y comprobarla o mantener mi atención en la pizarra, cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué y vi el nombre de Jimmy parpadeando en la pantalla.  

Ese era el teléfono de emergencia que le di a mi hermano. También eran pasadas las nueve de la mañana. Él debería estar en la escuela. Algo andaba mal. Agarré mis libros y me apresuré a salir del salón de clase.  

—¿León? —pregunté mientras me detuve en el pasillo.  

—Mamá no vino a casa anoche y Alelí tiene una fiebre muy mala. La tuvo toda la noche y  usé trapos fríos en su cabeza y le di algo de Tylenol, pero sigue aumentando. No quiere comer y ahora sólo llora muy suave. 

Mierda. Salí corriendo por el estacionamiento.  

—Está bien, ve a mojar más trapos y ponlos sobre su piel. Consigue que beba algo de agua con hielo y dile que voy en camino. 
  
Odiaba a mi madre. No tenía cualidades salvables. Si algo le pasaba a Alelí por su negligencia, la iba a matar. 

—Cris, ve a conseguir un poco de agua con hielo —instruyó León—. Voy a mojar más trapos.  

—Estaré ahí pronto. Cuídala. Llámame si empeora.  

—Lo haré —aseguró Loen y luego colgó el teléfono.  

Desbloqueé el Jeep y abrí la puerta al mismo tiempo que escuché a Lali llamándome. Mirando hacia atrás, la vi corriendo detrás de mí.  

—Peter, espera, ¿qué pasa? —preguntó en una voz con pánico.  

—Problemas familiares. Me tengo que ir —le contesté. 

Odiaba huir de ella cuando era amable, pero Alelí me necesitaba.  Arranqué el Jeep y la puerta del lado del pasajero se abrió y Lali saltó dentro. Ah, diablos.  

—Lali, no tengo tiempo para esto. Me tengo que ir. 

Asintió. 

—Sí, tienes que irte —agregó—. Vete.  

—Entonces sal de mi Jeep —repliqué, frustrado.  

—No. Nunca estás ansioso o preocupado. Nunca. Algo está mal y necesitas ayuda. —Tenía razón, pero no la iba a llevar al remolque de mi madre.  

—Lali, por favor. —Fui interrumpido por el timbre del teléfono.

 Mierda

—. ¿Qué? —pregunté, poniendo el Jeep en reversa. 

No tenía tiempo para discutir con una  mujer obstinada. Mi hermanita me necesitaba. Este no era el momento para preocuparme por mi orgullo. ¿Entonces, qué si Lali veía el lugar donde crecí? ¿Por qué me preocupaba? No era como si estuviera tratando de impresionarla.  

—Ella bebió el agua y luego vomitó  —dijo León. 

La tensión en su voz me decía que se encontraba asustado. Esto no era algo con lo que los niños deberían tener que lidiar. León tenía que ser el adulto a los once y eso me ponía furioso.  

—Está bien, mantén las toallas frías y ponlas sobre ella. Estaré ahí en cinco minutos. 

—Está bien, lo haremos —contestó y colgó.

 Dejé caer el teléfono en mi regazo y presioné el gas mientras salía a la carretera. 

—Ponte el cinturón de seguridad, Lali.

 Podía verla abrochándose el cinturón por el rabillo de mi ojo. 

—¿Qué pasa? ¿Quién era? —Empezaba a tener pánico.  

—Era mi hermano. Mi otro hermano. Tiene once. Alelí, mi hermanita, está enferma y mi patética madre no ha estado en casa toda la noche. León y Cris dijeron que está muy caliente y no quiere comer o beber. Consiguieron que tome un poco de agua y entonces vomitó. 

—Oh, Dios —contestó—. De acuerdo. Va a estar bien. Tenemos que llevarla al hospital. Pescó una fiebre, que vomite suena como un síntoma de fiebre alta. Dame el teléfono —ordenó, tomándolo antes de que pudiera entregárselo.  

