Había salido de allí antes de que alguien tuviera la
oportunidad de atormentarme más. Una vez que me subí a mi camioneta y salí a
toda velocidad, mi teléfono empezó a iluminarse con llamadas y textos. Cande
marcando cada treinta segundos, y no tenía nada de Peter.
Bueno. Él sabía que todo había terminado. Había conseguido
lo que quería. Estaba avergonzada y humillada, y estaba hecho su trabajo.
Los textos, en cambio, eran de personas al azar, la mayoría
apenas los conocía.
Pareces un buen polvo. ¿Ocupada está noche?, leí en uno de
los textos, y apreté el teléfono con tanta fuerza que lo escuché crujir.
¿Hacen tríos?, este texto provenía de Nate Dietrich, y sentí
que mi estómago empezaba a girar.
Todo el mundo se reía de mí y pasándose ese video horrible,
sin duda lanzándolo en el ciberespacio para que cualquiera pueda verlo. Pensar
en los viejos hombres sucios que conseguirían verlo, o todas las personas en la
escuela que me miraban ahora y sabrían exactamente cómo me veía sin ropa hacía
doler mi cráneo y mis ojos arder.
Después de dos mensajes más repugnantes, conduje la
camioneta a un lado de la carretera y abrí la puerta para vomitar. Mi estómago
se retorció, vaciando todo lo que había comido hoy. Tosiendo, lancé el último
contenido de mi estómago y cerré la puerta.
Tomé los pañuelos de la guantera, me limpié las lágrimas y
miré por el parabrisas delantero, en realidad no quería ir a casa.
Cualquiera que quisiera encontrarme empezaría por ahí. Y no
podía ver a nadie en estos momentos.
Realmente sólo quería subirme a un maldito avión e ir a ver
a mi padre.
Mi padre.
Suspiré y dejé caer mi dolorida cabeza en el volante, lo que
me obligó a respirar profundamente.
Hijo de puta.
No había manera de que mi padre no fuera a enterarse de
esto. El vídeo estaba probablemente por todo el lugar por ahora. La escuela y
otros padres se enterarían, y alguien lo llamaría a él.
¿Cómo pude haber sido tan estúpida? ¡Olvidando por un
momento que era ridículo de mi parte el creer en Peter y confiar en él, pero
tuve sexo con él en una fiesta, en la casa de alguien más!
Ese maldito teléfono. Lo había colocado sobre la cómoda para
reproducir música, pero en realidad lo había puesto a grabarnos teniendo
relaciones sexuales. Probablemente pensó que tendría que persuadirme a tener
sexo en la casa de Chavanne cuando en realidad lo obligué. O eso pensé.
Todo era una mentira. La forma en que me mantuvo tan cerca
la semana pasada, tocándome y sosteniéndome. Cada vez que sus labios rozaron mi
cuello mientras me abrazaba, y todas las veces que me besó en el cabello cuando
pensó que estaba dormida.
Todo. Una. Maldita. Mentira.
Me limpié la nariz y salí a la carretera. Sólo había una
persona de la que podía estar cerca en este momento. La única persona que me
amaba y no podía mirarme con lástima o vergüenza.
Mi madre.
*
* *
Las calles estrechas, casi como caminos de Concord Hill
Cemetery sólo eran lo suficientemente ancho para un carril. Por suerte, estaba
aquí en un lunes por la tarde, así que el lugar estaba vacío y silencioso. Di
un suspiro cansado de alivio cuando detecté la tumba de mi madre desde la
carretera. No había nadie alrededor. Estaría sola, por lo menos durante un
tiempo, para escapar del mundo y lo que había sucedido esta mañana.
Salí del coche y me puse la capucha de lana por encima de mi
cabeza, protegiéndome del frío de octubre. La brisa fresca era agradable en la
cara, sin embargo, aún ardía donde se secaban las lágrimas. No tenía que ver mi
cara para saber que estaba probablemente manchada y con los ojos hinchados.
