lunes, 25 de enero de 2016

Amor Superficial


SINOPSIS 





La mejor amiga de Lali Esposito, Euge, lucha por ser perfecta en todo sentido. Lali no, y esta es su historia. 

A Peter Lanzani le gustan sus autos rápidos y a sus chicas aún más rápidas. Vuela a través de las mujeres más velozmente que sus carreras en autos con grandes motores en «The Strip» en Collinsville y no lo haría de ninguna otra manera. Determinado a evitar la devastación que ha visto soportar a su padre en consecuencia al abandono de su madre, cree que no hay espacio en su vida o en su corazón para relaciones que duren más de una noche. Busca la felicidad en cosas que no lo decepcionarán… Autos rápidos, adrenalina y sexo ocasional. Para su absoluta consternación, todo  cambia cuando inesperadamente corre hacia un amigo y es presentado a Lali Esposito, la primera chica que quiso alguna vez por más de una noche. Sólo hay una trampa… ella es completamente inmune a él y a sus formas de hablar persuasivas. 

Lali Esposito está buscando lo que Euge tiene con Nico, pero se ha rendido a encontrarlo… por lo menos hasta que se va a la Universidad en otoño porque está segura de que es donde hallará al hombre perfecto para adecuarse a su mundo perfecto. Ella planea que el verano no sea nada más que tres meses de diversión sin incidentes, pero resulta ser para nada común cuando es presentada a Peter Lanzani, uno de los viejos amigos de Nico en Collinsville. Está conmocionada por su atracción inmediata e intensa hacia «Hawke» porque nada sobre él es lo que está buscando. Claro, él es ardiente y sexy pero viene de Collinsville y eso definitivamente no está en su lista de requisitos previos. Todo acerca de él hace que el corazón de Lali se acelere porque es emocionante y peligroso, pero su auto rápido y las oportunidades arriesgadas que toma no son lo que más la asusta… Es la forma en que Peter la hace sentir cada vez que la mira. 

¿Puede Lali encontrar ese momento de valentía total y tomar la decisión de dejar el seguro y poco profundo final del amor y arriesgarse a ir hacia abajo por completo? 


NUEVA NOVE!!!

domingo, 17 de enero de 2016

capitulo 28 final









Peter 

No me encontraba seguro de si la boda era tan hermosa como decía todo el mundo. Todo lo que veía era a Lali. Podría dar fe de que iba preciosa. Era difícil ver otra cosa. Demandaba mi completa atención. La cena de la boda, de cualquier forma, era otra cosa. 

Una vez más se sentó junto a Pablo, ya que era su acompañante y yo me senté al otro lado de la mesa como testigo. Me sonrió tranquilizadoramente durante toda la comida. Sabía que trataba de conseguir que dejara de mirar fijamente a Pablo, pero no lo podía evitar. Estaba enojado y quería que se fuera. 

Cuando terminó la comida más larga en la que me había sentado, Pablo se levantó y felicitó a Gas y a Rochy, y luego explicó que los esperaba un avión. 

Lali dijo que lo acompañaba afuera. No los quería solos. Confiaba en ella, pero no podía decir lo mismo de Pablo. Una vez que salieron del comedor, me puse de pie y los seguí. 

La mano de Gas agarró mi brazo con fuerza. 

—No —susurró. 

—Suéltame —le advertí. 

—Escúchame. No lo quiere. Está siendo educada. Era su invitado. No hagas una escena. Va a volver. —Gas hablaba en voz baja para que nadie pudiera oírle excepto yo. Sabía que tenía razón, pero no me gustaba estar aquí esperando. 

—¿Y si trata de besarla? 

—Lo detendrá. Confía en ella. Confiaba en ella, maldita sea. 

Lali volvió a entrar en la habitación, e inmediatamente me miró. Articuló: Vamos. Luego se volvió para despedirse de su madre y algunos invitados. 

—Espero que encuentren un tiempo para vernos después —dijo Gas antes de que pudiera ponerme de pie. 

Él también le leyó los labios. 
  
Asentí. 

—No me lo perdería y gracias por confiarme a ella. 

Gas sonrió. 

—Eres mi padrino. ¿En quién más podría confiar? 

Sonreí y me dirigí hacia la puerta. Lali ya había salido y me esperaba. Me sentía más que ansioso por tenerla a solas. Dos manos salieron de las sombras y se envolvieron alrededor de mi brazo, jalándome en la oscuridad. 

—No fuiste muy agradable —me regañó, antes de besarme el cuello y pasarme las manos hasta el pecho. 

—Me porté bien —le contesté, agarrando la parte inferior de esta excusa ridícula de vestido y tirándolo hacia arriba para poder pasar las manos por encima de su culo. 

Llevaba una maldita tanga. Hice ese descubrimiento en la playa y me volvía loco cada vez que miraba hacia su culo en este vestido. 

—No, fuiste un chico malo. Me sorprende que Pablo aguantara tanto. —Me mordió el lóbulo de la oreja y levantó la pierna desnuda hasta mi costado. La agarré debajo de la rodilla y la levanté más. 

—Se acercó demasiado a ti y no llevas sujetador. Lali, tienes que empezar a usar sostén. Voy a ser arrestado si no lo haces. 

Se rió y levantó la mano para tirar de los tirantes de su vestido hacia abajo, hasta que sus pechos estuvieron desnudos. 

—Mierda, cariño. Tengo que llevarte a mi apartamento. Ahora. Muy rápido. 

—Me agaché para pellizcar sus pezones erectos con mi lengua. 

—Mmm, no puedo esperar tanto tiempo y tenemos que estar aquí para despedirlos —gimió, acercando más mi cabeza a su pezón, hasta que me lo puse en la boca y lo chupé. 

No iba a ser capaz de esperar tanto a este ritmo. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que la toqué. Me encontraba listo para enterrarme en ella y esta vez no podría salir nunca. 

—Peter —jadeó.  

—¿Sí, cariño? 

—Ve a la playa, por ese camino. No hay casas y está oscura y vacía. Te necesito. —Señalaba hacia la oscuridad. 

¿Quería tener relaciones sexuales en una playa? Diablos, sí. Deslicé los tirantes de su vestido de sus brazos y le cubrí los pechos, luego le agarré la mano y la llevé más profundamente en la oscuridad. Caminamos hasta que desaparecieron la música y la risa de la casa y no hubo más sonido que las olas. 
  
Lali empujó mi pecho cuando traté de jalarla hacia mí y cogió el botón de mis pantalones. Tenía un brillo malicioso en sus ojos cuando me miró. Soltó el botón y abrió la cremallera, luego bajó mis pantalones y mi bóxer. Me lo quité junto a los zapatos. Mi chica me quería desnudo, así que iba a complacerla. Puso las manos sobre mis muslos y sacó la lengua y le dio una lamida a mi polla. 

Mierda. 

—Lali, bebé... Oh Dios. —Envolvió una mano alrededor de la base de mi polla y luego la cubrió con su boca. 

—Bebé, ah, tú... Oh, Lali, Dios, se siente increíble. —Renuncié a intentar detenerla. 

No podía formar palabras. Me agaché y hundí las manos en su pelo y la vi con un placer delirante mientras deslizaba mi polla dentro y fuera de su boca como si fuera un maldito helado y no pudiera conseguir lo suficiente. 

—Santa... joder. Uh, sí. Eso es. Es bueno. —Chupó más duro cuando le alabé. 

Si no estuviera a punto de explotar hubiera seguido hablando, pero necesitaba sacar mi polla de su dulce, pequeña boca caliente y meterla en su interior. Me agaché y la levanté. El chasquido que su boca hizo cuando soltó mi polla, podría ser recordado como uno de los sonidos más calientes de la historia. 

—No quiero parar —dijo con un mohín, tratando de volver a ponerse de rodillas. 

—Estaba a punto de perder el control en esa boca tuya caliente como el infierno y no quiero hacer eso. Quiero perderme en ti. 

