Katherine había entrado en la cocina poco después
de mí y me hubiera gustado poder encogerme.
Hasta que se acercó y me abrazó.
Contuve la respiración, completamente confundida.
Sí, hola. Soy la chica que casi amenazó con exponer su asunto en televisión y soy la única responsable del caos del divorcio de su novio en este momento. ¡Pero claro, me quedo con algunos abrazos!
Sí, hola. Soy la chica que casi amenazó con exponer su asunto en televisión y soy la única responsable del caos del divorcio de su novio en este momento. ¡Pero claro, me quedo con algunos abrazos!
Una vez que me soltó, me hundí en el taburete mientras desenterró todos los helados de la nevera.
Había un montón de cosas que quería preguntarle. Ella estaba, después de todo, teniendo una aventura con el marido de mi madre. Debería despreciarla. O por lo menos no gustarme. Definitivamente no debería respetar a una rompe-hogares.
Había un montón de cosas que quería preguntarle. Ella estaba, después de todo, teniendo una aventura con el marido de mi madre. Debería despreciarla. O por lo menos no gustarme. Definitivamente no debería respetar a una rompe-hogares.
Pero por alguna razón (o muchas razones) sentía como que mi madre era la mala de cada grupo. Y una cosa no se puede negar sobre Katherine. Una historia de casi dieciocho años era amor.
Era muy hermosa, también. Y joven. Aún lo suficientemente joven
para tener más hijos.
para tener más hijos.
—Me sorprende que estés tan tranquila sobre esto. —Elegí helado de vainilla y caramelo.
Ella se encogió de hombros, todavía sacando una porción para Peter. Todo de chocolate.
—Empecé joven, también —admitió—. Pero a diferencia de mí, tú y Peter tienen un excelente sistema de apoyo. — Sí, ella tenía razón.
Todavía no sabía cuál era la postura de mi padre en cuanto a esto, y planeaba llamarlo a primera hora de la mañana. Pero Peter y yo teníamos medios para vivir y teníamos a Addie por lo menos. Tuvimos suerte.
—¿No tienes miedo de que Nico vaya a inspirarse y proponérsele a Euge? —bromeé.
Su cabeza cayó hacia atrás cuando se rió en voz baja.
—No. —Sonaba segura.
—¿No?
—No. —Sonaba segura.
—¿No?
—Creo que tú y Peter han vencido... ¿Temas más maduros, diríamos? Puedo entender que el matrimonio se sienta como el siguiente paso natural. Nico y Euge por otro lado. Tuvieron tanto dolor entre ellos durante tanto tiempo que creo que lo que quieren es estar solos por un tiempo. Ellos necesitan calma.
En ese momento oímos las voces de Peter y su papá venir por el pasillo, Katherine y yo giramos para verlos entrar con sonrisas en sus rostros.
Mi estómago se pellizcó con anticipación, pero mis hombros se relajaron un poco. Al ver a Jason dirigirse directamente hacia mí, empujé mi cabello detrás de las orejas, haciendo un inventario de todo lo que llevaba puesto. Jeans y una de mis camisas negras, de manga larga, pero todavía estaba usando mi abrigo Burberry. Mi cabello estaba todavía con rizos sueltos de la “boda” y todavía se veían bien la última vez que los comprobé, a pesar de las veinticuatro horas que Peter y yo habíamos pasado en la cama.
Los ojos de Jason eran relajados y acogedores, pero parecía que no respiraba. Su expresión era agradable, pero en guardia.
Inclinó mi barbilla hacia arriba, colocó un rápido y suave beso en mi frente y luego me tomó la mano, bajando la mirada al anillo.
Inclinó mi barbilla hacia arriba, colocó un rápido y suave beso en mi frente y luego me tomó la mano, bajando la mirada al anillo.
—Se ve bien en ti. Felicitaciones.
¿Eh?
¿Eso es todo? Eso no puede ser.
¿Eso es todo? Eso no puede ser.
—Gracias —murmuré, en busca de palabras.
—Si tanto quieres algunos consejos de un hombre que está a punto de tener dos divorcios a sus espaldas... —Jason miró entre Peter y yo—. Lucha. Lucha a través de todo. No salgan de casa enojados o vayan a la cama enojados. Lucha hasta que esté resuelto. El fin de los combates es el principio de renunciar.
Y entonces me miró.
—No se lo dejes fácil. ¿Entiendes?
—No se lo dejes fácil. ¿Entiendes?
Tragué saliva y le di una pequeña inclinación de cabeza.
—¿Sr. Lanzani? —pregunté.
—¿Sr. Lanzani? —pregunté.
Él alzó las cejas hacia mí.
—Jason.
—Jason.
—Jason. Te debo una disculpa. Este lío con el divorcio...
—Tenía que suceder, Lali —terminó cortándome—. Está bien. Bueno, va a estar bien con el tiempo —ofreció. Con un guiño a Katherine, caminaron de la forma en que entraron.
—Katherine y yo vamos a su casa a pasar la noche —dijo—. Nos vemos la noche del viernes en la subasta de caridad.
Y se fueron.
Y se fueron.
Peter se dejó caer en el taburete en el bar. Tirando de mí entre sus piernas, acarició mi cuello, enviando escalofríos por mi espina dorsal.
—¿Peter? —Cerré los ojos, inclinándome para sus espectaculares besos—. Nene, lo siento, pero creo que tengo que volver a la escuela mañana.
—¿Peter? —Cerré los ojos, inclinándome para sus espectaculares besos—. Nene, lo siento, pero creo que tengo que volver a la escuela mañana.
Se detuvo. Como que se detuvo tan rápido que pensé que estaba muerto. Tomando su cabeza por el cuello, el brilló de sus ojos azules ligeramente enojados conmigo.
—¿Por qué? —Sonaba más como un desafío que como una pregunta.