Caminando penosamente por el césped bien cuidado, sólo tuve
que pasar unas cuantas tumbas antes de llegar a la de mi madre. El brillante,
mármol negro de la lápida tenía tres rosas tridimensionales, talladas a mano abrazando
un lado del epitafio. Mi padre y yo lo habíamos escogido juntos, pensando que
las tres rosas representaban nuestra familia. Incluso hace ocho años había
amado el negro, y las flores también nos recordaban a ella. Le encantaba traer
la naturaleza dentro de la casa.
Leí la lápida.
María José Riera Esposito
1 febrero 1972 ― 14 abril 2005
Ayer se ha ido. El mañana todavía no ha llegado.
Sólo tenemos hoy. Comencemos.
―Madre Teresa
Ayer se ha ido. Cita favorita de mi mamá. Me decía que los
errores se cometen en la vida. Es inevitable. Pero tenía que tomar una
respiración profunda, poner mis hombros hacia atrás y seguir adelante.
El ayer dura para siempre. El tatuaje de Peter me vino a la
mente, y rápidamente lo empuje a la basura como un plato caliente.
No quería pensar en él ahora. O tal vez nunca.
Me arrodillé en el suelo húmedo y traté de recordar todo lo
que pude sobre mi madre. Pequeñas piezas de los momentos que pasamos juntas
surgieron en mi mente, pero con los años, mis recuerdos se habían reducido.
Menos y menos de ella quedaba, y me entraron ganas de llorar de nuevo.
Su cabello. Me concentré en una imagen de su cabello. Era
rojo y ondulado. Sus ojos eran azules, y tenía una pequeña cicatriz en la ceja
de cuando se había caído patinando sobre hielo cuando era niña. Le encantaba el
helado de chocolate de mantequilla de maní y jugar al tenis. Su película
favorita era The Quiet Man, y hacía las mejores galletas de Hershey.
Me atraganté con un sollozo, recordando esas galletas. El
olor de la cocina durante la horneada de la Navidad me golpeó como mazo, y estaba de repente
en dolor. Abracé mi estómago y me incliné hacia adelante, apoyando la frente en
el suelo.
―Mamá ―le susurré, mi garganta apretada por la tristeza―. Te
echo de menos.
Desmoronándome en la tierra, me puse de lado y dejé que mis
lágrimas miserables cayeran a la tierra. Me quedé allí mucho tiempo, en
silencio, y traté de no pensar en lo que me había sucedido hoy.
Pero fue imposible. El impacto fue muy grande.
Quería decir nada de Peter. Una vez más, él me tiró fuera
como basura y todo lo que había dicho y hecho para atraerme en hacerme amarlo,
era una mentira.
¿Cómo voy a sobrevivir a las burlas crueles y día en día
hasta salir? ¿Cómo iba a caminar por el pasillo de la escuela o mirar a mi
padre a los ojos cuando todo el mundo había visto ese video?
―¿Lo ves, Lali?
―¿Qué?
―El globo. ―Peter tomó mi mano y me llevó a través del
cementerio. Traté de no pensar en lo que estaba bajo mis pies mientras
cruzábamos el cementerio, pero todo lo que podía imaginar eran horribles
zombies haciendo estallar fuera la tierra.
―Peter, no quiero estar aquí ―lloriqueó.
―Todo irá bien. Estás a salvo conmigo. ―Él sonrió y miró
hacia el prado de lápidas.
―Pero... ―Miré a mi alrededor, asustada de mi mente.
―Me estoy aferrando a tu mano. ¿Qué quieres que haga?
¿Cambiarte el pañal, también? ―dijo con sarcasmo, pero yo no me lo tome en
serio.
―No tengo miedo. ―Mi voz sonaba defensiva―. Es sólo que...
no sé.
―Mira este lugar, Lali. Es de color verde y tranquilo.
―Peter miró por los jardines con una mirada melancólica en su rostro, y yo
estaba celosa de que podía ver algo aquí que yo no―. Hay flores y estatuas de
ángeles. Mira este epitafio. ―Señaló―. “Alfred McIntyre nació en 1922 y murió
en 1942” .
Tenía sólo veinte. ¿Recuerdas que la señora Sullivan dijo que la Segunda Guerra
Mundial fue entre 1939 y 1945? Tal vez murió en la guerra. Todas estas personas
tenían vidas, Lali. Tenían familias y sueños. No quieren que tengas miedo de ellos.
Sólo quieren ser recordados.
