domingo, 29 de septiembre de 2019

Capitulo 24



Lali

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A menudo me pregunto si el pasado luce mejor para la gente
porque odian mucho el presente o luce mejor porque era mejor.

Expresiones como “los viejos días de oro” dan a entender que esa vida solía ser de mejor calidad de lo que lo es ahora, pero creo que todo luce mejor en retrospectiva. Después de todo, no es como si tuviéramos la oportunidad de volver y revivirlo sabiendo lo que sabemos ahora y probar esa teoría.

Excepto por mí.

Regresé a casa, al lugar que odiaba, a una vida que no quería y a
un chico que despreciaba.

E incluso con todo eso, aun extrañaba a Peter. Nunca dejé de
desearlo y amarlo.

Aún estaba obsesionada con lastimarlo a pesar de que en la boca
del estómago el dolor de necesitarlo seguía ardiendo, estaba segura de llegaría a casa con una revelación como: 

¿Por qué creí que lo amaba?
o ¿en qué demonios estaba pensando?

Pero no, en este caso me acordaba de nuestro tiempo juntos con
cariño porque quería, lo recordaba con cariño porque era así de
bueno.

Recordaba la verdad, no una versión suavizada y decorada con
azúcar que mi mente arruinó después de un tiempo de embotar el
dolor.

Fue realmente así de bueno.

—Peter —advertí con una voz juguetona.

Se rió en mi oído.

—Eres tan cálida en todas partes —dijo, acariciándome—. Y aun
sigues húmeda.

Su brazo estaba envuelto alrededor de mi cintura con su mano
frotando entre mis piernas.

Nos quedamos dormidos la noche anterior después de una ronda
dulce y tranquila de hacer el amor y estaba exhausta. Después de
apenas haber dormido la noche anterior, el largo viaje hasta Shelburne Falls, descubrir las cajas en el sótano y luego regresar aquí la noche anterior, necesitaba descanso y comida.

Pero aún sonreía porque sabía por qué él se había despertado
temprano.

Estaba probablemente en alerta máxima incluso aunque no se
daba cuenta, su subconsciente probablemente creía que iba a huir
cuando se quedara dormido.

—Estaba soñando contigo —bostecé y luego hundí mi nariz en la
almohada, tenía la esencia de su colonia por toda ella y solo quería
poner la sábana sobre mi cabeza y arrastrarme en su olor.

Sus dedos comenzaron a hacer su magia, acariciando y haciendo
círculos sobre mí y sentí el latido de mi excitación.

—Cuéntame sobre el sueño —me urgió.

Mmmm... tenía una mejor idea. Sí, mi cabeza se sentía como un
balón y apenas podía abrir mis ojos pero, ¿a quién le importaba?
Estirándome tomé uno de los condones que Peter había tirado
en la mesita la noche anterior después de la primera vez. Debería haber sabido entonces que tenía planes en medio de la noche.
Girándome, lo empujé sobre su espalda y me subí encima a
horcajadas sobre él, lamiendo mis labios, pasé un dedo por su mejilla.

—Creo que te lo mostraré.

—Oh mi Dios, te acordaste —cubrí mi boca con mis manos
dejando caer la sábana accidentalmente en mi cintura mientras me
sentaba en la cama. Subiéndola nuevamente miré la caja de Krispy
Kremes como si fuera el final de mi vida. Mi estómago gruñó
inmediatamente.

Él se dejó caer, acostado en su lado y abrió la caja que estaba
entre nosotros.

—No, no en realidad —admitió—. Addie aún los consigue todos los domingos, consigue nuestro surtido regular, relleno de limón para ti, glaseado de chocolate para mí y glaseado simple para mi papá.

Y nada para mi mamá, recordé. Ella nunca comería donas.
Eligió su favorita y yo tomé una mordida, el glaseado escamoso en
sus labios se movió mientras masticaba y por alguna razón mi corazón casi explotó.

Moviéndome hacia adelante, cogí sus desprevenidos labios y tuve
que retener mi risa cuando se sacudió con sorpresa. Lamiendo el
glaseado, no podía creer lo hambrienta que estaba. Peter me hizo
prometer no dejar la cama sin permiso por doce horas y ahora creía
que iba a tener que arrastrarme lejos.

No era comida lo que quería ahora.
Me cerní sobre su boca.

—Me gustas.
Se alejó, mirándome con recelo.

—Pensé que me amabas.

