domingo, 13 de diciembre de 2015

capitulo 14



Peter 

Me quedé en la puerta de mi habitación y vi a las dos chicas dormidas en mi cama. 

Lali se había quedado dormida leyéndole a Alelí, con el libro sobre su estómago. En el momento en el que trajimos a Alelí de vuelta y rastreé a mi madre, Alelí determinó que se quedaba con Lali.

 Le rogó a Lali que se quedara y cuando Lali me miró en busca de ayuda, estuve de acuerdo con el hecho de que se quedara era una idea estupenda. Así que Lali se había ido a recoger unas pocas cosas, incluidos varios de sus favoritos libros de la infancia, mientras que Alelí dormía la siesta. 

Eso me dio tiempo para llamar a mamá y conseguir que los chicos volvieran con ella mientras yo cuidaba a Alelí. Ni siquiera discutí o entré a comprobarla cuando apareció a recoger a los chicos. Odiaba enviar a los chicos con ella, pero no me los podía quedar. 

Tendría que conseguir una orden judicial y mi madre era lo suficientemente vengativa como para rechazarme. Incluso si me lo permitía, los chicos estaban mejor separados de Alelí mientras que se encontraba enferma. Además, no podría hacer esto por mi cuenta. Mamá podría ser la peor madre, pero pasaba mucho más tiempo en casa que yo. 

Cuando empezara la temporada de béisbol, estaría demasiado ocupado como para dormir, mucho menos cuidar a los niños. Era una situación sin salida. Tenía que seguir recordándome que viví con mi madre y no tuve un hermano mayor para cuidarme. 

Las manos de Lali se deslizaron y el libro empezó a caer al suelo, causando que despertara. Parpadeó varias veces, después giró la cabeza para ver a Aleli, que se encontraba acurrucada durmiendo plácidamente a su lado. 

Lali se acercó, apartó el cabello de la cara de Alelí y comprobó su temperatura con el dorso de su mano antes de levantarse lentamente. Sus ojos se encontraron con los míos cuando se giró para salir por la puerta. 

Pasó una mano por su cabello en un intento de domar lo que había despeinado y luego me sonrió. 

—Supongo que también estaba cansada —susurró mientras yo daba un paso atrás y la dejaba salir de la habitación.
 
  
Cerré la puerta detrás de ella. 

—Sí, Alelí te tuvo muy ocupada. 

Lali rió ligeramente. 

—Es una dulzura. Me gustó pasar tiempo con ella.  

Ella no tenía ni idea de lo mucho que había significado para Alelí. Lali fue la primera adulta en prestarle atención. 

—Gracias. No creo que lo hubiese logrado sin tu ayuda. Nunca ha estado tan enferma. Fue un susto de muerte.

 Lali me sonrió. 

—Después de lo que he presenciado hoy contigo, estoy convencida de que hubieses sido perfecto. Nunca hubiese imaginado que serías tan buen hermano mayor. 

El acento burlón de su voz era sexy. Todo en ella era sexy. Y tenía un pequeño bolso con sus cosas así que se podía quedar a dormir. No iba a ser capaz de controlarme. Necesitaba algo de ella. Las emociones que se arremolinan dentro de mí tomaron el control. Todo desde atracción a agradecimiento a alivio. Logramos algo juntos. Quería celebrar. Con ella. 

—Voy a ducharme e ir a la cama, si eso te parece bien. ¿Dónde quieres que duerma? 

Dónde quería que durmiera y dónde iba a dormir eran dos cosas diferentes. 

—Voy a hacerme una cama en el suelo de la habitación. Puedes usar el sofá. A no ser, por supuesto, que estés dispuesta a compartirlo. Entonces estaría de acuerdo. Soy un buen compañero de cama. 

Los ojos de Lali se ensancharon antes de que dejara escapar una risita. 

—Aunque estoy segura de que eres un talentoso compañero de cama, creo que voy a pasar. Puedo quedarme con el suelo de la habitación si quieres. 

La única noche de mi vida que conseguí que Lali la pasara en mi apartamento, no iba a dormir en el suelo. La quería en mi sofá. De hecho, la quería en mi cama, pero en este momento la ocupaba Alelí. Sin embargo, iba a asegurarme de que Lali usara una de mis almohadas. De ese modo, tendría su olor durante un tiempo después de que se fuera. 

—No, insisto. Vas a dormir en el sofá. 

Lali me estudió durante un momento. Pude ver preocupación e incertidumbre en sus ojos. Quería preguntarme algo y no podía decidir si lo iba a hacer o no. Me quedaría aquí y la dejaría pensar todo el tiempo que necesitara. 

—¿Los chicos llegaron bien a casa? —preguntó finalmente. No era exactamente de lo que quería hablar. Sabía adónde se dirigía esto. 

—Sí, mi madre vino a recogerlos. 
  
—Están, um, es decir, eh, crees que van a estar bien... allí... quiero decir... —tartamudeó nerviosamente. Fui al sofá y me senté, después la miré. 

—Tienen un teléfono. Si me necesitan, llamarán. 

Lali frunció el ceño y dio un paso hacia mí. 

—¿Tu madre entró a ver a Alelí? 

Esta no era una vida que Lali fuera capaz de comprender. Su padre pudo haberlo jodido todo y abandonarlos recientemente, pero su vida había sido malditamente privilegiada. 

—No, Lali. No lo hizo. No se preocupa. No hay nadie en la tierra a quien odie más que a mi madre. ¿Eso es sobre lo que tenías curiosidad? 

Mis palabras salieron más duras de lo que tenía intención. Lali caminó hacia el sofá y se sentó a mi lado. 

—Peter, lo siento. No quise entrometerme. Sólo tenía curiosidad porque Alelí ni una vez preguntó por su madre o habló de ella. Eso fue extraño para mí. Cuando crecí, mientras me encontraba enferma siempre quería a mi madre. No podía entender por qué ella nunca preguntó por la suya. 

Apoyé la cabeza en la pared y la giré para poder mirar a Lali. Estaba preocupada y claramente enfadada. Le enseñaba un mundo que ella ni siquiera sabía que existía y ese mundo ni siquiera era la peor parte de mí. 

—Eres la primera mujer que ha pasado tiempo con Alelí. Mi madre está o borracha, dormida, o fuera. Alelí ha sido criada por León cuando están en casa. Me aseguro de que las facturas estén pagadas y que los niños tengan comida. Luego, como has visto hoy, si alguien se enferma, lo manejo. 

—Oh dios, eso hace que me duela el pecho —susurró Lali, frotando el puño sobre su corazón—. Quiero acurrucarme con Alelí y abrazarla. No es de extrañar por qué León actúa como si tuviera veinte en lugar de once años.

 La alcancé y aparté la mano de su pecho. 

—Estarán bien. Yo lo estoy y no tuve hermanos mayores para ayudarme. Lo logré sin nadie. No te enfades por ello. No son los únicos niños que crecen en esta situación. 

Los ojos de Lali sujetaban lágrimas no derramadas mientras trataba de evitar que temblara su labio inferior. Ah, diablos. La hice llorar. No le conté todo eso para hacerla llorar. Sólo respondí sus preguntas. La dejé entrar un poco en mi jodida vida. Más de lo que alguna vez he dejado a alguien. 

—Eres la única persona a la que le he contado sobre los niños y mi madre. Ni siquiera se lo he contado a tu hermano. 
  
Lali apretó los labios con fuerza y asintió. No respondió. Aún intentaba con fuerza no llorar. Su blando corazón no podría manejar esto. Si alguna vez supiera una pequeña parte de lo que mi madre le ha hecho a esos niños y a mí, ella nunca sería capaz de tratar con ello. 

—Ven aquí —dije amablemente mientras la cogía de los brazos y la apretaba contra mi pecho.   
  







Lali

No poner pegas para ir a los brazos de Peter no fue probablemente muy inteligente, pero en ese momento, no me importó. Necesitaba abrazarlo. No podía abrazar a León y a Cris, pero podría abrazarlo a él. Y mañana le daría a Aleli cada segundo de mi atención cuando no estuviera en clase. Quizás me las saltaría para estar aquí. Ella volvería pronto con su madre. La idea de que estuviera descuidada era dolorosa. 

—Siento habértelo dicho —susurró Peter contra mi cabello mientras me sostenía con fuerza. 

Yo no lo sentía. Me dejó entrar. Era algo que había querido. Sin embargo, cuando quise entrar, no tenía ni idea de que iba a averiguar esto. Imágenes de Peter a lo largo de los años seguían apareciendo en mi mente. Cuando lo conocí, había sido un niño delgado con el cabello tan largo que lo llevaba en una coleta. Incluso con sus vaqueros descoloridos y su camiseta desgastada no podía evitar pensar que era hermoso. Pero me preguntaba por qué su madre lo dejaba lucir así. 

—Gracias por decírmelo. Por dejarme ayudar. Sé que reacciono como la niña mimada que soy, pero estoy procesándolo. Quiero ir, separarlos de tu madre y mantenerlos cerca. Cuidarlos. Asegurarme de que tengan buenos cortes de cabello y ropa limpia. 

