―Así que, ¿cuándo
llegas a casa exactamente? ―Mi tarea de cálculo estaba hecha, y mi libro de gobernabilidad
se hallaba acostado en mi regazo mientras tenía una video llamada con papá.
―Estaré en casa para el vigésimo segundo con seguridad.
Todavía a más de tres meses. La llegada a casa de mi padre
sería bienvenida. Mis días se sentían solitarios sin él para compartir cosas, y
después de que mi madre murió de cáncer hace ocho años, nuestra casa estaba aún
más vacía y sin nadie que la rodeara. Cande y yo pasábamos tiempo juntas, pero
ella tenía novio.
Estaba haciendo lentamente amigos en la escuela, a
pesar del último golpe de Peter a mi reputación, pero había decidido quedarme
en casa este fin de semana y centrarme en la planificación de la Feria de Ciencias.
Todavía no tenía decidido mi tema de investigación.
―Bueno, no puedo esperar. Necesitamos un cocinero decente
por aquí ―gorgojé, aguantando la humeante taza de sopa de tomate. Ligera como
era la cena, el calor en cascada calmaba mi cuerpo. Mis piernas todavía estaban
ajustándose a las prácticas a campo traviesa.
―Esa no es tu cena, ¿verdad?
―Sí. ―Saqué eso con un “duh” tácito.
―¿Y dónde están las verduras, los cereales y la leche?
Oh, aquí vamos.
―Los tomates en la sopa son los vegetales, hay leche en la
sopa también, y voy a hacer un queso a la parrilla con ello si eso te hace
feliz. ―Mi aire juguetón le decía a mi papá:Mira, soy más lista de lo que
parezco.
―En realidad, los tomates son una fruta ―respondió papá
rotundamente, tirándome de mi pedestal.
Riendo, asenté la taza y agarré un lápiz para continuar mi
esquema para el ensayo que nos asignaron con Henry Kissinger.
―No te preocupes, papá. Estoy comiendo bien. La sopa sonaba
bien esta noche.
―Está bien, voy a retroceder. Sólo me preocupas. Heredaste
mis hábitos alimenticios. Tu madre se asustaría si viera las cosas que te dejé
comer. ―Papá frunció el ceño, y sabía que todavía extrañaba a mamá como si
hubiera sido ayer. Los dos lo hacíamos.
Después de un momento, continuó:
―Tienes las facturas de agosto todas pagadas, ¿no? ¿Y tienes
suficiente dinero en tu cuenta todavía?
―No he volado toda mi confianza en una semana. Todo está
bajo control. ―Hacía esto cada vez que hablábamos. Tenía acceso completo a los
seguros de vida que mi madre me dejó, y aun así él siempre me preguntaba si
tenía suficiente dinero. Era como si pensara que iba a disparar mi fondo para
la universidad sin mirarlo, y él lo sabía mejor. Tal vez pensaba que estaba
haciendo su trabajo como padre lo mejor que podía desde tan lejos.
Mi teléfono sonó con un texto, y lo agarré de mi mesita de
noche.
Estaré allí en 5.
―¿Oh, papá? Olvidé que Cande vendría. ¿Puedo dejarte ir?
―Claro, pero me iré mañana por un día o dos. Tomaré el tren
a Nuremberg por un poco de turismo. Quiero hablar contigo en la mañana antes de
salir y escuchar acerca de la preparación para la Feria de Ciencias que estás
haciendo.
Ugh, mierda. No había preparación organizada, porque
no estaba ni siquiera cerca de decidir mi proyecto.
―Está bien, papá―murmuré, dejando la discusión para mañana―.
¿Llámame a las siete?
―Te llamaré entonces, cariño. Adiós. ―Y se fue.
Cerrando mi laptop y lanzando mi libro sobre la cama, me
acerqué a las puertas francesas y las abrí de par en par. La escuela había
terminado por la semana hacía tres horas, pero el sol aún emitía un brillo
radiante por el barrio. Las hojas de arce fuera de mis puertas crujían en la
brisa sutil, y algunas nubes diminutas salpicaban el cielo.
Dándome la vuelta, me quité mi ropa escolar y me metí en un
par de pantalones cortos de pijama a cuadros con una camiseta raglan blanco y
gris. Dejé escapar un suspiro demasiado dramático. Por supuesto, me gustaría
estar en pijama a las seis de la tarde de un viernes por la noche.
El timbre resonó en la planta baja, y corrí a abrir la
puerta.
