domingo, 17 de enero de 2016

capitulo 26






Peter 

No he bebido en semanas. Pero en este momento, lo que necesitaba eran al menos cuatro chupitos de tequila, uno detrás del otro. 

Durante toda la semana estuve preocupado por esta noche. Siempre esperé ser el padrino de la boda de Gas. Pero ahora, eso significaba caminar por el pasillo con la dama de honor, que también pasó a ser la chica de la que me enamoré y nunca podré tener, lo que iba a ser un infierno. 

Estuve toda la semana ocupado ayudando a Vico y Cande a tener lista su casa para la inspección. Pintamos de azul el cuarto de los niños y les compramos literas, además de una televisión y una Xbox. Luego, pintamos la habitación de Aleli de color amarillo pálido y Cande insistió en colocar una cama con dosel. Aleli dijo que su habitación era la de una princesa. 

Tenía una pequeña mesa de color rosa y púrpura con dos sillas, ubicada en la esquina, con un diminuto juego de té encima. También se hallaba una casa para las muñecas, que tenía más habitaciones de las que cualquier muñeca podría necesitar, completamente equipada, desde una silla alta para trabajar hasta ventiladores de techo. Me sentía agotado, pero también, seguro de que la inspección sería un éxito. 

Ahora, esta noche, en lugar de trabajar me encontraba aquí, tratando con todas mis fuerzas de no mirar a Lali. Conseguí un atisbo de ella cuando entró en la casa de playa que los Esposito alquilaron para la recepción. Llevaba un pequeño vestido rosa y zapatos de tacón a juego, haciendo que sus piernas se vieran aún más largas. Aparté la mirada rápidamente. Mi intención era fingir que no se encontraba aquí. Era la única manera en que podría hacerlo. 

—Peter —dijo su suave voz y giré para verla acercándose a mí. 

Su pelo permanecía suelto, en lugar de recogido como lo llevaban las otras chicas. Los perfectos y sedosos rizos Chocolate colgaban por la espalda. Su muy desnuda espalda. Apenas la cubría algo de vestido. Arranqué los ojos del vestido antes de que cayera y la comprobara para ver si llevaba puesto un sujetador y me encontré con su mirada. 
  
—Lali —contesté. 

Desearía que el bar estuviera abierto. Lo necesitaba durante el ensayo, no después. 

—Me enteré que Cande y Vico obtuvieron a los niños. Quería decirte que estoy feliz por todos ustedes. 

Maldita sea. Iba a ser agradable y amable. ¿No entendía que me confundía? Intentaba encontrar una manera de vivir sin ella. Esto iba a joderlo todo. Hice un pequeño progreso. Que ahora se fue al infierno. 

—Gracias. Los niños están felices por eso —contesté y aparté la mirada. 

A cualquier lugar, que no fueran esos ojos Chocolates que he visto oscurecerse durante un orgasmo y brillar risueños cuando dije algo gracioso. 

—¿Estás bien? —preguntó. 

¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Parecía que estaba bien? 

—Siempre estoy bien, Lali. 

Podía oír cómo inhalaba rápidamente. ¿Qué esperaba que dijera? ¿La verdad? No podría soportar la verdad. 

—Eso es bueno. Me alegra oírlo. Yo, uh, te veo después —balbuceó y me miró mientras se alejaba. 

La parte de atrás del vestido exhibía hasta la parte baja de la espalda. Un poco más y se vería su pequeño y perfecto culo. Demonios, ¿no le exigió su hermano que usara más ropa que eso? Se detuvo y aparté la mirada de su culo para ver con quién se paró a hablar. Pablo Riera.

 Sus brazos la envolvieron en un abrazo y la sangre en mi cabeza comenzó a golpear con furia contra mi sien. Tocaba su espalda desnuda. ¿La tocó en otros lugares? ¿Tocó los lugares que sólo yo toqué? Mierda. 

Irrumpí hacia las puertas que conducen a la playa. Necesitaba un poco de aire fresco y espacio. ¿Por qué lo trajo aquí? Pensé que la historia acerca de que lo veía era una mentira para encubrir la verdad. Pero tal vez no fue una mentira. Tal vez, corrió directamente hacia él y su jodido jet. 