Lali hizo una pequeña y linda “O” con su boca, y metí la mano bajo su vestido para librarla de sus bragas. Las tiré a un lado y se rió ante otro par desgarrado de su ropa interior sexy. Le compraría más mañana. Íbamos a necesitarlas. Puse un dedo en ella, pensando que necesitaba tenerla lista, cuando mi mano encontró el calor húmedo.

 —Te gusta mamármela, ¿no? —le pregunté con asombro mientras temblaba contra mi mano, más que suficiente húmeda para mí—. Eso es tan malditamente caliente —le susurré, bajando la boca para capturar la suya. Se encontraba encendida y lista para mí, simplemente chupando mi maldita polla. 

Mierda. 

Esta mujer me tenía. Sería su esclavo de por vida. Simplemente no podía perderla de nuevo.   
  
Lali 

Peter abrió la cremallera de mi vestido y lo dejó caer sobre la arena debajo de nosotros y lo pateé a un lado. Tomó sus pantalones y sacó de su billetera un pequeño paquete de aluminio. Observé cómo lo abría con los dientes y luego deslizaba el condón sobre sí mismo. Sus dientes blancos mordieron su labio inferior mientras trabajaba en colocar la protección en su lugar. 

—Voy a recostarme y quiero que subas sobre mí. Como cuando me montaste en el sofá. —Se quitó la camisa, luego se recostó sobre la arena y me subí, intentando bajar un poco en él. 

—Ah, maldición, no voy a durar. —Respiró mientras colocaba las manos en su pecho y le permitía guiar su erección dentro de mí. 

Estaba más que lista. 

Tan pronto como encontró su lugar, bajé sobre él y ambos gritamos del placer. Lo había extrañado tanto. Esta vez sabía que me amaba. Eso lo cambiaba todo. 

Nos quitamos la arena lo mejor que pudimos y nos arreglamos el cabello el uno al otro antes de dirigirnos de regreso a la casa. Podíamos ver a la gente acumulándose afuera de las puertas principales mientras nos acercábamos. Regresamos justo a tiempo. 

—¿Quieres irte primero para que tu mamá no nos vea? 

No. No quería. Quería caminar sosteniendo la mano de Peter Lanzani y desafiarla a decir algo al respecto. ¿De verdad le diría a todo el mundo sobre su pasado? 

Porque no iba a dejar que se marchara, así que todos se enterarían que su hija salía con un antiguo gigoló. No me encontraba muy segura de sí mi madre era así de auto-destructiva. Su círculo social la comería con chismes al saber esa información. Además, tendría que delatar a la esposa del alcalde y eso causaría todo tipo de drama. 

—Quiero entrar sosteniendo tu mano. Estoy cansada de ocultar cosas sólo porque temo la reacción de mi mamá. Va a estar en contra de esto, pero no me importa. Aprenderá a lidiar con ello. Y una vez que te conozca un poco, va a caer ante tu encanto. Tienes eso a tu favor. Es imposible que no le gustes a una mujer. 

Peter me atrajo hacia su pecho y acunó mi rostro entre sus manos.

 —Te amo. Te amo tan jodidamente tanto que esto me consume. No te merezco, pero me convertiré en el hombre que sí pueda merecerte. Lo prometo. Haré que estés orgullosa de mí. 

Alargué la mano y corrí mi pulgar sobre sus labios. 

—Estoy y siempre estaré orgullosa de ti. Quiero que el mundo sepa que eres mío.   

                                    Fin


NO PODIA TERMINAR SIN SEXO 

DIGANME COMO LES PARECIO LA NOVE

PD: LAS QUIERO Y COMENTEN

capitulo 27







Peter 

Los Esposito hacían la fiesta de bodas e invitados fuera de la ciudad en un hotel al otro lado de la calle donde se celebraba la boda. Había ido esta mañana para el desayuno, justo a tiempo para ver a Lali entrando por la puerta principal en el brazo de Pablo Riera. 

Su hermano estrella de rock y Eugenia Suarez estaban con ella. Perdí el apetito. No iba a ser capaz de superar el día si no conseguía controlarme. Tenía que controlar mis emociones. Las había estado manteniendo a raya hasta que anoche vi de nuevo a Lali. 

Trató de hablar conmigo y fui grosero. Me protegí a mí mismo. Mucho bien me había hecho. Hablaría con Gas. Me haría sentir mejor. Me dirigía hacia el ascensor cuando se abrió y Gas salió rápidamente. Sus ojos lucían aterrados. 

—¿Has visto a Rochy? —preguntó, mirando más allá de mí, hacia el vestíbulo. 

—No, no lo he hecho. ¿Por qué? 

Gas maldijo y apretó los dientes. 

—Debido a que está perdida. Tuvimos una discusión, pero se terminó. Pensé que estábamos bien. Luego fui a buscarla y no se encontraba en su habitación. Llamé a mamá y no está en la casa de la playa. No la encuentro por ningún lado. Probablemente salió a tomar un respiro. 

—Cálmate, hombre. La chica no va a ningún lado. Está aquí en alguna parte. Sólo tiene que superar los nervios de la boda. 

Gas respiró hondo y asintió. 

—Sí, tienes razón. La encontraré. 

Se fue por la puerta principal. No lo seguí. En cambio, me dirigí de nuevo al ascensor hacia mi habitación. Me detuve frente a la habitación donde anoche vi entrar a Tincho. Podía hablar con Tincho. Necesitaba hablar con alguien. 

Llamé a la puerta. Se abrió y Eva se hallaba allí de pie en bata pareciendo como si recién acabara de salir de la cama. 
  
—Hola, Eva, lo siento si te he despertado —dije y entré en la habitación antes que pudiera alejarse. 

Me quedaba sin amigos con quien hablar. Tincho era el último recurso. 

—¿Peter? —respondió. 

Sonaba más como una pregunta. 

—Ella está aquí. Quiero decir, sabía que lo estaría, pero jódeme si no estaba preparado para verla con él. ¿Qué demonios es lo que ve en él? Es un idiota. —Fui hasta una silla y agarré con fuerza la parte posterior. Quería golpear algo. Cualquier cosa. 

—¿Quién es ella? —preguntó Eva. 

—¿Dónde está Tincho? —pregunté en su lugar. 

No me encontraba aquí para hablar con ella. Necesitaba un chico al que pudiera gritar.

 —No lo sé —dijo con tristeza. 

¿Qué demonios significaba eso? 

—¿Acaba de salir? 

—Se había ido cuando desperté —respondió. 

Rochy se perdió. Tincho faltaba. 

—Mierda. Gas no puede encontrar a Rochy —dije. 

No quería asumir nada, pero esa era la verdad. 

La puerta se abrió y entró Tincho. Sus ojos se abrieron molestos hacia su novia y la ira que los encendió me dijo que tenía una idea equivocada. 

—¿Qué demonios estás haciendo con mi chica en mi habitación de hotel? —preguntó Tincho, con voz fría. 

—He venido a buscarte. Borra la mueca de alfa estúpido de tu cara. No estoy aquí para jugar con Eva —contesté, molesto de que actuara de la misma forma en que yo lo haría. 

Tincho se acercó a Eva, quien se alejó de él. 

—Voy a hablar contigo más tarde. Tienes tus propios problemas — dije y me dirigí a la puerta. 


  Lali               

Desayunar con Euge fue agradable. La echaba de menos. Verla de nuevo habría hecho perfecto este día, si no fuera por el hecho de que mi corazón estaba roto y cada vez que veía el rostro de Peter y él alejaba la mirada se rompía de nuevo. 

Las fotos de la boda empezarían pronto. Tenía que ponerme el vestido de dama de honor y arreglarme el pelo. Empecé a caminar hacia las escaleras, donde sabía que Rochy estaría con las cosas del casamiento, cuando vi el pelo castaño de Peter en la playa. 

Se encontraba solo. Tenía las manos metidas en los bolsillos y miraba las olas romperse contra la orilla. Me quité los tacones y fui hacia él. No podía oírme acercarme gracias al viento y las olas. 

—¿Estás escondido? —pregunté cuando me encontraba lo bastante cerca como para que me oyera. Sus hombros se tensaron. Esa fue la única pista que tenía de que me escuchó. 

