lunes, 27 de julio de 2015

capitulo 5 y 6







Cuando estaba en el jardín de infancia, tuve una experiencia traumática.  Estaba a mitad de camino, cuando mis piernas temblaron, mis manos sudorosas me hicieron resbalar. Y sentí que faltaba una milla para aterrizar contra el suelo. Todos los niños de cinco años se rieron de mí y de mi rodilla raspada y ensangrentada.

Todos excepto uno.

Cande Vetrano salió del grupo de niños boquiabiertos y caminó hasta ponerse delante de mí. Incluso en aquel entonces, yo sabía que ella era hermosa. Su cabello rubio, ojos color avellana, sus mejillas rosadas... era la imagen de la perfección a los cinco años de edad. Ella podría haber estado desfilando en una pasarela.

— ¿Estás bien? —preguntó.

—Estoy bien —le dije con lágrimas gruesas y calientes. No estaba segura de si estaba llorando por el dolor en mis rodillas o debido a que todos los compañeros de clase se reían de mí.

—No, no lo estás, estás sangrando, déjame ayudarte —. Extendió una mano y tiró de mí hacia arriba. Luego se volvió y  les gritó a los chicos que se burlaban de mí.

Después de eso, básicamente, se nombró mi guardaespaldas personal, no me dejaba ni a sol ni a sombra, decidida a mantenerme lejos de los problemas. A partir de ese momento, fuimos las mejores amigas.

Por supuesto, eso fue antes de su popularidad y de que estuviera involucrada en lo de Duff. Ella terminó siendo alta (casi 1.85  ¡la chica era una amazona!), delgada y hermosa. Terminé viéndome como... bueno, todo lo contrario. Pero al vernos por separado, nadie pensaría que fuéramos cercanas. Nadie diría que la linda reina de la fiesta estuviera con la chica que era la ratoncita gorda de cabello feo del rincón.

Pero fuimos las mejores amigas. Ella había estado allí para mí, a pesar de todo. Se había mantenido conmigo el primer año, después de que yo hubiera tenido el corazón roto por primera vez y aunque no hubiera nada que hacer, sólo   darle tiempo. Ella nunca me dejó aislarme o ahogarme en mi propia miseria. A  pesar de que ella podría encontrar fácilmente a alguien más lindo, más cool, tener amigas populares, pero ella se quedo conmigo.

Así que cuando me pidió que la llevara a su casa después de la práctica de las animadoras la tarde del miércoles, estuve de acuerdo.

Es decir, después de todo lo que ella había hecho por mí en los últimos doce años, lo
menos que podía hacer era llevarla de vez en cuando.

Esperé en la cafetería, mirando fijamente las psicodélicas paredes azules y anaranjadas, la persona que escogió los colores de nuestra escuela debe haber tenido un serio
problema con las drogas. Tratando de terminar mis deberes de matemáticas. Yo estaba preguntándome a mí misma la vieja cuestión — ¿dónde se utiliza esto en la vida real?—. Entonces sentí una mano en mi hombro. Sentí una sensación espeluznante en mi piel, y supe exactamente quién estaba detrás de mí.

Genial. De puta madre.

Me moví apartándome la mano de Peter y me giré hacia su cara, agarrando mi lápiz como un dardo y apuntando directamente en su nuez de Adán. Ni siquiera se inmutó. Sus ojos grises examinaron el lápiz con fingida curiosidad y dijo:

—Interesante. ¿Es así como saludas a todos los chicos que te gustan?

—Tú no me gustas.

— ¿Eso quiere decir que me amas, entonces? Odiaba la forma suave, segura en que hablaba. Muchas chicas pensaban que era sexy, pero en realidad era un acosador.

Todo en el gritaba ¡violación en una cita¡.Ugh.

—Esto quiere decir que te odio —le espeté—. Y si no te quedas lejos de mí, te acusaré de acoso sexual.

—Podría ser un caso difícil —reflexionó Peter. Quitándome el lápiz y comenzando a darle vueltas entre sus dedos—. Sobre todo teniendo en cuenta que fuiste tú quien me besó. Técnicamente, puedo acusarte de acoso.

Apreté los dientes. Seguía odiándolo a pesar de eso, no me molestaría siquiera en recordarle que él había estado más que dispuesto a participar. —Devuélveme mi lápiz —murmuré.

