siempre sueña y vuela , solo cierra tus ojos e imagina por que lo que lo esencial a la vida es invisible a los ojos , y tus sueños están en lo mas profundo de tu alma
lunes, 30 de noviembre de 2015
capitulo 9
Peter
Cálculo. ¿Por qué demonios acepté tomar cálculo? Superar esta clase sería un milagro.
Mantener mis calificaciones era parte del trato para mi beca. Si fallaba una clase, luego la perdía. No podía perder esta. Si jugaba esta temporada de la forma en que jugué la anterior, debería tener cubiertos mis próximos dos años en una universidad estatal. Primero tenía que pasar esta clase. Había estado aplazándola. Era hora de enfrentarla.
Al entrar en la habitación, busqué rápidamente un escritorio cerca de la parte delantera. En su lugar, mis ojos se encontraron con Lali. Reía de algo que le decía otra chica, mientras un tipo se apoyaba sobre su escritorio mirando directamente hacia abajo, a su camisa mientras se reía de lo mismo. Cabrón.
Lali se encontraba lo suficientemente cerca de la parte delantera. Unas chicas me llamaron mientras caminaba hacia ella, pero las ignoré. Mantuve mi enfoque en Lali. Sus ojos se alzaron para encontrarse con los míos mientras me dirigía a ella. La sonrisa en sus labios se tambaleó. Trataba de mantener su distancia, porque era lista. Yo era un idiota por no permitirlo. Debería dejarla huir, pero cada pequeño centímetro que se retiraba la confundía. Era un estúpido. Sin embargo, esta comprensión no me iba a impedir que me sentara a su lado. El otro tipo tenía que retroceder de una puta vez. Sus ojos miraban lugares que no debería mirar. Lali necesitaba un maldito guardaespaldas.
—Oye, Peter. —La morena que hizo reír a Lali fue la primera en saludarme.
El tono de arrullo de su voz me resultaba familiar. Le interesaba. Sabía cómo era yo, y todavía se hallaba dispuesta. Recibía mucho de eso. Le di una pequeña sonrisa y asentí, pero no quité mis ojos de Lali.
—Hola, Lali —dije mientras tomaba asiento al otro lado suyo.
—Peter. Uh. Hola. —Esperaba esa respuesta nerviosa. No me quería cerca. No podía culparla u ofenderme.
—¿Tomas cálculo en el primer semestre de universidad? Me impresionas. He estado aplazándolo.
Lali se encogió de hombros.
—Me gustan las matemáticas.
El cálculo no era matemática. Era un jodido experimento de ciencia que salió mal. Empecé a contestar cuando el tipo de pie a su lado se aclaró la garganta. Levanté la vista hacia él con un gruñido molesto. ¿Por qué seguía allí?
—Tomaste mi asiento —dijo.
Eso me hizo sonreír.
—Entonces supongo que deberías haber estado sentado en él.
Regresé mi atención a Lali, cuyas brillantes mejillas color rosa me dijeron que esto la avergonzaba. No quería hacer eso.
—Es posible que necesite ayuda. Me alegro de que seas buena con los números —le dije, echándome hacia atrás y poniéndome cómodo.
El tipo empezó a decir algo más y estreché los ojos en su dirección con una advertencia silenciosa. No me movería, pero seguro que sí movería su culo. Dejó escapar un suspiro fuerte y se apartó. Chico listo.
—¿Qué estás haciendo, Peter? —susurró Lali mientras se inclinaba sobre mí.
—¿Qué es lo que quieres decir exactamente, Lali?
—Sabes lo que quiero decir. ¿Por qué estás sentado aquí? Pensé que habíamos acordado mantener nuestra distancia. Después de... todo.
No quería mantener mi distancia. Puede que no llegara a tenerla de nuevo, pero me gustaba estar cerca de ella. Me hacía feliz. Hacía que la oscuridad no pareciera demasiado asfixiante.
—Quiero que seamos amigos —le expliqué, observándola masticar su labio inferior con nerviosismo.
—¿Cómo podemos hacerlo?—preguntó en voz baja.
No tenía ni idea. Todo lo que quería hacer era abrazarla y conservarla. Sin embargo, no era una opción.
—Simplemente lo hacemos.
La mirada de preocupación en sus ojos me hizo sentir culpable. Le pedía algo para lo que no estaba preparada. Pero yo lo necesitaba.
—De acuerdo. Si eso es lo que quieres —respondió finalmente.
El profesor entró y empezó a hablar, así que nuestra conversación terminó. Por ahora. No me miró durante toda la clase y tuve problemas en mirar algo que no sea ella. ¿El recuerdo de lo que hicimos iba a volverme loco? Normalmente, una vez que me acostaba con una chica y superaba cualquier atracción, seguía adelante. Pero algo en Lali me retenía. ¿Fue porque estaba borracho y los recuerdos son tan borrosos?
***
Cuando terminó la clase, Lali se puso de pie rápidamente, agarró sus libros y los metió en su mochila. Tenía prisa por alejarse de mí. No era lo que quería.
—¿Tienes otra clase? —pregunté, poniéndome de pie y estirándome.
Lali me miró y sus ojos se concentraron en la parte baja de mi estómago. Bajé los brazos lentamente y mi camisa volvió a cubrir el trozo de piel que había estado mirando. El brillo apreciativo en sus ojos me hizo querer tirar la maldita camisa. Si eso era lo que se necesitaba para mantener su atención, lo haría.
—Um, yo… eh… no. En este momento no —balbuceó mientras se ponía su mochila más arriba en el hombro.
—¿Quieres ir a tomar un café? Esta mañana no tuve tiempo para uno.
Lali miró hacia la puerta y la chica con la que había estado hablando antes de la clase se quedó esperándola.
—Iba a la biblioteca, pero no me importaría un poco de cafeína primero —contestó, mirándome.
Sí. Había cedido bastante fácil.
—¿Podemos ir solos? Quería hablar contigo sobre algunas cosas.
Sus ojos se abrieron un poco y pude ver la comprensión. ¿Quería hacer como si no hubiera pasado nada? Yo no iba a ser capaz de hacerlo.
—Está bien. Déjame ir a decirle a Vale que me reuniré con ella más tarde.
Lali
¿Por qué hacía esto? Me merecía el premio a la estupidez. Pero, ¿cómo se supone que una chica diga que no a sus bonitos ojos verdes? Era imposible.
Cuando se proponía llamar tu atención, era increíblemente difícil de ignorar. No se hallaba en paz con lo que pasó entre nosotros. Sabía de qué se trataba todo esto. Necesitaba sentirse bien con todo.
Él y Gas eran cercanos. Probablemente se sintió culpable. Cuanto antes alivie su culpa, más pronto que podría distanciarme. Esto de ser amigos no era lo que quería. No era amigo de las chicas. Tenía amigos. Un montón de amigos. Ninguno de ellos eran mujeres.
Una vez que estuvimos fuera del edificio de matemáticas, agarré su brazo y lo aparté de la multitud y lo puse bajo un roble. No había necesidad de que fuéramos a tomar un café y fingir. Sólo le daría la oportunidad de meterse más debajo de mi piel.
—Escucha, sé lo que te preocupa. Lo entiendo. Se trata de Gas. Así que lo que necesites que haga para aliviar tu conciencia y así puedas seguir con tu feliz y despreocupada vida, sólo dímelo. No pretendamos que seremos amigos. Porque, sinceramente, no puedo ser tu amiga. Nunca funcionaría.
Se quedó en silencio mirándome cuando mi pequeña “aclaración” se convirtió en un discurso en toda regla. No tenía intención de dejarme llevar, pero lo hice. Me volvía loca mirarlo y sentir que mi cuerpo se excitaba por su cercanía. ¿Qué tenía este chico que me hacía odiarlo?
—No se trata de Gas. Desearía tanto que fuera eso. Pero no lo es. —Extendió la mano, la puso en mi cintura y me acercó más a él.