—¿Siempre va a ser así entre nosotros? ¿Podemos siquiera volver a ser amigos? 

Los hombros de Peter se levantaron y cayeron mientras suspiraba.

 —Nunca podría ser tu amigo, Lali. 

—¿Por qué? No he hecho nada malo. Tú lo hiciste. Si puedo perdonarte, ¿entonces por qué no puedes tú? ¿Por qué tienes que odiarme tanto que no puedes soportar estar cerca de mí? 

Peter volvió la cabeza para mirarme. 

—¿Odiarte? ¿Crees que te odio? 

Me encogí de hombros. Sí, eso era lo que creía. Se comportaba de esa manera. 

—No te odio, Lali. Nunca podría odiarte. 

—Entonces, ¿por qué me tratas así? ¿Por qué no puedes al menos mirarme? ¿Hablarme? No te pido... 

Peter me agarró y estampó su boca contra la mía con violencia. Su lengua se hundió en mi boca, envolviéndose alrededor de la mía mientras sus manos agarraban mi trasero y me jalaba con fuerza hacia su cuerpo. Apenas había tenido tiempo de responder, cuando se retiró de repente. Abrí los ojos y se hallaba de pie frente a mí respirando con dificultad. 

—Es por eso que actúo de esa manera. Porque cada vez que estás cerca de mí, quiero agarrarte y abrazarte tan malditamente fuerte que no puedas ir a ningún lugar de nuevo. Quiero besarte hasta que te olvides lo hijo de puta e idiota que soy. Pero no puedo. Quieres seguir adelante y trato de dejarte hacerlo. 

No me había superado. Me quería. Pero no me amaba. ¿Podría vivir sin amor? Quería lo que tenían Gas y Rochy. Pero también quería a Peter. ¿Me dejaba llevar por el sueño de un romance de cuentos de hadas para tener mi sueño con Peter? 

—Te presentas aquí con él —gruñó—. ¿Cómo diablos puedo manejar eso? Todo lo que puedo pensar es si te ha tocado. Me está matando. Eso, literalmente, me está comiendo por dentro. Saber que él puede tocarte en lugares que toqué sólo yo. Los lugares que eran míos. ¡Míos! Lo jodí y lo perdí. 

Di dos pasos, cerrando la distancia entre nosotros para que pudiera tocarlo. Había tomado una decisión. Peter no era como mi hermano. No le habían dado amor. ¿Cómo esperaba que me amara si nadie le enseñó cómo hacerlo? Gas podía amar fácilmente. Lo amaron toda su vida. Le mostraría a Peter cómo amar. Tal vez un día también me amaría. Sólo necesitaba que alguien le enseñe cómo funciona el amor. Cómo se siente. Que no se basa en mentiras. Lo amaba más que a la fantasía de lo que pensaba que era el romance. Nunca volvería a ser feliz con nadie más que con él.   

Me acerqué y puse mi mano sobre su corazón. Su músculo saltó debajo de mi mano. 

—No estoy saliendo con Pablo. Somos amigos. Sólo amigos. Ni siquiera le di un beso. Sabe que mi corazón no está disponible. Se lo he explicado y está de acuerdo con eso. No busca nada más conmigo. Este fin de semana él sabía que iba a ser difícil para mí, así que voló para apoyarme. Nada más. 

Peter respiraba con dificultad. 

—¿No te ha tocado en ninguna parte? Porque seguro que te abraza demasiado fuerte. 

Sonreí y sacudí la cabeza. 

—Me ha abrazado dos veces. Eso es todo. 

—Tiene dinero. Tiene fama. Tiene ese maldito avión. ¿Por qué no lo quieres? 

Froté mi pulgar encima de su corazón. 

—Porque te amo. 

La máscara dura en su rostro se desvaneció y sus ojos nadaron con emoción. 

—¿Cómo? ¿Por qué? —preguntó, cubriendo mi mano con la suya—. No lo merezco. 

—No estoy de acuerdo. Eres especial, Peter Lanzani. Creo que he estado enamorada de ti desde mi decimosexto cumpleaños y viniste a mi fiesta en la playa con Gas. Me guiñaste un ojo y me llamaste hermosa. Desde ese momento en que te vi. Me fascinabas. Luego, a medida que fui creciendo, te quería. Una vez que te tuve, me di cuenta que estaba enamorada de ti. 

Peter deslizó la otra mano alrededor de mi cintura y la apoyó contra mi espalda baja. 

—La noche que te alejaste de mí y sabías la verdad, sin mentiras entre nosotros, me di cuenta que esta loca, salvaje e intensa emoción que tenía era amor. Nunca la había tenido. Claro, amaba a mis hermanos, pero nada como esta emoción fuera de control que no podía nombrar. Había tenido miedo de decirte que te amaba, porque no podía creer que lo que sentía era amor si no te decía la verdad acerca de mí. Te mentí porque sabía que me dejarías si lo descubrías. No quería perderte. 

Mi respiración se detuvo. Estaba casi segura que mi corazón también lo hizo. 

—¿Me amas? 

Sonrió y bajó la cabeza hasta que sus labios se cernían sobre los míos. 

—Te amo con un increíble, loco y salvaje amor. Siempre lo haré. Nadie más puede hacerme sentir de esta manera. 

Apreté mis labios contra los suyos y envolví los brazos alrededor de su cuello. Clavó las manos en mi cintura y me levantó. Envolví las piernas a su alrededor mientras lo besaba, vertiendo toda la emoción a través de mí. Sus manos se deslizaron bajo mi vestido y tomó mi trasero para sostenerme. 

—Vamos, muchachos. ¿En serio? Este es el maldito día de mi boda. ¿Pueden guardar esta mierda hasta que se acabe? —gritó la voz de Gas sobre el viento y nos separamos para verlo sonriendo a un par de metros de distancia. 

—Ella es difícil de resistir —gritó Peter. 

—Bueno, inténtalo. Por favor. Todo el mundo se está preparando dentro. Necesitamos al padrino y la dama de honor. Si pudieran tratar de no besuquearse durante las fotos de la boda, se los agradecería. 

Peter se echó a reír y me puso de nuevo en la arena. 

—¿Supongo que no vas a golpear mi cara? 

Gas negó con la cabeza. 

—No, pero si los dos seguían mirándose y enfurruñándose como bebés, iba a golpearte por ser un idiota. 

—Supongo que has encontrado a la novia —dijo Peter. 

¿Qué significaba eso? ¿La había perdido? Gas se encogió de hombros. 

—Sí. Había ido a comer papas fritas. 

—¿Papas fritas? —preguntamos al unísono. 
  
Gas rodó los ojos. 

—Sí, papas fritas. Es una de las cosas de Tincho y Rochy con las que estoy aprendiendo a lidiar. 

Peter apretó mi trasero y luego lo acarició. 

—Sigue adelante con tu hermano. Voy a seguirte. Esta noche no es momento para hacerle frente a la reacción de tu madre. 

Me olvidé de ella. Mierda.   


MAÑANA LA GRAN FINAL!!

pd: las quiero y comenten

capitulo 26






Peter 

No he bebido en semanas. Pero en este momento, lo que necesitaba eran al menos cuatro chupitos de tequila, uno detrás del otro. 

Durante toda la semana estuve preocupado por esta noche. Siempre esperé ser el padrino de la boda de Gas. Pero ahora, eso significaba caminar por el pasillo con la dama de honor, que también pasó a ser la chica de la que me enamoré y nunca podré tener, lo que iba a ser un infierno. 

Estuve toda la semana ocupado ayudando a Vico y Cande a tener lista su casa para la inspección. Pintamos de azul el cuarto de los niños y les compramos literas, además de una televisión y una Xbox. Luego, pintamos la habitación de Aleli de color amarillo pálido y Cande insistió en colocar una cama con dosel. Aleli dijo que su habitación era la de una princesa. 