—Oh, recibí un e-mail de un profesor. —Tomé mi teléfono, haciendo un gesto con él—. Él está bien conmigo faltando a algunas
clases, pero voy tener un profesor invitado mañana y una prueba el viernes. Los dos son muy importantes.
clases, pero voy tener un profesor invitado mañana y una prueba el viernes. Los dos son muy importantes.
Ya había perdido tres días de clases.
Finalmente, lanzó un suspiro.
Finalmente, lanzó un suspiro.
—Bien. Me quedaré con Nico, así no tenemos que estar separados. Vas a clases, voy a trabajar para conseguir ser transferido a Northwestern y vamos a empezar a buscar apartamentos. Tenemos que estar en Chicago para esa cosa de caridad el viernes de todos modos. Saldremos temprano en la mañana.
Colgué los brazos por encima de sus hombros, uní mis manos detrás de su cuello.
—Gracias.
Me hundí en él y en su aroma de hombre, tomé su labio superior entre mis labios y él tomó mi labio inferior entre los suyos. Este es el beso en el que siempre terminábamos. Los cuatro labios, extendidos como uno mientras permanecíamos quietos y respirábamos uno por el otro.
¿Puedo decir lo mucho que amo olerlo? Me encanta la colonia que lleva.
—Vamos, vamos a la ducha —susurró en mi boca.
Negué.
—No, ve.
—No, quiero decir que quiero una ducha contigo.
Retrocedí, desabrochándome el abrigo.
—Tengo otros planes. Ve a la ducha y encuéntrame en diez
minutos.
Su frente se arrugó.
—¿Encontrarte?
No dije nada más. Después de unos veinte segundos, se dio cuenta de que había terminado de hablar y se alejó sonriendo.
Sonreí para mis adentros. Se creía que era el único capaz de hacer travesuras.
Agarrando un poco de papel de impresora de la máquina de fax en la cocina, garabateé una adivinanza para Peter (sabiendo cómo amaaaba las adivinanzas) y lo dejé en la parte inferior de la barandilla.
De vuelta en los días en que solíamos estar en guerra, Esperaría por las noches para que tocaras mi puerta.
Ahora tendrás que buscarme en una habitación en esta planta,
Donde los vampiros cazan y de tus labios yo estaba rota. Quitándome el abrigo, lo dejé caer en el suelo al lado de las escaleras. Tomando unos pasos de distancia, empecé a quitarme el resto de mi ropa y la solté en intervalos pequeños en el suelo de baldosas blancas y negras. Mis zapatos, mis jeans, mi camisa, luego me desabroché el sujetador y lo dejé caer en la alfombra beige de lujo en el pasillo a la derecha. Vestida solo con mi tanga de encaje rojo, caminé por el pasillo débilmente iluminado y entré en la sala de cine, agradecida de que el frío en mi cuerpo me distrajo de la batería en mi pecho.
Odiaba esta habitación.
Y me encantaba esta habitación.
Girando lentamente el dial en la pared, iluminé la zona solo lo suficiente como para emitir un suave resplandor. Al mirar alrededor, me di cuenta de que nada había cambiado. No es que yo lo esperara.
Esta sala era utilizada rara vez, pero fue construida para una multitud. Varios sillones de cuero negro y dos largos sofás de cuero
negro también, estaban frente a una pantalla plana enorme montada en una pared que estaba adornado con tres pantallas más pequeñas a cada lado. Fotos de la familia y más parafernalia de deportes vestían las paredes de color café, y con la alfombra de color crema, todo parecía acogedor y como en una cueva aquí.
Peter y yo solíamos ver la televisión mucho aquí, a pesar de que rara vez nos decíamos algo amable. Y la única vez que Jasson Lanzani venía aquí era para el Super Bowl el domingo.
Subiendo los pies, pasé la mano por el suave y fresco cuero negro de nuestro sofá. Donde veíamos Vampire Diaries. Ignorando al otro, a pesar de la espesa nube de tensión entre nosotros.
Y la última vez que dormimos juntos antes de que me llevaran.
Mi vientre se tensó y hubo un choque entre mis piernas, haciendo que cosquilleara mi mandíbula con una sonrisa.
Este lugar debería ser intimidante para mí. Este fue el lugar que me habían impactado despierta por uno de los padres gritando y otro tan enojado, que ni siquiera podía hablar. Mi madre me había arrastrado fuera del sofá casi desnuda, vistiendo solo la camiseta de Peter.
Jason Lanzani había estado en el pasillo, negándose a siquiera hacer contacto visual cuando me arrastré más allá de él. Peter no estaba a la vista y dentro de veinte minutos, ya estaba vestida, llena, y ahuyentada, sin saberlo, con un niño dentro de mí.
Esta habitación debería haber sido una mala noticia para mí, pero
no lo era.
Este sofá se había sentido bien en mi piel y recordaba estar con Peter tan agradecida de que finalmente me había convencido de
dejar mi habitación esa noche.
Colgué los brazos por encima de sus hombros, uní mis manos detrás de su cuello.
—Gracias.
Me hundí en él y en su aroma de hombre, tomé su labio superior entre mis labios y él tomó mi labio inferior entre los suyos. Este es el beso en el que siempre terminábamos. Los cuatro labios, extendidos como uno mientras permanecíamos quietos y respirábamos uno por el otro.
¿Puedo decir lo mucho que amo olerlo? Me encanta la colonia que lleva.
—Vamos, vamos a la ducha —susurró en mi boca.
Negué.
—No, ve.
—No, quiero decir que quiero una ducha contigo.
Retrocedí, desabrochándome el abrigo.
—Tengo otros planes. Ve a la ducha y encuéntrame en diez
minutos.
Su frente se arrugó.
—¿Encontrarte?
No dije nada más. Después de unos veinte segundos, se dio cuenta de que había terminado de hablar y se alejó sonriendo.
Sonreí para mis adentros. Se creía que era el único capaz de hacer travesuras.