—¿Qué estás haciendo? —pregunté. 

—Llamando a tu hermano —contestó, mientras masticaba sus uñas nerviosamente. 

—Hola, León, esta es Lali. Soy una amiga de tu hermano. Escucha, ve al congelador y consigue todo el hielo que tengas. Ve y frótalo por la frente de Alelí, sus mejillas, sus labios e incluso arriba y abajo de sus brazos. Enfriarla es muy importante. 

Giré por el camino que conducía al remolque que odiaba con tanta fuerza. El remolque que ni siquiera Gas había visto. No traía a las personas aquí. Pero en este momento me sentía extremadamente agradecido de que Lali hubiese venido detrás de mí y saltado en mi Jeep. No me sentía tan asustado con ella aquí. Parecía nerviosa. Lo podía decir por el tono de su voz y la forma en que se mordía las uñas, pero se mantenía calmada. 

No me sentía solo. Por primera vez en mi vida, no me sentía solo. 

—Buen trabajo. Sí, se derretirá rápido porque está caliente. Mantenlo sobre ella. No, está bien, León. Va a estar bien. Casi estamos ahí. Vamos a llevarla al hospital y conseguirle las medicinas que necesita. Todo estará bien. 

Una opresión en mi pecho vino de la nada. Mientras escuchaba a Lali tranquilizando a mi hermano, quería ponerla en mis brazos y llorar. 

¿Cuán malditamente loco era eso? Esta chica me volvía loco.

 Me detuve en el remolque y me recordé que llevar a Alelí al hospital era todo lo que importaba. No importaba que Lali vea este lugar. Podía pensar lo que quisiera. 

Lali abrió la puerta antes de que hubiese estacionado el Jeep y corrió a través del patio a la puerta del remolque sin siquiera esperarme. Corrí detrás de ella. No tocó, simplemente entró y llamó a León. Él entró corriendo a la sala de estar justo cuando yo entraba al remolque. Sus ojos fueron de Lali a mí, luego volvieron a Lali.

 —Está aquí atrás —le dijo.

 Lali no miró el lugar con repulsión como había esperado. No pareció notar nada más que a León, a quién apresuró después. 

—Hola, Lali —dijo Cris, mientras nos miraba desde su lugar junto a Alelí.

 Enfriaba sus brazos justo como Lali les había dicho. 
  
—Hola, Cris. Estás haciendo un gran trabajo —lo felicitó, luego se acercó a la cama y tocó la frente de Alelí. 

Alelí la miró con ojos vidriosos y gimió.

 —Vas a estar bien —la tranquilizó Lali y me miró de nuevo. —Agárrala. Vamos —dijo, permaneciendo atrás. 

La tomé en brazos y la abracé contra mi pecho. Se acurrucó en mí, en vez de tumbarse sin fuerzas en mis brazos y ese pequeño hecho ayudó a aliviar mi miedo. No se encontraba letárgica. Eso era bueno. 

—Vamos, chicos. Ustedes dos entren al Jeep —instruyó ella y fue delante de mí para abrirnos la puerta. 

Una vez que llegamos al Jeep, Lali movió a León al frente. Ella se metió en la parte trasera y luego extendió los brazos. 

—Dame a Alelí. Le abrocharé el cinturón conmigo y la sostendré. Puedes manejar esta cosa más rápido que yo. 

—Está bien —acordé. 

Le di a Alelí, que fue voluntariamente. No conocía a Lali, pero como los chicos, se encontraba dispuesta a confiar completamente en ella. Era ese rostro de ángel. Era imposible para alguien lucir como Lali y ser poco fiable. 

Corrí alrededor del Jeep y me subí. Íbamos a toda velocidad hacia el hospital en segundos.

 —¿Cuánto tiempo ha tenido fiebre, chicos? —preguntó Lali, mirándolos.