Tenía una pequeña mesa de color rosa y púrpura con dos sillas, ubicada en la esquina, con un diminuto juego de té encima. También se hallaba una casa para las muñecas, que tenía más habitaciones de las que cualquier muñeca podría necesitar, completamente equipada, desde una silla alta para trabajar hasta ventiladores de techo. Me sentía agotado, pero también, seguro de que la inspección sería un éxito. 

Ahora, esta noche, en lugar de trabajar me encontraba aquí, tratando con todas mis fuerzas de no mirar a Lali. Conseguí un atisbo de ella cuando entró en la casa de playa que los Esposito alquilaron para la recepción. Llevaba un pequeño vestido rosa y zapatos de tacón a juego, haciendo que sus piernas se vieran aún más largas. Aparté la mirada rápidamente. Mi intención era fingir que no se encontraba aquí. Era la única manera en que podría hacerlo. 

—Peter —dijo su suave voz y giré para verla acercándose a mí. 

Su pelo permanecía suelto, en lugar de recogido como lo llevaban las otras chicas. Los perfectos y sedosos rizos Chocolate colgaban por la espalda. Su muy desnuda espalda. Apenas la cubría algo de vestido. Arranqué los ojos del vestido antes de que cayera y la comprobara para ver si llevaba puesto un sujetador y me encontré con su mirada. 
  
—Lali —contesté. 

Desearía que el bar estuviera abierto. Lo necesitaba durante el ensayo, no después. 

—Me enteré que Cande y Vico obtuvieron a los niños. Quería decirte que estoy feliz por todos ustedes. 

Maldita sea. Iba a ser agradable y amable. ¿No entendía que me confundía? Intentaba encontrar una manera de vivir sin ella. Esto iba a joderlo todo. Hice un pequeño progreso. Que ahora se fue al infierno. 

—Gracias. Los niños están felices por eso —contesté y aparté la mirada. 

A cualquier lugar, que no fueran esos ojos Chocolates que he visto oscurecerse durante un orgasmo y brillar risueños cuando dije algo gracioso. 

—¿Estás bien? —preguntó. 

¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Parecía que estaba bien? 

—Siempre estoy bien, Lali. 

Podía oír cómo inhalaba rápidamente. ¿Qué esperaba que dijera? ¿La verdad? No podría soportar la verdad. 

—Eso es bueno. Me alegra oírlo. Yo, uh, te veo después —balbuceó y me miró mientras se alejaba. 

La parte de atrás del vestido exhibía hasta la parte baja de la espalda. Un poco más y se vería su pequeño y perfecto culo. Demonios, ¿no le exigió su hermano que usara más ropa que eso? Se detuvo y aparté la mirada de su culo para ver con quién se paró a hablar. Pablo Riera.

 Sus brazos la envolvieron en un abrazo y la sangre en mi cabeza comenzó a golpear con furia contra mi sien. Tocaba su espalda desnuda. ¿La tocó en otros lugares? ¿Tocó los lugares que sólo yo toqué? Mierda. 

Irrumpí hacia las puertas que conducen a la playa. Necesitaba un poco de aire fresco y espacio. ¿Por qué lo trajo aquí? Pensé que la historia acerca de que lo veía era una mentira para encubrir la verdad. Pero tal vez no fue una mentira. Tal vez, corrió directamente hacia él y su jodido jet. 

Cerré ambas manos, con las palmas abajo, sobre la barandilla de madera y dejé escapar un torrente de palabrotas. Sabía que llegaría este día. Verla con otra persona. No sabía que sería tan condenadamente pronto. 

—¿Estás bien? Tal vez necesitemos la barandilla para la boda. Si pudieras abstenerte de destruirla, lo apreciaría mucho. 

Giré para mirar a Gas. Se encontraba a mi lado. 

—Por casualidad, ¿este acto de violencia al azar tiene relación con el hecho de que mi hermana está aquí con Pablo Riera? 

No tenía sentido negarlo. 

—No estoy preparado para verla tan pronto con otra persona. 
  
Gas se apoyó en la barandilla, con los codos. 

—A mí también me sorprendió un poco. Es decir, un día me dice que te ama y lo siguiente que sé, es que rompieron y está saliendo con Pablo. Simplemente no me parece bien. Lali no es así de inconstante. 

¿Por qué no se lo dijo? ¿Me protegía o protegía su orgullo? Quería creer que me protegía. Fue la única persona que me protegió siempre. Que quiso protegerme. 

—Fue prudente. No era lo suficientemente bueno para ella. Tú mismo lo dijiste. 

Gas dejó escapar un profundo suspiro. 

—No debería haber dicho eso. Eres mi mejor amigo. Te quiero como a un hermano. Pero durante todos estos años, te vi cambiar de chicas más rápido de lo que cambiabas la ropa interior y no quería que mi hermanita fuera una de esas chicas. No quería que terminara lastimada. No eres un mal chico. Eres un gran tipo. Eres leal. Puedes animar a toda una maldita habitación. Siempre has cuidado mi espalda. Si te enamoraras de una chica, sería una mujer afortunada. —Hizo una pausa y giró la cabeza para mirarme—. Pero nunca dijiste que amabas a Lali. Sabía que para que le fueras fiel, tenías que estar enamorado. Incluso después de que ella dijo amarte, nunca le dijiste que la amabas. 

No le dije a nadie lo que sentía. Me sentía cansado de mantenerlo para mí mismo. Lali no quería escucharlo ahora. Nunca me creería, de todos modos. Pero podía decírselo a Gas. 

—La amo. La amaré hasta el día que me muera. Jamás alguien más va a tomar su lugar. Es imposible. No quiero intentarlo. Las semanas que pasé con ella fueron las mejores de mi vida. Que me amara fue increíble. Pero la cagué. Siempre lo hago. Es lo que mejor sé hacer. 

Gas se incorporó y apoyó una mano en mi espalda. 

—No, no eres bueno en eso. Eres bueno en muchas cosas, pero meter la pata no es una de ellas. Todos cometemos errores. Dios sabe lo que hice con Rochy cuando me enteré de su hermana y mi papá. Pero cuando encontramos una persona que nos completa, no nos damos por vencido. Sin importar lo mal que metimos la pata. Hacemos lo correcto. 

Me quedé mirando el agua mientras se desvanecían los pasos de Gas. No tenía idea de lo que decía. Si sabía que jodí con mujeres por dinero, mientras salía con su hermana, me mataría. Cuando pensó que Rochy lo traicionó, reaccionó como lo haría cualquier hombre. Lali no hizo otra cosa que amarme y confiar en mí. Lo que le hice fue mucho peor.   
  
Lali 

—¿Tengo que estar preocupado de que mi vida esté en peligro? — susurró Pablo mientras lo llevaba a la habitación, donde podía esperar durante el ensayo. 

Mamá tenía un partido de fútbol reproduciéndose en una pantalla plana, aperitivos y bebidas. 

—No. ¿Por qué? —pregunté. 

Pablo se rió. 

—O estás completamente ciega o simplemente eres buena en ignorar las cosas. Peter salió de la casa justo después de darme una mirada de muerte. 

Me detuve y miré hacia atrás, a las puertas dobles que se encontraban abiertas y llevaban a la playa. 

—¿Peter salió? 

—Sí. Cuando nos abrazamos. Lo vio y algo que sólo podría describirse como furia iluminó su cara antes de que se fuera corriendo de aquí, como si lo estuvieran persiguiendo. 

¿En serio? Parecía tan desinteresado en hablar conmigo. Todavía trataba de lidiar con el hecho de que lo irritaba. Mi presencia era algo que realmente despreciaba. 

—No creo que se fuera por tu culpa. No puede soportar estar cerca de mí. Probablemente se fue porque tenía miedo de que tratara de hablar con él nuevamente. Este fin de semana va a ser tan divertido. Tengo que caminar por el pasillo con él. Sentarme a su lado en la recepción y ambos tenemos que hacer los brindis. 

Pablo extendió la mano, tomó la mía y la apretó. 