Oh Dios... No era lo que esperaba
—No puedo dejar de pensar en ti, Lali. Trato. Trato todo el maldito tiempo, pero no puedo.
Vaya. Mis rodillas se sintieron un poco débiles.
—Quiero estar cerca de ti. No logro mantenerme alejado.
Vaya al doble. No podía formar palabras en este momento. Una hebra de su cabello castaño pálido cayó en su ojo y yo quería meterlo detrás de su oreja. Tocarlo. Pero no lo hice. Me acercó más.
—¿Podemos ser amigos? ¿Me perdonas por esa noche?
La palabra “amigos” regresó una vez más. Odiaba esa palabra. Nunca había sido amiga de alguien que aceleraba mi corazón y hacía hormiguear mi cuerpo. ¿Cómo podría manejar ese tipo de relación?
—Podemos tratar —dije ahogadamente.
Su mano se deslizó detrás de mi espalda y se instaló en la curva por encima de mi trasero. Los amigos no hacían eso. No hacía un buen trabajo con esta cosa de ser amigos.
—Voy a ser bueno. Te lo prometo. Voy a ser el maldito mejor amigo que hayas tenido. —Su voz se redujo a un susurro ronco. Me estremecí por el sonido sexy—. Mmm, voy a tener que trabajar en ello —agregó—. Sentirte temblar. Me gusta. Voy a querer sentirlo más.
Tragué saliva e intenté controlar la emoción en mi voz.
—Los amigos no se acercan tanto, Peter —dije y empecé a dar un paso atrás cuando me jaló con fuerza hacia él.
—No, Lali, no lo hacen. Pero no puedo dejar de quererte cerca. ¿Podemos ser amigos cercanos? —preguntó, bajando la cabeza hasta que su aliento cálido cosquilleó mi oreja. Cerrando los ojos con fuerza, agarré sus brazos para mantenerme firme. ¿Qué hacía?—. Me gustas cerca. Muy cerca.
—¿Te has vuelto jodidamente loco? —La voz de Tincho rompió el hechizo en el que había caído y encontré la fuerza para separarme de él.
—No te metas en esto, Tincho —gruñó, volviendo sus ojos entrecerrados a Tincho.
—¿Y dejar que hagas que te golpeen hasta morir? Porque si la tocas, ninguno de tus amigos te van a cubrir la espalda cuando Gas te mate.
—Dije que no te metas en lo que no te importa.
Tincho sonrió y negó con la cabeza.
—No voy a hacer eso. Puedes ir a buscar a otra amiga con derecho. Mariana está fuera de los límites. La lastimas y luego lastimas a Rochy. No puedo dejar que suceda eso. Así que ya ves, esto se vuelve personal.
Tincho siempre había sido protector con Rochy. Habían crecido juntos y eran mejores amigos. Gas tuvo problemas con él algunas veces, pero con el tiempo comenzó a aceptarlo. Sobre todo porque Tincho se enamoró de Eva.
—Somos amigos. Déjalo estar. —Se volvió para enfrentar Tincho. Esto no se veía bien.
—Tincho, tiene razón. Somos sólo amigos. Déjalo. No somos y nunca seremos nada más que amigos. Lo prometo.
Movió la mirada de Peter a mí. La preocupación y la incredulidad en sus ojos cuando se encontró con mi mirada suplicante fue difícil de no ver. No nos creía. Pero esto no era asunto suyo.
—Bien —arrastró las palabras—, pero me aseguraré que siga siendo así.
Peter apretó los puños a sus lados.
—Lo será —le aseguré.
Me dio un último movimiento de cabeza, luego se volvió y se dirigió hacia el edificio de matemáticas del que acabábamos de salir.
—Y esa es una de las muchas razones por las que podría ser un problema que seamos amigos. Todo el mundo sabe que no eres amigo de las chicas.—No era como si pudiéramos decirles que ya nos habíamos acostado y superado.
—Tincho es la última persona en la tierra del que necesitamos tomar un consejo. Claro, nunca he sido amigo de una chica, pero nunca ha habido nadie de quien quisiera ser amigo. Eres diferente. Quiero mantenerte cerca.
Yo no iba a hacer lo correcto. Iba a hacer una estupidez.
—Está bien. Seremos amigos.
El rostro de Peter se iluminó con una gran sonrisa que hizo que mi estúpida decisión pareciera brillante en el momento.
—¿Podemos ir a buscar ese café? —preguntó.
—Claro. Lidera el camino —le contesté.
***
Varias chicas nos miraron mientras caminábamos por la calle a la cafetería del campus. Hizo un buen trabajo ignorándolas. Lo conocía lo suficiente como para saber que normalmente no las ignoraba del todo. Generalmente les daba un rápido vistazo y decidía si le interesaban o no.
—¿Qué quieres beber? —preguntó mientras nos llevaba dentro, hacia una mesa en la parte trasera.
—Una de esas cosas de café con hielo. Cualquier cosa que sea mocha. —Todavía no había probado las opciones de café aquí, así que no tenía un pedido específico.
—Yo me encargo. La bebida más femenina que tengan —respondió con un guiño y se volvió para dirigirse a la barra para ordenar.
No había mucha gente en el interior. Varios se encontraban fuera bajo las sombrillas, pero dentro se hallaba casi vacío. Mi teléfono sonó, alertándome de un mensaje de texto. Sacando de mi teléfono, bajé la mirada para ver que Vale me recordaba que teníamos grupo de estudio de economía esta noche. Cuando una clase viene con un tutor incorporado para ayudarte, pues sabes que estás en problemas. Tenía la intención de estar en cada grupo de estudio que ofreciera el tutor.
—Se llama Ice Rageous, para futuros pedidos —dijo mientras ponía delante de mí una bebida cubierta con crema batida y caramelo.
—Gracias —contesté mientras lo veía hundirse en el asiento frente a mí.
—También puedes pedir la “bebida femenina" y el hombre detrás del mostrador sabrá lo que quieres decir. —El tono burlón de su voz me hizo reír.
Nunca había tenido una conversación real con Peter que no implicara pre-sexo o drama. Esto era agradable.
—Lo tendré en cuenta.
Tomó un sorbo de su café y se reclinó hacia delante sobre sus codos, mirándome.
—¿Por qué te pongo nerviosa, Lali?
¿Por qué me ponía nerviosa? ¿Cómo se suponía que debía responder a eso? Tal vez porque había estado loca por él durante años, le había dado mi virginidad y era precioso.
—No es así. Bueno, quiero decir, sí, pero en realidad nunca hemos hablado antes. No de esta manera.
Puso su taza sobre la mesa, pero sus ojos nunca dejaron mi cara.
— Entonces ¿por qué saliste del club conmigo? No puedo olvidarlo. Siempre vuelvo al hecho de que saliste de ahí conmigo. ¿Por qué?
Si íbamos a ser amigos, tenía que ser sincera con él. Al menos lo más sincera posible. Me esforzaba por superarlo, así que no sería una completa mentira.
—Estaba enamorada de ti. Lo había estado durante años. Quería ser a quien llevaras a casa esa noche. No sucedió eso. Lo hicimos en tu jeep y luego me arrastraste al almacén. Superé mi enamoramiento después de esa noche.
No era exactamente la verdad, pero bastante cerca. No necesitaba los detalles sangrientos. O saber que todavía lo utilizaba como fuente de inspiración de noche cuando necesitaba sentirlo otra vez. No compartiría ese pedazo de información.
—¿Estabas enamorada de mí? —repitió y murmuró una maldición—. Lali, lo siento mucho. Ojalá hubiera estado sobrio.
Me reí por primera vez desde que habíamos empezado esta incómoda conversación.
—Si hubieras estado sobrio, seguiría viviendo en mi mundo de fantasía en el que un día me verías y también me querrías. Esa noche por fin me deshice de esa ilusión.