—Oh, lo hago. Pero no puedes amar a una persona que no te
gusta ¿sabes? —Busqué en la caja la mía rellena de limón—. Como
nuestros padres, nuestros hermanos... pero contigo, también me gustas.
Me gusta estar y hablar contigo.

Entrecerró sus ojos y se metió un gran pedazo en la boca.
—Solo crees que soy genial porque tengo todas las temporadas de
Vampire Diaries en DVD.

¡Oh Dios Mío!

Estallé en risas, cubriendo mi boca con mi mano mientras reía.

—¡No las tienes! —Me eché a reír con incredulidad—. ¿No la sigues mirando, verdad?

Me frunció el ceño y arrebató otra rosquilla de la caja.
—Es tu culpa —se quejó—. Tenías que verla todos los jueves y luego me enganché.

—Peter. —Tragué el resto del bocado—. No lo he mirado en
años.

—Oh deberías —asintió—. ¿Damon y Elena? Síp. Y luego está Alaric, eso como que apestó, luego llegaron los Originales al pueblo, son bastante asombrosos. Tienen su propio show ahora.

Comencé a reír otra vez, y dirigió su mirada hacia mí frunciendo el
ceño.

—Lo digo enserio —imploró.

—Puedo decirlo.

Nos sentamos allí, comiendo y hablando por la siguiente hora y
luego Peter a regañadientes me dejó salir de la cama después de
rogarle para usar el baño.

Quería ir a correr pero había tenido sexo cuatro veces en las
últimas nueve horas, estaba sudorosa, pegajosa y dolorida. 
Necesitaba una ducha desesperadamente.

También necesitaba algo de tiempo para pensar que debería
hacer con mi mamá y cómo iba a decirle el resto a Peter. El bebé, mi madre tratando de tomar su casa...

Nos estábamos sintiendo tan bien ahora y no quería arruinarlo. Sin
embargo solo tenía que decírselo y superarlo. Estaría tan enojado con mi mamá y quizás un poco molesto conmigo por ocultarle eso, pero confiaba que se quedaría de mi lado.

Abrí su gel de baño, oliendo su maravilloso contenido que enviaba
a mis hormonas zumbando violentamente por todo mi cuerpo.
Como si fuera una señal, creo que sentía cuando mi cuerpo lo
necesitaba, abrió el vidrio de la ducha y entró.

Sus ojos estaban oscuros, casi enojados, mientras subían por mi
cuerpo.

—¡Infiernos Lali! —dijo en un gruñido bajo, empujándome contra
él, bajó su cabeza para mojar su cabello, alisándolo hacia atrás.

Su boca bajó hacia la mía y olvidé todas mis preocupaciones en la
calidez de la ducha y la seguridad de sus brazos.

—¿Quieres mirar una película? —le pregunté mientras me arrojaba
una toalla. Finalmente habíamos emergido de la ducha una hora
después y pensé que bajar a la sala de cine de la casa sería una buena oportunidad de hablar con él, sola, lejos de los amorosos oídos de Addie.

Envolvió una toalla alrededor de su cintura y tenía otra en su
cabeza mientras secaba su cabello.

—Bueno, estaba pensando que quizás sería divertido ver si Lucas
está por los alrededores hoy, necesito verlo.

No dije nada, tenía razón. Era mi culpa que Peter se hubiera ido
antes el verano pasado y fuera alejado de Lucas. Necesitábamos verlo de inmediato.

—Y luego tenía la esperanza de que quizás te quedaras aquí por
un par de días extras —continuó—. Estoy en el receso de temporada así que no tengo que volver hasta la otra semana.

La decepción me golpeó en el mismo sitio.

—Northwestern no tiene receso de temporada.
Asintió, apoyándose en el mostrador del baño luciendo caliente
como el infierno con su cabello todo en punta.

—Lo sé, lo investigué esta mañana. Pero si pudieras quedarte un
par de días podría valer la pena.

—¿Por qué?
Nada me gustaría más que quedarme aquí y pasar más tiempo
con él, pero mis clases no eran para los débiles de corazón. Pierde un día y perderás mucho, ya me había perdido el viernes.

—Tu mamá está tratando de quedarse con la casa, quiero ir a
hablar con Gas y ver si puede ayudar.

—¿Cómo sería capaz de ayudar? —Caminé hacia él y entrelazó la
toalla de su cuello con mi toalla que estaba alrededor de mi cuerpo
empujándome más cerca.