—Lali, ese chico no te detesta. No sé lo que te ha dicho, pero puedo jurarte que lo que acabo de ver no fue desinterés o disgusto. Se veía dispuesto a llevarme aparte para golpearme por tocarte. Conozco a los chicos. Soy uno. Confía en mí. 

Quería creerle. De verdad, pero era difícil. Conocía bien a Peter y podía ver el vacío y la carencia de emoción en sus ojos cuando me miró. Estaba muerta para él. No podía tener esperanza de nada más. Dolía demasiado. No necesitaba añadir más dolor. No, si iba a encontrar una manera de pasar esto y vivir de nuevo. 

—Me gustaría, pero no puedo. Lo conozco demasiado bien. —Me acerqué a la mesa—. Puedes tomar todo lo que quieras para beber de aquí, o aperitivos de allí. Espero que te guste el fútbol de la conferencia del sureste, porque es lo único que vemos por aquí. Los otros equipos no son importantes en el gran esquema de las cosas.


 Pablo se echó a reír. 

—Así que la gente de la conferencia del sureste es tan odiosa como he oído. 
  
—No somos odiosos. Sólo honestos. Los hechos son los hechos — contesté y le guiñé un ojo. 

—Los hechos, ¿eh? 

—Podemos repasar los últimos diez ganadores del campeonato nacional de la NCAA si deseas aclarar cualquier confusión. —Vico arrastró las palabras, entrando en la habitación. 

—Bien dicho. Si quieres hacer amigos, no vayas contra la conferencia del sureste —dije, señalando hacia Vico. 

—Comprendido —respondió Pablo. 

—Oye, Lali —dijo Cris, siguiendo a Vico a la habitación. 

—¡Oye! No sabía si te vería esta noche —le dije, y fui a abrazarlo. 

Envolvió los brazos a mí alrededor y luego asintió hacia Vico. 

— Estoy aquí con Vico y Cande. Van a dejar que nos vayamos a vivir con ellos. Con Leon incluso conseguimos literas y una Xbox. Peter sigue ganándonos en el juego de fútbol que nos compró. Sin embargo, estoy practicando. Le voy a ganar la próxima vez. 

No me pondré toda llorosa por esto. Me sentía tan feliz por ellos. Oír la alegría en su vocecita era maravilloso. 

—No tengo duda de que en algún momento vas a ganarle a tu hermano. Confío completamente en eso. 

Cris asintió y miró a la mesa de comida con curiosidad. 

—¿Quieres comer algo? Sírvete. Tengo que ir a ver quién tiene a la niña de las flores. Estamos a punto de comenzar. 

Cris corrió hacia la mesa. 

—Tráeme unas galletitas —le dijo Vico a Cris mientras salía de la habitación.   
  
  
Peter 

El ensayo fue difícil por razones muy diferentes de las que temía cuando vine aquí. Estar cerca de ella era duro, pero verla con él era aún más difícil. Tuve que mantenerme bajo control mientras caminaba por el pasillo al lado de Lali. No llevaba sujetador. Debería usar un sujetador, maldita sea. 

Durante la cena de ensayo se nos asignaron los asientos y Lali se ubicaba junto a Pablo. Me encontraba justo enfrente de ellos, ya que era el padrino. Fui testigo de sus bromas y coqueteos. Ni siquiera pretendí que no me molestaba. Pasé toda mi comida mirándolo. La siguiente vez que la llamara “Mar” cruzaría a través de la mesa para golpear su cara. No podía darle un apodo. No era suya. ¿O sí? 

Me las arreglé para pasar la comida, sin causarle un daño físico a nadie. En el momento en que terminó, corrí hacia la puerta. Tenía que hacer esta mierda de nuevo mañana. Nunca lo lograría. 

Pd; las quiero y comenten

capitulo 24 y 25





Peter 

Un fuerte golpe en la puerta interrumpió mi sueño. Intenté ignorarlo. No estaba preparado para que terminase este sueño. Lali se reía y corría hacia la playa mientras la perseguía. No me odiaba. Aún me amaba. 

Al golpeteo de la puerta se le unió el sonido del timbre y algunos gritos. Abrí lentamente los ojos y  eché un vistazo al reloj. Eran las cuatro de la tarde. Dormí durante todo el día. No había llegado a casa desde el trabajo hasta casi las cuatro de la mañana. Luego, por el café, estuve demasiado agitado como para dormir. Hasta que caí rendido, eran aproximadamente las siete. Esta noche tenía que volver al trabajo a las ocho. 

El golpeteo en la puerta me recordó por qué me desperté. Salí tambaleándome de la cama, e hice mi camino hasta la puerta antes de que quien sea que estuviera en el otro lado, la echase abajo. Le di un tirón a la puerta para ver a Gas al otro lado. 

—Mierda, amigo, me preparaba para echar la puerta abajo. Te he estado llamando y luego cuando no funcionó, he estado dando golpes a la puerta por más de diez minutos. 

—Dormía. Sabes, ahora estoy trabajando por las noches. 

—Es verdad. Olvidé que trabajaste por la noche. Escucha, tengo que decirte algo y no sé cómo te lo vas a tomar, así que quizá será mejor que te sientes. Esto no era algo por lo que querrías despertarte. 

—¿Qué pasa? —le exigí. 

No necesitaba sentarme, sólo necesitaba saberlo. 

—Es tu madre. Le ha dado una sobredosis. —Se levantó y esperó a que reaccionase. 

—¿La mató esta vez? —Esta no era su primera sobredosis. 

Gas puso su mano en mi hombro y dejó escapar un profundo suspiro. 

—Sí, amigo. La mató. 

Me giré y me dirigí a mi habitación para ponerme algo de ropa. Los niños me necesitarían. Deslicé mis vaqueros y traté de pensar en cómo meter a tres niños aquí y cuidarlos cuando trabajaba por la noche. Sin la renta de mi madre y el resto de cosas, tendré un poco de más para contratar a una niñera. 

—¿Estás bien? —preguntó Gas desde el marco de la puerta de mi habitación. 

—Era una drogadicta, Marcus. Iba a pasar. Sólo necesito ir a por los niños. Probablemente estén asustados. 

El dolor en mi pecho me sorprendió. No me lamentaré por esta mujer. En mi vida no había hecho nada por mí. Tragué la débil emoción del pequeño niño que se hallaba dentro de mí y quería que su madre lo amara. Aunque sea un poco. Me di cuenta hace tiempo que nunca lo haría. Ahora no derramaría una lágrima por ella. 

—Los niños están bien. Lali está con los tres. Están yendo a por helado y luego al parque. Me mandó a buscarte. Hay algunos asuntos sobre la custodia de los que te tienes que ocupar. 

¿Lali estaba con los niños? ¿Por qué? Por mucho que les gustara, ellos me habrían llamado primero a mí. 

—¿Cómo supo Lali llegar hasta los niños?  

—Tu hermano más pequeño la llamó. Le dijo que tu madre no se había despertado en dos días y Lali dejó la universidad y fue corriendo hasta allí. También hizo que llamara a emergencias mientras esperaba a que llegara. No podían ponerse en contacto contigo, por lo que la llamaron.  

Cris llamó a Lali. Mi pecho me dolía. Los tres niños estuvieron disgustados cuando les conté que nunca volvería a llevarla. Aleli incluso lloró. Pero sabían que podían contar con ella cuando no se pudieran poner en contacto conmigo por teléfono. Un nudo se formó en mi garganta y agarré mis llaves y me dirigí a la puerta. 

—Sé que te dejó por el chico Riera y lo siento, amigo. 

Así que eso era lo que le dijo. Que me había dejado por Pablo Riera. ¿Siquiera salía con él, o sólo fue su forma de cubrir la verdad? 

—Tenías razón. No era lo suficientemente bueno. Finalmente se dio cuenta y también lo vio. —Abrí la puerta y bajé por las escaleras. No podía hablar de esto con Gas. Ahora no. 

—Si sirve de algo, todavía le importas. Estaba muy afectada por esto y muy preocupada por los niños.  

—Los niños la aman —fue todo lo que dije. 

—¿Pero tú no?  