Me estremecí cuando me llevó más profundamente en el
cementerio. Nos encontramos con una brillante tumba negra adornada con un globo
rosado. Sabía que mi padre vino a visitarla, porque siempre ponía flores en la
tumba.
¿Quién había dejado un globo?
―Traje a tu mamá el globo ayer ―admitió Peter como si leyera
mi mente.
―¿Por qué? ―Se sacudió mi voz. Fue amable de su parte hacer
algo como eso.
―Debido a que las chicas tienen cosas de color rosa. ―Se
encogió de hombros y tomó a la ligera su gesto. No quería atención. Nunca lo
hizo.
―Peter ―lo regañé, esperando una respuesta real.
Sonrió para sus adentros.
―Debido a que ella te hizo. ―Y envolvió su brazo alrededor
de mi cuello flaco y me dio un tirón en el costado―. Eres el mejor amigo que he
tenido, y quería decirle “gracias”.
Me sentía caliente por todas partes a pesar de la escarcha
de abril sobre la tierra. Peter llenó el vacío y alivio el dolor en una forma
en que mi padre no pudo. Lo necesitaba, y pensé por un momento que me gustaría
que me besara. Pero la idea desapareció rápidamente. Nunca había querido que un
niño me besara antes, y probablemente no debería ser mi mejor amigo.
―Toma esto. ―Peter sacó su camiseta gris sobre su cabeza y
me la arrojó―. Tienes frío.
Me la puse, dejando que el calor restante de su cuerpo me
cubriera como un escudo de calor.
―Gracias ―le dije, mirándolo.
Sacó mi cabello de debajo del cuello y dejó que sus dedos
permanecieran mientras me miraba. Mi piel se desató en escalofríos, pero no de
frío. ¿Qué estaba pasando en mi estómago en este momento?
Ambos nos miramos rápidamente, un poco avergonzados.
Me senté y me limpié la nariz con la manga de mi chaqueta.
A pesar de todo, podría ver la luz en una cosa. Por lo menos
le había dado mi virginidad a alguien a quien amaba. A pesar de lo que estaba
pasando, lo había amado cuando se la di. Lo que me quitó era honesto y puro,
aunque él pensó que era una broma.
―Lali ―susurró una voz temblorosa detrás de mí, y deje de
respirar. Sin siquiera darme la vuelta, sabía quién era, y arranqué pasto de la
tierra con los puños apretados.
Me negué a dar la vuelta. Y que me condenen si escuchaba más
mierda de él.
―¿No has ganado, Peter? ¿Por qué no me dejas en paz? ―Mi voz
era tranquila, pero mi cuerpo pedía a gritos la violencia. Quería atacar.
Golpearlo. Hacer cualquier cosa que pudiera hacerle daño.
―Lali, todo esto es tan jodido. Yo… ―empezó a vomitar sus
tonterías, pero lo interrumpí.
―¡No! ¡No más! ―Me di media vuelta para enfrentarlo, incapaz
de razonar conmigo misma. Me dije que no iba a entrar en ello con él, pero no
podía evitarlo―. ¿Me oyes? Mi vida aquí está arruinada. Nadie va a dejarme
vivir sin esto. Has ganado. ¿No lo entiendes? ¡Tú. Has. Ganado! ¡Ahora déjame
en paz!
Abrió mucho los ojos, probablemente porque estaba gritando y
más loca de lo que había sido nunca. ¿Cuándo era suficiente? ¿No podía
simplemente estar satisfecho?
Él agarró su cabello, deteniéndose a medio camino, peinando
sus manos a través de él. Su pecho subía y bajaba como si estuviera nervioso.
―Simplemente para por un minuto, ¿de acuerdo?
―He escuchado tus historias. Tus excusas. ―Y me alejé hacia
mi camioneta, sintiendo mi corazón roto. Él estaba cerca, y mis brazos aún
zumbaban con el deseo de retenerlo.
―Lo sé ―me gritó a mi espalda―. Mis palabras no son lo
suficientemente buenas. No puedo explicar nada de esto. ¡No sé de dónde vino el
video!
Sabía que me estaba siguiendo, así que no me di la vuelta.