―¡Oye! ―respiró Cande, entrando en la casa con los brazos
cargados. ¿Qué demonios? Íbamos a arreglar mi cabello, no a hacer un cambio de
imagen.
Mis ojos se humedecieron por su perfume.
―¿Qué es ese olor que llevas puesto?
―Oh, es nuevo. Se llama Secret. ¿Te gusta?
―Me encanta. ―No me lo prestes.
―Vayamos a tu habitación. Quiero tener acceso a tu cuarto de
baño cuando lo hagamos. ―Cande había insistido en venir a darme un
tratamiento capilar de miel sobre el que había leído en Día de Mujer. Se supone
que suaviza el cabello dañado por el sol, que según ella es un peligro con
todas las visitas turísticas al aire libre que hice este verano y con las
prácticas de a campo traviesa.
Está bien, así que realmente no me importaba. Pensaba que mi
cabello se veía muy bien, pero quería ponerme al día con ella después de la
primera semana ocupada.
―¿Puedo tomar la silla de la ventana? Hay una agradable
brisa entrando. ―La miel podría ser un poco pegajosa, pero la habitación tenía
pisos de madera oscura, por lo que sería una limpieza fácil.
―Sí, claro. Simplemente átate el cabello en una cola de
caballo y cepíllalo hacia fuera. ―Me dio un cepillo y me coloqué delante de las
puertas, disfrutando de la noche serena.
―Voy a poner un poco de aceite de oliva en él para
aclararlo, y un poco de yema de huevo para la proteína.
―Lo que digas ―acepté.
Mientras mezclaba los ingredientes y me traía una toalla
para proteger la ropa, vi a Peter dar marcha atrás su auto en el garaje en el
camino de entrada. Mi estómago se agitó, y me di cuenta de que mis dientes
estaban apretados como si estuvieran pegados.
Su camiseta negra ondeando mientras salía y abría el capó.
Agarrando una toalla del bolsillo trasero de sus vaqueros, la utilizó para
desatar algo debajo del capó.
―Así que, ¿te gusta la vista? ―La voz de Cande me hizo
parpadear mientras aparecía a mi lado. Rápidamente miré hacia abajo.
―Déjalo ―murmuré.
―Está bien. Para un idiota, es bastante lindo. ―Comenzó
humedeciendo el cabello con una botella de agua, corriendo los dedos por los
mechones húmedos.
―Pero sigue siendo un idiota. ―Busqué un cambio de tema―.
Entonces, ¿cómo es de malo? La charla en la escuela, quiero decir. ―Me había
quedado muy lejos del Facebook, Twitter y del blog secreto del equipo de
animadoras. Ver fotos de mí misma en una toalla, fotos que todo el mundo en la
ciudad había visto probablemente, sólo me darían ganas de saltar en un avión de
regreso a Francia... o matar a alguien.
Cande se encogió de hombros.
―Ya está decayendo. La gente todavía está circulando esta
historia o eso, pero ha perdido su impulso. Te lo dije, ninguna broma o rumor
mantendrá a los chicos lejos este año. Y con este tratamiento para el cabello,
estarás absolutamente fabulosa. ―No podía ver su rostro, pero estaba segura de
que estaba bromeando conmigo. Absolutely Fabulous fue un
programa de televisión británica que vimos en la Central de Comedia un par
de veranos atrás.
Deseché la idea de decirle a Cande sobre las cosas que
Agustin me había dicho en la fiesta de Peter, sobre la cita saboteada y los
rumores. Pero el drama que me había seguido todos esos años era vergonzoso. No
tenía ningún interés en ser una de esos amigos siempre atrapados en problemas,
así que traté de actuar como si todo me molestara menos de lo que realmente
hacía.
Cuando empezó a cepillar la mezcla de jarabe en mi cabello,
mis ojos se dirigieron a Peter, que estaba tirando de su camiseta sobre su
cabeza. Sus brazos increíblemente tonificados se vieron avergonzados cuando se
dio la vuelta y vi su cincelado torso. Mi boca se secó, y escalofríos salieron
disparados como agujas por mi cuerpo.
Era la brisa. Era totalmente la brisa.
―Oh, ¿llegas a ver esto todos los días?
Rodé los ojos.
―No, tengo que ver esto todos los días. ¿De qué lado estás,
de todos modos? ―Mi quejido se entendía como una broma, pero no estaba segura
de que hubiera salido de esa manera.