—Es bueno con las computadoras —explicó—. Puede encontrar
cosas en internet que otros no pueden, solo quiero ver si podemos
encontrar algo de ella.

No iba a hacerlo, los hombres de mi padre ya habían estado en
eso y además de frecuentar prostitutos, la vida de mi madre consistía en comprar, comer en restaurantes y socializar. El padre de Peter tenía información que se negó a usar.

Sin embargo, no le dije eso a Peter. Sabía mi rol en el divorcio de
nuestros padres y no iba a recordárselo.

—¡Nico solo dale una oportunidad!

Peter y yo levantamos nuestras cabezas hacia la puerta del
dormitorio por el griterío afuera.

—Mujer estás drogada —ladró Nico—. De ningún modo.

—¡Oh, eres tan maricón! Es solo un baile de salón —gritó Euge.

Peter y yo nos miramos con los ojos ampliamente abiertos y nos
dirigimos hacia la puerta del dormitorio abriéndola juntos.

Nico y Euge justo habían rodeado la esquina y se estaban
dirigiendo desde el salón hacia la dirección opuesta, al otro lado de la casa. Presumiblemente a su habitación.
Nico se giró, caminando hacia atrás.

—Absolutamente no.

Peter puso un brazo alrededor de mi hombro y gritó.

—¿Qué está tratando de que hagas ahora?
Euge se giró con las manos en sus caderas, mientras que Nico se
detuvo en su retirada.

—Clases de baile de salón —dijo con los dientes apretados—. No sé de dónde sacó la idea.
Euge miró hacia abajo

—Solo creí que podría ser una nueva experiencia Nico —dijo
dándole la espalda—. No puedo esperar que Peter baile conmigo en
cada ocasión, ¿verdad?

Entrecerré mis ojos, estudiándola. ¿En cada ocasión?
Y luego me golpeó.
Una boda.

Eso era lo que ella estaba pensando solo que la severa ceja
arqueada de Nico y la risa de Peter me dijeron que ellos no
entendieron.

Ella estaba enamorada de Nico e incluso yo podía ver que él
tenía la intención de casarse con ella algún día. Ella querría que el
bailara con ella en su boda, por supuesto. Y Nico no bailaba.

Quizás no necesitara la habilidad por algunos años pero ella
estaba pensando en más adelante. Masticando un lado de su boca,
lucía enojada pero tenía demasiado orgullo para decirle porque en
verdad quería que aprendiera.

—Tengo un idea —hablé, sosteniendo la toalla a mi alrededor y
asomándome por el marco de la puerta—. Una carrera —sugerí—. Ella gana y tú tienes que tomar las lecciones hasta que puedas bailar como un profesional. Tú ganas y no tienes que hacerlo.

Él miró lejos con una expresión aburrida.

—No quiero no hacerlo ahora. ¿Qué hay para mí en realidad?
Euge apretó sus labios luciendo lista para golpear la mierda fuera
de él.

—Está bien imbécil. —Se giró y dirigió a su novio—. Tu ganas y haré las cosas que has estado queriendo que haga.

Sus ojos se animaron, parpadeando con picardía, e imaginé que
esa era la manera en que lucía Nicolas Riera la mañana de navidad.

—¿Tenemos un trato? —preguntó Peter.

Nico se acercó a Euge, tomando su barbilla entre los dedos.
—La próxima noche de sábado. Llamaré a Zach y lo arreglaré. —Y
caminó hacia su habitación sacando su teléfono del bolsillo en el
camino.

—¿Qué quiere que hagas? —Podía oír la sonrisa en la voz de
Peter—. ¿Sexo anal? Había creído que ustedes dos ya habían llegado ahí.

El cabello de Euge se balanceó en su espalda mientras negaba.

—No importa, va a perder.

Sonó más confiada que segura.
Peter se rió.

—Sí, está bien. La última vez que Nico perdió una carrera fue...
hmm nunca.

Tenía razón.

Creo que había tenido una idea muy estúpida y Euge estaba en

ello ahora.

7 comentarios:

  1. Volviste a desaparecer��

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  2. Como q volviste y te fuiste otra vez! Lpm!!! Naara

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  3. Caray volviste a desaparecer!!

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  4. Hola me gustaría saber si vas a actualizar la novela ya que está muy interesante y me encantaría seguir leyendo gracias

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  5. Sigues sin volver :(

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