El pecho de Peter retumbó por su risa y lo miré.
 

—¿Buenos cortes de cabello y ropa limpia? —preguntó, sonriéndome.
 

—Sigo recordando la primera vez que te vi. Tu cabello era ridículamente largo y tu ropa desgastada. Eso no quitaba que fueras el niño más hermoso que había visto, pero aun así... —Oh, mierda.

 ¿Dije eso? 

Peter inclinó la cabeza y me estudió durante un momento. 

— ¿Pensabas que era hermoso? 

Suspirando, empecé a salirme de sus brazos, pero me sujetó firmemente. 

—Respóndeme —susurró, bajando la cabeza para que su boca estuviese cerca de mi oído. 

—Sí. Sabes que eres hermoso. 

Peter deslizó una mano por mi espalda hasta que tuvo un agarre firme en mi cintura y después me sostuvo más cerca contra su pecho. 

— Quizás no lo sepa —contestó, elevando su otra mano para acunar mi cara y pasar su pulgar por mi pómulo—. Quizás estoy tratando de averiguar por qué querrías tener algo que ver conmigo.

 ¿Hablaba en serio? 
  
—He tenido un flechazo por ti desde que tenía dieciséis años. Seguramente lo sabes. No era muy reservada sobre ello. Nunca me he perdido uno de tus partidos de béisbol, incluso los que jugabas fuera. Encontraba cualquier razón en la que pudiera pensar para lanzarme en tu camino. Entonces cuando conseguí tu atención, estabas borracho, pero no me importó. Me encontraba dispuesta a tomar lo que pudiera conseguir. Quizás no pensaba que te encontrabas tan borracho, pero me sentía feliz de que no me estuvieses tratando como una niña pequeña. Estaba cansada de tener que fantasear sobre ti. Quería lo real. 

Peter se quedó muy quieto. Mierda. Abrí la boca y dije demasiado. Él iba a empujarme al baño e irse a esconder a su habitación. 

—¿Fantaseabas sobre mí? ¿En serio? 

¿Eso era todo lo que había elegido de lo que acababa de decir?


 —Sí —respondí, rodando los ojos y tratando de apartarme, sólo para ser sujeta en mi lugar por su mano gracias a un agarre apretado en mi cadera.
 

Peter bajó la boca hasta que estuvo contra mi mejilla. 

—¿Por qué no me cuentas esas fantasías? Ya sabes, para poder entenderlo mejor. — Su cálido aliento hizo cosquillas en mi piel y me estremecí. 

—Es una mala idea —contesté. 

La mano de Peter se deslizó bajo mi camisa hasta que sus dedos acariciaban mi estómago desnudo. 

—No estoy de acuerdo. Creo que es una buena idea —dijo antes de repartir besos contra la piel sensible detrás de mi oreja hasta mi cuello. 

No era fácil formar pensamientos mientras la mano de Peter subía lentamente por mi estómago y su boca acariciaba y daba pequeños mordiscos a mi cuello. No podía recordar de qué hablábamos. 

—Lo ves, Lali, es una buena idea. Malditamente buena —dijo justo antes de que su mano acunara uno de mis pechos.

 Concentración. Necesitaba concentrarme. Había una razón por la que esto era una mala idea. Sólo tenía que pensarlo bien. 

—Quítate la camisa para mí —dijo Peter en un susurro ronco.

 Después sacó la camisa sobre mi cabeza y la dejó caer a un lado de nosotros. Sus parpados estaban bajos y lo hacía más sexy. No me había dado cuenta de que era posible. Con una mano, Peter desabrochó los ganchos de mi sujetador y lo apartó. 

Antes había estado con él así, pero era oscuro. Ahora no nos encontrábamos en la oscuridad y las palabras de Peter “Sé que tus tetas no son tan grandes” volvieron a atormentarme. No tenía la copa de la mayoría de las chicas con las que salía. Le gustaban las tetas grandes. Las mías no se parecían a lo que estaba acostumbrado. Busqué frenéticamente mi camisa. 

—Lali, no. —Peter pasó la mano por mi cabello y giró mi cabeza hacia él. 

Después su boca cubrió la mía. El suave calor de sus labios mientras me mordían y probaban hizo que mi interior se convirtiera en mantequilla. Deslicé las manos alrededor de su cuello y le sujeté, asustada de que se diera cuenta de que tenía pechos pequeños o de que no quisiera hacer esto otra vez y me apartara. Dejando escapar un gruñido bajo, Peter agarró mis piernas y me puso completamente en su regazo hasta que me encontraba a horcajadas. 

La presión de su erección contra mí, mandó pizcas de placer por mi cuerpo. Fijé mis manos en su cabello, continué saboreándolo y perdiéndome en la conexión que antes había negado. Sus dientes atraparon mi labio inferior y lo mordió suavemente dando un pequeño tirón. Temblé y me apreté más fuerte contra su excitación, causando que gimiéramos por la sensación. 

Las manos de Peter subieron por mis muslos y después se encontraban en mis pechos. Una vez más me recordé lo carente que estaba en ese aspecto. Me tensé y empecé a apartarme. 

—¿Qué pasa? —preguntó Peter, acercándome mientras yo trataba de alejarme.  

—Nada. Pero... ¿puedo ponerme la camisa? 

Peter bajó la cabeza, manteniendo sus ojos fijos en los míos hasta que su lengua salió y lamió uno de mis pezones. Después lo metió en su boca y mi cuerpo me traicionó lanzando fuegos artificiales. 

Agarré sus hombros y me aferré mientras continuaba la lujosa atención a un pecho, después al otro. Los gritos de placer saliendo de mi boca no eran de ayuda. La lengua de Peter tenía completo control sobre mi cuerpo. Cuando se detuvo el calor de sus talentosos cuidados, abrí la boca para rogar por más, pero la presión en mis cortos pantalones vaqueros me detuvo. 

Bajando la mirada, miré mientras Peter abría la cremallera de mis pantalones, después pasó su mano por el satén rosa de mi ropa interior. 

—¿Por qué querías ponerte la camisa, Lali? —preguntó, subiendo sus ojos para encontrarse con los míos. 

¿Mi camisa? ¿Qué? Estaba confundida... 

—¿Qué? —pregunté, hipnotizada por la forma en la que sus largas pestañas acariciaban su mejilla mientras me miraba con hambre e intenso brillo en sus ojos. 
  
—Querías ponerte la camisa. ¿Por qué? 

Oh sí... mi camisa. Lo había olvidado.
 

—Um, eh, era sólo que... —No quería decir esto. 

No quería sacar el tema. Sólo quería que siguiera deslizando su mano más abajo en mis pantalones. Si le recordaba que mis tetas eran muy pequeñas para su gusto, eso podría no ocurrir. Cogió uno de mis pechos y pasó el pulgar por mi pezón. 

—Saben tan dulces como parecen —susurró con voz ronca. 

—Oh —suspiré, mirándolo tocarme.
 

—¿Por qué querías taparlos?  

No iba a dejar esto pasar. Suspirando, traté de que sus manos se deslizaran más en mi pantalón. No funcionó. Él no iba a hacer nada hasta que le respondiera.  

—Porque son más pequeños de lo que te gusta —murmuré, agachando la cabeza para esconder la humillación en mi cara de haber tenido que decir eso en voz alta.
 

Peter se congeló y maldije mentalmente. Lo sabía. Se detendría.


 —Levántate, Lali. —No era una petición. Era una orden.
 Me mandaba a darme una ducha fría. 

Salí de su regazo y me puse de pie, cruzando los brazos sobre mi pecho. Buscaría mi camisa más tarde. Girándome, empecé a dirigirme hacia la ducha, cuando Peter agarró mis caderas y me empujó de vuelta. 

—¿Dónde crees que vas? — preguntó. Lo miré. 

—Al baño, a enfriarme.
 

Peter bajó sus cejas y negó. 

—No. 

¿Quería que me marchara? 

—Date la vuelta, Lali. —La profunda, y autoritaria voz sonó sexy, pero no quería girarme. Quería esconderme en el baño—. Por favor, cariño. Date la vuelta —susurró en mi oído. 

Sabía cómo tratar conmigo. Eso era seguro. Lentamente me di la vuelta, manteniendo los brazos cruzados sobre mi pecho desnudo. Peter se agachó y tiró de mis pantalones desabrochados hasta que se deslizaban por mis piernas. 

—Quítatelos —me dijo y lo hice sin dudar. Se levantó de su posición relajada en el sofá y tiró de mis brazos hasta que estaban descruzados descansando a mis lados. Ahuecó cada pecho con sus manos y los sostuvo como si fueran preciosos antes de mirarme. 

—Eres jodidamente perfecta. Todo. Tu sonrisa. Tu risa puede iluminar todo mi maldito día. La forma en la que te preocupas tanto por la gente que dejas todo lo demás para ayudarlas. Eres jodidamente sexy, tus piernas han estado dándome furiosas erecciones durante años. Estas perfectas, redondas y suaves tetas con pezones que juro saben a caramelo. Y luego está esto. —Deslizó una mano entre mis piernas y pasó su dedo corazón por la tela húmeda de mis bragas—. Joder, cariño. No hay nada mejor que esto. —Gimió antes de cubrir mi boca con la suya y besarme fuerte y rápido. 