―El chico no tiene que hablar para que pueda mirarlo. Estoy
apreciándolo desde lejos.
―Tienes a Vico, ¿recuerdas? ―Me molestaba que estuviera
babeando sobre Peter, aunque fuera en broma. Era hermoso, pero no necesita ser
señalado como lo que realmente importaba. Su personalidad apestaba―. ¿Cómo va
todo contigo y Vico? ―No lo había visto excepto al paso desde el regreso a la
escuela.
―Oh, estamos bien. Ha conseguido tener su Camaro listo para
el Loop, y ha estado pasando el rato ahí mucho. He ido una vez, pero es
aburrido colgar de su brazo mientras él discute de autos toda la noche. Ni
siquiera tiene la carrera todavía. Al parecer, hay una lista de espera, y aun
así estará detrás de los autos probados que consiguen los primero puestos,
porque eso es lo que el público quiere ver.
Odiaba tener que preguntar, pero lo hice de todos modos.
―¿Cómo lo hace el idiota de allí fuera? ―¿Por qué necesito
saber eso?
―¿Peter? Es uno de los que no tienen que esperar. Por lo
general, puede sólo correr siempre que le convenga a su humor. Según Vico, él
está ahí afuera los viernes o sábados por la noche, pero usualmente no ambos
días.
―¿Estás gastando suficiente tiempo con Vico? ―Había notado
un cambio en el tono y la actitud cuando lo había traído a colación.
Ella se encogió de hombros.
―Me siento mal, porque debería tener un interés en sus
aficiones, supongo. Es que, si no va a correr, me siento como si estuviera
pintada de pie a su lado. No conozco a mucha gente ni nada acerca del escenario
del auto.
―Bueno, ¿tal vez podrías simplemente ir de vez en cuando?
¿Salir con él de vez en cuando? ―sugerí mientras el peso en mi cabeza aumentaba
con la cantidad de miel apilada en ella.
―No lo sé. ―Cande caminó a mi alrededor hacia las puertas y
se asomó―. Estoy pensando en venir más a tu casa en lugar de eso.
Le di una patada a su pierna.
―Mmm. ―Devoró a Peter con los ojos mientras retrocedía hasta
mi cabello―. Odio decirlo, pero me pregunto cómo sería tenerlo.
―¡Cande! Basta. Eres mi amiga ―regañé.
―Lo siento, ¿de acuerdo? Es sólo que no fue tan malo
mientras no estabas. Honestamente. Él no es el infierno que era antes de que te
fueras.
―¿Qué quieres decir?
―No lo sé. Ni siquiera sé si tiene algo que ver contigo.
Pareció más sombrío por un tiempo, pero luego mejoró. Es sólo que tengo que
verlo con otros ojos. Antes era siempre acerca de cómo te trataba… que era
horrible ―se apresuró a añadir―. Pero después de que te fuiste, parecía
diferente. Más humano.
La idea de que el Peter de hoy fuera un ser humano era
incomprensible para mí. Era manejado, confiado e intenso. Esas eran las únicas
partes de él que había visto desde que teníamos catorce años. No lo había visto
feliz en años, y estaba segura de que él estaría contento de deshacerse de mí
durante un año.
Pero, ¿por qué había actuado más sombrío después de que me
fui? No tenía sentido.
¿Estaba teniendo dificultades para entretenerse a sí mismo
sin su juguete favorito de masticar?
Aww, pobre bebé.
―¡Ugh! ―dejé escapar un gemido gutural en la oscuridad
mientras miraba mi techo esa noche, que estaba iluminado por los faros
delanteros de otra llegada en la casa de al lado.
Era después de la una de la mañana, y el bombardeo de sonidos de fiesta viniendo de al lado no cedían. La almohada llevada a mis oídos para ahogar los sonidos no había ayudado. Enviar un mensaje a
Cande para que enviara un mensaje a Vico para que enviara un mensaje a Peter no había ayudado. Llamar a la policía y llenar una queja una hora atrás no había ayudado.
Si no era la música alta o la constante llegada y salida de autos potentes con sus lamentables sistemas exhaustos, entonces estaban los gritos o risas viniendo del patio de Peter. Me gusta la música fuerte, pero una fiesta en la mitad de la noche que estaba manteniendo a todo el vecindario despierto debería ser terminada.