—Esa noche descubriste que eras demasiado buena para mí. —La mirada tensa y dolorida de Peter me confundió.
—No, me di cuenta de que nunca voy a ser “esa chica”, del tipo que te atrae. Estoy bien con eso.
Se acercó y tomó mi barbilla en sus manos y me levantó la cara hasta que mis ojos se encontraron con los suyos.
—Hay un montón de cosas que no soy. Pero créeme cuando te digo que estoy más atraído por ti de lo que es seguro para nosotros.
—¡Oye, Mariana! —nos interrumpió alguien—. No te he visto en mucho tiempo. Y Peter Lanzani, deja a la hermanita de Gas antes de que te abofetee por ella. —Luna, la prima de Agus y la puta de la ciudad, sacó la silla del otro lado de Preter.
—Hola, Luna —respondí.
—Vete, Luna —dijo en un tono molesto cuando su mano dejó mi cara.
—Muy delicado. Cálmate, casanova. Vas en la dirección equivocada con ella. No es tu tipo.
—Ya lo sé. Somos amigos —espetó, recostándose en su silla y tomando un trago de su café.
—Dejaste de venir a Live Bay y beber conmigo, Mariana. Me preguntaba qué te pasó. Tuvimos un par de noches de diversión —dijo Luna, sonriéndome con un brillo travieso en sus ojos.
Ese verano después de que Peter me dejara en ese almacén, había hecho todo lo posible para llamar su atención, incluyendo beber y salir de fiesta con Luna. Pero una noche, cuando un hombre se pasó demasiado con las manos y Agus apareció y golpeó su rostro, fue mi última noche con Luna.
Había sido la llamada de atención que necesitaba. No era esa clase de chica. Nunca lo sería. Y ninguna cantidad de fiestas iban a hacer que me mirara de nuevo. Había tenido lo que deseaba.
—Sí, he estado ocupada —le contesté.
—¿No ibas a ir a la universidad fuera? ¿Auburn o alguna loca mierda así? La razón principal por la que no fui, se encontraba sentado frente a mí, escuchando cada palabra de lo que decía.
—Sí pero no quería perderme la planificación de la boda de Gas y Rochy. Y mi mamá todavía me necesita. No está lista para que la deje. Especialmente con el casamiento de Gas.
—¿Estás segura de eso? —preguntó Luna con una mirada de complicidad en su rostro.
Probablemente le dije algo que no debería una de las noches que bebí demasiado. Maldición. No había pensado en eso. Tal vez mi pequeño secreto no era tan secreto como creía. No era mejor que Peter. Agus sabía algo. Ahora Luna. Mierda.
—Estoy segura —contesté con una sonrisa forzada.
—Si terminaste con las veinte preguntas, Luna, hablábamos de cálculo. Puedes irte —dijo, dejando su taza sobre la mesa.
Sus dedos largos y bronceados envueltos alrededor de ella me hicieron pensar en las otras cosas que le sentí hacer con esas manos.
—Cálculo mi culo —respondió Luna, poniéndose de pie—. Normalmente no regresas a donde ya has estado.
El gesto molesto de Peter se transformó en una mirada furiosa y lentamente se puso de pie.
—Lo que sea que crees que sabes, no lo sabes. No me importa quién sea tu primo. Amigo o no. No vas a repetir nada de esto a nadie.
Luna levantó las cejas y chocaron miradas.
—Jamás lo iba repetir. Pero no porque tu lamentable culo me amenace, sino porque me gusta Mariana. Esa es la única razón. Porque, Peter Lanzani, me encantaría verte colgado de las bolas. —Luna volvió la mirada hacia mí y me sonrió—. Te veo por ahí, Mariana.
Asentí, pero tuve miedo de decir algo más. Yo, obviamente, le había dicho a Luna sobre Peter y yo. Esto era humillante. ¿A quién más le conté en mis pocas semanas de embriaguez? Luna se dio la vuelta y se pavoneó por la puerta. Tomó todo mi valor mirar a Peter de nuevo. Estudiaba su taza de café. Supongo que también se preguntaba a quién más le había contado.
—No puedo creer que ganaras la lealtad de esa. Es una perra malvada —dijo finalmente, levantando la mirada para encontrarse con la mía ansiosa.
Me encogí de hombros. No me encontraba segura de cómo había conseguido eso. Pero nos unimos mientras bebíamos. Extraño pero cierto.
—Luna es incomprendida. Eso es todo.
Se rió entre dientes.
—No, Lali. Luna es una zorra manipuladora y confabuladora. No hace amiga mujeres. Nunca.
—No es tan mala —le contesté, necesitando defenderla. Levantó una ceja y torció la taza entorno a sus manos mientras sostenía mi mirada.
—Nos pondremos de acuerdo en no estar de acuerdo. ¿Qué tal?
Asentí. Dejó escapar un suspiro de cansancio.
—No sabía que tus episodios borrachos de este verano fueran con Luna. Pensé que esas dos veces que te encontré y te llevé a casa eran casualidades. Eso fue tu intento de rebeldía.
—Sí. Me di cuenta bastante rápido que no era para mí.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó.
Sabía que no se hallaba preparado para esta respuesta. No quería darle algo más sobre que sentirse culpable. En cambio, me encogí de hombros, alcancé mi bebida y tomé un sorbo a través del sorbete.
—Por favor, dime que no fue a causa de lo que hice...
No quería mentirle, pero este era uno de esos casos en los que la mentira era la mejor política.
—No, Peter. No tenía nada que ver contigo.
El alivio en su rostro hizo que me alegrara de haberle mentido.
—¿Tienes alguna clase más hoy? —preguntó.
No. Iba con Rochy a escoger los vestidos de dama de honor y llevaríamos a Luz con nosotras para encontrarle un vestido.
—No, este es mi día más relajado de la semana.
Peter metió un mechón de pelo detrás de su oreja.
—Tengo que ir al gimnasio a trabajar con el equipo, pero ¿quieres hacer algo más tarde? ¿Tal vez ayudarme a entender qué demonios hicimos en la clase de hoy? Compraré comida.
Se encontraba decidido a hacer esto de ser amigos y también recibir tutoría gratuita. Por mucho que quisiera pasar tiempo con él, sabía que estaba mal.
—No puedo. Me voy con Rochy y Luz a elegir vestidos de dama de honor.
Movió la cabeza hacia un lado y me llamó la atención el pelo rubio que le rozó los hombros. Parecía uno de esos modelos retocados en una revista. Ningún hombre debería verse tan perfecto. No era justo.
—¿Y después? Las tiendas cierran a las seis. Debes estar libre entonces.
Eso era cierto. Probablemente estaría en casa incluso antes de eso, pero tenía que tener un poco de auto-preservación.
—Sí, pero esta noche tengo un grupo de estudio de economía —dije, deslizando mi bolso sobre mi hombro.
Tenía que ir a lo de Rochy y Gas para recogerla y a Luz. Y necesitaba salir de aquí antes de que Peter me convenciera de renunciar a mi sentido común.
—De acuerdo —respondió.
Se echó hacia atrás en su silla y me miró con esos sexys y deseables ojos. Con un firme asentimiento, dije—: Nos vemos. —Antes de caminar rápidamente hacia la puerta.
PD; LAS QUIERO Y COMENTEN
sábado, 28 de noviembre de 2015
capitulo 8
Peter
Era temporada baja para mí.
Aparte de los entrenamientos, estaba libre después de clases. El año pasado había comenzado las fiestas temprano cada día. Este año las cosas serían diferentes.
Me detuve frente a los canchas de fútbol de mi juventud. De acuerdo con el papeleo que había llenado por Cris para jugar, sus prácticas serían aquí todos los martes y jueves a partir de cinco y media a siete. Caminé al lado de la valla, donde los padres observaban, sentados en sillas de jardín.