—No lo sé —dijo—. Contigo esto podría ser clasificado como un arma peligrosa... junto con los vasos de refresco de cereza. Interesante opción, por cierto. Yo siempre creí que eras una chica de Sprite. Sabías que... claro.

Lo fulmine con la mirada, esperando su combustión espontánea antes de que yo agarrara los libros de texto y los cuadernos de la mesa. Eludió mi intento de pisar su pie y se quedó mirándome mientras me marchaba por el pasillo. Estaba a medio camino de la gimnasio, donde Cande, la capitana de las animadoras, debía haber terminando su práctica, cuando me alcanzó.

—Oh, vamos, Duffy. Eso fue sólo una broma. Relájate.

—No fue divertido.

—Tu sentido del humor necesita algo de práctica, entonces —sugirió Peter—. La mayoría de las chicas encuentran mis bromas divertidas.

—Esas chicas deben tener su coeficiente intelectual lo suficientemente bajo como para caer.

Se echó a reír. Al parecer, yo era la divertida.

—Oye, tú nunca me dijiste por qué te enfadaste la otra noche —dijo—. Estabas demasiado ocupada empujando tu lengua en mi garganta. Entonces, ¿cuál era el problema?

—Ninguno de tu...— empecé, pero me detuve de repente— ¡Oye! no... No hubo lengua!

—Me recorrió un escalofrío de rabia, cuando me di cuenta de su sonrisa traviesa—. ¡Hijo de puta! ¡Lárgate de aquí. Dios, ¿por qué me acechas? Yo pensé que Peter Lanzani no perseguía a las chicas. Pensé que ellas lo perseguían a él, ¿verdad?

—Tienes razón. Peter Lanzani no persigue a las chicas, y no te estoy persiguiendo  —dijo—. Estoy aquí esperando a mi hermana. Ella está haciendo un examen del Sr. Rollins. Yo solamente te vi en la cafetería y pensé…

— ¿Qué? ¿Pensaste en torturarme un poco más? —Apreté mis puños—. Déjame sola. Ya me has hecho bastante.

— ¿Qué te he echo? —se preguntó, sonando un poco sorprendido. No le respondí. No quería darle la satisfacción de saber que lo de Duff me molestaba a causa de él. Disfrutaba demasiado de ello.

En su lugar, salí corriendo hacia las puertas del gimnasio tan rápido como pude. Esta vez no me siguió, gracias a Dios.

Me apresuré en entrar en el gimnasio azul y naranja .¡Oh, Dios!. Los colores brillantes...
Yo podía sentir el dolor de cabeza acercándose...y me senté en las gradas más cercanas.

—¡Muy bien el ensayo , chicas! —Gritó Cande desde el otro lado del gimnasio—. Bueno, el próximo partido de baloncesto es el viernes. Las quiero a todas  practicando el baile, y Vikki trabaja  las patadas altas. ¿De acuerdo? —El Escuadrón Skinny murmuró en un acuerdo general.

—Impresionante —dijo Cande—. Hasta luego, muchachas. ¡Vamos Panteras!

— ¡Vamos Panteras! —Corearon las otras animadoras, ya separadas. La mayoría de las chicas salieron corriendo hacia los vestuarios, unas pocas se dirigieron a las puertas, charlando entusiasmadas con sus amigas.

Cande salto sobre mí.

—Hola, La —dijo—, lo siento se nos fue el tiempo. ¿Te importa si me cambio antes de salir de aquí? Me siento un poco sucia.

—No me importa —, murmuré.

— ¿Qué pasa? —Preguntó ella, sospechando inmediatamente.

—Nada, Cande. Ve a cambiarte.

—Lali, qué puedo hacer…

—No quiero hablar de ello. —Yo no estaba de humor para entrar en otro debate sobre Peter con ella. Probablemente acabaría defendiéndolo como la última vez. — Estoy bien, ¿de acuerdo? —Le dije, suavizando mi voz—, un largo día. Dolor de cabeza. —Cande aún parecía escéptica cuando caminaba, bastante menos animada, hacia los vestuarios. Fantástico. Me sentía como una zorra total. Ella sólo quería asegurarse de que yo estaba bien, y la alejé. No debería haberme irritado con ella a causa de Peter, aunque ella pensara que era un maldito príncipe.

