domingo, 13 de diciembre de 2015

capitulo 14



Peter 

Me quedé en la puerta de mi habitación y vi a las dos chicas dormidas en mi cama. 

Lali se había quedado dormida leyéndole a Alelí, con el libro sobre su estómago. En el momento en el que trajimos a Alelí de vuelta y rastreé a mi madre, Alelí determinó que se quedaba con Lali.

 Le rogó a Lali que se quedara y cuando Lali me miró en busca de ayuda, estuve de acuerdo con el hecho de que se quedara era una idea estupenda. Así que Lali se había ido a recoger unas pocas cosas, incluidos varios de sus favoritos libros de la infancia, mientras que Alelí dormía la siesta. 

Eso me dio tiempo para llamar a mamá y conseguir que los chicos volvieran con ella mientras yo cuidaba a Alelí. Ni siquiera discutí o entré a comprobarla cuando apareció a recoger a los chicos. Odiaba enviar a los chicos con ella, pero no me los podía quedar. 

Tendría que conseguir una orden judicial y mi madre era lo suficientemente vengativa como para rechazarme. Incluso si me lo permitía, los chicos estaban mejor separados de Alelí mientras que se encontraba enferma. Además, no podría hacer esto por mi cuenta. Mamá podría ser la peor madre, pero pasaba mucho más tiempo en casa que yo. 

Cuando empezara la temporada de béisbol, estaría demasiado ocupado como para dormir, mucho menos cuidar a los niños. Era una situación sin salida. Tenía que seguir recordándome que viví con mi madre y no tuve un hermano mayor para cuidarme. 

Las manos de Lali se deslizaron y el libro empezó a caer al suelo, causando que despertara. Parpadeó varias veces, después giró la cabeza para ver a Aleli, que se encontraba acurrucada durmiendo plácidamente a su lado. 

Lali se acercó, apartó el cabello de la cara de Alelí y comprobó su temperatura con el dorso de su mano antes de levantarse lentamente. Sus ojos se encontraron con los míos cuando se giró para salir por la puerta. 

Pasó una mano por su cabello en un intento de domar lo que había despeinado y luego me sonrió. 

—Supongo que también estaba cansada —susurró mientras yo daba un paso atrás y la dejaba salir de la habitación.
 
  
Cerré la puerta detrás de ella. 

—Sí, Alelí te tuvo muy ocupada. 

Lali rió ligeramente. 

—Es una dulzura. Me gustó pasar tiempo con ella.  

Ella no tenía ni idea de lo mucho que había significado para Alelí. Lali fue la primera adulta en prestarle atención. 

—Gracias. No creo que lo hubiese logrado sin tu ayuda. Nunca ha estado tan enferma. Fue un susto de muerte.

 Lali me sonrió. 

—Después de lo que he presenciado hoy contigo, estoy convencida de que hubieses sido perfecto. Nunca hubiese imaginado que serías tan buen hermano mayor. 

El acento burlón de su voz era sexy. Todo en ella era sexy. Y tenía un pequeño bolso con sus cosas así que se podía quedar a dormir. No iba a ser capaz de controlarme. Necesitaba algo de ella. Las emociones que se arremolinan dentro de mí tomaron el control. Todo desde atracción a agradecimiento a alivio. Logramos algo juntos. Quería celebrar. Con ella. 

—Voy a ducharme e ir a la cama, si eso te parece bien. ¿Dónde quieres que duerma? 

Dónde quería que durmiera y dónde iba a dormir eran dos cosas diferentes. 

—Voy a hacerme una cama en el suelo de la habitación. Puedes usar el sofá. A no ser, por supuesto, que estés dispuesta a compartirlo. Entonces estaría de acuerdo. Soy un buen compañero de cama. 

Los ojos de Lali se ensancharon antes de que dejara escapar una risita. 

—Aunque estoy segura de que eres un talentoso compañero de cama, creo que voy a pasar. Puedo quedarme con el suelo de la habitación si quieres. 

La única noche de mi vida que conseguí que Lali la pasara en mi apartamento, no iba a dormir en el suelo. La quería en mi sofá. De hecho, la quería en mi cama, pero en este momento la ocupaba Alelí. Sin embargo, iba a asegurarme de que Lali usara una de mis almohadas. De ese modo, tendría su olor durante un tiempo después de que se fuera. 

—No, insisto. Vas a dormir en el sofá. 