Cada empuje de su lengua debilitaba mis rodillas. Sabía lo que él quería. Sabía lo que yo quería y el beso salvaje aumentó más mi deseo. Cogí su camisa, haciendo puños en el material y jalé hacia arriba de su cabeza. Lo necesitaba desnudo. Me aparté de nuestro beso y pasé las manos por su pecho para poder sentir cada musculo definido. El pequeño salto de sus pectorales me hizo sonreír. 

—Te quedan como tres segundos de exploración, Lali. No puedo aguantar mucho más. 

Bajé los dedos hasta el botón de sus vaqueros y lo desabroché, después lentamente bajé la cremallera. Justo cuando empecé a jalarlos, Peter me cogió y besó fuerte en la boca, después me lanzó al sofá. 

—Se agotó el tiempo —gruñó mientras me cubría con su cuerpo. 

Abrí las piernas.
Podía sentir su erección presionada contra mí. 
Ahora sólo teníamos una capa de vaqueros contra nosotros. 

Peter pasó la mano por mi estómago y luego deslizó los dedos en mis bragas. Cuando sus dedos llegaron a su destino, lo agarré y me apreté contra su mano. 

— Oh Dios mío, Peter —jadeé. 

Dejó caer la cabeza en la curva de mi cuello y empezó a deslizar sus dedos dentro y fuera de mí. Cada vez que volvían a entrar, me movía contra la presión. Mi cuerpo tomaba el control y todo por lo que me preocupaba era el placer. 

—Eso es —dijo contra mi piel—. Déjame hacer que se sienta bien. Quiero que te vengas contra mi mano para poder sentirlo. 

Las palabras sucias me enviaron sobre el borde. Grité su nombre, pero su boca cubrió la mía para amortiguar el sonido. La pulsación pasó al éxtasis y mi cuerpo temblaba bajo él. Sus dedos se deslizaron fuera y su cuerpo me dejó. 

Abriendo los ojos con pánico, empecé a rogarle que volviera. Pero no se marchaba. Se quitaba los vaqueros. 

Mirar a Peter lanzani desnudarse era una de las cosas que una chica nunca olvidaría. Su bóxer cayó al suelo junto a sus vaqueros y tragué... fuerte. Aunque habíamos tenido sexo antes, no le llegué a ver desnudo. Nunca vi a ningún chico desnudo. Era impresionante. Peter cogió los lados de mis bragas y las bajó, después las lanzó al suelo con el resto de nuestra ropa desechada. 
  
—Eres tan hermosa —susurró con voz asombrada mientras me miraba fijamente.
 

—Tú también —contesté, porque era la verdad.
 

Peter sonrió. 

—Vas a tener que dejar de decirme cosas como “precioso” y “hermoso”. Me voy a acomplejar. ¿Por qué no puedo ser “sexy”, o quizás “irresistible”? 
 

—También eres esas cosas. Créeme. —Le sonreí.
 

Peter se mantuvo sobre mi cuerpo mientras me miraba. 

—Esa noche. En el almacén. Nunca me perdonaré por eso. Nunca va a ser así otra vez entre nosotros.  

Extendí la mano y metí el cabello que caía frente a sus ojos detrás de su oreja. 

—Pero se sintió bien. En serio, muy bien. Mejor que cualquiera de las veces que fantaseé sobre ello.  

Peter se congeló. 

—¿Cuando dices “fantasear”... quieres decir que piensas en mí cuando te tocas?


 Mi cara se puso instantáneamente roja, supe que vio mi rubor y sabía la respuesta. No ganaba nada negándolo. Asentí.
 

—Mierda —exhaló—. No voy a ser capaz de sacar esa imagen de mi mente.  

Inclinó la cabeza y me besó suavemente en los labios. 

—Quiero estar dentro de ti. Pero si quieres que paremos aquí, lo haremos. 

No. Me hallaba lo suficientemente desesperada que podría atarlo si trataba de escapar. 

—También te quiero dentro de mí. 

Peter se mordió el labio inferior y cerró los ojos con fuerza. 

— Cariño, entre decirme que te tocas pensando en mí y que me quieres dentro de ti, puede que jodidamente explote incluso antes de estar dentro de ti.  

Riendo, moví mis caderas bajo las suyas, queriendo sentirlo sin nada entre nosotros. 

—Mmm, aún no —dijo e inclinó la cabeza para besar mis labios. Después bajó a besar cada pezón. 

Tiró de cada uno de ellos en su boca antes de dejar un rastro de besos bajando por mi estómago. Cuando sus manos tocaron la parte interna de mis muslos y las abrió más, dejé de respirar. El primer contacto de la lengua de Peter contra mi clítoris y tuve que morderme fuertemente el labio inferior para evitar gritar su nombre. Agarré un puñado de su cabello mientras él continuaba probando y lamiendo. Saber que hacía esto completamente sobrio, lo hizo incluso mejor. Mi cuerpo empezó a temblar y supe que me acercaba. No iba a poder evitar gritar. 
  
La boca de Peter me dejó y me encontraba punto de rogarle cuando oí la rotura del aluminio y miré para verlo deslizarse un condón. 
Oh... no importa. Quería eso. Sus ojos se encontraron con los míos. 

—Eso fue increíble. Nada ha sabido tan bien como tú. 

Decidí que la charla sucia era algo en lo que sobresalía. Estaba bastante segura de que él podía llevarme al orgasmo con sólo hablarme sucio en la oreja. Me pregunté si iba a intentarlo en algún momento. 

Cuando Peter se bajó sobre mí, detuvo mi hilo de pensamientos. Cerró los ojos con fuerza mientras la punta de su erección se encontraba con mi entrada. 

—No quiero hacerte daño —dijo con un susurro desigual. 

—No lo harás. Por favor —rogué y elevé las caderas.


 Peter se deslizó lentamente dentro de mí. 

—Tan apretada. Jodido cielo. 

Cuando se encontraba completamente dentro, lo dos gemimos. Estaba dentro de mí. Quería mantenerlo ahí. Nunca antes me sentí tan unida a alguien. Supe ahora lo desconectado que él había estado la primera vez que hicimos esto. Esta vez era tan diferente. Estaba aquí conmigo. Sintiendo todo lo que yo sentía. 

—Eres tan caliente y apretada. Quiero quedarme aquí —dijo antes de cubrir su boca con la mía. 

Su lengua entró en mi boca y la chupé fuertemente. 

Peter empezó a moverse. Mis caderas se movían con él mientras se deslizaba dentro y fuera de mí. Me besó y susurró palabras de aprobación mientras sus movimientos se hacían más rápidos y más fuertes. Subí con él. Necesitaba más. 

Esta vez sabía lo que venía y lo quería. Justo cuando me golpeó mi orgasmo, Peter agarró mis caderas y empujó fuertemente una última vez, gritando mi nombre. 

Fue perfecto.  









CAP JODIDAMENTE CALIENTE VERDAD 
son tan buena lectoras que aquí esta el cap que les prometí 

PD:LAS QUIERO Y COMENTEN


capirulo 13








Peter 

Lali me evitaba y yo dejaba que lo hiciera. Uno de nosotros tenía que ser lo bastante fuerte para evitar que la hiriera. Ella lo descubrió y ponía un gran alto a cualquier interacción entre nosotros. No la vi después de que me dejó, observándola irse de Live Bay, hasta la clase de cálculo de la semana siguiente. Cuando entré en el salón, la encontré de inmediato. Unas cuantas personas la rodeaban y se encontraba sentada en el fondo del aula, en lugar del asiento cerca del frente, donde se sentó la semana pasada.  

Chica inteligente.  

Tomé asiento en la parte delantera y no volví a mirarla. Sólo me  distraería. El imbécil que había estado mirando su camiseta la semana pasada, hoy se hallaba detrás de ella. Quería comprobar y asegurarme que no se reclinaba detrás de ella. Necesitaba mantener los ojos para sí mismo.  

Me debatía sobre dar la vuelta y comprobarla o mantener mi atención en la pizarra, cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué y vi el nombre de Jimmy parpadeando en la pantalla.  

Ese era el teléfono de emergencia que le di a mi hermano. También eran pasadas las nueve de la mañana. Él debería estar en la escuela. Algo andaba mal. Agarré mis libros y me apresuré a salir del salón de clase.  

—¿León? —pregunté mientras me detuve en el pasillo.  

—Mamá no vino a casa anoche y Alelí tiene una fiebre muy mala. La tuvo toda la noche y  usé trapos fríos en su cabeza y le di algo de Tylenol, pero sigue aumentando. No quiere comer y ahora sólo llora muy suave. 

Mierda. Salí corriendo por el estacionamiento.  

—Está bien, ve a mojar más trapos y ponlos sobre su piel. Consigue que beba algo de agua con hielo y dile que voy en camino. 
  