Pero cuando salió del vestuario con su sudadera con capucha y los pantalones vaqueros, su alegría habitual había vuelto. Ella se acerco hasta donde estaba sentada con su mochila cargada en el hombro, con una sonrisa pegada en su rostro impecable, sin problemas.

—A veces, no puedo creer la mierda se escucha en los vestuarios —dijo. — ¿Estás lista para irnos, La?

—Claro —Recogí mis libros y comencé a caminar hacia las puertas del gimnasio, con la esperanza de que Peter no estuviera al acecho en los pasillos. Cande debió haber notado mi ansiedad. Pude ver la tensa mirada de preocupación en su rostro, pero ella no dejó que lo notara esta vez. En cambio, dijo—, así que, de acuerdo, Vikki realmente va a conseguir la reputación de ser una puta.

—Ella ya la tiene.

—Bueno, sí —Cande admitió—, pero está a punto de empeorar. Ella está saliendo con un jugador de fútbol junior, ya sabes, como se llame, pero ella le dijo a un tipo de la escuela Oak Hill que quería llevarle a la Fiesta del Baloncesto. No sé por qué se hace estas cosas así misma. Tú, Euge, y yo tendremos asientos en la primera fila para el drama, cuando llegue la noche. Por cierto, ¿qué te pondrás para salir?

—Nada.

—Caliente, pero dudo que te dejen entrar desnuda, La. — Estábamos caminando por el laberinto de mesas en la cafetería para llegar hacia el estacionamiento.

—No. Me refiero a que Euge y yo no vamos a ir a la Fiesta —, dije.

—Por supuesto que sí, —protestó Cande.

Negué con la cabeza. — Euge está castigada. Yo le prometí que iba a ir y que  veríamos unas películas para chicas.

Cande me miró atónita mientras se abrió paso entre la puerta azul y entró al frío estacionamiento de estudiantes. — ¿Qué? Pero si a Euge le encanta la Fiesta del Baloncesto. Es su favorita después de la Fiesta del Fútbol.

Sonreí un poco, a pesar de mi misma. — Y Sadie Hawkins.

— ¿Por qué no sabía yo esto?  El baile de bienvenida está cerca. ¿Por qué nadie me  lo dijo?

Me encogí de hombros. — Lo siento. Yo ni siquiera  había pensado en ello. Y creo que Euge sigue estando batida. No quiere hablar de no poder ir.

—Pero…pero ¿con quién voy a ir al baile ahora?

—Um, un chico —sugerí—, Cande, no es que sea difícil que tú puedas conseguir una cita — .Cogí las llaves del coche de mi bolsillo trasero y abrí las puertas de mi Saturn.

—Bien, ¿quién demonios quiere ir con una gorda peluda?

—Tú no eres eso.

Se subió en el asiento del copiloto y se envolvió en la manta que Euge había usado un  par de noches antes. —Maldita sea, La. Tú, realmente, necesitas conseguir una calefacción de mierda.

—Y tú necesitas, realmente, conseguir tu propio coche. Ella cambió de tema. —Está bien, de vuelta al baile. Si vosotras dos no van... ¿se molestarían si les estropeo la fiesta de películas? Podría ser una noche de chicas. No hemos hecho una desde hace mucho tiempo.

A pesar de mi estado de ánimo de mierda, le sonreí. Cande estaba en lo cierto. Nosotras
 habíamos tenido una noche de películas juntas en mucho tiempo, y sería agradable pasar el rato sin el drama de los chicos o música tecno fuerte. Por una vez, en realidad podríamos divertirnos en la noche de viernes.

Así que, bajé el volumen de mi auto radio y le dije: —Una semana, a partir del viernes, es una cita.






Cuando el viernes, la noche de chicas estuvo alrededor, yo estaba más que preparada para una buena y relajada tarde con mis mejores amigas y el maravilloso escocés James  McVoy, por supuesto. Había metido la copia de Jane Austen que Euge me había regalado por navidad, un par de pijamas que apenas utilizaba —sí, duermo desnuda en casa, ¿y qué?—y mi cepillo de dientes en la mochila.

Cande trajo las palomitas y Euge nos prometió grande cuencos de helado de chocolate. Como si mi culo no fuera lo suficientemente grande.