 —Anoche se sentía caliente y dijo que le dolía la garganta. Le di algo de Tylenol y la puse en la cama. Entonces toda la noche se removió y lloró. Su piel se puso cada vez más caliente —explicó León.

 Esperaba que Lali preguntara porque mi madre no vino a casa. O si trataron de llamarla. Pero no lo hizo. En cambio, asintió.

 —Bien, hicieron un muy buen trabajo cuidándola. Nadie podía haber hecho un mejor trabajo. 

Si mi hermanita no estuviese enferma y curvada en su regazo, habría tomado el rostro de Lali y la hubiese besado. No tenía idea de cuánto necesitaban estos chicos que alguien los corrobore. Nunca lo tuvieron de alguien además de mí. Sus elogios significaban más de lo que ella podía saber. 

—Debí llamar a Peter más rápido —dijo León con un suspiro derrotado.

 —Hiciste exactamente lo que pensaste que debías hacer. La cuidaste hasta que te diste cuenta que necesitaba un doctor. Eso es todo lo que alguien más hubiese hecho —le dijo Lali. 
  
 Detuve el Jeep cerca de la puerta de emergencias y estacioné. Podrían decirme que me moviera si querían, pero primero llevaría a Alelí adentro. Lali me la entregó y la llevé directamente a través de las puertas. La enfermera en el escritorio de recepción me dio la usual mirada molesta que me daban cuando me presentaba con uno de los niños. Había estado varias veces en los últimos años. 

—Regístrese, por favor —dijo ella. 

—Es una emergencia. Su fiebre es muy alta —expliqué. 

—Esta es la sala de emergencias. Todo el mundo aquí tiene una emergencia, se lo aseguro. Ahora regístrese, por favor. —El tono aburrido de la mujer me enfureció. 

—Necesita un doctor ahora. No puedo bajarla y registrarla, está demasiado enferma para estar de pie. —Traté de no gruñir, pero esta mujer me presionaba. 

—Regístrese —repitió. Mi sangre empezó a hervir. 

—¿Cuál es el problema? —La voz de Lali interrumpió las siguientes palabras que iban a salir de mi boca, lo cual probablemente fue algo bueno. 

—Todos necesitan registrarse y tomar asiento. No parece entenderlo. 

La mano de Lali se envolvió alrededor de mi brazo en una advertencia silenciosa, y luego se giró y caminó hacia la enfermera que salía de un conjunto de puertas dobles. 

—Hola, Gime. ¿Podrías por favor ir a decirle al Dr. Vazquez que estoy aquí y tengo una pequeña muy enferma que necesita  verlo lo más pronto posible? 

—Sí, por supuesto. —La enfermera me miró sosteniendo a Alelí y me hizo un gesto hacia ella—. Vengan conmigo. 

Lali mostró una sonrisa de agradecimiento. 

—Muchas gracias, Gime. Estamos muy preocupados por ella. Ha tenido una fiebre alta durante las últimas horas. 

La enfermera asintió y se apresuró a abrir de nuevo las puertas. Lali se acercó a  mí. 

—Estaré justo detrás de ti. Voy a ir a comprobar a los chicos y ubicarlos en la sala de espera y luego regresaré. 

—No firmaron ni se registraron —dijo la mujer detrás del mostrador, mientras se levantaba, determinada a que no volviera ahí. 
  
La enfermera le frunció el ceño a la mujer. 

—Está bien. Nos aseguraremos de obtener la información que necesitamos. Lali es sobrina del Dr. Vazquez. 

Por una vez en mi vida, agradecí el estatus social de Lali Esposito en este pueblo. 

—Gracias —le dije antes de seguir a la enfermera.   
  
Lali 

No creo que alguna vez haya estado tan asustada en mi vida. Mantener la calma no era un punto fuerte para mí. Normalmente me quebraba en un mar de lágrimas cuando las cosas se ponían difíciles. Pero ver el pánico en el rostro de Peter activó algo en mí. Me necesitaba fuerte, así que de repente me sentí fuerte. 