Odiaba a mi madre. No tenía cualidades salvables. Si algo le pasaba a Alelí por su negligencia, la iba a matar. 

—Cris, ve a conseguir un poco de agua con hielo —instruyó León—. Voy a mojar más trapos.  

—Estaré ahí pronto. Cuídala. Llámame si empeora.  

—Lo haré —aseguró Loen y luego colgó el teléfono.  

Desbloqueé el Jeep y abrí la puerta al mismo tiempo que escuché a Lali llamándome. Mirando hacia atrás, la vi corriendo detrás de mí.  

—Peter, espera, ¿qué pasa? —preguntó en una voz con pánico.  

—Problemas familiares. Me tengo que ir —le contesté. 

Odiaba huir de ella cuando era amable, pero Alelí me necesitaba.  Arranqué el Jeep y la puerta del lado del pasajero se abrió y Lali saltó dentro. Ah, diablos.  

—Lali, no tengo tiempo para esto. Me tengo que ir. 

Asintió. 

—Sí, tienes que irte —agregó—. Vete.  

—Entonces sal de mi Jeep —repliqué, frustrado.  

—No. Nunca estás ansioso o preocupado. Nunca. Algo está mal y necesitas ayuda. —Tenía razón, pero no la iba a llevar al remolque de mi madre.  

—Lali, por favor. —Fui interrumpido por el timbre del teléfono.

 Mierda

—. ¿Qué? —pregunté, poniendo el Jeep en reversa. 

No tenía tiempo para discutir con una  mujer obstinada. Mi hermanita me necesitaba. Este no era el momento para preocuparme por mi orgullo. ¿Entonces, qué si Lali veía el lugar donde crecí? ¿Por qué me preocupaba? No era como si estuviera tratando de impresionarla.  

—Ella bebió el agua y luego vomitó  —dijo León. 

La tensión en su voz me decía que se encontraba asustado. Esto no era algo con lo que los niños deberían tener que lidiar. León tenía que ser el adulto a los once y eso me ponía furioso.  

—Está bien, mantén las toallas frías y ponlas sobre ella. Estaré ahí en cinco minutos. 

—Está bien, lo haremos —contestó y colgó.

 Dejé caer el teléfono en mi regazo y presioné el gas mientras salía a la carretera. 

—Ponte el cinturón de seguridad, Lali.

 Podía verla abrochándose el cinturón por el rabillo de mi ojo. 

—¿Qué pasa? ¿Quién era? —Empezaba a tener pánico.  

—Era mi hermano. Mi otro hermano. Tiene once. Alelí, mi hermanita, está enferma y mi patética madre no ha estado en casa toda la noche. León y Cris dijeron que está muy caliente y no quiere comer o beber. Consiguieron que tome un poco de agua y entonces vomitó. 

—Oh, Dios —contestó—. De acuerdo. Va a estar bien. Tenemos que llevarla al hospital. Pescó una fiebre, que vomite suena como un síntoma de fiebre alta. Dame el teléfono —ordenó, tomándolo antes de que pudiera entregárselo.  

—¿Qué estás haciendo? —pregunté. 

—Llamando a tu hermano —contestó, mientras masticaba sus uñas nerviosamente. 

—Hola, León, esta es Lali. Soy una amiga de tu hermano. Escucha, ve al congelador y consigue todo el hielo que tengas. Ve y frótalo por la frente de Alelí, sus mejillas, sus labios e incluso arriba y abajo de sus brazos. Enfriarla es muy importante. 

Giré por el camino que conducía al remolque que odiaba con tanta fuerza. El remolque que ni siquiera Gas había visto. No traía a las personas aquí. Pero en este momento me sentía extremadamente agradecido de que Lali hubiese venido detrás de mí y saltado en mi Jeep. No me sentía tan asustado con ella aquí. Parecía nerviosa. Lo podía decir por el tono de su voz y la forma en que se mordía las uñas, pero se mantenía calmada. 

No me sentía solo. Por primera vez en mi vida, no me sentía solo. 

—Buen trabajo. Sí, se derretirá rápido porque está caliente. Mantenlo sobre ella. No, está bien, León. Va a estar bien. Casi estamos ahí. Vamos a llevarla al hospital y conseguirle las medicinas que necesita. Todo estará bien. 

Una opresión en mi pecho vino de la nada. Mientras escuchaba a Lali tranquilizando a mi hermano, quería ponerla en mis brazos y llorar. 

¿Cuán malditamente loco era eso? Esta chica me volvía loco.

 Me detuve en el remolque y me recordé que llevar a Alelí al hospital era todo lo que importaba. No importaba que Lali vea este lugar. Podía pensar lo que quisiera. 

Lali abrió la puerta antes de que hubiese estacionado el Jeep y corrió a través del patio a la puerta del remolque sin siquiera esperarme. Corrí detrás de ella. No tocó, simplemente entró y llamó a León. Él entró corriendo a la sala de estar justo cuando yo entraba al remolque. Sus ojos fueron de Lali a mí, luego volvieron a Lali.

 —Está aquí atrás —le dijo.

 Lali no miró el lugar con repulsión como había esperado. No pareció notar nada más que a León, a quién apresuró después. 

—Hola, Lali —dijo Cris, mientras nos miraba desde su lugar junto a Alelí.

 Enfriaba sus brazos justo como Lali les había dicho. 
  
—Hola, Cris. Estás haciendo un gran trabajo —lo felicitó, luego se acercó a la cama y tocó la frente de Alelí. 

Alelí la miró con ojos vidriosos y gimió.

 —Vas a estar bien —la tranquilizó Lali y me miró de nuevo. —Agárrala. Vamos —dijo, permaneciendo atrás. 

La tomé en brazos y la abracé contra mi pecho. Se acurrucó en mí, en vez de tumbarse sin fuerzas en mis brazos y ese pequeño hecho ayudó a aliviar mi miedo. No se encontraba letárgica. Eso era bueno. 

—Vamos, chicos. Ustedes dos entren al Jeep —instruyó ella y fue delante de mí para abrirnos la puerta. 

Una vez que llegamos al Jeep, Lali movió a León al frente. Ella se metió en la parte trasera y luego extendió los brazos. 

—Dame a Alelí. Le abrocharé el cinturón conmigo y la sostendré. Puedes manejar esta cosa más rápido que yo. 

—Está bien —acordé. 

Le di a Alelí, que fue voluntariamente. No conocía a Lali, pero como los chicos, se encontraba dispuesta a confiar completamente en ella. Era ese rostro de ángel. Era imposible para alguien lucir como Lali y ser poco fiable. 

Corrí alrededor del Jeep y me subí. Íbamos a toda velocidad hacia el hospital en segundos.

 —¿Cuánto tiempo ha tenido fiebre, chicos? —preguntó Lali, mirándolos.

 —Anoche se sentía caliente y dijo que le dolía la garganta. Le di algo de Tylenol y la puse en la cama. Entonces toda la noche se removió y lloró. Su piel se puso cada vez más caliente —explicó León.

 Esperaba que Lali preguntara porque mi madre no vino a casa. O si trataron de llamarla. Pero no lo hizo. En cambio, asintió.

 —Bien, hicieron un muy buen trabajo cuidándola. Nadie podía haber hecho un mejor trabajo. 

Si mi hermanita no estuviese enferma y curvada en su regazo, habría tomado el rostro de Lali y la hubiese besado. No tenía idea de cuánto necesitaban estos chicos que alguien los corrobore. Nunca lo tuvieron de alguien además de mí. Sus elogios significaban más de lo que ella podía saber. 

—Debí llamar a Peter más rápido —dijo León con un suspiro derrotado.

 —Hiciste exactamente lo que pensaste que debías hacer. La cuidaste hasta que te diste cuenta que necesitaba un doctor. Eso es todo lo que alguien más hubiese hecho —le dijo Lali. 
  
 Detuve el Jeep cerca de la puerta de emergencias y estacioné. Podrían decirme que me moviera si querían, pero primero llevaría a Alelí adentro. Lali me la entregó y la llevé directamente a través de las puertas. La enfermera en el escritorio de recepción me dio la usual mirada molesta que me daban cuando me presentaba con uno de los niños. Había estado varias veces en los últimos años. 

—Regístrese, por favor —dijo ella. 

—Es una emergencia. Su fiebre es muy alta —expliqué. 

—Esta es la sala de emergencias. Todo el mundo aquí tiene una emergencia, se lo aseguro. Ahora regístrese, por favor. —El tono aburrido de la mujer me enfureció. 

—Necesita un doctor ahora. No puedo bajarla y registrarla, está demasiado enferma para estar de pie. —Traté de no gruñir, pero esta mujer me presionaba. 

—Regístrese —repitió. Mi sangre empezó a hervir. 

—¿Cuál es el problema? —La voz de Lali interrumpió las siguientes palabras que iban a salir de mi boca, lo cual probablemente fue algo bueno. 

—Todos necesitan registrarse y tomar asiento. No parece entenderlo. 

La mano de Lali se envolvió alrededor de mi brazo en una advertencia silenciosa, y luego se giró y caminó hacia la enfermera que salía de un conjunto de puertas dobles. 