Lali me estudió durante un momento. Pude ver preocupación e incertidumbre en sus ojos. Quería preguntarme algo y no podía decidir si lo iba a hacer o no. Me quedaría aquí y la dejaría pensar todo el tiempo que necesitara. 

—¿Los chicos llegaron bien a casa? —preguntó finalmente. No era exactamente de lo que quería hablar. Sabía adónde se dirigía esto. 

—Sí, mi madre vino a recogerlos. 
  
—Están, um, es decir, eh, crees que van a estar bien... allí... quiero decir... —tartamudeó nerviosamente. Fui al sofá y me senté, después la miré. 

—Tienen un teléfono. Si me necesitan, llamarán. 

Lali frunció el ceño y dio un paso hacia mí. 

—¿Tu madre entró a ver a Alelí? 

Esta no era una vida que Lali fuera capaz de comprender. Su padre pudo haberlo jodido todo y abandonarlos recientemente, pero su vida había sido malditamente privilegiada. 

—No, Lali. No lo hizo. No se preocupa. No hay nadie en la tierra a quien odie más que a mi madre. ¿Eso es sobre lo que tenías curiosidad? 

Mis palabras salieron más duras de lo que tenía intención. Lali caminó hacia el sofá y se sentó a mi lado. 

—Peter, lo siento. No quise entrometerme. Sólo tenía curiosidad porque Alelí ni una vez preguntó por su madre o habló de ella. Eso fue extraño para mí. Cuando crecí, mientras me encontraba enferma siempre quería a mi madre. No podía entender por qué ella nunca preguntó por la suya. 

Apoyé la cabeza en la pared y la giré para poder mirar a Lali. Estaba preocupada y claramente enfadada. Le enseñaba un mundo que ella ni siquiera sabía que existía y ese mundo ni siquiera era la peor parte de mí. 

—Eres la primera mujer que ha pasado tiempo con Alelí. Mi madre está o borracha, dormida, o fuera. Alelí ha sido criada por León cuando están en casa. Me aseguro de que las facturas estén pagadas y que los niños tengan comida. Luego, como has visto hoy, si alguien se enferma, lo manejo. 

—Oh dios, eso hace que me duela el pecho —susurró Lali, frotando el puño sobre su corazón—. Quiero acurrucarme con Alelí y abrazarla. No es de extrañar por qué León actúa como si tuviera veinte en lugar de once años.

 La alcancé y aparté la mano de su pecho. 

—Estarán bien. Yo lo estoy y no tuve hermanos mayores para ayudarme. Lo logré sin nadie. No te enfades por ello. No son los únicos niños que crecen en esta situación. 

Los ojos de Lali sujetaban lágrimas no derramadas mientras trataba de evitar que temblara su labio inferior. Ah, diablos. La hice llorar. No le conté todo eso para hacerla llorar. Sólo respondí sus preguntas. La dejé entrar un poco en mi jodida vida. Más de lo que alguna vez he dejado a alguien. 

—Eres la única persona a la que le he contado sobre los niños y mi madre. Ni siquiera se lo he contado a tu hermano. 
  
Lali apretó los labios con fuerza y asintió. No respondió. Aún intentaba con fuerza no llorar. Su blando corazón no podría manejar esto. Si alguna vez supiera una pequeña parte de lo que mi madre le ha hecho a esos niños y a mí, ella nunca sería capaz de tratar con ello. 

—Ven aquí —dije amablemente mientras la cogía de los brazos y la apretaba contra mi pecho.   
  







Lali

No poner pegas para ir a los brazos de Peter no fue probablemente muy inteligente, pero en ese momento, no me importó. Necesitaba abrazarlo. No podía abrazar a León y a Cris, pero podría abrazarlo a él. Y mañana le daría a Aleli cada segundo de mi atención cuando no estuviera en clase. Quizás me las saltaría para estar aquí. Ella volvería pronto con su madre. La idea de que estuviera descuidada era dolorosa. 

—Siento habértelo dicho —susurró Peter contra mi cabello mientras me sostenía con fuerza. 

Yo no lo sentía. Me dejó entrar. Era algo que había querido. Sin embargo, cuando quise entrar, no tenía ni idea de que iba a averiguar esto. Imágenes de Peter a lo largo de los años seguían apareciendo en mi mente. Cuando lo conocí, había sido un niño delgado con el cabello tan largo que lo llevaba en una coleta. Incluso con sus vaqueros descoloridos y su camiseta desgastada no podía evitar pensar que era hermoso. Pero me preguntaba por qué su madre lo dejaba lucir así. 