Eso fue lo más curioso. 

Sabía que me necesitaba y quería estar ahí para él. Entonces vi a Alelí y aumentó mi propio pánico, pero me las arreglé para mantener la calma. Saber que todos necesitaban alguien que los ayudara me hizo actuar como una adulta. 

Dejé a León y Cris en frente de la televisión con refrescos  y bolsas de patatas fritas que compré de la máquina expendedora, luego me dirigí de nuevo a buscar a Peter y Alelí. 

Gime esperaba en el escritorio cuando regresé, firmando algunos papeles. Había sido afortunada porque salió de las puertas justo cuando necesitaba alguien que me reconociera. Había estado yendo a la iglesia con Gime desde que era pequeña. Además, ella había salido con el mucho más joven medio hermano de mi madre cuando cursaban la secundaria. Ahora trabajaban juntos. Bromeaba con tío Nico sobre eso cada vez que tenía la oportunidad.  

—Ven conmigo. Le hemos colocado una intravenosa y ya estamos haciéndole pruebas. Nico tomó un momento y la revisó en su camino a suturar una herida en la cabeza.Va a regresar, pero de su chequeo rápido, cree que es la bacteria estreptocócica. Un muy mal caso, pero estará bien. Ahora esperamos los resultados del examen estreptocócico. Tan pronto como sepamos, empezaremos con los antibióticos por la vía intravenosa.  

Llegamos detrás de la cortina y encontramos a Peter caminando de un lado a otro a los pies de la cama, mientras Alelí dormía pacíficamente. Se detuvo y me miró. 

—Hola. 

—Hola —contesté—. Tío Nico cree que es la bacteria estreptocócica. Estará bien. Siéntate y deja de caminar de un lado a otro. 

—Regresaré en un par de minutos para revisarla. Tengo que ir a ayudar a colocar un hueso —dijo Gime, antes de desaparecer detrás de la cortina que nos separaba del resto de los pacientes. 

—No sé cómo agradecerte lo suficiente. Tú… —Se pausó y sacudió la cabeza—, te hiciste cargo. Cuando la vi ahí en esa cama, tan frágil, me aterroricé. Pero lo manejaste todo. Luego llegamos aquí y le conseguiste el mejor servicio posible. 
  
—Estoy contenta porque pude ayudar. Las emergencias no son algo con lo que lidio bien, pero hoy sabía que teníamos que llevarla al doctor. Por suerte, soy familiar de uno. 

Peter me miró un momento y luego, por primera vez hoy, una pequeña sonrisa tocó sus labios. Me sentía tan feliz de ver esa sonrisa. 

— Eres increíble y ni siquiera lo sabes. 

Mi rostro se puso caliente y agaché la cabeza. No era increíble, pero escuchar a Peter decirlo como si lo dijera en serio me hizo esperar por algo que sabía que no podía tener. Había estado ahí cuando necesitó a alguien. Se sentía agradecido. De repente no me encontraba atractiva o me quería. Esas eran dos cosas diferentes y necesitaba mantener eso en mi mente. 

La cortina se apartó y entró tío Nico. Su cabello castaño claro era corto pero tenía ese estilo desaliñado en el frente que sólo chicos que lucían igual que él a los treinta y cuatro podían lograr. 

—Aquí está mi Esposito favorita. —Tío Nico sonrió cuando entró en la habitación. Ese era su chiste favorito. Especialmente ahora que odiaba a mi padre. Le encantaba fastidiar a Gas con que yo era la favorita. 

—Oye, tío Nico. ¿Se pondrá bien? —pregunté. 