Apartando las mantas, salí de la cama pisando fuerte y me paré ante las puertas francesas. Toda su casa estaba iluminada y desbordante de sonido y actividad. Algunas personas tropezaban alrededor del patio delantero, que estaba lleno de vasos de plástico rojos, y algunos estaban reunidos en el patio trasero fumando o disfrutando del jacuzzi.
¡Es un completo idiota! Mis manos estaban en mis caderas, apretando más fuerte de lo normal. ¿Qué clase de persona no tiene en consideración a nadie más? El cabrón egoísta viviendo a lado de mí, supongo. Tenía una vídeo llamada con mi papá en seis horas, y no iba a estar despierta toda la noche sólo porque él quisiera embriagarse y drogarse.
Al diablo. Me puse mis Chucks morados y mi sudadera con capucha negra y me dirigí escaleras abajo.
Abrí la puerta en la cocina dirigiéndome al garaje y fui a la banca de trabajo de mi papá, aún organizada como la dejamos. Tomando los grandes corta pernos del cajón inferior de la caja de herramientas, los maniobré arriba por mi manga derecha. Con mi mano libre, abrí otro cajón y tomé un candado de uno de los tres extras. Deslizándolos en el bolsillo frontal de mi sudadera, me dirigí fuera.
Rodeé la esquina de mi casa y caminé a la parte posterior, con mi corazón latiendo más rápido con cada paso. Encontrando el agujero que había hecho en el seto años atrás, moví el nuevo crecimiento a un lado y me deslicé a través. Al tomar hacia la derecha y continuar caminando, podía escuchar a los fiesteros en su patio trasero en el otro lado del seto. Estaba cerca de un metro y medio lejos de ellos, pero no había manera que pudieran verme.
El patio trasero de Peter, al igual que el mío, estaba recubierto por cercas a los lados y altos setos en la parte trasera. Cuando llegué a la cerca al otro lado de su casa, metí mi mano a través de la densa maleza de hojas. Traté de empujar las ramas a un lado tanto como era posible pero aún las ramitas como agujas rasgaron y picaron mis piernas al caminar a través. La fiesta era grande, y había montones de personas aquí.
Lo que iba hacer necesitaba suceder rápido.
Tomando varios vistazos en todas direcciones para asegurarme que hubiera llegado sin ser vista, troté al lado de la casa de Peter alrededor del interruptor. Había pasado suficiente tiempo en su casa de niña para ser capaz de encontrarlo en la oscuridad. Deslicé el corta pernos fuera de mi delgada manga y sujeté ambas manijas con toda mi fuerza en el candado del panel de seguridad. Tan pronto como puse el viejo candado en mi bolsillo, abrí la puerta del panel y comencé apagar los interruptores.
Traté de no registrar qué estaba pasando alrededor de la casa, la repentina pérdida de música y luz, y la cacofonía de ¿Qué demonios? viniendo de todas partes. Terminé de apagar los interruptores, tomé el nuevo candado de mi sudadera, y lo aseguré para cerrar el panel.
Peter no era estúpido. Una vez que se diera cuenta de que ninguna otra casa había perdido electricidad, estaría aquí revisando el interruptor. Así que salí de ahí. Rápido.
Corriendo con piernas como gelatina y deslizándome de vuelta a través del seto, comencé a jadear al instante. Una gota de sudor se deslizó por mi espalda, y me di cuenta de que quería reírme, gritar, y vomitar todo al mismo tiempo. No estaba segura de qué ley acababa de romper, pero estaba segura de que me metería en alguna clase de problema si alguien lo averiguaba. Mis piernas bombeaban con calor líquido, haciendo débiles mis rodillas.
La ansiedad de ser atrapada llevó a mis cansados músculos de vuelta a través de mi lado del arbusto dentro del garaje. No pude evitar la sonrisa de oreja a oreja en mi cara. Tenía miedo de ser atrapada, pero el sentimiento de darle una patada en el trasero metafóricamente hizo que mis dedos se curvaran.
Y después de todo eso, no estaba cansada ya. Jodidamente genial.
Me aseguré de que las puertas estuvieran cerradas, por hábito, y corrí escaleras arriba, dos escalones a la vez. Cerré la puerta de mi habitación, y manteniendo las luces apagadas, fui a las puertas francesas y miré afuera con esperanza de ver la fiesta dispersarse. Escaneé los patios delanteros y trasero, y, afortunadamente, vi pocas personas dirigiéndose a sus autos. Me estremecí al pensar que tal vez poner personas ebrias en el camino no era la idea más inteligente.