Cerré ambas manos, con las palmas abajo, sobre la barandilla de madera y dejé escapar un torrente de palabrotas. Sabía que llegaría este día. Verla con otra persona. No sabía que sería tan condenadamente pronto. 

—¿Estás bien? Tal vez necesitemos la barandilla para la boda. Si pudieras abstenerte de destruirla, lo apreciaría mucho. 

Giré para mirar a Gas. Se encontraba a mi lado. 

—Por casualidad, ¿este acto de violencia al azar tiene relación con el hecho de que mi hermana está aquí con Pablo Riera? 

No tenía sentido negarlo. 

—No estoy preparado para verla tan pronto con otra persona. 
  
Gas se apoyó en la barandilla, con los codos. 

—A mí también me sorprendió un poco. Es decir, un día me dice que te ama y lo siguiente que sé, es que rompieron y está saliendo con Pablo. Simplemente no me parece bien. Lali no es así de inconstante. 

¿Por qué no se lo dijo? ¿Me protegía o protegía su orgullo? Quería creer que me protegía. Fue la única persona que me protegió siempre. Que quiso protegerme. 

—Fue prudente. No era lo suficientemente bueno para ella. Tú mismo lo dijiste. 

Gas dejó escapar un profundo suspiro. 

—No debería haber dicho eso. Eres mi mejor amigo. Te quiero como a un hermano. Pero durante todos estos años, te vi cambiar de chicas más rápido de lo que cambiabas la ropa interior y no quería que mi hermanita fuera una de esas chicas. No quería que terminara lastimada. No eres un mal chico. Eres un gran tipo. Eres leal. Puedes animar a toda una maldita habitación. Siempre has cuidado mi espalda. Si te enamoraras de una chica, sería una mujer afortunada. —Hizo una pausa y giró la cabeza para mirarme—. Pero nunca dijiste que amabas a Lali. Sabía que para que le fueras fiel, tenías que estar enamorado. Incluso después de que ella dijo amarte, nunca le dijiste que la amabas. 

No le dije a nadie lo que sentía. Me sentía cansado de mantenerlo para mí mismo. Lali no quería escucharlo ahora. Nunca me creería, de todos modos. Pero podía decírselo a Gas. 

—La amo. La amaré hasta el día que me muera. Jamás alguien más va a tomar su lugar. Es imposible. No quiero intentarlo. Las semanas que pasé con ella fueron las mejores de mi vida. Que me amara fue increíble. Pero la cagué. Siempre lo hago. Es lo que mejor sé hacer. 

Gas se incorporó y apoyó una mano en mi espalda. 

—No, no eres bueno en eso. Eres bueno en muchas cosas, pero meter la pata no es una de ellas. Todos cometemos errores. Dios sabe lo que hice con Rochy cuando me enteré de su hermana y mi papá. Pero cuando encontramos una persona que nos completa, no nos damos por vencido. Sin importar lo mal que metimos la pata. Hacemos lo correcto. 

Me quedé mirando el agua mientras se desvanecían los pasos de Gas. No tenía idea de lo que decía. Si sabía que jodí con mujeres por dinero, mientras salía con su hermana, me mataría. Cuando pensó que Rochy lo traicionó, reaccionó como lo haría cualquier hombre. Lali no hizo otra cosa que amarme y confiar en mí. Lo que le hice fue mucho peor.   
  
Lali 

—¿Tengo que estar preocupado de que mi vida esté en peligro? — susurró Pablo mientras lo llevaba a la habitación, donde podía esperar durante el ensayo. 

Mamá tenía un partido de fútbol reproduciéndose en una pantalla plana, aperitivos y bebidas. 

—No. ¿Por qué? —pregunté. 

Pablo se rió. 

—O estás completamente ciega o simplemente eres buena en ignorar las cosas. Peter salió de la casa justo después de darme una mirada de muerte. 

Me detuve y miré hacia atrás, a las puertas dobles que se encontraban abiertas y llevaban a la playa. 

—¿Peter salió? 

—Sí. Cuando nos abrazamos. Lo vio y algo que sólo podría describirse como furia iluminó su cara antes de que se fuera corriendo de aquí, como si lo estuvieran persiguiendo. 

¿En serio? Parecía tan desinteresado en hablar conmigo. Todavía trataba de lidiar con el hecho de que lo irritaba. Mi presencia era algo que realmente despreciaba. 