—Gracias por decírmelo. Por dejarme ayudar. Sé que reacciono como la niña mimada que soy, pero estoy procesándolo. Quiero ir, separarlos de tu madre y mantenerlos cerca. Cuidarlos. Asegurarme de que tengan buenos cortes de cabello y ropa limpia. 

El pecho de Peter retumbó por su risa y lo miré.
 

—¿Buenos cortes de cabello y ropa limpia? —preguntó, sonriéndome.
 

—Sigo recordando la primera vez que te vi. Tu cabello era ridículamente largo y tu ropa desgastada. Eso no quitaba que fueras el niño más hermoso que había visto, pero aun así... —Oh, mierda.

 ¿Dije eso? 

Peter inclinó la cabeza y me estudió durante un momento. 

— ¿Pensabas que era hermoso? 

Suspirando, empecé a salirme de sus brazos, pero me sujetó firmemente. 

—Respóndeme —susurró, bajando la cabeza para que su boca estuviese cerca de mi oído. 

—Sí. Sabes que eres hermoso. 

Peter deslizó una mano por mi espalda hasta que tuvo un agarre firme en mi cintura y después me sostuvo más cerca contra su pecho. 

— Quizás no lo sepa —contestó, elevando su otra mano para acunar mi cara y pasar su pulgar por mi pómulo—. Quizás estoy tratando de averiguar por qué querrías tener algo que ver conmigo.

 ¿Hablaba en serio? 
  
—He tenido un flechazo por ti desde que tenía dieciséis años. Seguramente lo sabes. No era muy reservada sobre ello. Nunca me he perdido uno de tus partidos de béisbol, incluso los que jugabas fuera. Encontraba cualquier razón en la que pudiera pensar para lanzarme en tu camino. Entonces cuando conseguí tu atención, estabas borracho, pero no me importó. Me encontraba dispuesta a tomar lo que pudiera conseguir. Quizás no pensaba que te encontrabas tan borracho, pero me sentía feliz de que no me estuvieses tratando como una niña pequeña. Estaba cansada de tener que fantasear sobre ti. Quería lo real. 

Peter se quedó muy quieto. Mierda. Abrí la boca y dije demasiado. Él iba a empujarme al baño e irse a esconder a su habitación. 

—¿Fantaseabas sobre mí? ¿En serio? 

¿Eso era todo lo que había elegido de lo que acababa de decir?


 —Sí —respondí, rodando los ojos y tratando de apartarme, sólo para ser sujeta en mi lugar por su mano gracias a un agarre apretado en mi cadera.
 

Peter bajó la boca hasta que estuvo contra mi mejilla. 

—¿Por qué no me cuentas esas fantasías? Ya sabes, para poder entenderlo mejor. — Su cálido aliento hizo cosquillas en mi piel y me estremecí. 

—Es una mala idea —contesté. 

La mano de Peter se deslizó bajo mi camisa hasta que sus dedos acariciaban mi estómago desnudo. 

—No estoy de acuerdo. Creo que es una buena idea —dijo antes de repartir besos contra la piel sensible detrás de mi oreja hasta mi cuello. 

No era fácil formar pensamientos mientras la mano de Peter subía lentamente por mi estómago y su boca acariciaba y daba pequeños mordiscos a mi cuello. No podía recordar de qué hablábamos. 

—Lo ves, Lali, es una buena idea. Malditamente buena —dijo justo antes de que su mano acunara uno de mis pechos.

 Concentración. Necesitaba concentrarme. Había una razón por la que esto era una mala idea. Sólo tenía que pensarlo bien. 

—Quítate la camisa para mí —dijo Peter en un susurro ronco.

 Después sacó la camisa sobre mi cabeza y la dejó caer a un lado de nosotros. Sus parpados estaban bajos y lo hacía más sexy. No me había dado cuenta de que era posible. Con una mano, Peter desabrochó los ganchos de mi sujetador y lo apartó. 

Antes había estado con él así, pero era oscuro. Ahora no nos encontrábamos en la oscuridad y las palabras de Peter “Sé que tus tetas no son tan grandes” volvieron a atormentarme. No tenía la copa de la mayoría de las chicas con las que salía. Le gustaban las tetas grandes. Las mías no se parecían a lo que estaba acostumbrado. Busqué frenéticamente mi camisa. 