Pero, naturalmente, el día no podía ser del todo bueno. La señora Perkins, mi profesora de inglés, se aseguró de ello durante el cuarto bloque.

—Así que esto es La Letra Escarlata —dijo ella, cerrando el libro—. ¿Os divirtió la clase?

Hubo quejas por lo bajo, en negativo, pero la señora Perkins no pareció darse cuenta.

—Bueno, porque el trabajo de Hawthorne’s es tan extraordinario y aplicable a la sociedad contemporánea, que quiero que cada uno escriba un ensayo relacionado con la novela — ignoró los ruidosos suspiros—. El ensayo puede ser sobre alguna parte del libro, un personaje, una escena, un tema. Pero quiero que esté muy bien pensado. También se les permite trabajar en pareja —la clase zumbó con excitación— que yo voy a asignar —le excitación desapareció.

Yo sabía que estaba en problemas cuando la señora Perkins sacó su hoja. Eso significaba que podía asignar parejas en orden alfabético, y desde que no había chicos cuyos apellidos empezaran por Q en la clase, mi pareja obligada era… ( Los apellidos originales son con P y R)

—Lali Esposito trabajará con Peter Lanzani.

Mierda.

Había conseguido mantenerme al margen de Peter por una semana y media —desde el día en que me había acosado después de la escuela— pero la señora Perkins tenía que ir y decir eso.

Recitó los últimos nombres de la lista, antes de decir:

—Espero que los informes sean de no menos de cinco páginas de largo. La fuente es de doce puntos, a doble espacio, Vikki, no use ese truco de nuevo.

Ella sonrió de buen humor.

—Ahora, quiero que las parejas trabajen juntas. Ambos deben contribuir al reportaje. ¡Y sean creativos, gente! ¡Diviértanse!

—No es probable —susurré a Euge, que estaba sentada en el siguiente pupitre al mío.

—Oh, yo creo que tienes suerte, Lali —dijo ella—. Yo estaría encantada si Peter fuera mi pareja. Pero mi corazón pertenece a Agustín. Es tan injusto que Cande tenga que trabajar con él… —miró hacia el sitio asignado a Cande, al final de la clase—. Probablemente, verá su casa, su habitación, todo. ¿Crees que le dirá algo bueno sobre mí si le pregunta? Tal vez ella va a ser mi cupido.

No me molesté en responder.

—El ensayo tiene que durar exactamente una semana —anunció la señora Perkins por encima de las charlas—. Así que, por favor, trabajen en ello este fin de semana.

La campana sonó y todos nos levantamos al mismo tiempo. Lástima que la señora Perkins se escurriera a un lado para evitar ser pisoteada por la estampida hacia la puerta. Euge y yo nos unimos a la multitud y Cande nos atrapó cuando acabábamos de salir al pasillo.

—Esto es una mierda —siseó—. ¿Un ensayo sobre la nada? No quiero elegir un tema. ¡Es su maldito trabajo! ¿Cuál es la cuestión de esta maldita asignación que ni siquiera nos puede dar algo para escribir? Es ridículo.
—Pero tú vas a trabajar con Agustín y…

—Por favor, Euge. No empieces con esa mierda —Cande pestañeó—. Él. Es Gay. No va a suceder, ¿de acuerdo?

—Nunca se sabe. Así que, ¿no vas a jugar a cupido para mí?

—Te presentaré chicos en la cafetería —le dije, volviéndome en dirección a mi taquilla— Necesito coger unas cosas primero—.

—Guay —Cande agarró a Euge por la muñeca y tiró de ella hacia el otro pasillo—. Nos
encontraremos en la maquina de los snocks, ¿vale? Vamos, Euge —y me dejaron sola en el
pasillo lleno de gente. Vale, no realmente lleno. Hamilton High tenía alrededor de cuatrocientos estudiantes o algo así, pero considerando el bajo número, los pasillos parecían bastante más llenos esa tarde. O quizá yo estaba estresada y volviéndome claustrofóbica. De todas maneras, mis amigas se fueron, y yo me quedé entre las bestias.

Me abrí paso entre los atletas fuertes y las parejas besándose —son tan desagradables— y me dirigí al pasillo de ciencias. Sólo me tomé un minuto en mi taquilla que, como el resto del colegio, estaba pintada de azul y naranja. Giré mi combinación y abrí la puerta de un tirón. Detrás de mí, un grupo de animadora corría a través de los gritos.