Vi más y más personas dirigirse a sus autos y algunos comenzando a caminar por la calle hacia sus casas. La única manera de que Peter pudiera poner de vuelta la luz era cortando el cerrojo o llamando a la compañía de electricidad.
Mirando alrededor, de adelante a atrás, mis ojos rápidamente se dirigieron a la única luz que sí vi. Peter estaba parado debajo de la ventana de su habitación con una linterna en la mano y ambas manos en cada lado del marco de la ventana arriba de su cabeza.
Y estaba mirándome.
¡Mierda!
Mi pulso se aceleró otra vez, y un calor abrasador recorrió mi cuerpo. Mis transparentes cortinas negras estaban recogidas, pero estaba segura de que podía verme. Su cabeza estaba inclinada en mi dirección, y aún estaba demasiado… quieto.
Lanzando mi sudadera y subiendo a mi cama, me decidí a negar todo si venía a mi puerta. O quizás no debería, pensé. No era como que pudiera hacer una maldita cosa sobre eso, de cualquier manera. Quizás quería que supiera.
Me acosté ahí por cerca de dos minutos resistiendo la urgencia de investigar que estaba pasando afuera. No era difícil averiguar que la fiesta estaba dispersándose, sin embargo, mientras los sonidos de motores desvaneciéndose llenaron el vecindario. La emoción se apoderó de mi cuerpo, dándome energía suficiente para querer salir de la cama y comenzar a bailar.
Asombroso. Asombroso, canté para mí misma.
Pero me congelé a media canción y casi me ahogué con un respiro ante el sonido de una puerta siendo azotada a través de la casa.
¡Mi casa!
Era después de la una de la mañana, y el bombardeo de sonidos de fiesta viniendo de al lado no cedían. La almohada llevada a mis oídos para ahogar los sonidos no había ayudado. Enviar un mensaje a
Cande para que enviara un mensaje a Vico para que enviara un mensaje a Peter no había ayudado. Llamar a la policía y llenar una queja una hora atrás no había ayudado.
Si no era la música alta o la constante llegada y salida de autos potentes con sus lamentables sistemas exhaustos, entonces estaban los gritos o risas viniendo del patio de Peter. Me gusta la música fuerte, pero una fiesta en la mitad de la noche que estaba manteniendo a todo el vecindario despierto debería ser terminada.
Apartando las mantas, salí de la cama pisando fuerte y me paré ante las puertas francesas. Toda su casa estaba iluminada y desbordante de sonido y actividad. Algunas personas tropezaban alrededor del patio delantero, que estaba lleno de vasos de plástico rojos, y algunos estaban reunidos en el patio trasero fumando o disfrutando del jacuzzi.
¡Es un completo idiota! Mis manos estaban en mis caderas, apretando más fuerte de lo normal. ¿Qué clase de persona no tiene en consideración a nadie más? El cabrón egoísta viviendo a lado de mí, supongo. Tenía una vídeo llamada con mi papá en seis horas, y no iba a estar despierta toda la noche sólo porque él quisiera embriagarse y drogarse.
Al diablo. Me puse mis Chucks morados y mi sudadera con capucha negra y me dirigí escaleras abajo.
Abrí la puerta en la cocina dirigiéndome al garaje y fui a la banca de trabajo de mi papá, aún organizada como la dejamos. Tomando los grandes corta pernos del cajón inferior de la caja de herramientas, los maniobré arriba por mi manga derecha. Con mi mano libre, abrí otro cajón y tomé un candado de uno de los tres extras. Deslizándolos en el bolsillo frontal de mi sudadera, me dirigí fuera.
Rodeé la esquina de mi casa y caminé a la parte posterior, con mi corazón latiendo más rápido con cada paso. Encontrando el agujero que había hecho en el seto años atrás, moví el nuevo crecimiento a un lado y me deslicé a través. Al tomar hacia la derecha y continuar caminando, podía escuchar a los fiesteros en su patio trasero en el otro lado del seto. Estaba cerca de un metro y medio lejos de ellos, pero no había manera que pudieran verme.
El patio trasero de Peter, al igual que el mío, estaba recubierto por cercas a los lados y altos setos en la parte trasera. Cuando llegué a la cerca al otro lado de su casa, metí mi mano a través de la densa maleza de hojas. Traté de empujar las ramas a un lado tanto como era posible pero aún las ramitas como agujas rasgaron y picaron mis piernas al caminar a través. La fiesta era grande, y había montones de personas aquí.