—Lali, no. —Peter pasó la mano por mi cabello y giró mi cabeza hacia él. 

Después su boca cubrió la mía. El suave calor de sus labios mientras me mordían y probaban hizo que mi interior se convirtiera en mantequilla. Deslicé las manos alrededor de su cuello y le sujeté, asustada de que se diera cuenta de que tenía pechos pequeños o de que no quisiera hacer esto otra vez y me apartara. Dejando escapar un gruñido bajo, Peter agarró mis piernas y me puso completamente en su regazo hasta que me encontraba a horcajadas. 

La presión de su erección contra mí, mandó pizcas de placer por mi cuerpo. Fijé mis manos en su cabello, continué saboreándolo y perdiéndome en la conexión que antes había negado. Sus dientes atraparon mi labio inferior y lo mordió suavemente dando un pequeño tirón. Temblé y me apreté más fuerte contra su excitación, causando que gimiéramos por la sensación. 

Las manos de Peter subieron por mis muslos y después se encontraban en mis pechos. Una vez más me recordé lo carente que estaba en ese aspecto. Me tensé y empecé a apartarme. 

—¿Qué pasa? —preguntó Peter, acercándome mientras yo trataba de alejarme.  

—Nada. Pero... ¿puedo ponerme la camisa? 

Peter bajó la cabeza, manteniendo sus ojos fijos en los míos hasta que su lengua salió y lamió uno de mis pezones. Después lo metió en su boca y mi cuerpo me traicionó lanzando fuegos artificiales. 

Agarré sus hombros y me aferré mientras continuaba la lujosa atención a un pecho, después al otro. Los gritos de placer saliendo de mi boca no eran de ayuda. La lengua de Peter tenía completo control sobre mi cuerpo. Cuando se detuvo el calor de sus talentosos cuidados, abrí la boca para rogar por más, pero la presión en mis cortos pantalones vaqueros me detuvo. 

Bajando la mirada, miré mientras Peter abría la cremallera de mis pantalones, después pasó su mano por el satén rosa de mi ropa interior. 

—¿Por qué querías ponerte la camisa, Lali? —preguntó, subiendo sus ojos para encontrarse con los míos. 

¿Mi camisa? ¿Qué? Estaba confundida... 

—¿Qué? —pregunté, hipnotizada por la forma en la que sus largas pestañas acariciaban su mejilla mientras me miraba con hambre e intenso brillo en sus ojos. 
  
—Querías ponerte la camisa. ¿Por qué? 

Oh sí... mi camisa. Lo había olvidado.
 

—Um, eh, era sólo que... —No quería decir esto. 

No quería sacar el tema. Sólo quería que siguiera deslizando su mano más abajo en mis pantalones. Si le recordaba que mis tetas eran muy pequeñas para su gusto, eso podría no ocurrir. Cogió uno de mis pechos y pasó el pulgar por mi pezón. 

—Saben tan dulces como parecen —susurró con voz ronca. 

—Oh —suspiré, mirándolo tocarme.
 

—¿Por qué querías taparlos?  

No iba a dejar esto pasar. Suspirando, traté de que sus manos se deslizaran más en mi pantalón. No funcionó. Él no iba a hacer nada hasta que le respondiera.  

—Porque son más pequeños de lo que te gusta —murmuré, agachando la cabeza para esconder la humillación en mi cara de haber tenido que decir eso en voz alta.
 

Peter se congeló y maldije mentalmente. Lo sabía. Se detendría.


 —Levántate, Lali. —No era una petición. Era una orden.
 Me mandaba a darme una ducha fría. 

Salí de su regazo y me puse de pie, cruzando los brazos sobre mi pecho. Buscaría mi camisa más tarde. Girándome, empecé a dirigirme hacia la ducha, cuando Peter agarró mis caderas y me empujó de vuelta. 

—¿Dónde crees que vas? — preguntó. Lo miré. 

—Al baño, a enfriarme.
 

Peter bajó sus cejas y negó. 

—No. 

¿Quería que me marchara? 

—Date la vuelta, Lali. —La profunda, y autoritaria voz sonó sexy, pero no quería girarme. Quería esconderme en el baño—. Por favor, cariño. Date la vuelta —susurró en mi oído. 

Sabía cómo tratar conmigo. Eso era seguro. Lentamente me di la vuelta, manteniendo los brazos cruzados sobre mi pecho desnudo. Peter se agachó y tiró de mis pantalones desabrochados hasta que se deslizaban por mis piernas. 