Me paré y me giré para verle. Había dicho suficientes mentiras. No iba a continuar diciéndolas para que todo el mundo se sintiese mejor. 

Siempre la amaré. Siempre. —Abrí la puerta de mi Jeep y salté dentro—. ¿A dónde tengo que ir? 

—El departamento de derechos humanos te espera en la caravana. Giré con el coche y salí de allí. Ahora no tendría que pelear por los niños con mamá. Lo había hecho sencillo. Yo no era precisamente la mejor opción para ser padre, pero cualquier persona era mejor que ella. Y no los quería separados. No podía dejarlos. Arreglaría todo esto de alguna manera.   
  
Lali         

Sostuve el cono de helado de caramelo de Aleli mientras ésta corría hacia el tobogán, para bajarse otra vez. Se turnaba entre darle un lametazo a su helado y tirarse por el tobogán. El helado no iba a durar mucho más tiempo. El sol se lo derretía. 

—¿Ya te ha llamado Peter? —preguntó León, tomando el asiento a mi lado. 

—No, pero mi hermano lo ha encontrado y está en la caravana hablando con las personas que decidirán a dónde van. Es un adulto y su familiar más cercano, por lo que no tendrá problemas en tener la custodia —le aseguré. 

Cris y Aleli eran demasiado pequeños para entender las partes legales. Pero a León le molestaba. Él entendía sobre  juzgados y leyes. 

—¿Y qué pasa si no nos quiere todo el tiempo? —preguntó Leon. 

—Los querrá.   

—Nunca intentó llevarnos. 

—Porque tu mamá se habría peleado con él, y perdería. También tenía miedo de llamar la atención sobre la situación y que los separaran de él, y a ustedes. 

Leon asintió. 

—Sí, me explicó eso. Sólo estoy preocupado de que ahora lo hagan.  

Mi padre era amigo de dos de los tres jueces que posiblemente podrían enterarse de este caso. Jugaban al golf cada sábado por la mañana y lo hacían desde que era una niña. Si tenía que ir a mi padre y pedirle y suplicarle su ayuda, lo haría. 

—Te prometo que todo estará bien. 

Leon suspiró. 

—Ojalá. Sabes, Aleli te echa mucho de menos. 

—También los echo de menos. Los he echado de menos a los tres. 

Aleli vino corriendo hacia mí, con una gran sonrisa en su cara, para darle otros lametazos a su helado derretido. 

—Será mejor que pares y te lo comas, Aleli, antes de que se derrita entero —le dijo Leon. 

—Me da dolor de tabeza si me lo como demasiado depisa —replicó. 

Leon sonrió y le dio una patada a una roca con su pie. 

—Lali, ¿mi mami está en el cielo? —preguntó Aleli. 

Bajé la mirada a su carita. Era la primera que mencionaba algo sobre la muerte de su madre. Los chicos habían actuado como si nada importante hubiese pasado. Cris se columpiaba solo y le di su espacio. Pero no había traído a colación que su madre estaba muerta. 

—No sé mucho sobre el cielo, Aleli. Quiero pensar que porque trajo a estos estupendos hijos al mundo, hay algún sitio bonito donde se fue cuando se acabó esta vida.  

Estaba bastante segura que la mujer se pudría en el infierno, pero no iba a decirle esto a su hija de siete años. 

—Tampoco sé mucho sobre el cielo. Sólo he ido a la escuela dominical algunas veces, con nuestro vecinito de al lado.  

Me había criado en la iglesia y aún no sabía mucho sobre el cielo. 

— La iglesia no tiene todas las respuestas, Aleli. Algunas veces la respuesta que necesitamos está en nuestro corazón. Sólo tenemos que escucharlo.  

Aleli miró hacia su pecho y frunció el ceño. 


—Nunca he escuchao mi codazón. 

Leon se rió a mi lado y le sonreí. 

—Escucha atentamente y algún día finalmente escucharás algo —le dije. 

Asintió, entonces se dio la vuelta y corrió hacia el tobogán. Una vez que se hallaba lo suficientemente lejos, Leon me miró. 

—Gracias por no decirle la verdad. 

Sentí como las lágrimas nublaban mi vista. Era tan joven para saber tanto. 

—Sucede que creo que esa es la verdad.  

Leon sacudió la cabeza. 

—No, esa no es la verdad. Creo que hay un cielo para los buenos y un infierno para los malos. Y sabemos que mi mamá no era buena. 

¿Cómo podía argumentar con él? Sabía más que yo sobre lo cruel que era su madre. No podía sentarme ahí y decirle que su madre estaba en el cielo cuando sabía que no era así. Tenía razón. Seguramente ha hecho que el infierno se abriese en dos ampliamente. 

—Leon. —La voz de Peter interrumpió mis pensamientos y alcé la mirada para verle andar hacia nosotros. 

Sus ojos lucían llenos de preocupación mientras miraba a su hermano. Leon se levantó y caminó para encontrarse con su hermano a mitad del camino. Peter lo jaló para darle un fuerte abrazo y le susurró algo en el oído. Leon asintió y se dio la vuelta y me miró. 

—Gracias, Lali. Por todo —dijo Leon. 

El nudo en mi garganta era doloroso. Asentí. No estaba segura de poder hablar. Esta era la primera vez que veía a Peter desde que me fui de su apartamento. Me mataba saber que se acababa de convertir en el guardián de tres niños, que el mundo se encontraba sobre sus hombros y cuan solitario se debía de sentir. Maldita sea, ¿por qué tenía que amarlo tanto? 

—¡Peter! —Aleli vino corriendo desde el tobogán cuando vio a su hermano mayor. 

Peter se agachó y abrió los brazos ampliamente, dejando que corriese a estos. 

—Hola, mi Aleli. ¿Has estado pasándolo bien? 

Aleli asintió y me apuntó a mí, sujetando su helado. 

—Lali vino y nos alejó de toda esa gente. Me compo jelado y nos tajo aquí a jugar. 

Peter no alzó la mirada hacia mí. La mantuvo en Aleli. 

—Suena como si hubiese salvado el día. ¿Estás lista para ir a mi casa?  

Aleli asintió entusiastamente, entonces se deshizo de Peter y corrió hacia mí. Rodeó los brazos alrededor de mi cintura con fuerza. 

—Gracias por recogernos y por el jelado. 

Me agaché y le di un beso a la cima de su cabeza. 

—No hay de qué. 

—¿Vendrás a verme? —preguntó, alejándose y mirándome suplicante. 

—Sí. Hablaré con tu hermano sobre eso. Tendremos otra cita para tomar helado, ¿está bien? 

Aleli me sonrió de oreja a oreja. 

—Vale. Te veré pronto —me gritó cuando salía corriendo hacia Peter, que permanecía de pie alejado a una buena distancia de mí con las manos en sus bolsillos. 

—Ve a buscar a Cris y vayan al Jeep —le dijo a Leon y luego se dio la vuelta para mirarme.  

Me levanté y me acerqué para tirar el helado, y acortar la distancia que había mantenido entre nosotros. 

—Gracias por ir a buscarlos después de que te llamasen. Y mandar a tu hermano para que me despertase. Significa mucho. —El tono sin vida en su voz era tan impropio de él. 

Era como si toda la emoción hubiese desaparecido. Sonaba vacio. Quería poner los brazos a su alrededor y decirle que todo iba a estar bien. Que le ayudaría, que le amaba. Pero no podía. Él nunca me había amado. Me mintió. Por mucho que quisiera disminuir su dolor, no era quién para hacerlo. 

—Si me necesitan, lo único que tienen que hacer es llamar. Les ayudaré como pueda 

Peter asintió y miró hacia otro lado. Sostener mi mirada no era algo que quisiera hacer, aparentemente. Odiaba eso. Le echaba muchísimo de menos. 
  
—Gracias —replicó. 

Comenzó a darse la vuelta para andar. Todavía no quería que se fuera. No había terminado de mirarlo. De estar cerca de él. Quería decirle algo más. Que él lo hiciera. Esto estaba demasiado mal. 

—Espera, Peter —dije antes de poder detenerme. 