Agarrando un poco de papel de impresora de la máquina de fax en la cocina, garabateé una adivinanza para Peter (sabiendo cómo amaaaba las adivinanzas) y lo dejé en la parte inferior de la barandilla.
De vuelta en los días en que solíamos estar en guerra, Esperaría por las noches para que tocaras mi puerta.
Ahora tendrás que buscarme en una habitación en esta planta,
Donde los vampiros cazan y de tus labios yo estaba rota. Quitándome el abrigo, lo dejé caer en el suelo al lado de las escaleras. Tomando unos pasos de distancia, empecé a quitarme el resto de mi ropa y la solté en intervalos pequeños en el suelo de baldosas blancas y negras. Mis zapatos, mis jeans, mi camisa, luego me desabroché el sujetador y lo dejé caer en la alfombra beige de lujo en el pasillo a la derecha. Vestida solo con mi tanga de encaje rojo, caminé por el pasillo débilmente iluminado y entré en la sala de cine, agradecida de que el frío en mi cuerpo me distrajo de la batería en mi pecho.
Odiaba esta habitación.
Y me encantaba esta habitación.
Girando lentamente el dial en la pared, iluminé la zona solo lo suficiente como para emitir un suave resplandor. Al mirar alrededor, me di cuenta de que nada había cambiado. No es que yo lo esperara.
Esta sala era utilizada rara vez, pero fue construida para una multitud. Varios sillones de cuero negro y dos largos sofás de cuero
negro también, estaban frente a una pantalla plana enorme montada en una pared que estaba adornado con tres pantallas más pequeñas a cada lado. Fotos de la familia y más parafernalia de deportes vestían las paredes de color café, y con la alfombra de color crema, todo parecía acogedor y como en una cueva aquí.
Peter y yo solíamos ver la televisión mucho aquí, a pesar de que rara vez nos decíamos algo amable. Y la única vez que Jasson Lanzani venía aquí era para el Super Bowl el domingo.
Subiendo los pies, pasé la mano por el suave y fresco cuero negro de nuestro sofá. Donde veíamos Vampire Diaries. Ignorando al otro, a pesar de la espesa nube de tensión entre nosotros.
Y la última vez que dormimos juntos antes de que me llevaran.
Mi vientre se tensó y hubo un choque entre mis piernas, haciendo que cosquilleara mi mandíbula con una sonrisa.
Este lugar debería ser intimidante para mí. Este fue el lugar que me habían impactado despierta por uno de los padres gritando y otro tan enojado, que ni siquiera podía hablar. Mi madre me había arrastrado fuera del sofá casi desnuda, vistiendo solo la camiseta de Peter.
Jason Lanzani había estado en el pasillo, negándose a siquiera hacer contacto visual cuando me arrastré más allá de él. Peter no estaba a la vista y dentro de veinte minutos, ya estaba vestida, llena, y ahuyentada, sin saberlo, con un niño dentro de mí.
Esta habitación debería haber sido una mala noticia para mí, pero
no lo era.
Este sofá se había sentido bien en mi piel y recordaba estar con Peter tan agradecida de que finalmente me había convencido de
dejar mi habitación esa noche.
En el sofá, me arrodillé en contra de la parte de atrás y descansé mis antebrazos sobre la parte superior. Quería ver a Peter cuando me encontrara. Cuando la manija de la puerta comenzó a girar, tuve que tragar mi sonrisa y apreté mis dedos de los pies para mantener mi entusiasmo.
Cuando Peter abrió la puerta, con los ojos inyectados directamente en mí, le di una pequeña sonrisa sexy, rezando que saliera
juguetona y no como la ninfómana en que me había convertido.
Vestía pantalones de pijama negro que colgaban bajo y su piel dorada parecía tan cálida y suave que mi boca estaba salivando. Las pequeñas colinas de su paquete de seis flexionadas y arrastré mis ojos hasta sus pectorales y además, amaba la manera en que su cabello casi mojado se pegaba arriba como si lo hubiera peinado de esa manera. Cuando llegué a su cara, sin embargo, su siempre presente diversión había desaparecido.
juguetona y no como la ninfómana en que me había convertido.
Vestía pantalones de pijama negro que colgaban bajo y su piel dorada parecía tan cálida y suave que mi boca estaba salivando. Las pequeñas colinas de su paquete de seis flexionadas y arrastré mis ojos hasta sus pectorales y además, amaba la manera en que su cabello casi mojado se pegaba arriba como si lo hubiera peinado de esa manera. Cuando llegué a su cara, sin embargo, su siempre presente diversión había desaparecido.
Tragó saliva y levantó la adivinanza que había dejado.
—La sala de cine.
—La sala de cine.
¿Por qué no me miraba? Sus ojos se movían mirando de lado a lado.
—Me... ale... —balbuceé. Mi corazón empezaba a bombear demasiado rápido. ¡Mierda! ¿Estaba loca? —Me alegro de que lo descubrieras —le dije, inclinando mi cabeza hacia un lado, tratando de seducirlo a entrar.
—Sí, bueno... la última línea ayudó. —Dejó escapar un profundo suspiro—. Mira, Lali. No quiero estar aquí. ¿Podemos ir a la cama?
¿Qué? ¿Por qué?
—Peter. —Me enderecé para detenerlo—. Sé que este es el último lugar en que nos vimos antes de irme, pero no tenemos que tener miedo de él.
—Peter. —Me enderecé para detenerlo—. Sé que este es el último lugar en que nos vimos antes de irme, pero no tenemos que tener miedo de él.
Me levanté del sofá y me puse de pie, mis manos dobladas frente a mí. Sus ojos azules llenos de vapor cayeron por mi cuerpo y luego se arrastraron tímidamente de nuevo hasta mi cara. Se acercó a mí, cada paso con fuerza vibratoria a través de mis venas. Tomándome por la nuca, me dio un beso profundo, deslizando su lengua de forma inmediata y haciendo que cada parte de mí se caliente.