Cuando por fin llegué a jugar béisbol, los padres siempre se habían presentado a nuestras prácticas. Mi madre, por supuesto, nunca llegó. Sabía que nunca llegaría a las prácticas de Cris o a sus juegos. No quería que él se sintiera no deseado como yo. Podría cambiar eso por él. Podría estar aquí. Animándolo. Él no conocería ese tipo de rechazo y soledad.
Cuando llegué al portón, vi a los chicos hacer estiramientos y traté de averiguar cuál de los pequeños era Cris. Los niños pequeños en almohadillas de fútbol y cascos tenían el mismo aspecto.
—No te ves lo suficiente mayor como para tener un hijo. Debes ser el hermano mayor de alguien —dijo una voz de mujer mayor detrás de mí.
Eché un vistazo por encima de mi hombro para ver a la mamá de alguien sonriéndome desde su silla. Se acercaba a los cuarenta años, pero se vestía como si estuviera en sus veinte. Me di cuenta por su barata y ceñida ropa que no podía darse el lujo de mí. Además, no trabajaba en estos momentos. Estaba aquí por Cris.
—Sí, señora. Mi hermano va a jugar este año —contesté.
Las mujeres de su edad odiaban cuando las llamaba “señoras”. Me hizo sonreír. Ella daría marcha atrás. Me volteé hacia el campo justo cuando el entrenador grito—: Vayan a buscar agua.
Los chicos se quitaron los cascos y salieron corriendo hacia la valla, donde los grandes contenedores de agua se alineaban. Los ojos de Cris se encontraron con los míos, hizo una pausa antes de que una gran sonrisa estallara en su cara. Pasó la línea de agua y vino directamente hacia mí.
—¡Peter! Estás aquí. —La emoción en su voz hizo que mi corazón doliera un poco.
—Por supuesto que estoy aquí. Estás practicando. No quería perderme esto.
El pecho de Cris se hinchó.
—Voy a jugar como ofensa en la parte trasera del campo. El entrenador dijo que tengo velocidad.
—Demonios, sí, tienes velocidad. Eres familiar mío.
La amplia sonrisa en su rostro creció.
—Tengo que ir por agua y volver allí. ¿Vas a estar aquí hasta que termine?
Si hubiera tenido algún otro plan lo habría cancelado. La mirada de esperanza en su rostro era imposible de ignorar.
—Sip. Tú y yo vamos a ir a buscar una gran hamburguesa grasienta de queso cuando esto termine, y luego te llevaré de regreso a casa.
Cris gritó, luego se despidió con la mano antes de correr a la línea de agua. No dejaba de mirarme sobre su hombre para asegurarse de que no me había movido. No iba a ninguna parte.
—¿Eres familiar de Cristobal Lanzani? —El tono de sorpresa en la voz de la mujer detrás de mí no pasó desapercibido. Mis instintos protectores comenzaron a notarse y me di la vuelta para mirarla.
—Sí. Es mi hermano pequeño —contesté, desafiándola a decir algo sobre él.
No me importaba si era una mujer. No iba a dejar que su maliciosa y chismosa boca diga o haga algo que dañara a Cris.
—Oh, bueno. Es que nadie viene aquí por él. Ni en la escuela o cualquier otra cosa. No sabía que tenía un hermano mayor.
No se merecía una explicación. Pero maldita sea, no quería que hablara de mi familia. Sabía lo que era que las madres de otros niños hablaran de ti y de tu familia. Me dolió. Los niños no deberían tener que lidiar con eso.
—Lo tiene —fue mi única respuesta.
Volví mi atención al campo. Cris me observaba mientras se ponía en posición. Iba a hacer caso omiso de los comentarios sarcásticos de idiotas que no tenían nada mejor que hacer que hablar de otras personas. Durante la siguiente hora y media vi practicar a Cris. Era bueno. Más que bueno y su entrenador tenía razón. El chico era rápido.
Necesitaba unos guantes si iba a manejar tanto la pelota. Podríamos ir a conseguirlos esta noche.
***
Después de que compramos los guantes de receptor y Cris fuera un niño feliz, nos dirigimos a Pickle Shack. Este era el único lugar en la ciudad para conseguir una buena hamburguesa. Eso y sabía que a Cris le gustaban los juegos de máquinas en el interior. Seguí a Cris dentro y le dije a la anfitriona que necesitábamos una mesa para dos.
—¿Una cabina está bien? —preguntó, batiendo sus pestañas hacia mí.
La chica tenía tal vez dieciséis años. Maldita sea, aprendían a hacer eso muy jóvenes. Asentí y se dio la vuelta pavoneándose hacia una cabina en la esquina. Entré después de Cris, pero mis pies se detuvieron cuando mis ojos se encontraron con los de Lali.
Se encontraba sentada en una gran cabina curva con otras tres chicas y dos chicos. No la había visto desde que me dejó en el estacionamiento de mi edificio hace tres días. Estuve pensando en ella sin cesar, pero mantuve mi distancia.
Verla aquí fue una sacudida. El tiempo lejos de ella casi me ayudó a lidiar con lo que hice, pero al mirarla a sus ojos verdes, sabía que nunca lo superaría. Era tan malditamente dulce y yo era el tonto más grande del mundo.
—¿Vienes, Peter? —preguntó Cris, sacudiéndome de mi trance.
Aparté mi mirada de Lali y me dirigí a nuestra cabina. Quería que esta noche fuera sobre Cris. No necesitaba que imágenes de la expresión herida de Lali me persiguieran. Además, no necesitaba verla sentada tan cerca de algún idiota que no era lo suficientemente bueno para ella. No lo conocía, pero sabía que no era lo suficientemente bueno. Nadie lo era.
—¿Quiénes son ellos? —preguntó Cris, mirándome con curiosidad, entonces de nuevo hacia la cabina, donde Lali estudiaba su bebida y torcía la pajilla nerviosamente.
—Ah, nadie —contesté, abriendo mi menú.
—Esa bonita chica castaña sigue mirándote —dijo Cris, un poco demasiado fuerte.
No pude evitarlo. La miré otra vez. Cris tenía razón. Me miraba. Una pequeña sonrisa asomó la comisura de sus muy rellenos labios. No había besado esos labios. Ella no entendía por qué, pero yo sí. Incluso borracho, sabía que algunas cosas eran demasiado buenas para mí. Esos perfectos labios estaban fuera de los límites para alguien como yo. No merecía probarlos. Le pedí a Dios que hubiera sido más inteligente en lo que respectaba al resto de su cuerpo. En cambio, la había tomado por completo. Tuve sueños que lo demostraban.
—Es la hermana de un amigo —expliqué, llevando mi atención al menú.
—¿Qué amigo? —preguntó Cris con curiosidad.
Quería decirle que lo dejara, pero no quería molestarlo. Era sensible acerca de cosas como estas. Nuestra madre al no preocuparse por nadie, a excepción de sí misma lo hizo ser cuidadoso sobre en quien situar su confianza. Normalmente, él era tranquilo. Conmigo hablaba. Me gustaba eso.
—Gaston Esposito. No lo has conocido.
Cris asintió.
—Te he oído hablar de Gaston. Mamá dice que tiene un montón de dinero. ¿Eso quiere decir que ella también tiene un montón de dinero? Porque es muy bonita y creo que le gustas.
No pude evitar reír. Los niños eran demasiado atentos.
—Sí. Tiene dinero, pero estás equivocado en lo otro. En realidad no le importo mucho.
Cris dejó escapar un suspiro.
—Apesta ser pobre. Las muchachas bonitas nunca gustan de ti.
Maldita sea. Odiaba oírle decir algo así.
—Cuando te hagas mayor, el dinero no importará. En este momento las chicas escuchan lo que les dicen sus mamás. No siempre será así.
Cris frunció el ceño, luego se volteó hacia la mesa donde se hallaba sentada Lali.