Se detuvo, entonces me miró. Tenía que decirle algo. No sabía qué decir. No podía decirle que lo sentía por su madre, porque sabía que él no lo sentía. No podía decirle que le echaba de menos, ¿por qué, qué bien haría? 

—No hagas esto, Lali. Has tomado la decisión correcta. Ahora tienes tus cenas en Nueva York y viajes en jet. Es lo que te mereces. Y yo me acabo de convertir en el guardián de tres niños. Los quiero. Es un cambio completo de mi mundo. Y es lo que merezco. —No esperó a que procesase sus palabras. 

Simplemente se marchó. Y lo dejé.   






Peter 

Cande había sido un salvavidas este fin de semana. Había llegado al apartamento y se quedó con los niños mientras yo trabajaba. Incluso Vico vino las dos últimas noches. 

Ella había hecho galletas para los niños y los dejó a cada uno hacer sus propias pizzas caseras. Parecía como si se estuviera divirtiendo tanto como ellos. Y se negaba a dejarme pagarle por cuidarlos. Incluso había estado a las seis de la mañana del lunes para ayudarme a prepararlos para la escuela y trajo una caja de comida para llevar. 

Ellos habían visto las cajas de almuerzo, como si no supieran qué hacer con ellas. Sabía a ciencia cierta que comían comida gratis en el comedor desde el primer día de jardín de infantes y ni una vez mi mamá les empacó un almuerzo. Leon me miró cuando Cande le entregó la caja de almuerzo de Iglú negro sólido y sonrió. 

—Me envolvió el almuerzo —dijo con voz asombrada. 

Si no hubiera estado preocupado de que Vico me golpeara el trasero, le hubiera agarrado el rostro y besado. No tenía idea de lo mucho que su amabilidad significaba para ellos. 

Los dejé seguros en el autobús escolar y ahora estaba completamente despierto. Mis días de dormir habían terminado. En el momento en que llegué a mi clase de las diez, me sentía alterado por la cafeína. Me serví mi primera taza de café cuando un golpe sonó en la puerta. ¿Quién demonios era? Puse mi taza sobre la mesa y me acerqué a la puerta. Cande se quedó fuera, con Vico detrás de ella. Parecía ansiosa. 

—Hola. ¿Se te olvidó algo? —le pregunté, dando un paso atrás para dejarlos entrar. 

Cande entró, seguido de Vico, que cerró la puerta detrás de él. 

—No. Queremos hablar contigo de algo —dijo Cande, mirando hacia Vico. 
  
—Está bien, uh, ¿Quieren un café? —pregunté. 

—No, gracias. ¿Podemos sentarnos? —preguntó Cande. 

Por lo general, debería ser menos paciente tan temprano en la mañana, pero después de todo lo que hicieron por mí en los últimos días, me abriría una vena y les daría una pinta de sangre si eso era lo que querían. 

—Claro. Tomen asiento. —Los dirigí hacia el sofá. 

Me senté en la silla frente a ellos y tomé un sorbo de mi café, mientras esperaba a que digan lo que fuera que habían venido a decir. Cande respiró hondo. 

—No sé si has notado que últimamente no hemos estado cerca. Al igual que en el Live Bay, no estamos allí tan a menudo y no hemos estado dejando mucho la casa.  

Había estado demasiado envuelto en mi mundo con Lali como para notar a ninguna otra persona. Me limité a asentir en lugar de explicar la forma en que había estado inconsciente. 

—Bueno, Vico y yo hemos tratado durante más de seis meses para quedar embarazada. El mes pasado fuimos a un especialista y me dijeron que había una probabilidad de un uno por ciento de que jamás vaya a concebir. Dijo que podíamos probar diferentes procedimientos que tenían, pero que costaría miles de dólares por adelantado. —Hizo una pausa y miró a Vico de nuevo. 

Había envuelto su brazo alrededor de sus hombros y la metió contra su lado. No sabía si quería que yo comentara esto, o cómo demonios tenía algo que ver conmigo. Así que esperé por más. 

—Nos registramos en la adopción, pero también cuesta miles de dólares adoptar un bebé y te ponen en lista de espera. No es fácil y no tenemos miles de dólares. Tendríamos que conseguir un préstamo e incluso entonces, podríamos no conseguir la aprobación para uno. No habría garantía. De todas formas, empezamos a hablar de la adopción de un niño mayor. Uno en el sistema estatal que necesita un hogar. Quiero una niña. —Se le llenaron de los ojos lágrima mientras decía la palabra “niña”. 

—Mi mamá era muy parecida a la tuya. Ella no quería tener mucho que ver conmigo. Entonces se fue con uno de sus novios cuando tenía ocho años y nunca la volví a ver. Recuerdo acostarme en la cama por la noche y fingir que había una mamá que me quería. Iba a venir a buscarme un día y me amaría. —Cande se detuvo y levantó la mano para limpiar una lágrima que rodaba por su mejilla.

 —Vi a Aleli y la quise inmediatamente. Era justo lo que quería. Una niña que podría amar y criar como mía. Sabía que nunca separarías a los niños. Lo entendí. Así que este fin de semana me ofrecí a quedarme aquí porque quería pasar tiempo con ellos.

 Respiró hondo y parpadeó para contener las lágrimas llenando sus ojos de nuevo. 

—Los quiero. Leon y su dulce naturaleza cuidadosa, me recuerda mucho a ti. Y Cris es tan gracioso y encantador cuando se abre. No esperan nada y eso me rompe el corazón. Quiero darles todo. Quiero amarlos y asegurarles que tienen un hogar. Le rogué a Vico que viniera conmigo la noche del sábado para quedarse con ellos. Quería que llegara a conocerlos. Él se enamoró. —Sorbió por la nariz y le sonrió. —Aleli lo envolvió alrededor de su dedo meñique en cuestión de minutos y él estuvo de acuerdo en que Leon es parecido a ti, así que por supuesto lo amó. Entonces Cris te conmueve. No puedes evitarlo. Sé que acabas de perder a su madre y las cosas están perturbadas para ustedes. No quiero entrar en tu vida y romper todo. Sólo quiero saber si hay alguna posibilidad de que consideres dejar que Vico y yo tengamos a los niños. Tenemos la habitación. Has visto la nueva casa que estamos alquilando. Les haría almuerzos e iría a las excursiones. Haríamos galletas y cortaríamos nuestro propio árbol de Navidad cada año. Nunca estarán solos. Los quiero. Los dos los queremos. 

Cuando levanté la mirada del esperanzado rostro de Cande, noté las lágrimas contenidas en los ojos de Vico y supe mi respuesta. Querían darles lo que yo no sería capaz. Sería el hermano mayor que no recuerda empacar sus almuerzos. Iría a la escuela y los partidos y trabajaría todo el tiempo. Ellos sabían que los amaba, pero se valdrían por sí mismos una gran parte del tiempo. Con Cande y Vico, tendrían padres. El tipo de padres que nunca llegaron a tener. De aquellos que les darían una vida segura y feliz. Esta no era una oportunidad que se le daba a la mayoría de los niños en su situación. Incluso había una buena probabilidad de que el juez no me diera a los niños. Los llevaría y los separaría en cuidados de crianza. 

—Serían los niños más afortunados que conozco por tenerlos como padres —le contesté. 

Cande dejó escapar un sollozo y se tapó la boca con la mano. 

—Voy a llamar a su trabajador social y empezaremos por allí.   
  

Lali 

Era la última cena de la familia antes de la boda. Creí que mamá estaba tan nerviosa con la planificación, que la cancelaría, pero no lo hizo. En cambio, pidió una torta de lujo de la panadería en la ciudad y encendió velas en la mesa. Al parecer, haríamos el último conteo. 

Gas y Rochy entraron de la mano en la cocina. Marcus le susurraba en el oído y ella reía. Eran tan dulces que me dieron ganas de vomitar. Estos días el romance simplemente me hacía enojar. 

No había oído hablar de Aleli o los chicos desde el día en el parque. Esperaba que Aleli me llamara, pero sabía que se asentaban con Peter y hacían frente a las cosas. 