—Peter. —Me quedé sin aliento mientras me levantaba del suelo.
Cuando ahuecó mi culo, envolví mis piernas alrededor de su cintura.
Me encantó como me recogió.
Me encantó como me recogió.
Pero no me gustaba que él comenzara a caminar con nosotros a la puerta.
—Nos vamos en seis horas —amenazó—. Y puede o no ser suficiente tiempo para saborear cada parte de tu cuerpo. Pero quiero empezar ahora mismo. Vamos a la cama.
—¡Peter, no! —Tiré mis brazos y tomé el marco de la puerta, deteniéndolo en seco—. ¡No! Quiero estar aquí.
Empujó un poco y apreté mi agarre en el marco de la puerta contra el estiramiento de mis brazos. Si quería sacarme de aquí, solo tenía que empujar un poco más. Podría pasarme sin problemas.
—Bueno, yo no —disparó de regreso—. Vamos. No somos niños.
Vamos a hacerlo en una cama como adultos y no en un sofá como adolescentes cachondos.
—Somos adolescentes cachondos.
Me frunció el ceño.
—Déjate ir o te hago cosquillas.
—Déjate ir o te hago cosquillas.
Mi pecho se tensó y casi cerré los brazos por la amenaza, pero no lo hice. Retorciéndome fuera de su alcance, me bajó al suelo y cerré mis manos en su pecho, empujándolo hacia atrás. Llegando a más, agarré la puerta y la tiré de golpe.
Los grandes ojos de Peter se encontraron con los míos mientras caminaba los pocos pasos hacia él, lo apoyé contra el respaldo del sofá y empecé a jugar con él. Mi mano se metió en su cabello, mis labios
besaron duro y rápido su boca y luego el cuello, y mi otra mano contra su gruesa erección ya latiendo.
besaron duro y rápido su boca y luego el cuello, y mi otra mano contra su gruesa erección ya latiendo.
—Lali, Jesús —maldijo Peter.
Pero su cabeza cayó hacia atrás cuando el placer se apoderó de él y enredó sus dedos en mi cabello mientras yo dejaba un rastro de besos por su pecho y estómago. De rodillas, lo liberé de sus pantalones y, tomándolo en mis manos, rodeé mi lengua alrededor de su punta, mi anillo de la lengua chocando con su piercing. Él se sacudió y sus ojos se abrieron, bajando la mirada con ojos feroces y mostrando los dientes.
Pero su cabeza cayó hacia atrás cuando el placer se apoderó de él y enredó sus dedos en mi cabello mientras yo dejaba un rastro de besos por su pecho y estómago. De rodillas, lo liberé de sus pantalones y, tomándolo en mis manos, rodeé mi lengua alrededor de su punta, mi anillo de la lengua chocando con su piercing. Él se sacudió y sus ojos se abrieron, bajando la mirada con ojos feroces y mostrando los dientes.
—Lali —advirtió.
—Quiero. ¿Por favor? —le pregunté en voz baja.
Cerró los ojos y el agarre en mi cabello se aflojó.
—Quiero. ¿Por favor? —le pregunté en voz baja.
Cerró los ojos y el agarre en mi cabello se aflojó.
Bajando de nuevo sobre él, lo metí largo y lento, saboreando el olor del gel de baño que me dio tanta hambre. Tambaleé mi lengua de lado a lado en la parte inferior de él, así podía sentir sus pelotas en mi lengua. Su polla tembló en mi boca y me dio más ganas con el sabor de él. Lento, relajé mi garganta, tomando todo de él hasta la base.
—Nena —susurró, aspirando aire a través de sus dientes—. Será mejor que no hayas aprendido esto en otro hombre.
—Nena —susurró, aspirando aire a través de sus dientes—. Será mejor que no hayas aprendido esto en otro hombre.
Lo saqué y chupé con fuerza y rapidez en la punta cerca de diez veces antes de contestar.
—Euge y yo tomamos un libro para investigar el mes pasado.
—En serio. —No era una pregunta—. Eso es caliente.
Si Peter supiera, probablemente estaba imaginando a Euge y mi practicando en pepinos. Había querido hacer esto por Nico, pero ninguno de las dos había tenido ninguna experiencia. Obviamente, quería volar su mente, así que sugerí ver a algunos videos porno. Ella me dio un gran “no”, diciendo que no estaba viendo vídeos de mala muerte en Internet. Así que fuimos en línea y comprarnos un libro.
Chupé todo el camino en mi boca otra vez, lentamente hasta la base y mi lengua se arremolinó a su alrededor.
Chupé todo el camino en mi boca otra vez, lentamente hasta la base y mi lengua se arremolinó a su alrededor.
Alcanzando detrás de él, saqué sus pantalones justo debajo de su culo y sostuve sus caderas para apoyarme mientras me movía más rápido arriba y abajo de su longitud. Mis raíces picaban donde comenzaba mi cabello. Estaba completamente duro, espero, porque no podía aguantar más, mientras saboreaba la sensación de cada centímetro de su piel.
Él gimió e inhaló respiraciones fuertes y rápidas, me encantaba la vista de Peter así. Con su rostro apretado y ojos cerrados, luciendo como si tuviera dolor, tuve el repentino deseo de trepar por su cuerpo.
Mi cabeza fue apartada y Peter parecía violento.
—Alto. —Se quedó sin aliento—. Te deseo. Pero no en este sofá.
Lamiendo mis labios, junté mis cejas en confusión, pero no insistí.
¿A quién demonios le importaba en este momento? El sofá, la silla, el suelo...
Tomando mi mano, él me llevó a uno de los otros sillones de cuero, me dio la vuelta y me hizo caer en la parte superior, a horcajadas en posición sentada.