—Va a salir con ese tipo. Él está susurrándole en el oído, pero ella sigue mirándote.
Fue muy difícil ignorarla cuando Cris me daba una descripción detallada de lo que hacía. La miré, y se puso de pie junto al grupo con el que estuvo sentada. La cabeza del chico se inclinó y le decía algo muy cerca de su oído, pero Cris tenía razón. Su atención seguía en mí. Y me gustó. No tenía sentido negarlo. Me encantaba. Quería su atención. Quería que me quisiera, porque estoy completamente seguro de que la quería. Negó a lo que el tipo dijo y luego se despidió. Me sentí aliviado. La idea de que se fuera a alguna parte con ese tipo me enfermaba. Sabía lo que él deseaba. No lo culpaba, pero no me gustaba. Lali se dirigió hacia nosotros. Mierda.
—Viene hacia aquí —anunció Cris con temor.
A mí también me sorprendió un poco. No esperaba que me saludara. Esta noche no llevaba esos pantalones cortos. Tenía las piernas cubiertas por unos pantalones vaqueros muy ajustados. No ayudó. Sólo alimentó mi imaginación.
—Hola, Peter —dijo, sonriéndome.
La mirada nerviosa en sus ojos era lo único que delataba el hecho de que esto no fue una decisión fácil. Miró a Cris—. Hola, soy Lali.
Cris le sonrió.
—Hola, soy Cristoba. Peter es mi hermano mayor.
Una suavidad tocó la sonrisa de Lali. La tensión de sus nervios desapareció. Bueno, maldita sea. Que vea una cualidad rescatable en mí no era algo bueno. Necesitaba que quisiera mantenerse alejada de mí, porque Dios sabía que yo no era lo suficientemente fuerte como para decirle que no.
—Es un placer conocerte, Cris. Puedo ver el parecido.
—¿En serio? —preguntó Cris, sorprendido.
Lali rió, lo que hizo que mi ritmo cardiaco se elevara.
—Sí, de verdad.
—¿Quieres sentarte con nosotros? —preguntó Cris, corriéndose rápidamente para darle un poco de espacio para sentarse.
Llai dirigió sus ojos hacia mí y pude ver la incertidumbre allí.
— Yo... em…
—A los dos nos gustaría que te unieras a nosotros si quieres —le aseguré. Sonrió y se sentó en la cabina junto a Cris.
—¿Ya has comido? —preguntó Brent, empujando el menú en sus manos.
Ansiaba conseguir que se quedara. Fue muy divertido. El chico tenía buen gusto.
—Podría comer un postre. Ya he comido una hamburguesa y papas fritas —le respondió sonriéndole.
—Está bien. Genial —dijo Cris, tomando de nuevo el menú para verlo.
No podía dejar de mirarla. Se encontraba tan cerca. Había tenido tres días para asimilar que en el intenso sueño caliente que seguí teniendo de Lali era muy real. La había tocado. Había estado dentro de ella. Todo lo que podía pensar ahora era como quería hacerlo otra vez sobrio. Quería besarla y asegurarme de que supiera lo mucho que la quería. Quería escuchar esos sonidos sexys que habían estado persiguiendo mis sueños con claridad para que pudiera recordar cuando estuviera solo.
—¿Cómo estás? —preguntó, interrumpiendo mis pensamientos acerca de lo mucho que la quería desnuda y debajo de mí otra vez.
—Bien. Supongo. He estado pensando en algunas cosas.
Me detuve, moviendo la mirada a Cris, que leía el menú, antes de volver a mirarla.
—Yo también. Lo siento por como resultaron las cosas.
¿Por qué se disculpaba? Yo era el que debía disculparse.
—Lali, no tienes nada que lamentar. Todo fue mi culpa.
Una pequeña sonrisa tiró de la comisura de sus labios. ¿Podrían ser más sexys?
—Tal vez. Pero no yo tampoco pensé con claridad.
—Quiero una hamburguesa con queso —anunció Cris, entregándome el menú. Tenía que recordar que teníamos una audiencia. Casi había dicho algo que Cris no necesitaba oír.
—Buena elección. Es lo que siempre como —dijo Lali.
—Peter me trajo aquí una vez y comí una hamburguesa con queso. Estaba buena, pero tuve que compartir mis patatas fritas con Alelí porque se olvidó de pedir y quería un poco una vez que me dieron las mías. Era molesto.
Lali me miró.
—¿Quién es Alelí?
—Mi hermana pequeña. Peter la trata como a un bebé. Pero no lo es.
La sonrisa en el rostro de Lali se suavizó. Le gustaba eso.
—Peter tiene algo por las mujeres. Estoy segura de que con tu hermanita no es diferente —le dijo Lali a Cris.
Cris asintió.
—Sí, lo sé. Mamé dice que tiene una chica diferente cada noche....
—Es suficiente, Cris —lo detuve antes de que dijera demasiado.
Cris sonrió y agachó la cabeza. Él sabía lo que había hecho. Lali reprimió una risa y sus ojos brillaron con diversión cuando me miró a través de sus largas pestañas.
Lali
Cris era adorable. Era un mini-Peter.
Le escuché decirme acerca de la práctica de fútbol y cómo se acercaba su primer partido. Peter firmó y pagó para que Cris jugara futbol este año y Cris se sentía extremadamente agradecido. Algo tan pequeño era muy importante para él. Me hizo preguntarme qué tan mal de dinero se encontraba la familia de Peter. Sabía que creció en la parte peligrosa de la ciudad, pero no sabía exactamente lo malo que era.
—Así que, ¿puedes venir a ver mi partido el próximo sábado? — preguntó Cris, interrumpiendo mis pensamientos.
No esperaba una invitación. Le eché un vistazo a Peter, que me observaba de cerca, sin estar segura de cómo responder. No quería desilusionar a Cris, pero tampoco quería que Peter pensara que utilizaba a su hermano para llegar a él. No quería volver a llegar a él. Ya lo había hecho. No terminó bien.
—Ehh, bueno, me encantaría ir a tu juego. Si eso está bien... con todos... —me callé, esperando que Peter le dijera a Cris por qué esto no iba a estar bien.
—Genial, sí, está bien. Peter también estará allí. Puedes sentarte con él.
—Está bien, amigo, eso es suficiente. No presiones a Lali. Estoy seguro de que tiene planes.
No fue la excusa que esperaba que Peter lanzara en el camino. Vi como el rostro de Cris se desilusionaba y no me importó lo que quería Peter. Si le preocupaba que estuviera allí por él, tendría que superarlo. No iba a rechazar la invitación inocente de Cris sólo para apaciguar a Peter.
—Voy a estar allí. ¿Puedo traer a un amigo? A él también le gusta el fútbol. —No tenía idea de a quién iba a traer, pero parecía algo para decir en este momento.Que Peter sepa que no planeaba ir a verlo o sentarme junto a él era mi objetivo principal. Encontraría un “amigo” después.
—¡Sí! Genial. Trae a quien quieras. —Los ojos de Cris se iluminaron.
Podía ignorar al adulto Peter, pero el niño que se parecía tanto a él, con la esperanza inocente en sus ojos... no podía rechazar eso. Un pequeño extracto de “Wanted” de Hunter Hayes sonó en mi teléfono, avisándome de un mensaje de texto. Necesitaba la pequeña distracción. Saqué mi teléfono de mi bolso y bajé la mirada para ver el nombre de Pablo en la pantalla.
Pablo: ¿Puedo llamarte?
El recordatorio que necesitaba de que acercarme a Peter Lanzani era una mala idea. Pablo era una buena idea. Era seguro. Miré a Peter.
—Voy a dejarlos para que cenen. Tengo que hacer una llamada y necesito llegar a casa. Tengo una clase temprano en la mañana. —La sonrisa forzada de Peter no pasó desapercibida. ¿Por qué se molestó? Regresé mi atención a Cris—. Voy a estar en tu juego. Haz que Peter me mande un mensaje con los detalles —dije.