—No creo que se fuera por tu culpa. No puede soportar estar cerca de mí. Probablemente se fue porque tenía miedo de que tratara de hablar con él nuevamente. Este fin de semana va a ser tan divertido. Tengo que caminar por el pasillo con él. Sentarme a su lado en la recepción y ambos tenemos que hacer los brindis. 

Pablo extendió la mano, tomó la mía y la apretó. 

—Lali, ese chico no te detesta. No sé lo que te ha dicho, pero puedo jurarte que lo que acabo de ver no fue desinterés o disgusto. Se veía dispuesto a llevarme aparte para golpearme por tocarte. Conozco a los chicos. Soy uno. Confía en mí. 

Quería creerle. De verdad, pero era difícil. Conocía bien a Peter y podía ver el vacío y la carencia de emoción en sus ojos cuando me miró. Estaba muerta para él. No podía tener esperanza de nada más. Dolía demasiado. No necesitaba añadir más dolor. No, si iba a encontrar una manera de pasar esto y vivir de nuevo. 

—Me gustaría, pero no puedo. Lo conozco demasiado bien. —Me acerqué a la mesa—. Puedes tomar todo lo que quieras para beber de aquí, o aperitivos de allí. Espero que te guste el fútbol de la conferencia del sureste, porque es lo único que vemos por aquí. Los otros equipos no son importantes en el gran esquema de las cosas.


 Pablo se echó a reír. 

—Así que la gente de la conferencia del sureste es tan odiosa como he oído. 
  
—No somos odiosos. Sólo honestos. Los hechos son los hechos — contesté y le guiñé un ojo. 

—Los hechos, ¿eh? 

—Podemos repasar los últimos diez ganadores del campeonato nacional de la NCAA si deseas aclarar cualquier confusión. —Vico arrastró las palabras, entrando en la habitación. 

—Bien dicho. Si quieres hacer amigos, no vayas contra la conferencia del sureste —dije, señalando hacia Vico. 

—Comprendido —respondió Pablo. 

—Oye, Lali —dijo Cris, siguiendo a Vico a la habitación. 

—¡Oye! No sabía si te vería esta noche —le dije, y fui a abrazarlo. 

Envolvió los brazos a mí alrededor y luego asintió hacia Vico. 

— Estoy aquí con Vico y Cande. Van a dejar que nos vayamos a vivir con ellos. Con Leon incluso conseguimos literas y una Xbox. Peter sigue ganándonos en el juego de fútbol que nos compró. Sin embargo, estoy practicando. Le voy a ganar la próxima vez. 

No me pondré toda llorosa por esto. Me sentía tan feliz por ellos. Oír la alegría en su vocecita era maravilloso. 

—No tengo duda de que en algún momento vas a ganarle a tu hermano. Confío completamente en eso. 

Cris asintió y miró a la mesa de comida con curiosidad. 

—¿Quieres comer algo? Sírvete. Tengo que ir a ver quién tiene a la niña de las flores. Estamos a punto de comenzar. 

Cris corrió hacia la mesa. 

—Tráeme unas galletitas —le dijo Vico a Cris mientras salía de la habitación.   
  
  
Peter 

El ensayo fue difícil por razones muy diferentes de las que temía cuando vine aquí. Estar cerca de ella era duro, pero verla con él era aún más difícil. Tuve que mantenerme bajo control mientras caminaba por el pasillo al lado de Lali. No llevaba sujetador. Debería usar un sujetador, maldita sea. 

Durante la cena de ensayo se nos asignaron los asientos y Lali se ubicaba junto a Pablo. Me encontraba justo enfrente de ellos, ya que era el padrino. Fui testigo de sus bromas y coqueteos. Ni siquiera pretendí que no me molestaba. Pasé toda mi comida mirándolo. La siguiente vez que la llamara “Mar” cruzaría a través de la mesa para golpear su cara. No podía darle un apodo. No era suya. ¿O sí? 

Me las arreglé para pasar la comida, sin causarle un daño físico a nadie. En el momento en que terminó, corrí hacia la puerta. Tenía que hacer esta mierda de nuevo mañana. Nunca lo lograría. 

Pd; las quiero y comenten

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