—Alto. —Se quedó sin aliento—. Te deseo. Pero no en este sofá.
Lamiendo mis labios, junté mis cejas en confusión, pero no insistí.
¿A quién demonios le importaba en este momento? El sofá, la silla, el suelo...
Tomando mi mano, él me llevó a uno de los otros sillones de cuero, me dio la vuelta y me hizo caer en la parte superior, a horcajadas en posición sentada.
Su erección se frotó entre mis piernas y luego...
¡Whoa!
¡Whoa!
Deslizó ambas manos en las tiras de la tanga en mis caderas y las arrancó.
Mis bragas se habían ido y mi núcleo pulsaba tan condenadamente duro que tuve que morderme los labios para no
gritar.
gritar.
Era incontrolable. Me zambullí en él, deslizando mi lengua por sus labios y levantando mientras frotaba la punta en mi entrada.
—Oh, Peter —jadeé.
Maldita sea, eso se sintió bien.
—Oh, Peter —jadeé.
Maldita sea, eso se sintió bien.
Sostuve su cara entre mis manos y lo miré a los ojos, incapaz de dejar de molerme en él.
—¿Por qué me dejaste aquí sola esa noche? —me aventuré.
—¿Por qué me dejaste aquí sola esa noche? —me aventuré.
Supuse que por eso se sintió incómodo en el otro sofá. Tal vez por eso odiaba a esta sala.
—No fue mi intención. —Sus ojos se disculparon—. Te cubrí. —
—No fue mi intención. —Sus ojos se disculparon—. Te cubrí. —
Respiró, cerrando los ojos con placer de mi movimiento en él—. Y me fui a tomar una ducha. Había planeado volver a despertarte, pero para al momento de regresar, te habías ido.
Todo este tiempo pensé que había tenido su diversión, se fue a la cama y me dejó.
—Odio este maldito cuarto —finalizó. Su boca se cerró, pero luego
se abrió de nuevo, mirándome como si quisiera decirme algo más, pero no lo hizo.
se abrió de nuevo, mirándome como si quisiera decirme algo más, pero no lo hizo.
Tomé el control remoto y encendí el estéreo. Team de Lorde se encendió y me agarré al sofá de cuero detrás de él con mis dos manos y me bajé en él lo suficiente como para frenar y volverlo loco.
—Voy a hacer que te encante de nuevo —le prometí.
Él me llenó, y dejé caer mi cabeza hacia atrás por la sensación de tenerlo dentro de mí.
Él me llenó, y dejé caer mi cabeza hacia atrás por la sensación de tenerlo dentro de mí.
Dejó escapar un gruñido y estrechó sus ojos.
—Me gustaría ver que lo intentes.
Peter
Ahí estás —afirma una voz detrás de mí y me tenso.
Dándome la vuelta, veo a mi madrastra, Patricia, y no oculto el ceño fruncido al verla en su corto blanco camisón de seda.
Agarrando la botella de agua, cierro la puerta del refrigerador con
fuerza y trato de mantener mis ojos apartados. Mi cabeza se siente
pesada del licor en la hoguera, pero no opaca la incomodidad de esta situación.
—Me gustaría ver que lo intentes.
Peter
Ahí estás —afirma una voz detrás de mí y me tenso.
Dándome la vuelta, veo a mi madrastra, Patricia, y no oculto el ceño fruncido al verla en su corto blanco camisón de seda.
Agarrando la botella de agua, cierro la puerta del refrigerador con
fuerza y trato de mantener mis ojos apartados. Mi cabeza se siente
pesada del licor en la hoguera, pero no opaca la incomodidad de esta situación.
Su largo cabello cuelga suelto, pero parece recién arreglado como lo hace su maquillaje y su postura no es modesta. Una mano en la isla de la cocina, otra mano en su cadera, si inclina hacia un lado juguetonamente y sonríe.
—¿Dónde está mi padre? —increpo con irritación.
—Dormido —murmura—. En su habitación. ¿Tuviste una buena noche?
¿Por qué estaba siendo tan amable últimamente?
—Sí, hasta el momento —contesto inexpresivamente.
—Sí, hasta el momento —contesto inexpresivamente.
Acababa de regresar de una carrera y un infierno de una victoria
contra Liam. Y conseguí ver la carrera de Tatum Brandt por Nico. Junto con la hoguera después, había sido una noche entretenida. Pero estoy cansado y no estoy de humor para cualquier veneno que
Patricia quiera arrojar.
contra Liam. Y conseguí ver la carrera de Tatum Brandt por Nico. Junto con la hoguera después, había sido una noche entretenida. Pero estoy cansado y no estoy de humor para cualquier veneno que
Patricia quiera arrojar.
Camino alrededor de la isla, dirigiéndome hacia fuera, cuando da
un paso delante de mí.
un paso delante de mí.
—Peter. —Pone su mano sobre mi pecho y retrocedo un poco—. Te has vuelto grande con el ejercicio. Te ves bien. —Asiente con aprobación y me da una mirada inocente—. ¿Sabías que tu padre está teniendo una aventura?
Jesús. ¿Qué demonios?
Jesús. ¿Qué demonios?
Definitivamente no está ocultando mucho en ese camisón, tampoco. Puedo ver centímetros de su escote y la piel bronceada de
aspecto suave de sus brazos, piernas y hombros. Patricia hace un montón de ejercicio y cuida de ella misma muy bien con el dinero de mi padre. A los cuarenta años, se ve mucho más joven.
aspecto suave de sus brazos, piernas y hombros. Patricia hace un montón de ejercicio y cuida de ella misma muy bien con el dinero de mi padre. A los cuarenta años, se ve mucho más joven.
Un ladrillo de diez toneladas colapsa contra mi estómago cuando
sus labios se mueven hacia mi cuello.
—A
¿Qué. Mierda?
Empujo su mano lejos.
—¿Hablas en serio? —Estoy casi sin aliento por la sorpresa.
sus labios se mueven hacia mi cuello.