Su gran sonrisa valía la incómoda situación en la que me puso.
—Lo haré. Nos vemos luego —respondió Cris.
Asentí y me deslicé fuera de la cabina. Me despedí con la mano y me dirigí hacia la puerta. Una vez fuera, le envié un mensaje a Pablo.
Yo: Sí.
Mi teléfono sonó justo cuando abrochaba el cinturón de seguridad.
—Hola.
—No te estoy distrayendo, ¿verdad? —preguntó Pablo.
—No, en absoluto. —Más bien me diste una buena razón para alejarme tanto como pueda de Peter.
—De acuerdo, bien. ¿Cómo fueron tus primeros dos días de clases?
Salí a la casi desierta carretera. Durante el verano no se podía salir por esta carretera a esta hora de la noche. Se necesitarían horas para conducir unos cuantos kilómetros. Pero todos los turistas se habían ido a casa para el nuevo año escolar. Aunque el clima seguía cálido, las multitudes desaparecieron.
—Han estado bien hasta ahora. Sin embargo, mañana pueden cambiar las cosas. Estoy tomando cálculo y me pone súper nerviosa. ¿Qué hay de ti? ¿Tus clases van bien?
Pablo se rió en el teléfono.
—He tenido dos clases hasta el momento, y odio las dos. Tal vez mañana será mejor. ¿Pero cálculo el primer año? ¿En serio? Estoy impresionado. Las matemáticas eran lo mío.
—Sí. Soy una persona de matemáticas.
—Yo también.
—¿En serio? ¿Cuál es tu especialidad?
Se produjo un silencio.
—Eh, estoy teniendo un par de discusiones con mis padres acerca de eso. Ya te pondré al día. —Raro. ¿Sus padres discutían con él sobre su especialidad?—. La razón por la que llamé no era para aburrirte con la charla sobre nuestros cursos. Me preguntaba si ¿tal vez estarías libre en cualquier momento en los próximos meses? —Terminó su pregunta con una risita divertida.
—Umm, sí… Creo que tengo algunas brechas en mi agenda — contesté, sonriendo.
—Entonces mi siguiente pregunta es: ¿qué tan pronto tendrá una brecha tu horario? Pensaba en ir… pronto.
Esto era lo correcto. Pablo me gustaba. No me alejando y dándome advertencias.
—¿Qué tal el próximo fin de semana?
—Perfecto.
chicas estas son la noticias hasta el 22 que seria el día en el que salgo de la escuela subiré los fin de semana nada mas luego retomo subir en la semana ..lamento eso pero tengo que salvar el año
PD1: MAÑANA MARATÓN
PD2:LAS QUIERO Y COMENTEN
domingo, 22 de noviembre de 2015
capitulo 7
Peter
—Levántate. —Irrumpió en mis sueños cálidos y felices, seguido de un duro golpe a mi brazo.
La misma voz sexy que me estuvo pidiendo “no te detengas”. Ahora me gritaba. Sacudiendo la cabeza para despejarla, lentamente obligué a mis ojos a abrirse.
Lali me miraba con un vaso en sus manos. Metió su mano en el vaso y luego salpicó agua fría en mi cara. ¿Qué demonios?
—¿Qué estás haciendo? —dije con voz ronca, moviendo mi brazo para cubrir mi rostro de cualquier otro ataque.
—Tratando de despertarte —respondió.
Estaba molesta y era hermosa. Su cabello peinado hacia atrás en una cola de caballo, usaba pantalones cortos y una camiseta. Sin maquillaje. Nada. Era perfecta. Quería mirar su muy perfecto cuerpo y cara, pero tenía miedo de que vaciara todo el vaso de agua sobre mi cabeza.
—Vamos, Peter. Levántate —rogó.
Me gustaba ese sonido. Moviendo mi brazo a un lado, le sonreí.
—Siempre podrías venir aquí —contesté, sin poder detenerme. Sus ojos se abrieron y luego instantáneamente se estrecharon.
—La única razón por la que no he derramado todo este vaso de agua helada en tu cabeza es porque Gas ama este viejo sofá. Pero estoy a punto de que no me importe.
Me senté rápidamente. Tan sexy como se veía allí de pie, toda molesta, no quería que me derramara agua helada.
—Estoy levantado, cariño. ¿Por qué no dejas ese vaso?
—Bien. Ahora ponte tu camisa y vete. Vi tu Jeep abajo. No necesitas un aventón. Adiós —respondió y luego se dio la vuelta.
Su lindo y pequeño trasero apenas cubierto por los pantalones cortos recortados. Era débil y acababa de ser despertado por la protagonista de mi muy travieso sueño. Salté y envolví los brazos alrededor de su cintura, atrayendo su espalda hacia mi pecho. Ummm, se sentía muy bien.
—¿Qué... qué estás haciendo? —preguntó en un tono nervioso.
—Lo siento.
No me di cuenta de que pediría disculpas. No tenía que disculparme, maldita sea, necesitaba que me odiara. Pero olía tan bien y su trasero se presionaba contra mi erección mañanera y no podía dejarla ir sin asegurarme de que no me odiaba por ser un idiota el otro día.
—¿Por qué? —preguntó en un tono cauteloso.
—Fui un idiota el otro día. No debí hablarte de esa manera. No quiero que estés tan enojada conmigo. Tuve un mal día y lo desquité contigo. Lo siento mucho. —Ahora era el que rogaba.
Dejó escapar un profundo suspiro y su pecho subía y bajaba bajo su ajustada camiseta.
—Esas tetas son muy bonitas. Son reales y apuesto a que son suaves y se sienten como el maldito cielo. —Mierda, ¿por qué dije eso?
Lali se puso rígida en mis brazos. Debería dejarla ir y alejarme. Era lo correcto. Me había disculpado y necesitábamos dejar las cosas así. Me encontraba en el departamento de su hermano. Tenía una cita con una clienta en tres horas. Lali era demasiado dulce para que la tocara.
—Está bien —dijo en un susurro.
Podría deslizar mis manos hacia arriba por su estómago y tomar sus tetas en mis manos justo ahora. Permanecía muy relajada en mis brazos. Inclinada hacia mí. Ah, tan bueno. ¡NO! Dejé caer las manos y di un paso atrás. La postura de Lali se puso rígida. No me miró. Me quedé ahí tratando de pensar en algo que decir, pero no vino nada.
—Ponte tu camisa y vete. Rochy y Luz vienen de regreso. Gas quería que te fueras antes de que llegaran —dijo con voz plana antes de alejarse.
La observé hasta que entró en la habitación de invitados y cerró la puerta detrás de ella. Me dejé caer en el sofá y me agarré la cabeza en mis manos. ¿Por qué seguía haciendo esto? Tengo que recordar que no entra en mis límites. ¿Por qué tenía que venir a mí tan fácilmente? ¿Acaso no sabía que no debería acercarse a chicos como yo? No tenía que dejarme tocarla... tenía que luchar contra mí. Pero, maldición, saber que le daría la bienvenida a mi toque me volvía malditamente loco.
Miré alrededor de la habitación buscando mi camisa y la encontré doblada al final del sofá. Rochy debió haber hecho eso. Me la puse, luego toqué en mis bolsillos por mi teléfono y mis llaves. Sólo encontré mi teléfono. Mis llaves probablemente estuvieran en el Jeep. Sólo debería irme. No decir nada. Sólo irme. Tenía razón al esconderse de mí. Moví los pies para caminar hacia la puerta y terminé dirigiéndome a la habitación en la que entró Lali. No podía dejar esto así.
—Lali —la llamé y golpeé la puerta una vez, antes de abrirla. Se hallaba sentada en la cama con las piernas dobladas debajo de ella, mirando por la ventana. No se giró ni me miró.