—Hola, Gime. ¿Podrías por favor ir a decirle al Dr. Vazquez que estoy aquí y tengo una pequeña muy enferma que necesita  verlo lo más pronto posible? 

—Sí, por supuesto. —La enfermera me miró sosteniendo a Alelí y me hizo un gesto hacia ella—. Vengan conmigo. 

Lali mostró una sonrisa de agradecimiento. 

—Muchas gracias, Gime. Estamos muy preocupados por ella. Ha tenido una fiebre alta durante las últimas horas. 

La enfermera asintió y se apresuró a abrir de nuevo las puertas. Lali se acercó a  mí. 

—Estaré justo detrás de ti. Voy a ir a comprobar a los chicos y ubicarlos en la sala de espera y luego regresaré. 

—No firmaron ni se registraron —dijo la mujer detrás del mostrador, mientras se levantaba, determinada a que no volviera ahí. 
  
La enfermera le frunció el ceño a la mujer. 

—Está bien. Nos aseguraremos de obtener la información que necesitamos. Lali es sobrina del Dr. Vazquez. 

Por una vez en mi vida, agradecí el estatus social de Lali Esposito en este pueblo. 

—Gracias —le dije antes de seguir a la enfermera.   
  
Lali 

No creo que alguna vez haya estado tan asustada en mi vida. Mantener la calma no era un punto fuerte para mí. Normalmente me quebraba en un mar de lágrimas cuando las cosas se ponían difíciles. Pero ver el pánico en el rostro de Peter activó algo en mí. Me necesitaba fuerte, así que de repente me sentí fuerte. 

Eso fue lo más curioso. 

Sabía que me necesitaba y quería estar ahí para él. Entonces vi a Alelí y aumentó mi propio pánico, pero me las arreglé para mantener la calma. Saber que todos necesitaban alguien que los ayudara me hizo actuar como una adulta. 

Dejé a León y Cris en frente de la televisión con refrescos  y bolsas de patatas fritas que compré de la máquina expendedora, luego me dirigí de nuevo a buscar a Peter y Alelí. 

Gime esperaba en el escritorio cuando regresé, firmando algunos papeles. Había sido afortunada porque salió de las puertas justo cuando necesitaba alguien que me reconociera. Había estado yendo a la iglesia con Gime desde que era pequeña. Además, ella había salido con el mucho más joven medio hermano de mi madre cuando cursaban la secundaria. Ahora trabajaban juntos. Bromeaba con tío Nico sobre eso cada vez que tenía la oportunidad.  

—Ven conmigo. Le hemos colocado una intravenosa y ya estamos haciéndole pruebas. Nico tomó un momento y la revisó en su camino a suturar una herida en la cabeza.Va a regresar, pero de su chequeo rápido, cree que es la bacteria estreptocócica. Un muy mal caso, pero estará bien. Ahora esperamos los resultados del examen estreptocócico. Tan pronto como sepamos, empezaremos con los antibióticos por la vía intravenosa.  

Llegamos detrás de la cortina y encontramos a Peter caminando de un lado a otro a los pies de la cama, mientras Alelí dormía pacíficamente. Se detuvo y me miró. 

—Hola. 

—Hola —contesté—. Tío Nico cree que es la bacteria estreptocócica. Estará bien. Siéntate y deja de caminar de un lado a otro. 

—Regresaré en un par de minutos para revisarla. Tengo que ir a ayudar a colocar un hueso —dijo Gime, antes de desaparecer detrás de la cortina que nos separaba del resto de los pacientes. 

—No sé cómo agradecerte lo suficiente. Tú… —Se pausó y sacudió la cabeza—, te hiciste cargo. Cuando la vi ahí en esa cama, tan frágil, me aterroricé. Pero lo manejaste todo. Luego llegamos aquí y le conseguiste el mejor servicio posible. 
  
—Estoy contenta porque pude ayudar. Las emergencias no son algo con lo que lidio bien, pero hoy sabía que teníamos que llevarla al doctor. Por suerte, soy familiar de uno. 

Peter me miró un momento y luego, por primera vez hoy, una pequeña sonrisa tocó sus labios. Me sentía tan feliz de ver esa sonrisa. 

— Eres increíble y ni siquiera lo sabes. 

Mi rostro se puso caliente y agaché la cabeza. No era increíble, pero escuchar a Peter decirlo como si lo dijera en serio me hizo esperar por algo que sabía que no podía tener. Había estado ahí cuando necesitó a alguien. Se sentía agradecido. De repente no me encontraba atractiva o me quería. Esas eran dos cosas diferentes y necesitaba mantener eso en mi mente. 

La cortina se apartó y entró tío Nico. Su cabello castaño claro era corto pero tenía ese estilo desaliñado en el frente que sólo chicos que lucían igual que él a los treinta y cuatro podían lograr. 

—Aquí está mi Esposito favorita. —Tío Nico sonrió cuando entró en la habitación. Ese era su chiste favorito. Especialmente ahora que odiaba a mi padre. Le encantaba fastidiar a Gas con que yo era la favorita. 

—Oye, tío Nico. ¿Se pondrá bien? —pregunté. 

—Sip. Los chicos pescan estreptocócica. Es un mal caso. Necesita constante supervisión y cuidado. Estará bien después de treinta seis horas de antibiótico, pero es muy importante obsérvala y mantener fluidos en ella, así como hacerla comer pequeñas cantidades una vez que empiece a sentirse mejor. Es contagioso, así que tienes que mantenerla alejada de los otros niños si es posible. La amenaza más grande es si comen o beben de los mismos platos que usó ella. Una vez que haya tenido más o menos veinticuatros horas de antibióticos, ya no será contagiosa.

 Asentí, luego extendí la mano y apreté la de Peter. Sus dedos se entrelazaron con los míos y me devolvió el apretón. La mirada del tío Nico cayó a nuestras manos unidas antes de volver a mirar el historial en frente de él. 

—Voy a imprimir su receta de prescripción ahora mismo. La queremos mantener aquí un poco más para darle la primera ronda de antibióticos por vía intravenosa antes de que se vayan. 

—Sí, por supuesto. Gracias, doctor —contestó Peter. 

Tío Nico miró a Peter.

 —¿Es tuya? —preguntó, moviendo sus ojos a mí, luego de vuelta a Peter.

  Pensó que Peter tenía una hija. No es de extrañar que actuara raro por las manos tomadas. 

—No, señor. Bueno, sí. Alelí es mi hermanita. La cuido cuando mi mamá lo necesita. 
  
Tío Mike pareció relajarse un poco. 

—Eso es muy amable de tu parte. La mayoría de los chicos de tu edad no serían tan responsables con un hermano más joven. 

Peter no respondió. Esto lo hacía sentir incómodo. No sabía mucho sobre la madre de Peter, pero sí que su remolque se encontraba sucio y se alejó y dejó a sus niños en casa solos por días. Eso era suficiente para saber que los niños dependían mucho de Peter.

 —Gracias por verla tan rápido. Te debo una  —le dije, acercándome a él para darle un abrazo rápido.

 Me levantó apretadamente contra él y al oído me susurró—: Ten cuidado con ese. —Luego bajó los brazos y asintió una última vez a Peter antes de salir del cuarto y cerrar la cortina detrás de él. 

Me giré de vuelta a Peter.

 —Estará bien. —Esta vez sonreí con alivio y me acerqué para envolver los brazos alrededor de Peter. Podría no quererme, pero necesitaba abrazarlo. Había estado tan molesto y ahora estaba bien. Necesitaba este abrazo. 

EL PRÓXIMO CAPITULO SERA DONDE USTEDES ME AMARAN !! SI OBTENGO 5 COMENTARIOS DE DIFERENTES PERSONAS LO SUBIRÉ 

BIEN ME ODIAN POR QUE SUBO MUY TARDE LOSE , PERO LES TENGO NOTICIAS... SOLO QUEDA UNA SEMANA DE CLASES Y LOGRE PASAR !!!!..APLAUSOS JJSD....ASÍ QUE COMO VERÁN YA PODRE VOLVER A SUBIR SEGUIDO...

PD: LAS QUIERO Y COMENTEN 

martes, 8 de diciembre de 2015

capitulo 11 y 12




Peter 

—Si esto está tan mal, entonces para. Para de intentar acercarte a mí. Vas de caliente a frío, Peter. Estoy tan enferma de esto. No puedo seguirte el ritmo. No quiero hacerlo más. —La mirada furiosa que me disparó cuando pasaba por el jeep desapareció.

 Ahora Lali sólo se veía molesta. Se cansó de esto. No podía culparla. No merecía su molestia. Nunca podría ser lo que quería. Pensó que yo era como Tincho y que la chica adecuada me podría domar. No se trataba de eso. No necesitaba que me domaran. Necesitaba una jodida salvación.

  No estaría libre hasta que estuviera fuera de la universidad y tuviera un trabajo que me diera el dinero suficiente para cuidar de mis hermanos. Hasta entonces, nunca sería libre para tocar a alguien como Lali.