— ¡Vamos, Panteras! ¡Panteras! ¡Panteras! —

Acababa de coger mi abrigo y mi mochila y cerrado la puerta cuando él apareció.
Honestamente, lo había esperado más pronto.

—Parece ser que somos socios, Duffy.

Di una patada a la taquilla con un poco de excesiva fuerza.

—Desafortunadamente, sí.

Peter sonrió, pasando los dedos por sus rizos oscuros mientras se apoyaba en la siguiente taquilla a la mía.

—Bueno, ¿en tu casa o en la mía?

— ¿Qué?

—Para hacer la asignación este fin de semana —dijo él, estrechando los ojos. No es ninguna de tus ideas, Duffy. No te estoy persiguiendo. Sólo estoy siendo un buen estudiante. Peter Lanzani no persigue a las chicas, ellas…

—Te persiguen a ti. Sí, lo sé —me puse el abrigo sobre la camiseta.

—Si tenemos que hacer esto, he estado pensando…

—¡Peter! —una flaca morena que no reconocí (parecía estudiante de primer año) se arrojó sobre él. Lo miró fijamente, con sus grandes ojos sensibleros—. ¿Bailarás conmigo en la fiesta esta noche?

—Por supuesto, Meghan —dijo, pasando la mano por su espalda. Era tan alto como para mirar su escote sin ningún problema. Pervertido bastardo —. Reservaré un baila para ti, ¿vale?

— ¿De verdad?

— ¿Podría mentir?

— ¡Oh, gracias, Peter! —él se agachó y ella le dio un rápido beso en la mejilla antes de irse corriendo, sin mirarme ninguna vez.

Peter volvió su atención hacia mí.

— ¿Qué estabas diciendo?

—Creo que tenemos que quedar en mi casa —gruñí, apretando los dientes.

— ¿Qué problema hay con mi casa? —preguntó—. ¿Tienes miedo de que te persiga, Duffy?

—Por supuesto que no. Sólo que prefiero trabajar en mi casa. Dios sabe qué tipos de enfermedades podría coger poniendo un pie en tu dormitorio —sacudí la cabeza—. Así que en mi casa, ¿de acuerdo? Mañana por la tarde, como a las tres. Llama antes de venir.

No le di oportunidad de que respondiera. Si tenía algún problema con eso, me escribiría una nota. Así que, olvidando decirle adiós a propósito, me fui, lanzándome entre los grupos de chicas cotilleando, apresuradamente hacia la cafetería. Encontré a Cande y a Euge esperándome en la vieja máquina expendedora.

—No lo entiendo, Can —estaba diciendo Euge. Insertó un dólar en la única máquina que funcionaba y esperó que su Sunkist cayera al fondo de la ranura.

— ¿No tienes que animar el partido?

—Nop. Les dije a las chicas que no podía hacerlo esta noche, así que una de las suplentes, esa estudiante guapa de primer año, ha tomado mi lugar. Ha estado queriendo animar todo el año, pero no ha habido lugar para ella hasta ahora. Van a estar bien sin mí.

Yo estaba parada justo al lado de ella cuando Euge me vio.

— ¡Hey, Lali! ¡Vamos fuera! ¡Woohhoo! ¡Noche de chicas!

Cande puso los ojos en blanco.

Euge abrió la puerta azul que conducía hacia el aparcamiento lleno, sonriendo de oreja a oreja.

—Ustedes son las mejores. Realmente, las mejores. No sé que haría sin ustedes.

—Llorar en tu almohada toda la noche—dijo Cande.

—Pensar que tus otras amigas son realmente las mejores —aconsejé, devolviéndole la
sonrisa.

No había una jodida forma de que Peter me arrastrara hacia abajo. ¡De ninguna manera!¡ Esta era la noche de chicas! Y no me la iba a perder por ningún jodido idiota como él.

— ¿No olvidaste el helado prometido, no, Euge?

—Lo recuerdo. ¡Torbellino de chocolate!

Cruzamos el estacionamiento abarrotado y subimos a mi coche. Instantáneamente, Euge se envolvió en la vieja manta. Cande, temblando visiblemente, la fulminó con la mirada con envidia cuando se puso el cinturón de seguridad. Con una rápida pisada al acelerador, reducimos al lote de estudiantes de la carretera y con exceso de velocidad nos alejamos de Hamilton High, como prisioneros corriendo de sus celdas, que era una especie de lo que éramos.