—A
¿Qué. Mierda?
Empujo su mano lejos.
—¿Hablas en serio? —Estoy casi sin aliento por la sorpresa.
Paso junto a ella, camino con furia por el pasillo y entro en la habitación de cine. El único lugar donde no quiero estar nunca más. Cerrando la puerta, me acerco y me dejo caer en el sofá (el único lugar donde Lali y yo estuvimos juntos por última vez) y tiro mi cabeza hacia atrás cerrando mis ojos.
Mi corazón está tronando en mi pecho y todo mi cuerpo está caliente con ira.
No puedo creerlo. Mi madrastra se acaba de insinuárseme.
No puedo creerlo. Mi madrastra se acaba de insinuárseme.
Con mi cabeza dando vueltas, pellizco el puente de mi nariz, tratando de poner en orden mis pensamientos por la influencia del alcohol. El frio cuero en la parte trasera de mi cuello calma mi respiración. No entiendo por qué, después de tanto tiempo, todavía termino durmiendo en esta habitación casi todas las noches.
Lali se fue. Nunca le gusté, así que ¿por qué quiero recordar su traición?
Pero aun así... este es el lugar donde pasamos la mayor parte del tiempo juntos, a veces en silencio y una vez no tan en silencio.
—Mírame —dice Patricia y abro rápidamente mis ojos.
—¡Fuera! —grito, mis labios apretados al verla de pie frente a mí
—¡Fuera! —grito, mis labios apretados al verla de pie frente a mí
¿Por qué no cerré la maldita puerta?
Me levanto y me enfrento a ella.
—Esta es mi habitación. Fuera.
Me levanto y me enfrento a ella.
—Esta es mi habitación. Fuera.
Sus ojos parpadean con entusiasmo.
—Estás enfadado. Puedo ver por qué Lali te temía.—Sacudo mi cabeza.
—Estás enfadado. Puedo ver por qué Lali te temía.—Sacudo mi cabeza.
—Lali no me temía. No sé lo que te dijo, pero...
—No podía manejarte, Peter. —Levanta la mirada hacia mí, atrapando su labio inferior entre sus dientes—. Está en tu pasado. Tienes que seguir adelante. Ella sin duda lo hace.
—¿Qué quieres decir?
—Ella está saliendo con alguien en su internado —dice Patricia, y mi corazón resuena en mis oídos. Apenas registro sus manos en mi pecho, frotándome a través de mi camiseta.—Ella ni siquiera habla o pregunta sobre ti, Peter. Le pedí que vuelva a casa de visita. No lo haría. No se merece el hombre que te has convertido.
Mis ojos se cierran, pensando en todo el tiempo que pase aquí, todas las noches pensando en ella, y sé que es una pérdida de tiempo. Jodidamente lo sé. Claro, salí también. Follé, no tanto como presumía a Nico, pero había habido chicas. Sin embargo, mi corazón nunca perteneció a ninguna de ellas.
El susurro de Patricia se arrastró por mi cuello.
—Sé de lo que tienes ansias. Lo que te complacerá. Y puedo guardar secretos.
—Sé de lo que tienes ansias. Lo que te complacerá. Y puedo guardar secretos.
Cierra la distancia, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello y aprieta sus labios contra los míos.
Gime y de repente no puedo respirar.
No.
No.
¡No!
No.
No.
¡No!
Agarrándola por los hombros, la empujo lejos de mí.
—¡Jesucristo! —grito—. ¿Qué demonios? —Su piel se sonroja
y arquea una ceja.
—¡Jesucristo! —grito—. ¿Qué demonios? —Su piel se sonroja
y arquea una ceja.
—¿No? —Se ríe—. No creo que quieras decir eso, Peter.
Quiero pegarle. Realmente quiero arrojarla contra una pared y borrarla del planeta. Sobre todo, la quiero fuera de aquí.
—Fuera —ordeno.
Sonriendo con superioridad, camina hacia el sofá y se recuesta sobre él.
—Sácame tú —desafía—. Pero vas a tener que tocarme para hacerlo.
Sonriendo con superioridad, camina hacia el sofá y se recuesta sobre él.
—Sácame tú —desafía—. Pero vas a tener que tocarme para hacerlo.
Bajo la mirada hacia ella, acostada en el mismo lugar que había
visto por última vez a Lali. Su mano descansa sobre su cabeza y se ve horrorosa. Como algo que nunca quiero recordar.
visto por última vez a Lali. Su mano descansa sobre su cabeza y se ve horrorosa. Como algo que nunca quiero recordar.
Endurezco mi expresión y hablo bajo.
—Márchate mañana, o le diré a mi padre acerca de esto.
—Márchate mañana, o le diré a mi padre acerca de esto.
Debería decirle de todos modos. Pero tal vez no quiero proteger a mi padre en este momento. Tal vez quiero que sufra en este matrimonio. Tal vez lo odio por traer estas dos perras a nuestra casa. O tal vez si pierdo a Patricia, temo perder a Lali para siempre.
No lo sé.
Salgo, dejándola en el sofá y saco mi teléfono.
Salgo, dejándola en el sofá y saco mi teléfono.
¿Estás despierta? Escribo, pero ya estoy dirigiéndome hacia mi
coche sin esperar respuesta.
Mi teléfono vibra.
coche sin esperar respuesta.
Mi teléfono vibra.
Estoy en la cama. Tienes que venir por mí.
Sacudo mi cabeza, sabiendo que no es un problema.
Necesito desahogarme. Jess Cullen, la capitana del equipo de deporte y yo tenemos una cosa de amigos con beneficio pasando, y la amaba por componerme. No amarla, amarla, pero la respeto, y es una buena chica.
Escribo rápidamente una respuesta.
Estaré allí en diez. Te veré pronto.