—Quítatelos —me dijo y lo hice sin dudar. Se levantó de su posición relajada en el sofá y tiró de mis brazos hasta que estaban descruzados descansando a mis lados. Ahuecó cada pecho con sus manos y los sostuvo como si fueran preciosos antes de mirarme. 

—Eres jodidamente perfecta. Todo. Tu sonrisa. Tu risa puede iluminar todo mi maldito día. La forma en la que te preocupas tanto por la gente que dejas todo lo demás para ayudarlas. Eres jodidamente sexy, tus piernas han estado dándome furiosas erecciones durante años. Estas perfectas, redondas y suaves tetas con pezones que juro saben a caramelo. Y luego está esto. —Deslizó una mano entre mis piernas y pasó su dedo corazón por la tela húmeda de mis bragas—. Joder, cariño. No hay nada mejor que esto. —Gimió antes de cubrir mi boca con la suya y besarme fuerte y rápido. 

Cada empuje de su lengua debilitaba mis rodillas. Sabía lo que él quería. Sabía lo que yo quería y el beso salvaje aumentó más mi deseo. Cogí su camisa, haciendo puños en el material y jalé hacia arriba de su cabeza. Lo necesitaba desnudo. Me aparté de nuestro beso y pasé las manos por su pecho para poder sentir cada musculo definido. El pequeño salto de sus pectorales me hizo sonreír. 

—Te quedan como tres segundos de exploración, Lali. No puedo aguantar mucho más. 

Bajé los dedos hasta el botón de sus vaqueros y lo desabroché, después lentamente bajé la cremallera. Justo cuando empecé a jalarlos, Peter me cogió y besó fuerte en la boca, después me lanzó al sofá. 

—Se agotó el tiempo —gruñó mientras me cubría con su cuerpo. 

Abrí las piernas.
Podía sentir su erección presionada contra mí. 
Ahora sólo teníamos una capa de vaqueros contra nosotros. 

Peter pasó la mano por mi estómago y luego deslizó los dedos en mis bragas. Cuando sus dedos llegaron a su destino, lo agarré y me apreté contra su mano. 

— Oh Dios mío, Peter —jadeé. 

Dejó caer la cabeza en la curva de mi cuello y empezó a deslizar sus dedos dentro y fuera de mí. Cada vez que volvían a entrar, me movía contra la presión. Mi cuerpo tomaba el control y todo por lo que me preocupaba era el placer. 

—Eso es —dijo contra mi piel—. Déjame hacer que se sienta bien. Quiero que te vengas contra mi mano para poder sentirlo. 

Las palabras sucias me enviaron sobre el borde. Grité su nombre, pero su boca cubrió la mía para amortiguar el sonido. La pulsación pasó al éxtasis y mi cuerpo temblaba bajo él. Sus dedos se deslizaron fuera y su cuerpo me dejó. 

Abriendo los ojos con pánico, empecé a rogarle que volviera. Pero no se marchaba. Se quitaba los vaqueros. 

Mirar a Peter lanzani desnudarse era una de las cosas que una chica nunca olvidaría. Su bóxer cayó al suelo junto a sus vaqueros y tragué... fuerte. Aunque habíamos tenido sexo antes, no le llegué a ver desnudo. Nunca vi a ningún chico desnudo. Era impresionante. Peter cogió los lados de mis bragas y las bajó, después las lanzó al suelo con el resto de nuestra ropa desechada. 
  
—Eres tan hermosa —susurró con voz asombrada mientras me miraba fijamente.
 

—Tú también —contesté, porque era la verdad.
 

Peter sonrió. 

—Vas a tener que dejar de decirme cosas como “precioso” y “hermoso”. Me voy a acomplejar. ¿Por qué no puedo ser “sexy”, o quizás “irresistible”? 
 

—También eres esas cosas. Créeme. —Le sonreí.
 

Peter se mantuvo sobre mi cuerpo mientras me miraba. 

—Esa noche. En el almacén. Nunca me perdonaré por eso. Nunca va a ser así otra vez entre nosotros.  

Extendí la mano y metí el cabello que caía frente a sus ojos detrás de su oreja. 

—Pero se sintió bien. En serio, muy bien. Mejor que cualquiera de las veces que fantaseé sobre ello.  

Peter se congeló. 