—No puedo creer que no estés nominada a reina de la fiesta esta vez, Cande —dijo Euge en el asiento trasero—. Estoba segura de que lo serías.

—Nah. Me votaron como reina de la fiesta del futbol. Hay una regla sobre la gente que gana más de una vez el mismo año. No puede ser nominado otra vez. Van a ser o Vikki o Angela, estoy segura.

— ¿Crees que se pelearán si alguna gana? —Euge sonó preocupada.

—Lo dudo —dijo Cande—. A Angela no le importa nada esa clase de mierda. Vikki es más competitiva… realmente, tenía ganas de ver un drama esta noche. ¿Te dije que Vikki estaba pensando en Peter Lanzani, también?

—¡No! —dijimos Euge y yo al unísono.

—Sip —dijo Cande, asintiendo—. Supongo que está intentando poner a su novio celoso. Ella afirma que lo engañó después de una fiesta recientemente (supongo que su novio aún no lo sabe) y está pensando en hacerlo de nuevo. Dijo que fue increíble.

—¿Él se acostó con ella? —jadeó Euge.

—Él se acuesta con todo el mundo —dije, girando el coche en la calle 5—. Si tienes una
vagina, él te la va a meter.

— ¡Ehh, Lali! —gritó Euge—. No digas la… la palabra con V.

—Vagina, vagina, vagina —dijo Cande, categóricamente—. Supéralo, Euge. Tienes una.
Puedes llamarla como es.

Las mejillas de Euge se volvieron del color del tomate.

—No hay ninguna razón para hablar de ello. Es vulgar y… personal.

Cande la ignoró y me dijo:

—Puede ser futbolista, pero es malditamente sexy. Incluso tú lo admites, La. Apuesto a que es increíble besando. Quiero decir, lo hiciste con él. ¿Fue increíble? ¿Se puede culpar a Vikki por querer acostarse con él?

— ¿Lo hiciste con Peter? —graznó Euge, asfixiada en su propia emoción—. ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Por qué no me lo dijiste?

Cande me lanzó una mirada.

—Está avergonzada —explicó Cande—. Apuesto a que volaba por besarlo.

—No volé —dije.

— ¿Era bueno besando? —Preguntó Euge—. ¡Dímelo, dímelo, dímelo! Quiero saberlo.

—Sí, debes saberlo. Era bueno. Pero eso no le hace menos desagradable.

—Pero —intervino Cande— con tu experiencia, responde a mi última pregunta. ¿Se puede culpar a Vikki de querer estar con él?

—No se puede —cambié mi señal de giro—. Ella se culpará a sí misma cuando contraiga alguna enfermedad venérea o cuando su novio se entere. Lo que ocurra primero.

—Y eso es exactamente por lo que quería ir a bailar —siseó Cande—. Podríamos haber sido testigos de primera mano. Como nuestro propio episodio de Gossip Girl de Hamilton. El novio de Vikki podría enfadarse y tratar de vengarse de su novia que se ha enrollado con el chico más caliente de la escuela, y Lali, ocultando su amor por Peter, se habría  desanimado y lo odiaría, mientras suspira por su súper sexy y caliente beso de nuevo.

Mi mandíbula se abrió.

—No podría suspirar por nada de eso.

Euge soltó un bufido de risa desde el asiento trasero, tirando de su cola de caballo hacia delante de la boca para ocultar su sonrisa cuando fruncí el ceño por el retrovisor.

—Oh, bueno —siseó Cande—. Estoy segura de que oiremos todo sobre el drama el lunes.

—O mañana si la historia es suficientemente buena —dijo Euge.

—Angela y Jeanine nunca guardan los cotilleos para sí mismas. Si se vuelven locos, ya sabes que van a llamarnos y a decirnos lo que nos perdimos. Estoy segura de que lo harán —sonrió—. Espero que nos den muchos detalles. No puedo creer que me esté perdiendo mi última fiesta.

—Al menos no te la estás perdiendo sola, Euge.

Unos segundos después de entrar en Halbrook Lane, giré en la entrada de los Gaithers. Tirando de las llaves del encendido, dije:

—La noche de chicas comienza oficialmente.