Me fui y nunca entré en la en la habitación de cine de nuevo. No hasta esta noche. Muchas veces incluso contemplé la idea de organizar una hoguera por ese maldito sofá que ahora había sido arruinado por la sordidez de esa mujer. Pero después de esa noche, tomó unas largas vacaciones, y no la vi hasta ayer por la mañana cuando amenazó con llevar a Lali lejos de mí.
Estaré allí en diez. Te veré pronto.
Me fui y nunca entré en la en la habitación de cine de nuevo. No hasta esta noche. Muchas veces incluso contemplé la idea de organizar una hoguera por ese maldito sofá que ahora había sido arruinado por la sordidez de esa mujer. Pero después de esa noche, tomó unas largas vacaciones, y no la vi hasta ayer por la mañana cuando amenazó con llevar a Lali lejos de mí.
Cuando había visto la nota de Lali esta noche, en lugar de conseguir excitarme como estoy seguro de que ella quería, había
gruñido. No quería estar allí, y seguro como el infierno no la quería allí.
gruñido. No quería estar allí, y seguro como el infierno no la quería allí.
Quién sabía cómo habría reaccionado si le dijera la verdad?
Ciertamente no era importante, pero no quería correr el riesgo de algo más jodiendo con nuestra felicidad de nuevo.
Ciertamente no era importante, pero no quería correr el riesgo de algo más jodiendo con nuestra felicidad de nuevo.
Llevándola en brazos a la cama esa noche, me incliné y besé su cabello. Lali, como yo, había visto a sus padres viviendo
exactamente como ella no quería. Por suerte para nosotros, nuestra indirecta experiencia se sintió como que ya habíamos cometido los errores de nuestros padres. Sabíamos lo que queríamos ahora.
exactamente como ella no quería. Por suerte para nosotros, nuestra indirecta experiencia se sintió como que ya habíamos cometido los errores de nuestros padres. Sabíamos lo que queríamos ahora.
A pesar de que sabía que ella era fuerte, no me impidió querer
protegerla y darle todo. Nada ni nadie nos detendría.
Durante el próximo par de días, Lali y yo comenzamos a organizar las cosas en Chicago. Fue a clase, mientras me encargaba del papeleo de sacarme de una escuela y transferirme a otra. Por la noche, si ella no estaba haciendo tarea, nos conectábamos en línea para buscar apartamentos.
protegerla y darle todo. Nada ni nadie nos detendría.
Durante el próximo par de días, Lali y yo comenzamos a organizar las cosas en Chicago. Fue a clase, mientras me encargaba del papeleo de sacarme de una escuela y transferirme a otra. Por la noche, si ella no estaba haciendo tarea, nos conectábamos en línea para buscar apartamentos.
Lali había estado tratando de contactar a su padre para decirle acerca de nuestro matrimonio, pero cuando contactó a uno de sus
hombres, había dicho que Ciaran estaba “inaccesible” por el momento. Lo que significaba que estaba siendo detenido para ser interrogado, probablemente. Nadie era “inaccesible” en el siglo XXI, a menos que su teléfono celular hubiera sido confiscado.
hombres, había dicho que Ciaran estaba “inaccesible” por el momento. Lo que significaba que estaba siendo detenido para ser interrogado, probablemente. Nadie era “inaccesible” en el siglo XXI, a menos que su teléfono celular hubiera sido confiscado.
—Daniel —habló ella con uno de los hombres de su padre por teléfono—. Si no sé nada de mi padre para mañana, voy a la policía por mi cuenta. Yo, al menos, necesito saber que no está muerto.
Era jueves por la noche, y ella estaba sentada en el sofá en el apartamento de Nico, mientras que Euge y yo acabábamos de
regresar de una carrera. Lali normalmente se unía a nosotros, pero había optado por quedarse en casa y hacer sus llamadas.
Nico estaba todavía en entrenamiento del ROTC16, y había sido lo suficientemente amable para dejar que Lali y yo tuviéramos el espacio extra en el desván de su apartamento esta semana.
regresar de una carrera. Lali normalmente se unía a nosotros, pero había optado por quedarse en casa y hacer sus llamadas.
Nico estaba todavía en entrenamiento del ROTC16, y había sido lo suficientemente amable para dejar que Lali y yo tuviéramos el espacio extra en el desván de su apartamento esta semana.
—¿Ducha? —pregunté a Lali mientras me quitaba mi camiseta sudada. Ella levantó un dedo para que esperara, sin dejar de hablar por teléfono.
Euge todavía respiraba con dificultad cuando entró en la sala y agarró su teléfono.
—La madre de Nico llamó —dijo más para sí misma.
—La madre de Nico llamó —dijo más para sí misma.
Después de presionar algunos botones, sostenía el teléfono en su oreja,
llamando a Katherine, asumiría. Entré en la cocina, saqué un Gatorade de la nevera, mientras
tenían sus conversaciones. Nico entró, cerrando la puerta con fuerza y estando tan sudado como Euge y yo.
—Lánzame uno de esos —pidió, haciendo un gesto hacia el Gatorade en mi mano y utilizando la parte inferior de su camiseta para secarse el sudor de su cara.
llamando a Katherine, asumiría. Entré en la cocina, saqué un Gatorade de la nevera, mientras
tenían sus conversaciones. Nico entró, cerrando la puerta con fuerza y estando tan sudado como Euge y yo.
—Lánzame uno de esos —pidió, haciendo un gesto hacia el Gatorade en mi mano y utilizando la parte inferior de su camiseta para secarse el sudor de su cara.
Arrojándole el mío, agarré otro de la nevera, y nos quedamos en silencio durante unos minutos, bebiendo y recuperando el aliento.
—Esta mierda es imposible —gruñó, sacando su camisa por la parte de atrás de su cuello y tirando de ella por encima de su cabeza.
—Esta mierda es imposible —gruñó, sacando su camisa por la parte de atrás de su cuello y tirando de ella por encima de su cabeza.