—¿Cuando dices “fantasear”... quieres decir que piensas en mí cuando te tocas?


 Mi cara se puso instantáneamente roja, supe que vio mi rubor y sabía la respuesta. No ganaba nada negándolo. Asentí.
 

—Mierda —exhaló—. No voy a ser capaz de sacar esa imagen de mi mente.  

Inclinó la cabeza y me besó suavemente en los labios. 

—Quiero estar dentro de ti. Pero si quieres que paremos aquí, lo haremos. 

No. Me hallaba lo suficientemente desesperada que podría atarlo si trataba de escapar. 

—También te quiero dentro de mí. 

Peter se mordió el labio inferior y cerró los ojos con fuerza. 

— Cariño, entre decirme que te tocas pensando en mí y que me quieres dentro de ti, puede que jodidamente explote incluso antes de estar dentro de ti.  

Riendo, moví mis caderas bajo las suyas, queriendo sentirlo sin nada entre nosotros. 

—Mmm, aún no —dijo e inclinó la cabeza para besar mis labios. Después bajó a besar cada pezón. 

Tiró de cada uno de ellos en su boca antes de dejar un rastro de besos bajando por mi estómago. Cuando sus manos tocaron la parte interna de mis muslos y las abrió más, dejé de respirar. El primer contacto de la lengua de Peter contra mi clítoris y tuve que morderme fuertemente el labio inferior para evitar gritar su nombre. Agarré un puñado de su cabello mientras él continuaba probando y lamiendo. Saber que hacía esto completamente sobrio, lo hizo incluso mejor. Mi cuerpo empezó a temblar y supe que me acercaba. No iba a poder evitar gritar. 
  
La boca de Peter me dejó y me encontraba punto de rogarle cuando oí la rotura del aluminio y miré para verlo deslizarse un condón. 
Oh... no importa. Quería eso. Sus ojos se encontraron con los míos. 

—Eso fue increíble. Nada ha sabido tan bien como tú. 

Decidí que la charla sucia era algo en lo que sobresalía. Estaba bastante segura de que él podía llevarme al orgasmo con sólo hablarme sucio en la oreja. Me pregunté si iba a intentarlo en algún momento. 

Cuando Peter se bajó sobre mí, detuvo mi hilo de pensamientos. Cerró los ojos con fuerza mientras la punta de su erección se encontraba con mi entrada. 

—No quiero hacerte daño —dijo con un susurro desigual. 

—No lo harás. Por favor —rogué y elevé las caderas.


 Peter se deslizó lentamente dentro de mí. 

—Tan apretada. Jodido cielo. 

Cuando se encontraba completamente dentro, lo dos gemimos. Estaba dentro de mí. Quería mantenerlo ahí. Nunca antes me sentí tan unida a alguien. Supe ahora lo desconectado que él había estado la primera vez que hicimos esto. Esta vez era tan diferente. Estaba aquí conmigo. Sintiendo todo lo que yo sentía. 

—Eres tan caliente y apretada. Quiero quedarme aquí —dijo antes de cubrir su boca con la mía. 

Su lengua entró en mi boca y la chupé fuertemente. 

Peter empezó a moverse. Mis caderas se movían con él mientras se deslizaba dentro y fuera de mí. Me besó y susurró palabras de aprobación mientras sus movimientos se hacían más rápidos y más fuertes. Subí con él. Necesitaba más. 

Esta vez sabía lo que venía y lo quería. Justo cuando me golpeó mi orgasmo, Peter agarró mis caderas y empujó fuertemente una última vez, gritando mi nombre. 

Fue perfecto.  









CAP JODIDAMENTE CALIENTE VERDAD 
son tan buena lectoras que aquí esta el cap que les prometí 

PD:LAS QUIERO Y COMENTEN


14 comentarios:

  1. estas a full jajajaja dale subi mas ^^
    besos tk genia<3

    ResponderEliminar
  2. Hasta que al fin se pudieron entregar juntos, subi pronto!

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Se extrañan la nove subi por favor :)

    ResponderEliminar
  5. Por si acaso Anais no va subir porque esta trabajando y cuabdovoueda sube

    ResponderEliminar
  6. Dónde te has metido?? Sube más porfa !!!

    ResponderEliminar
  7. Porta no desaparezcas tanto!! Enamorada de esta noveeee :) volveeeeee

    ResponderEliminar
  8. Donde andas,regresaaaa. Feliz año :)

    ResponderEliminar