—¡Woohooo! —Euge saltó fuera del sillón trasero y prácticamente bailó en frente de su porche. Empujó la puerta y Cande y yo la seguimos dentro, sacudiendo las cabezas con diversión. Me quité la chaqueta y la colgué en el gancho justo detrás de la puerta… tú sabes. Sus padres eran súper exigentes con el orden. Cande hizo lo mismo.

—Quiero que mi mamá puede mantener una casa tan bien o que contrate una criada o lo que sea. Nuestra casa parece una pocilga —dijo.

La mía no parecía tan genial tampoco. Mi mamá nunca había sido un monstruo de la limpieza, y papá sólo creía en la limpieza una vez al año, durante la primavera. Además de la colada, los platos y el trabajo ocasional del polvo (por lo general, mío) no había que hacer muchas tareas en la casa de los Esposito.

— ¿A qué hora van a llegar tus padres, Euge? —pregunté.

—Mamá llega a casa a las cinco y media y papá debe llegar un poco después de las seis — nos estaba esperando al pie de las escaleras, preparada para correr a la habitación tan pronto como nos uniéramos a ella—. Papá comenzó a ver un nuevo paciente hoy, por lo que debe tardar un poco más.

El señor Gaither era terapeuta. Más de una vez, Cande ha amenazado con preguntarle si  me aceptaba gratis como paciente, ver si tenía un rato para ayudar a mis “problemas”. No es que yo tuviera problemas, pero Cande me decía que mi cinismo era el resultado de algún tipo de conflicto interno. Yo le decía que sólo estaba siendo inteligente. Y Euge, bueno, Euge no decía nada. Incluso aunque sólo le había hablado una vez en broma, siempre se sentía un poco incómoda cuando surgía el tema. Con todas las psico-escuchas de su padre, probablemente pensaría que mi negatividad constante era parte de una lucha interna. Euge odiaba la negatividad. La odiaba tanto, de hecho, que nunca decía que la odiaba. Eso podría ser demasiado negativo.

— ¡Deprisa, deprisa! ¿Están listas o qué?

—Que comience la fiesta —gritó Cande, corriendo detrás de Euge y subiendo las escaleras.

Euge parecía una maníaca cuando trataba de alcanzar a Cande, pero yo me quedé atrás, subiendo las escaleras a un ritmo regular. Una vez llegué, pude oír a mis amigas riendo al final de la habitación, pero no seguí sus voces. Otra cosa que me llamó la atención en primer lugar. La puerta de la primera habitación, una de las de la izquierda, estaba abierta de par en par. Mi cabeza me decía que pasara a la derecha, pero mis pies no estaban escuchando. Me quedé en la puerta abierta, dispuesta a mirar hacia otro lado. Mi cuerpo tampoco quería cooperar. La cama estaba perfectamente hecha, en azul marino, confortable. Posters de súper héroes cubrían cada centímetro de la pared. Oscuridad sobre la cabecera. La habitación estaba exactamente como la recordaba, sólo que no había ropa sucia en el suelo. El armario abierto parecía vacío, y el calendario de Spiderman, que solía colgarse sobre el ordenador, se había caído. Pero la habitación todavía parecía cálida, como si él todavía estuviera allí. Como si todavía tuviera catorce años.

—Pablo, no lo entiendo, ¿quién es esa chica?

—Nadie, no te preocupes por eso. Ella no significa nada para mí.

—Pero…

—Shhh. No es gran cosa.

—Yo te quiero, no me mientas, ¿de acuerdo?

—Yo no lo haría.

— ¿Lo prometes?

—Por supuesto. ¿Realmente te habría herido, Lal…?

— ¡Lali! ¿Dónde diablos has ido?

La voz de Cande me sobresaltó. Rápidamente, salí del dormitorio, cerré la puerta, sabiendo que no podía volver al pasado cada vez que necesitara hacer pis por la noche.

— ¡Vamos!

Logré mantener mi tono de voz normal.

— ¡Dios! Sé paciente por una vez en tu vida.

Luego, con una sonrisa forzada, fui a ver la película con mis amigas.


1 comentario:

  1. enial espero el proximo...como sera esa semana cn la lali y peter juntos jajajaj

    ResponderEliminar