―¡Venía de tu teléfono, idiota! No, no importa. He dejado de
hablar contigo. ―Seguí caminando, sintiendo como si mis piernas pesaran dos
toneladas.
―¡Llamé a tu padre! ―me espetó, y me detuve.
Cerré los ojos con fuerza.
―Por supuesto que sí ―murmuré, más para mí que él.
Justo cuando pensaba que las cosas no podían ir peor. Pensé
que tendría unos días para arreglar mis ideas antes de tener que lidiar con mi
padre. Pero la tormenta iba a descender más temprano que tarde.
―Lali, no envié el video a nadie. Ni siquiera grabé un video
de nosotros. ―Parecía desesperado, pero todavía no podía girar para mirarlo. Y
añadió―: No he visto mi teléfono en dos días. Lo dejé en el piso de arriba en
la fiesta de Belen, cuando estábamos escuchando música. Cuando lo recordé más
tarde, volví a buscarlo, pero ya no estaba. ¿No te acuerdas?
Me acordé de él diciendo algo de perder su teléfono esa
noche, pero todos estábamos bailando, y era fuerte. Debo haberlo olvidado.
Chupé las mejillas y sacudí la cabeza. No, no iba a salir de
esta. Su teléfono estaba apuntando a la cama esa noche, exactamente en la
posición que tenía que ser para grabar un video.
―Eres un mentiroso ―repliqué.
Aunque no podía ver su rostro, lo sentí acercarse, y yo no
podía moverme. ¿Por qué no podía simplemente salir de aquí?
―Llamé a tu padre, porque él iba a encontrarlo de todos
modos. Ese maldito, maldito vídeo está ahí fuera, y quería que lo escuchara de
mí primero. Viene a casa.
Mis hombros se hundieron. Mi padre estaría en casa en algún
momento mañana entonces. El pensamiento me calentó y me asustó. Las
consecuencias de esta broma, odiaba llamarla así, porque era mucho más, sería
vergonzoso para mi padre.
Pero lo necesitaba en estos momentos. No importa qué, sabía
que me amaba.
―Te quiero más que a mí mismo, más que a mi propia familia,
por el amor de Cristo. No quiero dar un paso más en este mundo sin ti a mi lado
―dijo en voz baja.
Sus dulces palabras se apoderaron de mí, pero eran como una
mano que estaba fuera de mi alcance. Podía verla. Quería tomarla. Pero no pude.
―Lali. ―El peso de su mano cayó sobre mi hombro, y me di la
vuelta, alejándola. Lágrimas constantes, la ira, y el cansancio quemaron mis
ojos mientras le escaneaba con mi mirada.
Se pasó una mano por el cabello, y podía ver las líneas de
preocupación en su frente.
―Tienes todo el derecho a no confiar en mí, Lali. Eso lo sé.
Mi maldito corazón está desgarrado ahora. No puedo soportar la forma en que me
miras. Nunca te haría daño otra vez. Por favor... vamos a tratar de arreglar
esto juntos. ―Se quebró su voz, y sus ojos estaban rojos.
Me dije cien veces hoy que no se podía confiar en él. Él era
un mentiroso. Un matón. Pero sus palabras fueron llegando a mí. Se veía
molesto. O era un muy buen actor, o... estaba diciendo la verdad.
―Está bien. Te seguiré el juego. ―Saqué mi teléfono y me
volví de nuevo.
Él parpadeó, probablemente confundido acerca de mi repentino
cambio de actitud.
―¿Qué estás haciendo?
―Llamando a tu madre. ―No di más detalles y marqué a
Claudia.
―Bueno ―dijo lentamente, todavía confundido.
―Porque ella instaló una aplicación de seguimiento GPS en tu
Android cuando lo compró. ¿Dijiste que perdiste tu teléfono? Vamos a
encontrarlo.
se termino la maratón espero que la hayan disfrutado ..mañana ultimo dos capítulos ...las quiero
si se viene el final
QUE? TERMINA MAÑANA? Cómo? Tan rápido!?el final de la novela?
ResponderEliminarJulii
Como lo vas a a dejar asiiii!!!!!! Deosssss massssssd
ResponderEliminarCon el gps descubriran al culpable d tamaña bajeza
ResponderEliminar