Sí, mi garganta pica con la necesitad de reír.
Nico en el ejército (o cual sea la rama de su elección) todavía era raro para mí. Nico como parte de un equipo. Nico siguiendo órdenes.
(nota: ROTC: Reserve Officers' Training Corps, es una universidad basada en el programa en la para la formación de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas de Los Estados Unidos.)
Nico en reclutamiento y vestido con un uniforme. ¿Nico como líder? ¿Por el bien de la humanidad? Todavía sacudía mi cabeza ante la idea.
—Entonces sal —le sugerí—. Hay un montón de cosas que podrías hacer con tu vida. Cosas para las que serías bueno.
Me miró como si tuviera tres ojos.
—No estoy hablando del ROTC. Estoy hablando de Euge. Mírala.
—No estoy hablando del ROTC. Estoy hablando de Euge. Mírala.
Moví mi cabeza en torno a él, observándola en el teléfono. Era octubre, y estaba corriendo en pantalones cortos y una camiseta sin mangas. Probablemente para burlarse de él. Sonreí. Me gustaba mucho Euge. Incluso hubo un momento en que la deseé.
Pero era como una hermana ahora.
El tipo de hermana que no me tiraría, quiero decir.
—¿Qué pasa con ella? —Me encogí de hombros.
Frunció el ceño.
Frunció el ceño.
—Me está volviendo loco, eso es lo que pasa. Usa esas cosas para encenderme, y está funcionando. En realidad estoy buscando en Google bailes de salón para averiguar si es realmente tan malo. —Me miró e hizo una mueca—. Estoy cediendo.
Tiré mi cabeza hacia atrás, riendo.
—Te ves como si estuvieras a punto de llorar —informé sin aliento.
—Te ves como si estuvieras a punto de llorar —informé sin aliento.
—Bueno, ¿lo harías? —Sonaba como una acusación.
Rodé mis ojos.
Rodé mis ojos.
—¿Cuánto tiempo hace que me conoces, amigo? No hay mucho que no haría.
Él parpadeó largo y duro, sabiendo que eso era cierto y luego volvió la cabeza para mirar a Euge, probablemente soñando despierto sobre todas las cosas que se estaba perdiendo.
Lali colgó y se acercó, sonriendo cuando puse mi brazo alrededor de ella.
—¿Todo bien? —pregunté.
Asintió.
—Por ahora. —Y entonces arrugó su nariz—. Necesitas una ducha.
Lancé una mirada a Nico.
—¿Podemos tener el baño primero?
Su puño se apretó alrededor del Gatorade y sentí pena por él. Probablemente quería hacer lo mismo con Euge y estaba sufriendo.
—Muy bien —exclamó Euge en voz alta—. Tenemos que unirnos para esto, así que escuchen.
Todas las cabezas se volvieron hacia ella mientras se acercaba a la barra en la cocina.
Ella arqueó una ceja en dirección a Nico, pero evitó el contacto visual, y tuve que apretar mis labios entre los dientes para contener la risa.
—Tu papá. —Me miró—. Y tu mamá. —Ella finalmente miró a Nico—. Van a ir a la función de caridad de su familia mañana. —Luego
miró entre Lali y yo, hablando del Gran Evento De Caridad Para Niños Discapacitados de nuestros padres.
Asimilé lo que ella dijo, sorprendido, pero no incómodo por la noticia. Mi papá y Katherine estaban apareciendo como una pareja para la función de caridad de él y su esposa. Eso sería incómodo para algunas personas. No para mí, sin embargo.
—Entonces —continuó—, Katherine nos ha invitado a asistir, pero creo que es más por apoyo moral.
—¿Te contó eso? —preguntó Nico, pareciendo preocupado.
—No, pero me dio la impresión. Es su primera aparición pública con
tu papá. —Euge me miró—. Y su esposa y sus amigos estarán allí. —Sus
ojos se dirigieron rápidamente a Lali, una disculpa en ellos—. Estoy segura de que hablaran. Tenemos una mesa familiar, así que todos nosotros vamos a estar sentados juntos para cenar.
—¿Te contó eso? —preguntó Nico, pareciendo preocupado.
—No, pero me dio la impresión. Es su primera aparición pública con
tu papá. —Euge me miró—. Y su esposa y sus amigos estarán allí. —Sus
ojos se dirigieron rápidamente a Lali, una disculpa en ellos—. Estoy segura de que hablaran. Tenemos una mesa familiar, así que todos nosotros vamos a estar sentados juntos para cenar.
Moví mi barbilla hacia Euge.
—¿el enano va?
—¿el enano va?
—Ella dijo que estaría allí.
—Está bien, entonces. —Me aclaré la garganta—. Vamos a hacerlo
.
—¿Lali? —Euge recogió su bolso del taburete—. ¿Nos vemos después de tu clase del mediodía mañana y vamos de compras?
—¿Lali? —Euge recogió su bolso del taburete—. ¿Nos vemos después de tu clase del mediodía mañana y vamos de compras?
—Suena bien.
Euge me miró, ordenando:
—Y ustedes dos esmoquin. —Se refirió a Nico también, pero no lo miró.
Pasó la correa de su bolso sobre su cabeza para dejarlo colgando por su cadera y agarró su chaqueta, caminando hacia la puerta.
—¿A dónde vas? —espetó Nico.
—Vuelvo a los dormitorios —anunció con enfado, rodeando la pared que conducía a la puerta. Lali y yo no podíamos verla, pero Nico le lanzó una mirada asesina.
—A menos que hayas cambiado de opinión sobre bailar — argumentó, entonando cada palabra, burlándose de él.
Él frunció el ceño, pero luego sus ojos se ampliaron y salió disparado de la silla.
—¿Acabas de provocarme?
Oímos la puerta abrirse y cerrarse de golpe, y se fue, persiguiéndola.
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