—Sip. Los chicos pescan estreptocócica. Es un mal caso. Necesita constante supervisión y cuidado. Estará bien después de treinta seis horas de antibiótico, pero es muy importante obsérvala y mantener fluidos en ella, así como hacerla comer pequeñas cantidades una vez que empiece a sentirse mejor. Es contagioso, así que tienes que mantenerla alejada de los otros niños si es posible. La amenaza más grande es si comen o beben de los mismos platos que usó ella. Una vez que haya tenido más o menos veinticuatros horas de antibióticos, ya no será contagiosa.

 Asentí, luego extendí la mano y apreté la de Peter. Sus dedos se entrelazaron con los míos y me devolvió el apretón. La mirada del tío Nico cayó a nuestras manos unidas antes de volver a mirar el historial en frente de él. 

—Voy a imprimir su receta de prescripción ahora mismo. La queremos mantener aquí un poco más para darle la primera ronda de antibióticos por vía intravenosa antes de que se vayan. 

—Sí, por supuesto. Gracias, doctor —contestó Peter. 

Tío Nico miró a Peter.

 —¿Es tuya? —preguntó, moviendo sus ojos a mí, luego de vuelta a Peter.

  Pensó que Peter tenía una hija. No es de extrañar que actuara raro por las manos tomadas. 

—No, señor. Bueno, sí. Alelí es mi hermanita. La cuido cuando mi mamá lo necesita. 
  
Tío Mike pareció relajarse un poco. 

—Eso es muy amable de tu parte. La mayoría de los chicos de tu edad no serían tan responsables con un hermano más joven. 

Peter no respondió. Esto lo hacía sentir incómodo. No sabía mucho sobre la madre de Peter, pero sí que su remolque se encontraba sucio y se alejó y dejó a sus niños en casa solos por días. Eso era suficiente para saber que los niños dependían mucho de Peter.

 —Gracias por verla tan rápido. Te debo una  —le dije, acercándome a él para darle un abrazo rápido.

 Me levantó apretadamente contra él y al oído me susurró—: Ten cuidado con ese. —Luego bajó los brazos y asintió una última vez a Peter antes de salir del cuarto y cerrar la cortina detrás de él. 

Me giré de vuelta a Peter.

 —Estará bien. —Esta vez sonreí con alivio y me acerqué para envolver los brazos alrededor de Peter. Podría no quererme, pero necesitaba abrazarlo. Había estado tan molesto y ahora estaba bien. Necesitaba este abrazo. 

EL PRÓXIMO CAPITULO SERA DONDE USTEDES ME AMARAN !! SI OBTENGO 5 COMENTARIOS DE DIFERENTES PERSONAS LO SUBIRÉ 

BIEN ME ODIAN POR QUE SUBO MUY TARDE LOSE , PERO LES TENGO NOTICIAS... SOLO QUEDA UNA SEMANA DE CLASES Y LOGRE PASAR !!!!..APLAUSOS JJSD....ASÍ QUE COMO VERÁN YA PODRE VOLVER A SUBIR SEGUIDO...

PD: LAS QUIERO Y COMENTEN 

9 comentarios:

  1. Enhorabuena por pasar!!
    La novela está cada vez más emocionante, asii que empieza a subir más seguido!!!

    ResponderEliminar
  2. Lali se comportó como si fuera algo más que la amiga que tuvo sexo casual pero esta enamorada del hermano de Aleli, me gusto esta faceta de Lali <3

    ResponderEliminar
  3. Está novela es buenísima, sube otrooo!!!!

    ResponderEliminar
  4. Cada vez mas buena la Nove,felicitaciones por tus clases,esperamos otro cap y pronto mas seguidos :)

    ResponderEliminar
  5. Ya son 5 comentarios!jaja sube otro porfavor! Esta muy buena tu nove!!!

    ResponderEliminar
  6. Jajaja sí te Odio pero igual te felicito por terminas tus clases espero el siguiente besos

    ResponderEliminar
  7. Esta buena me encanta ya quiero Leer el otro.

    ResponderEliminar
  8. Esta bueno mas porfavor

    ResponderEliminar