—Vaya, mamá. Te esmeraste al máximo —dijo Gas mientras tomaba el pastel y velas que decoraban la mesa. 

—Es la última cena antes de que esta familia pase de tres a cuatro y quería celebrar los maravillosos nuevos cambios por venir —dijo con una sonrisa. 

Dejó a papá fuera de ese conteo. Fingía como si él no existiera. Gas respetaba eso. Hasta el punto en que mi padre ni siquiera fue invitado a la boda. Tampoco la hermana de Rochy. Sólo venía Luz, que sería la niña de las flores. 

—No tienes que hacer todo esto —le dijo Rochy a mi madre—. Has estado trabajando sin parar en la boda por semanas. Pero gracias. Significa mucho. 

Rochy tenía un don con la gente. Mi mamá era un hueso duro de roer y había adorado a Rochy desde la primera vez que la vio en una cena familiar. Yo también había estado encantada por ella de inmediato, así que entendía su efecto en la gente. Por otra parte, Rochy anotó muchos puntos sólo por hacer tan feliz a Gas. 

Cualquier persona que hiciera sonreír a mi hermano como ella tenía que ser perfecto en todos los sentidos. 

—Quiero que todo sea especial para ustedes dos —respondió mamá e hizo un ademán hacia la mesa—. Tomen asiento. Voy a traer la comida a la mesa. 

—Te ayudaré, mamá —dijo Gas, tirando de la silla de Rochy para ella y a continuación, girando para seguir a mamá dentro de la cocina. 

Rochy me miró al otro lado de la mesa. 

—¿Puedes creer que el sábado por la noche para esta hora, voy a ser la señora de Gaston Esposito? 

Sonriendo, asentí. 

—Sí. Lo esperaba después de que vi a mi hermano contigo la primera vez. Él estaba enganchado. Se notaba en toda su cara. 
  
—Soy la mujer más afortunada del mundo —respondió. 

El dolor en mi pecho era algo a lo que me acostumbraba. Dolía ver a otras parejas enamoradas y felices, porque eso es lo que quería. Tampoco con cualquiera. Lo quería con un hombre que no quería lo mismo. 

Al ver la forma en que mi hermano miraba a Rochy, anhelaba ser mirada de esa manera. Por un hombre que nunca me había dicho que me amaba. Que me mintió y traicionó. Sin embargo, todavía lo quería. ¿Mi corazón nunca dejara de quererlo? 

—¿Estás bien? Pareces deprimida. —La preocupación en la voz de Rochy era evidente. 

Sabía que Gas no le habló de Peter y yo. Ella ni siquiera sabía que habíamos tenido una cita. No podía decirle exactamente que mi corazón fue dañado sin posibilidad de reparación y que me moría por dentro. Ella pensaba que me interesaba Pablo. 

—Sólo estoy cansada. Lo siento. Voy a tratar de no ser tan deprimente. 

Frunció el ceño y empezó a decir algo más, cuando Gas y mamá volvieron a entrar en la habitación con las bandejas de comida que habían sido preparadas. Mamá no había tenido tiempo de cocinar esta semana. Estuvo demasiado ocupada preocupándose por cosas como lo de la cinta para atar en la silla. 

—Esto huele increíble —dijo Gas mientras dejaba la bandeja llena de pinzas de cangrejo fritas y croquetas de maíz sobre la mesa. 

—Pensé en que sea noche de mariscos. Ya que es una boda con temática en la playa. 

Eso no tenía sentido, pero mi madre era obsesiva, así que lo ignoré. Gas cogió algo de comida y comenzó a ponerlo en el plato de Rochy. Siempre hacía cosas así. Le preparaba el desayuno por la mañana y traía su café. Mi hermano había sido educado para ser un caballero del sur. Mi madre logró eso y algo más. 

—Supongo que debo contar lo que me enteré —dijo Gas mientras comenzaba a servir su propio plato. 

—¿Qué? —preguntó mamá. 

Gas me miró. 

—Parece que Cande y Vico van a adoptar a los hermanos de Peter.

 —¿Qué? —No podía fingir que no me importaba, porque sí lo hacía. 

Gas arqueó las cejas y asintió. 

—Síp. Cande se enteró hace un tiempo que no puede quedar embarazada. Querían adoptar. Entonces conoció a los chicos, y ella y Vico los quieren. Peter ya se puso en marcha. El trabajador social de los niños no cree que esto vaya a ser un problema. El tribunal encontrará una solución perfecta. Peter no habría conseguido mantener a esos niños. Tiene su trabajo como gorila de cuatro noches a la semana, y también tiene la escuela y el béisbol. No tiene tiempo para criar a los niños.  

Cande y Vico serían padres increíbles. Y los niños estarían en la ciudad cerca de Peter. Podía verlos que cada vez que quería. Cande amaría a Aleli. Sería la mamá que Aleli se merecía. Espera... 

¿Peter trabajaba como guardia en un club? ¿Era algo que inventó para cubrir la verdad o encontró un nuevo trabajo? 

—Van a hacer unos padres maravillosos. Estoy tan feliz por ellos y esos chicos —le contesté, tratando de ocultar la emoción de mi rostro. 

Mi madre me miraba. Podía sentir sus ojos estudiando cada uno de mis movimientos. No podía dejarle ver alguna debilidad. 

—Sí. Peter está bastante bien con eso. Ha estado preocupado por perder a los niños porque es muy joven. No quería que ellos se separaran y los pusieran en el sistema de cuidado de crianza. Esto elimina esa posibilidad. 

Asentí y cogí una pinza de cangrejo. 

—¿Cuándo comenzó Peter a trabajar como guardia de seguridad? —le pregunté, tratando de sonar casual al respecto. 

Puse la pinza de cangrejo en mi boca y tiré la carne con los dientes mientras esperaba a que respondiera. No miré a mi madre. 

—Hace un par de semanas. Vico le enganchó con un gran concierto. Trabaja cuatro noches a la semana y se le paga bien. Sin embargo, duerme la mayor parte de las horas del día durante el fin de semana. Fue por eso que nadie pudo encontrarlo en su teléfono el día que murió su madre. 

Gas también estaba siendo cuidadoso. Él podía sentir la tensión que irradiaba mamá. No le dije que ella sabía sobre Peter, pero estaba bastante segura de que fue capaz de averiguarlo por las vibraciones que transmitía ella. 

—Tiene sentido. Bueno, me alegro de que las cosas resulten para él —le contesté. 

Gas se movió en su asiento y las preguntas en sus ojos eran claras cuando me miraba. Quería saber si mamá lo sabía. También cuestionaba su participación en nuestra repentina ruptura. No podía permitir que él le preguntara algo. Ella le diría sobre Peter. No quería que Gas lo supiera. Necesitaba que crea que esto fue mi elección y que seguí adelante. 

—Así que, cambiando de tema, mañana viene Pablo. Quería llegar temprano para poder pasar algún tiempo juntos. Si me necesitas para algo, comunícamelo cuanto antes, porque también tengo planes con él —le dije a mi madre. 
  

La tensión de mamá disminuyó y sonrió. 

—Oh, es bueno escuchar eso. Estoy segura de que voy a necesitarte para algo, pero siempre puedes traer a Pablo contigo. Pueden resultar útiles sus músculos. 

—No tiene músculos, mamá. Tiene gente que levanta todo por él, desde su equipaje a su maldito tenedor. El chico no ha hecho nunca ningún tipo de trabajo manual. —Gas sonaba molesto. 

—Tiene un gimnasio en su casa, donde entrena a diario. Les puedo asegurar que tiene músculos muy agradables —le dije con dulzura, encontrando la mirada de mi hermano en la mesa. 

—Si eso es lo que quieres, Lali. Entonces será mi invitado. 

No era lo que quería. Pero nada era lo que quería. Rara vez lo era. 


Cada vez mas cerca del final!! por eso solo subí dos caps y no haré maratón ya que esta por terminar 

PD: LAS QIERO Y COMENTEN