 No era como las otras chicas con las que me había liado. Ellas sabían cuál era el juego. No significaban nada para mí. Lali era diferente. Me hacía sentir cosas. Cosas por las que había orado nunca experimentar, porque sería imposible hacer algo al respecto.

 —Simplemente déjame llevarte a casa. Te prometo que no pasará de nuevo. No debería haberte traído aquí. Tenerte así de cerca me hace olvidar las razones por las que no funcionará. Nunca funcionaremos. 

Lali se dio la vuelta y empezó a andar de nuevo hacia la carretera. Su trasero apretado y pequeño giraba coquetamente en esos pantalones cortos que eran siempre demasiado cortos y me volvían loco. Había fantaseado sobre deslizar mi mano en unos de esos pantalones cortos desde hace un par de años. Esta noche ese deseo y las ansias de saborearla se habían hecho cargo. 

—Lali, por favor no hagas esto. Dije que lo sentía. Déjame llevarte. Ni siquiera tienes que hablar conmigo. Además, estás descalza. No puedes descalza andar a casa. 

Se detuvo, pero no se giró enseguida. En vez de eso, puso sus manos en las caderas y se quedó de pie en la oscuridad. Lo pensó. No podía culparla. También me odiaría. Jugar con ella así no era correcto. Nunca podría hacer más que coquetear con ella. Porque la realidad fría y dura era que en el momento que entrara una llamada de una clienta, tendría que dejarla y no había manera de que fuera capaz de escurrirme de su cama y meterme en la cama con otra persona. 

Finalmente Lali se dio la vuelta y lentamente se dirigió al jeep. No me miró a los ojos. Ni siquiera miró hacia donde me encontrada. Mantuvo los ojos abajo mientras me pasaba y abría el lado del pasajero del jeep y entraba. Anduve hacia el lado del conductor y entré. Mirándola, pensé en explicarme. Quizás simplemente decirle la verdad. Necesitaba decírselo a alguien. ¿Lo entendería? 

—No, Peter. Simplemente conduce —respondió, como si hubiera leído mi mente. 

Arranqué el jeep y salí a la calle oscura. Tenía razón. Habíamos dicho suficiente. Fuimos en silencio los tres kilómetros de vuelta a casa. Aparqué en su entrada, y abrió la puerta y salió, llevándose sus sandalias con ella. No me miró ni se despidió. El cierre de la puerta fue fuerte y firme. 

Era su forma de decirme que había terminado lo que sea que nos proponíamos. Tragando el repentino nudo en mi garganta, volví mi jeep hacia casa. No iba a llorar por ella. No lo haría. Nunca la había tenido, en realidad no. No me conocía. Nunca aceptaría la verdad sobre mí. Era mejor así. Fingir como si pudiera tenerla en algún modo era una forma de tortura que no necesitaba. Tenía que centrarme en mi familia y en mi carrera en el béisbol. Mariana Esposito era una distracción que podría hacerme perder todo.     
  
  
Lali

 —¿Qué piensas de este? —preguntó Rochy mientras se paraba en la pequeña plataforma en frente de la pared de espejos en otro maravilloso vestido de novia blanco. 

Pensé que se veía como la fantasía de cada hombre. Todo su cabello rojo y su escote derramándose de lo alto del vestido sin mangas. Era el tipo de chica que podría cambiar su rumbo a cualquier chico. Me faltaba atractivo sexual. Tenía la cosa de la chica linda de al lado. No tenía la cosa de la diosa sexy como Rochy. No era de extrañar que mi hermano se convirtiera en un perro jadeando a sus pies en el momento en que la conoció.  

—Me encanta. Estás fabulosa en él. Sin embargo, todavía soy fan del de hace dos vestido atrás. Me gusta la forma en que es corto por delante y muestra tus piernas pero es largo por detrás. Ese es un vestido más sexy. Este haría muy feliz a mi madre, pero cubre demasiado. Tienes el cuerpo. Presúmelo en el día de tu boda.

 Rochy se sonrojó y me acordé de otra razón por la que mi hermano la amaba. Era tan completamente ciega al hecho de que era hermosa. Cada vez que le decía un cumplido, toda su cara roja se sonrojaría como si no lo creyera o no supiera cómo manejar la situación.  

—También me gustó ese. Me preocupaba que la parte delantera corta fuera demasiado. Tu madre quiere que nos casemos en la iglesia. ¿Puedo usar un vestido corto como ese? 

Mi madre se metía mucho en esta boda. Rochy no tenía una madre para opinar, y su hermana mayor no era una opción para ayudar a decidir nada sobre la boda. El hecho de que Mercedes estuviera viviendo con mi padre y su hija lo hacía raro. Además, Rochy y su hermana no eran muy cercanas.  

—Pensé que querías casarte en la playa. Creo que es el vestido perfecto para una boda de playa.

 Rochy hizo girar uno de sus largos mechones de cabello alrededor de su dedo.  

—Bueno, quiero. Pero tu madre quiere que nos casemos en una iglesia. No quería molestarla. Ha tenido mucho con lo que tratar. Y a Gas no le importa. Sólo quiere casarse.

 Rochy iba a tener que aprender a alzarse contra mi madre, o mamá le pasaría por encima. Mamá amaba planear y estar a cargo. A Rochy le entusiasmaba tanto complacerla que la dejaba. No iba a permitir que eso pasara. 

—Si quieres una boda en la playa, entonces ten una boda en la playa. Esta no es la boda de mi madre. 

Ella no tiene que planear esto. No dejaré que planee la mía, ya puedo decírtelo. No puedes dejar que empiece a controlar tus decisiones. Lo hará siempre. Demonios, incluso nombrará a tus hijos por ti. Esta es tu vida. Gas es tuyo. No de ella. Es un chico grande y es tuyo. Tomas las decisiones. Ese vestido te queda maravilloso. A Gas le encantará. Haz tu boda en la playa y viste tu vestido increíblemente caliente Rochy sonrió y mordió su labio inferior, entonces asintió.  

—Tienes razón. No debería hacer lo que otros quieren en el día de mi boda. Esto es sobre Gas y yo. Nadie más.

 Sentí una oleada de orgullo en mi pecho porque la había convencido de seguir a su corazón. Hacer lo que quería. Asentí y volví a sentarme en la silla y crucé las piernas mientras esperaba que fuera a probarse de nuevo el vestido que nos había encantado. Mi teléfono sonó con un tono corto, dejándome saber que tenía un mensaje. Lo alcancé de mi bolso y lo saqué. 

Pablo: En vez de ir ahí este fin de semana, ¿qué dirías de cenar en Nueva York? 

¿De qué hablaba? ¿Me había enviado un mensaje cuando quería mandárselo a otra persona? No vivía en ningún sitio cerca de Nueva York. 

Yo: Creo que mandaste el mensaje a la persona equivocada :) 

Eso fue incómodo. Especialmente desde que él había mencionado que venía a verme este fin de semana. Debe de haber hecho planes con más de una chica. 

Pablo: Estoy seguro que le he mandado el mensaje exactamente a quién quería hacerlo. No me ofrezco normalmente a pedirle a mi hermano su jet para llevar a chicas en citas. Sólo por las que son especiales.  

Oh. ¿Quería llevarme volando a Nueva York para cenar? ¿De verdad? ¿Cómo le contestaba a eso? Sabía que Euge había hecho este tipo de cosas todo el tiempo el año pasado mientras terminaba el instituto en Sea Breeze y Nico recorría el país. 

Pero Pablo y yo tuvimos una cita. Esto parecía como una gran cosa para una segunda cita. 

Pablo: El silencio no es prometedor.  

Yo: Sólo me sorprendió. No sé qué decir.  

Pablo: “Sí” sería una buena opción.  

Me reí ante su respuesta rápida. Me gustaba este chico. 

—¿Quién te tiene sonriendo así al teléfono? —preguntó Rochy con una sonrisa en su cara mientras salía del probador en el vestido que sabía que estaba hecho para ella. 

—Pablo Riera —contesté. 
  
Rochy levantó las cejas.  

—Saliendo con una celebridad.  

—En realidad no es una celebridad. Simplemente es pariente de Nico.

 Rochy se rió y subió a la plataforma en frente de los espejos.  

—Seh, diría que ser el hermano de la estrella favorita del mundo lo hace una celebridad. 

Yo: ¿Puedo pensármelo?  

No estaba lista para decir sí. Claro, me sentía enfadada con Peter por la otra noche en la playa. No nos habíamos cruzado desde entonces, pero no podía simplemente sacarlo de mi cabeza. Una vez que la rabia se hubo esfumado, recordaba su cara triste. La desesperación en sus ojos. Esas cosas me hacían querer perseguirlo y preguntarle por qué. 

Pablo: Claro. Déjame saber cuando estés lista.  

Yo: Gracias.  

—Entonces, ¿Qué te está diciendo?—preguntó Rochy.

 —Quiere que salga con él pronto. 

—¿Y vas a ir? 

Me encogí de hombros. No estaba segura. Todo dependía de Peter. Todo dependía de él. Si de alguna manera me perdía algo que necesitaba saber, no quería simplemente alejarme sin saber los hechos. 