—Lo siento —le dije, entrando en la habitación. Se encogió de hombros y mantuvo su mirada fija en la ventana, viendo hacia el agua.
—¿No hablarás conmigo? —le pregunté, dando unos pasos más cerca de la cama.
—Nuestras conversaciones normalmente no terminan bien — respondió. Y eso era todo por mi culpa.
—Lo sé.
No respondió de inmediato. La observé mientras se sentaba ahí. El sol de la avanzada mañana brillaba a través de la ventana, haciendo que su ya perfecto rostro luciera incluso más angelical. ¿Cómo me las arreglaba siempre para herirla? No se merecía ser herida. Aparte de que su padre había rasgado su mundo el año pasado. Necesitaba amigos. Personas a quienes les encantaría y no la lastimarían continuamente. ¿Por qué no podía hacer eso?
—Esta vez no tienes nada por lo cual lamentarte —dijo—. Me acerqué demasiado; te alejaste. Capté la pista. No es un gran problema. Estoy bien. Ahora sólo vete.
Maldición. No entendía a los chicos en absoluto.
—Lali, retrocedí porque dejaba que sucediera algo que no debería. Eres demasiado buena para mí. Te das cuenta de eso, ¿no? Estoy jodido. Mi vida es un jodido desastre. Tanto como me gustaría tocarte —porque, cariño, eres irresistible— no puedo. Nunca seré lo suficientemente bueno para ti.
Finalmente, volvió la cabeza y se encontró con mi mirada suplicante. Necesitaba que entendiera esto. La dejé jugar este juego por mucho tiempo y lo había disfrutado demasiado. Que flirtee conmigo fue algo de lo que tenía ganas y temía al mismo tiempo.
—Bien. No quieres ser lo suficientemente bueno para mí, entonces nunca lo serás. Merezco a alguien que quiera ser lo que necesito. No es como si fueras a ser mi único enamoramiento. Serás mi primero. Me enseñaste mucho acerca de los chicos. —Se puso de pie y se acercó a mí—. Tienes razón. Merezco más. Mucho más que un tipo que ni siquiera me besó mientras entraba y salía de mí. Soy lo suficientemente buena para una follada rápida, ¿pero no lo soy para besar? Lo entiendo. Lección aprendida.
¿De qué demonios hablaba? No hemos tenido sexo. No olvidaría el tener sexo con Lali Esposito.
—Adiós, Peter. Hemos terminado aquí. Fin de la conversación.
—Llai, ¿de qué ha...?
La puerta principal se abrió, interrumpiéndome y una pequeña voz empezó a gritar—: ¡Mana! ¡Mana! ¿Estás? —Luz y Rochy acababan de llegar.
Lali pasó por delante de mí y fue hacia la sala de estar. La cabeza me daba vueltas. ¿De qué malditos demonios hablaba?
—Hola, niña bonita. Te extrañé —ronroneó Lali.
—Gas en el trabajo —dijo Luz a Rochy.
—Sí, lo está.
Luz levantó sus ojos verdes y me encontró de pie en la parte de atrás, observándolas.
—Peteter aquí —replicó con alegría y aplaudió.
No podía pensar a través del remolino en mi cabeza para mantener una conversación con la niña. Tenía que salir de aquí. No conseguiría respuestas con Rochy parada aquí entre nosotros.
—Hola, preciosa. Diviértete con Lali y Rochy, ¿de acuerdo? —le dije, y luego sonrió mientras me saludó.
—Bien —contestó.
—Gracias, Rochy, por el sofá. Lo siento por aparecer aquí. No fue una buena noche —le expliqué.
No podía decirle que pasé a comprobar a mis hermanos y descubrí que mi madre se fue durante dos días y los dejó solos por la noche. Tuve que cazarla y amenazarla con la cárcel si no regresaba a casa. Ella me odiaba cada día más. Pero al menos ahora se hallaba en casa. También me aseguré de que León tuviera un celular que mantuviera oculto en su habitación para que me llamara la próxima vez que sucediera algo así. Terminé bebiendo demasiado en el bar porque me enojé conmigo mismo por no ir a revisar a los niños antes. Me parecía cada vez más a mi madre. Tenía que dejar de beber tan malditamente tanto.
—No te preocupes. Está siempre abierto si lo necesitas —respondió Rochy.
—Gracias —le dije de nuevo y luego me dirigí a la puerta.
No miré a Lali. Había terminado conmigo. Finalmente me las arreglé para alejar a la única mujer que podría haberme importado. Pero ¿qué había querido decir con “lección aprendida”? Necesitaba la respuesta a eso.
Lali
—La tensión era tan densa que podría cortarla con un cuchillo de mantequilla. ¿Qué diablos fue todo eso? —preguntó Rochy, después de que la puerta se cerró detrás de Peter.
No quería decirle nada de esto. Nunca lo entendería, de todos modos. También, cabía la posibilidad de que se le saliera y se lo dijera a Gas, lo que sería horrible. Por más herida y enojada que estuviera con Peter, no quería que Gas le odiara. Gas era una de las pocas personas a la cual Peter podía recurrir. No me gustaba la idea de que estuviera solo.
—Se enojó porque lo desperté con agua fría. Discutimos. Llegaron en medio de su mal humor.
Rochy no lucía como si me creyese, pero asintió de todos modos.
— Está bien. No me entrometeré. Pero permíteme decir que Peter es peligroso. Es adorable, dulce y amante de la diversión, pero algo en él es oscuro, ha tenido un mal pasado. Lo sé porque creció en mi misma calle. Creo que pudo pasar por cosas peores de las que yo pasé. Sólo ten cuidado con eso, ¿de acuerdo? Todavía eres joven y has sido muy protegida. No es asunto mío, pero ten cuidado.
No había ninguna necesidad para esta advertencia. Pero asentí.
— Está bien.
—Ahora, ¿qué vamos a hacer hoy, niñas? —preguntó Rochy, sonriéndole a Luz.
—¡Nadar! —exclamó Luz alegremente.
—Nadar será —concordó Rochy.
Tendría que pedir prestado uno de los trajes de baño de Rochy. Inicié la pregunta, cuando mi celular comenzó a sonar en mi bolso. Me acerqué a la mesa donde dejé mi bolso cuando entré y saqué mi teléfono. Al mirar hacia la pantalla, suspiré cuando vi el nombre de Peter. ¿Qué hacía?
—Hola —le dije en el tono más molesto que pude manejar.
—No puedo encontrar mis llaves. No están en el apartamento ni en mi Jeep. ¿Puedes darme un aventón?
Maldición. ¿Cuándo conseguiría un poco de espacio lejos de él? Se encontraba en todas partes. No podría superar esta cosa que tenía por él si siempre lo tenía cerca.
—Está bien —le contesté y colgué.
Miré de nuevo a Rochy, quien se hallaba allí de pie observándome.
—No puede encontrar sus llaves. Lo voy a llevar a casa. Estoy segura que tiene un juego de repuesto allí.
Rochy se mordió nerviosamente el labio inferior. Sabía que no le gustaba esto, pero entonces, a mí tampoco.
—Bueno, ten cuidado. Le haré saber a Gas que tuviste que darle un aventón.
Entendí esa advertencia inocente. No era para mí, sino para Peter. Me agaché y le di a Luz un beso en la cabeza.
—Volveré más tarde. Guarda un poco de agua para mí.
—Nadar —repitió.
Sonriéndole, me dirigí a la puerta y a la planta baja. Tal vez después de que lo llevara a casa podría poner algo de distancia entre nosotros.
Peter se encontraba apoyado contra la puerta del lado del pasajero de mi coche. Tenía puestos sus lentes Oakley para el sol, con los brazos cruzados sobre su pecho, haciendo que los músculos se flexionaran. ¿Por qué, oh por qué, tenía que ser tan malditamente hermoso? Incluso aunque no podía ver sus ojos a través de los lentes oscuros, sabía que me miraba. Podía sentirlo. Y, por desgracia, me gustaba. O por lo menos le gustaba a mi cuerpo.