Lo que iba hacer necesitaba suceder rápido.
Tomando varios vistazos en todas direcciones para asegurarme que hubiera llegado sin ser vista, troté al lado de la casa de Peter alrededor del interruptor. Había pasado suficiente tiempo en su casa de niña para ser capaz de encontrarlo en la oscuridad. Deslicé el corta pernos fuera de mi delgada manga y sujeté ambas manijas con toda mi fuerza en el candado del panel de seguridad. Tan pronto como puse el viejo candado en mi bolsillo, abrí la puerta del panel y comencé apagar los interruptores.
Traté de no registrar qué estaba pasando alrededor de la casa, la repentina pérdida de música y luz, y la cacofonía de ¿Qué demonios? viniendo de todas partes. Terminé de apagar los interruptores, tomé el nuevo candado de mi sudadera, y lo aseguré para cerrar el panel.
Peter no era estúpido. Una vez que se diera cuenta de que ninguna otra casa había perdido electricidad, estaría aquí revisando el interruptor. Así que salí de ahí. Rápido.
Corriendo con piernas como gelatina y deslizándome de vuelta a través del seto, comencé a jadear al instante. Una gota de sudor se deslizó por mi espalda, y me di cuenta de que quería reírme, gritar, y vomitar todo al mismo tiempo. No estaba segura de qué ley acababa de romper, pero estaba segura de que me metería en alguna clase de problema si alguien lo averiguaba. Mis piernas bombeaban con calor líquido, haciendo débiles mis rodillas.
La ansiedad de ser atrapada llevó a mis cansados músculos de vuelta a través de mi lado del arbusto dentro del garaje. No pude evitar la sonrisa de oreja a oreja en mi cara. Tenía miedo de ser atrapada, pero el sentimiento de darle una patada en el trasero metafóricamente hizo que mis dedos se curvaran.
Y después de todo eso, no estaba cansada ya. Jodidamente genial.
Me aseguré de que las puertas estuvieran cerradas, por hábito, y corrí escaleras arriba, dos escalones a la vez. Cerré la puerta de mi habitación, y manteniendo las luces apagadas, fui a las puertas francesas y miré afuera con esperanza de ver la fiesta dispersarse. Escaneé los patios delanteros y trasero, y, afortunadamente, vi pocas personas dirigiéndose a sus autos. Me estremecí al pensar que tal vez poner personas ebrias en el camino no era la idea más inteligente.
Vi más y más personas dirigirse a sus autos y algunos comenzando a caminar por la calle hacia sus casas. La única manera de que Peter pudiera poner de vuelta la luz era cortando el cerrojo o llamando a la compañía de electricidad.
Mirando alrededor, de adelante a atrás, mis ojos rápidamente se dirigieron a la única luz que sí vi. Peter estaba parado debajo de la ventana de su habitación con una linterna en la mano y ambas manos en cada lado del marco de la ventana arriba de su cabeza.
Y estaba mirándome.
¡Mierda!
Mi pulso se aceleró otra vez, y un calor abrasador recorrió mi cuerpo. Mis transparentes cortinas negras estaban recogidas, pero estaba segura de que podía verme. Su cabeza estaba inclinada en mi dirección, y aún estaba demasiado… quieto.
Lanzando mi sudadera y subiendo a mi cama, me decidí a negar todo si venía a mi puerta. O quizás no debería, pensé. No era como que pudiera hacer una maldita cosa sobre eso, de cualquier manera. Quizás quería que supiera.
Me acosté ahí por cerca de dos minutos resistiendo la urgencia de investigar que estaba pasando afuera. No era difícil averiguar que la fiesta estaba dispersándose, sin embargo, mientras los sonidos de motores desvaneciéndose llenaron el vecindario. La emoción se apoderó de mi cuerpo, dándome energía suficiente para querer salir de la cama y comenzar a bailar.
Asombroso. Asombroso, canté para mí misma.
Pero me congelé a media canción y casi me ahogué con un respiro ante el sonido de una puerta siendo azotada a través de la casa.
¡Mi casa!
bien aquí están los capítulos que cori me pidió ...pero ahora necesito de ustedes por favor comenten ...las quiero
Subí más
ResponderEliminarSoy 59
Lali cada vez más espabilada!!!!
ResponderEliminarJajajjajaja.. Yo ya la había leído en otro blog...
ResponderEliminarpero me encanta la nove...
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas.. =D