—Quizás. No es seguro. Necesito pensarlo.

 Rochy asintió.

 —Buena idea. Salir con él te pondrá en el centro de atención. Imagino que eso no es siempre divertido. 

Sabía por la experiencia de Euge que no era divertido para nada. Ella todavía se acostumbraba a eso. Pero quería cambiar el tema. No nos encontrábamos aquí para discutir mi vida amorosa, sino para encontrar el vestido perfecto para Rochy.

 —Es ese —dije, asintiendo en su dirección en el espejo. Rochy se volvió para mirarse en el espejo.  

—Sí, creo que estás en lo cierto. 

—Gas será un charco a tus pies.

 Rochy me sonrió.  

—Ahora. Necesitamos encontrarte el vestido perfecto. ¿Crees que Pablo querría venir? ¿Debería de enviarle una invitación por ti? 
  
No había pensado en eso antes. ¿Estaríamos Pablo y yo hablando para entonces? Era muy posible que hubiera pasado a otra modelo para ese punto. 

Me encogí de hombros y enderecé la cola de su vestido. Se hallaba cubierto de diminutas perlas y pesaba una tonelada. El hecho de que no había mucho del resto del vestido, lo compensaba por la extravagancia de la cola. 

—Entonces, ¿quieres o no?—preguntó Rochy. 

Me di cuenta de que aún no había contestado la pregunta de Pablo y la boda. Euge y Nico vendrían, así que ¿por qué no invitar al hermano de Nico? Incluso si no estábamos saliendo entonces, estoy segura de que aún seríamos amigos. 

—Claro. Envíale una invitación.   






Peter           

Esta noche LLecas no iba a tocar. Era una noche country. Alguna banda de country de Tennessee se encontraba en el escenario. Eran buenos con los covers que tocaban, pero sus canciones originales también eran muy impresionantes. 

Gas regresó con una cerveza. Era muy raro encontrarlo sin Rochy en estos días. Cuando me llamó y quería reunirse conmigo en Live Bay por unos tragos, me sorprendí. Entonces explicó que Rochy y Lali estarían comprando el vestido de bodas. Eso lo explicaba. Gas rara vez iba a algún lugar sin Rochy.

 —¿Has visto Mariana por el campus otra vez? —preguntó Gas antes de tomar un trago de su cerveza. 

—Sí. Tenemos cálculo juntos. —Esa era la única respuesta que recibiría. 

No quería hablar de Lali con él. Vería a través de mí demasiado rápido. Luego me daría una paliza. 

—Nunca le diría esto, pero estoy tan contento de que no fue a Auburn. Quiero disfrutar de estas cosas, como planear la boda con Ro y ella habría estado preocupada por Lali todo el tiempo. Sin saber si algún tipo se aprovechaba de ella o se encontraba segura. De esta manera puedo disfrutar con Ro y mantener un ojo en Lali en caso que me necesite. —Casi me atraganté con mi cerveza. 

No había pensado en que sea inseguro para ella estar tan lejos en la universidad. He estado tan ansioso por alejarla de mí, que no consideré que Auburn podría ser peligroso para ella. De repente, me encontraba aliviado de que no se hubiera ido. Yo podría ser malo para ella, pero seguro como el infierno que no dejaría que alguien la lastimara. Mierda. Ahora no iba a ser capaz de mirarla irse el otro año. ¿Por qué él tuvo que hacerme pensar sobre esto? 

—¿Por qué estas tan enfurruñado? —preguntó Gas, rompiendo mis pensamientos. 

—Lo siento. Sólo pensaba en una tarea. Tengo un montón por hacer. 
  
Gas se rió entre dientes. 

—¿Todavía no has encontrado a unas cuantas chicas para que las hagan por ti? ¿Peter Lanzani está perdiendo su encanto? Di que no es así. 

Normalmente, no hago mi tarea. Conseguía chicas en mi clase que lo hacían. Coquetearía lo suficiente para mantenerlas felices y quizás follarlas por ahí al final del semestre. Lo había estado haciendo desde la secundaria. Los tipos encontraban entretenimiento sin fin en esto. Especialmente cuando terminaba el semestre y tenía un momento difícil para decepcionar a las chicas. Este era un drama para el que no me sentía de humor. Desde que tuve mis manos y boca en el cuerpo de Lali, mis pensamientos se han centrado en ella. Era duro concentrarse en alguien más. 

—Este año decidí reducir el drama —expliqué. Gas dejó salir un silbido bajo. 

—Nunca pensé que te oiría decir eso. 

No podía decirle todo sobre la chica que me tenía enredado. Lo escuché hablar sin parar sobre Rochy cuando entró en su vida. Pero ahora había alguien que me volvía loco y no podía hablarle de eso. No podía emborracharme en frente de Gas y derramar mis entrañas. No si quiero vivir. Me mataría. No tenía ninguna duda. 

—Oye, Peter. Ha pasado un tiempo. ¿Dónde te has estado escondiendo? —Una rubia con un par de grandes tetas falsas se deslizó a mi lado y recorrió su mano por mi pecho. Sí. Probablemente he dormido con esta. Tenía todos los síntomas y estaba bastante cómoda tocándome. 

—He estado ocupado —dije con una sonrisa forzada. 

—Bueno, te he extrañado. Ven, baila conmigo —ronroneó en mi oreja. 

Comencé a rechazarla cuando vi a Gas observándome. Esperaba que dijera sí. Eso es lo que normalmente haría. Ella sería un acostón fácil. Era bastante caliente. Si le dijera que no, entonces Gas comenzaría a hacerme preguntas. 

No quería que hiciera preguntas. Me conocía demasiado bien. Si dijera cualquier cosa, se daría cuenta que estaba atado a su hermana y estaría furioso. Tenía que bailar con esta chica. No tenia que follarla. Sólo bailar con ella. Actuar un poco como mi viejo yo, para que así nadie se preguntara por mi repentino cambio. Además, no tenía que ser fiel Lali. No tenía ni una oportunidad de siquiera tener una relación con ella. Ahora mantendría su distancia. 

La empujé demasiado lejos la otra noche. Me levanté y coloqué mi mano en su espalda baja, y la llevé a la pista de baile antes de que Gas pudiera notar que no me interesaba en absoluto.   
  
Lali

Seguí a Rochy hacia Live Bay. Gas le había enviado un mensaje y ella le dijo que me traería aquí. Él la esperaba mientras bebía algunos tragos con Peter. Lo cual era el por qué yo también vine. Sólo necesitaba ver su rostro otra vez antes de que respondiera al mensaje de texto de Pablo.  

Peter era como una droga de la cual parecía no poder alejarme. 

—Ahí está Gas —dijo Rochy, caminando a través de la multitud hacia la mesa que ocupaban siempre. 

Nadie más se encontraba en la mesa a excepción de Gas, lo cual era raro. Normalmente, uno de los otros tipos se encontraba aquí. Sabía que Peter estaba aquí. Gas le había enviado un mensaje a Rochy. Si no se hallaba en la mesa o en el bar, entonces estaba con una chica. Rechacé echar un vistazo a la pista de baile. Todavía no. Primero necesitaba componerme.  

—Hola, bebé. —Gas le sonrió a Rochy y se levantó para llevarla hacia sus brazos. Inmediatamente comenzó el besuqueo. 

No quería mirar a mi hermano meter su lengua en la boca de alguien, así que tomé asiento y mentalmente me debatí si debía o no buscar a Peter. ¿Y si se follaba a una chica? ¿Podría manejarlo? Es decir, no tenía ningún control sobre él, pero, ¿dolería tanto? Sí, probablemente.  

—Te extrañé —dijo Gas, retrocediendo de su ataque contra el rostro de Rochy.

 —Yo también te extrañé, pero tengo un vestido que creo que te va a gustar mucho —respondió y luego me echó un vistazo—. No sé como manejaría todo esto sin Mariana. Estoy tan feliz de que no se fuera.  

Gas giró su atención hacia mí  y guiñó. 

—Estoy feliz que de esté aquí. 

—Nosotras, uh hoy hablamos sobre el lugar de la boda y Mariana dijo que deberíamos hacerla donde desee. No debo permitirle a tu madre convencerme de lo contrario.  

Gas frunció el ceño y giró para mirar fijamente a Rochy. 

—Tiene razón. Esta es nuestra boda. Pensé que te gustaba la idea de la iglesia de mamá, pero si no quieres, entonces dímelo. Nos casaremos donde quieras.  

Ese era mi hermano. Era perfecto. Tipos como él eran difíciles de encontrar.  

—Deseo casarme en la playa —le dijo.  

—Entonces será así. Le diré a mamá que cancele la iglesia y comenzaremos a buscar casas de playa para alquilar.  
  
Rochy chilló, agarró su rostro y empezó a besarlo otra vez. Aparté mi atención de ellos y miré hacia la pista de baile. No me tomó mucho tiempo encontrar a Peter. Su cabello castaño siempre en punta. La chica casi desnuda con la que bailaba también tenía su peinado. Sabía que debería alejar mi mirada, pero no podía. Quería verlo con alguien más. Sabía que él me trató diferente, pero deseaba ver exactamente cuán diferente.  

La chica recorrió sus manos a través de su cabello, y si él la dejaba, estaba segura que follaría su pierna. No podían estar más cerca. Cuando atrajo su cabeza para encontrarse con sus labios, moví de un tirón mi mirada. No quería ver eso.  

—¿Quieres una coca cola, Mariana? —preguntó Gas, y le di un vistazo dándome cuenta de que  él y Rochy se sentaron y no se besaban. 

Tenía más ganas de irme, pero decidí quedarme y observar a Preston con otra chica podría ser lo que necesitaba para sacarlo de mi sistema.  

—Sí, gracias —respondí. 

—¿Donde están los demás? —preguntó Rochy.

  Gas asintió hacia la pista de baile. 

—Peter está bailando. Agus está en camino. Vico y Cande están pasando el rato fuera. Tincho y Eva probablemente en el apartamento de Tincho, donde siempre están últimamente.  

Rochy se rió. 

—Déjalos solos. Me encanta ver así a Tincho. Es tan feliz. 

—Confía en mí, bebé, a mí también me encanta verlo obsesionado con alguien más. Se me hace más fácil respirar.  

Rochy rodó los ojos.  

Cuando terminó la canción, volví a mirar hacia la pista de baile para ver a Peter caminando hacia nosotros con la chica siguiéndolo de cerca. Al menos no la tocaba. Normalmente, Peter tenía sus manos por todas partes en el cuerpo de las chicas con las que tonteaba.  Su concentración se hallaba en mí y me sentí extremadamente agradecida de que la espalda de Gas no daba a la pista de baile. La camarera colocó un portavasos y mi coca cola en la mesa en frente de mí. Aparté la mirada de Peter y tomé un trago de soda fría.  

—Hola, Rochy —dijo una vez que llegó a la mesa—. Mariana. 

No levanté la mirada hacia él. Simplemente contesté “hola” y seguí bebiendo.  

—Hola, Peter —dijo Rochy efusivamente—, todavía no te he visto en el campus. No debimos tener clases juntos.  

—Supongo que no —respondió.  
  
—Quiero una cerveza —dijo la chica mientras tomaba el asiento vacío a mi lado—. Hola, soy Martina. —Tomó todo mi control no empujarla del taburete.  

—Mariana. Es un gusto conocerte —respondí. 

La amabilidad fue entrenada en mí. Mi madre la había perforado en mi cabeza. Podía sentir los ojos de Peter en mí. Me observaba. ¿Pensó que sería grosera con ella? ¿Sólo porque eligió follarla esta noche en lugar de a mí? Tendría que disgustarme la ciudad entera si ese fuera el caso. Se ha costado con la mayoría de las mujeres aquí. 

 —Oh, eres la hermanita de Gas. Recuerdo verte con Eugenia Suarez. 

¿Conocía a Euge? 

—¿Cómo conoces a Euge? —Porque ella no era el tipo de amigas de Euge.  

—No la conozco. Sé de ella. Soy una gran fan de Nico Riera.

 Eso tenía más sentido. 

—Lali está saliendo con el hermano de Nico —canturreó Rochy, sonriendo brillantemente.  

—¿Sí? —preguntó la chica con voz incrédula.  

—No, en realidad no —contesté, sacudiendo la cabeza y deseándole a Dios que Rochy se callara.  

—Él lo está intentando mucho. Hoy le envió mensajes de texto y la hizo sonreír terriblemente.  

Esta era mi señal para irme. Alcancé mi cartera y no hice contacto visual con nadie.  

—¿Pablo Riera sigue contactándote? ¿No se fue con Euge y Nico? — preguntó Gas con curiosidad. Mierda. No iba a conseguir salir de esto.  

—¿Sigues hablando con Pablo? —preguntó Peter, para mi sorpresa.

 No esperaba que hiciera comentarios en esta conversación. No con Gas aquí. Miré a Gas para responder. No miraría a Peter. Estos no eran sus asuntos.  

—Sip, está en Los Ángeles. Sólo quiere ver si podemos encontrarnos de nuevo alguna vez.  

Rochy cubrió su risa con una tos. Le di una mirada rogándole por favor que no dijera nada más. Entendió y asintió.  

—¿Quiere salir contigo? —dijo esa chica, Martina—. Su imagen está plasmada en todos los lugares con modelos y actrices. —El tono de incredulidad de su voz era muy chirriante para mis nervios.

 Sabía que no podía competir exactamente con su elección normal de mujeres, pero asombrosamente, a Pablo Riera le gustaba algo en mí. Incluso si Peter Lanzani no me deseaba.  

—Tengo que irme. Tengo que escribir un trabajo y comprobar a mamá —dije, levantándome.  

—Lo siento. No debería haberlo mencionado. No te vayas por mi gran boca —Rochy sonaba preocupada.  

Le sonreí de modo tranquilizador. 

—En serio, no quería venir y quedarme. Sólo iba a saludar a todo el mundo. Ahora Peter puede tener mi asiento.   

Le eché un vistazo a él. 

—Muchas gracias por hoy. Fuiste de mucha ayuda y me divertí contigo —dijo Rochy, levantándose y dándome un abrazo.  

—Me encantó —contesté y la abracé. 

Luego di un paso atrás y miré a todos en la mesa, incluyendo a Peter, quien se encontraba parado al otro lado de Martina, mirándome.  

—Hasta luego. —Agité la mano, luego giré y me dirigí a la puerta. No podía salir de aquí lo suficiente rápido. 

Esto fue una mala idea. No volvería aquí. No por un tiempo. Pretender que Peter no era un mujeriego era más fácil cuando no tenía que presenciarlo. Esta noche era un recordatorio que necesitaba, pero quería olvidar.  

—Lali —gritó la voz de Peter detrás de mí en el momento que toque la manija de mi coche.  

¿Qué hacía? Podía fingir que no lo escuché, abrir la puerta del auto, entrar y conducir lejos. O podía ver lo que lo hizo correr aquí para hablar conmigo. Mi indecisión sólo le dio tiempo para alcanzarme. Mi plan de escape no fue posible.  

—¿Qué es lo que quieres? —pregunté, levantando la mirada hasta encontrar la suya. 

Sacudió la cabeza y la mirada triste y confusa se encontraba otra vez en sus ojos. Maldita sea. Odiaba esa mirada. 

—¿Vas a verlo de nuevo? 

Esto era por Pablo. ¿En serio? 

—Probablemente —respondí y abrí de un tirón mi puerta.  

—Espera, no. —Peter se acercó más a mí y bloqueó mi entrada al coche.  
—¿Qué estás haciendo? —Mi impaciencia aumentaba. Regresó a ser frío y caliente. No podía soportarlo.  
  

—¿Quieres verlo? 

¿Qué era esto? ¿Quería saber si lo deseaba? ¿Nada más? Le gustaba que la inocente, estúpida Lali estuviera jadeando detrás de él. Bueno, podía besar mi trasero. Se terminó. Y ya no era inocente, gracias a él.  

—Sí, Peter. Quiero verlo. Le gusto. Quiere estar cerca de mí. No me aleja.  

Peter se acercó más y su expresión preocupada se tornó en un ceño fruncido. 

—¿Qué tan lejos ha llegado, Lali? ¿Te ha tocado? 

Esto no ocurría. Soñaba esta locura. Peter no podía ser posesivo conmigo cuando no me deseaba.  

—Muévete, Peter. 

Terminé con esto. No puedo hacerlo más. Peter me agarró la cintura y me atrajo hacia él. 

—Lamento no poder ser quien necesitas.  

Unas cuantas semanas atrás, deseaba probarle que podía cambiar. Había creído que era la chica que lo cambiaría. Pero ahora lo sabía. Ni siquiera podía disfrutar de tocarme sobrio. No lo cambiaría.  

—Está bien. Lo entiendo. Ahora muévete. Quiero ir a casa. —Le empujé el pecho pero no se inmutó. 

—Quiero cambiar. Me haces querer cambiar todo pero no puedo.  Dejé salir un suspiro pesado antes de volver a mirarlo.  

—Lo sé. Un día vendrá alguien y cambiarás por ella. Será la única persona sin la que no puedas vivir y será más importante que cualquier persona y todo lo demás. Cuando pase eso, cambiarás. No soy ella. Ahora, por favor, déjame irme a casa. Hemos terminado.  

Peter apretó los dientes y sacudió la cabeza como si estuviera evitando decir algo, luego tomó una respiración larga antes de alejarse de la puerta de mi coche y dejarme entrar. Se quedó parado, observándome mientras cerré la puerta. Me retiré del estacionamiento y seguía allí parado mirándome. 

Una vez que salí a la carretera, eché un vistazo por el espejo retrovisor y seguía allí. Hace una semana habría dado reversa y vuelto a él. Pero ahora lo sabía mejor. Simplemente me echaría después de que tratara de que funcionara conmigo y no pudiera lograrlo.


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