—Lo siento por esto. Alguien debió tomarlas para que no condujera. Sin embargo, no sé quién.
Quité el seguro de las puertas con mi control remoto. No tenía que hablar con él si no quería. Sólo le daba un aventón. Deslizándome en el asiento del conductor, me puse el cinturón de seguridad y lo ignoré mientras entraba a mi lado. El cuero negro ya cálido por el sol. Inclinándome, encendí las rejillas de ventilación de los asientos para enfriarlos. Puede que mi papá no sea bueno para un montón de cosas, pero seguro que era muy útil cuando necesitaba un coche. Ser propietario de varias concesionarias Mercedes me aseguraba que tendría lo mejor cuando se trataba de vehículos.
—¿Qué quisiste decir arriba sobre no besarte mientras, uh, hacía otras cosas?
¿Qué clase de juego jugaba? ¿Quería revivir esto conmigo?
—Exactamente lo que crees que significa, Peter. Te encontrabas ahí. Deberías saberlo.
Me miraba. No lo miré. Me concentré en conducir.
—No te preguntaría si no estuviera tan malditamente confundido.
¿Cómo es que se confundió? Fui muy específica. No me besó ni una vez mientras teníamos sexo. Eso era malditamente claro.
—No quiero hacer un refrito de esto. Sucedió. Estuvimos actuando como si no hubiera pasado hasta ahora, así que hagamos eso de nuevo. ¿Bien?
Apreté mi agarre sobre el volante y di vuelta hacia el tráfico. Ninguno de los dos dijo nada durante unos momentos. Tal vez había decidido concederme mi petición.
—Lali, ¿estás diciéndome que nosotros... tuvimos sexo?
La incredulidad en su voz fue mi primera pista. Bueno, tal vez fue la primera pista de la que me di cuenta. Me perdí las otras pistas. Aquellas en las que no se explicó o me veía con el ceño fruncido como si estuviera loca. Pero lentamente fueron surgiendo en mí. ¡No recordaba! Si la humillación podría ser peor, lo acababa de ser. Se olvidó de que tuvimos sexo. Le di al imbécil mi virginidad como una idiota y estuvo con tantas chicas que no podía recordarlo. Guau. Pensé que superé este rechazo, pero este nuevo conocimiento causó un nudo en la garganta. ¿Cómo pudo?
—Lali, contéstame, por favor. Antes de que te obligue a estacionar el coche y me mires. —La voz de Peter sonaba en pánico.
¿Por qué? ¿No se olvidaba de las chicas con las que follaba todo el tiempo? Ahora era una de muchas.
—Sólo quiero llevarte a casa e irme. No vamos a hablar sobre esto.
—Joder —gruñó Peter a mi lado y echó hacia atrás la cabeza contra el apoyacabezas—. No fue un sueño. Es un recuerdo.
Mierda. ¿Un sueño? ¿De qué hablaba? Ahora era yo la confundida.
—Lali, por favor, dime que no lo hice... —Se detuvo y tragó con fuerza, luego tomó una profunda respiración—. Por favor, dime que no... no tuve sexo contigo en un cuarto de almacenamiento. Sobre cajas.
No podía decirle exactamente eso. Así que no respondí. Seguí conduciendo.
—¡Jódeme! —rugió Peter e hizo puños sus manos sobre sus piernas.
—Ya lo hice. No terminó bien —le contesté.
—No digas eso. Por favor, no digas eso. —La emoción en su voz me sorprendió.
(chicas para que entiendan este dialogo si es que no saben jodeme o o una palabra parecida como joder tiene referencia a follar , en este caso ella responde eso por el sinónimo de jodeme por follame )
¿Era tan importante que tuviéramos sexo? No fui muy memorable para él, obviamente. Así que ¿por qué ahora sufría un colapso por eso? Era yo la que debería estar molesta. No él.
—Sólo estoy siendo honesta —le contesté mientras entraba en el estacionamiento de su edificio de apartamentos.
—Pensé que era un sueño —dijo en voz baja.
Su cabeza seguía echada hacia atrás en el apoyacabezas y sus ojos se cerraron fuertemente. Me sentí un poco apenada por él.
—No le diré a Gas. Si quisiera decirle, ya lo habría hecho —le tranquilicé.
No podía evitarlo. Odiaba verlo tan alterado. Peter abrió los ojos y me miró.
—No estoy molesto porque crea que le vas a decir a tu hermano. —Dejó escapar un suspiro irregular—. Pero supongo que podrías pensar eso de mí. ¿Por qué no lo harías?
—Tienes sexo con chicas diferentes todas las noches. Fui una de ellas una noche. Tal vez sólo la primera de la noche. ¿Quién sabe? —La amargura en mi voz no ayudaba. La expresión de Peter se veía torturada.
—Lali. Estaba borracho. Muy, muy borracho. Me desperté a la mañana siguiente y pensé que fue un sueño. De hecho, he revivido eso muchas veces en mis sueños desde entonces. Nunca me di cuenta de que... Dios, no puedo creer que te llevé a una unidad de almacenamiento detrás de un bar. —Pasó la mano por su cabello en señal de frustración.
Está bien. No podía soportarlo más. Se culpaba por esto y fue en parte culpa mía. Fui la idiota, al salir a la calle con él y permitir que sucediera lo que sucedió. Podría haberle puesto fin.
—Pude haberlo detenido. No quise hacerlo —le dije.
No iba a decirle que durante años fantaseé sobre tener sexo con él. Esa era la única pieza de este secreto que podía mantener para mí.
—¿Por qué? ¿Por qué me dejarías hacer eso? Te mereces mucho más que eso. —Se detuvo y me miró fijamente—. Dime que no fue tu primera vez.
¿Miento? ¿O le digo la verdad? Mentir nos haría sentir mejor a los dos. O, al menos, le haría sentir mejor a él. Yo pensaría en ello todo el tiempo.
—Decidí hacerlo. No bebí. Me encontraba completamente sobria esa noche y elegí que fueras tú.
Peter se lanzó a abrir la puerta del coche y salió. Me senté ahí y lo observé mientras se paseaba de un lado al otro delante del coche. Pasó las manos por su cabello varias veces y me sorprendí deseando poder hacer eso. Amé la forma en que su cabello se sentía. Esa noche podría ser algo que lamentaré más tarde en la vida, cuando conozca al chico con el que me case, pero en este momento no me arrepentía.Tenía un muy buen recuerdo de Peter. Incluso si no me había besado y se marchó dejándome cuando todo terminó.
Me senté en el coche y vi a Peter lidiar con esta información más dramáticamente de lo que esperaba. Cuando finalmente dejó de caminar y me miró, abrí la puerta del coche y salí.
—Fui el primero. Esa noche. Tomé tu virginidad en una unidad de almacenamiento de mierda sobre un montón de cajas. —No era una pregunta. Declaraba los hechos. Asentí. —¿Sabías que estaba completamente borracho?
No, no lo sabía. Sabía que estuvo bebiendo, pero aparentemente no supe que había bebido tanto. Negué con la cabeza.
—Nunca voy a beber de nuevo. Eso es todo. Lo juro. He terminado. —Puso las manos sobre el capó de mi coche y bajó la cabeza—. Nunca podré decirte lo mucho que lo siento. Deberías de odiarme por el resto de tu vida. Esa no es manera de que perdieras tu inocencia. Maldita sea, Lali. Alguien tiene que pegarme un tiro.
No podía enojarme con él. No cuando se encontraba así. Cerré la puerta y me acerqué a su lado. Tentativamente, le toqué el hombro.
— Quería que fueras tú. Ahora me doy cuenta que para que fueras tú, la forma en que sucedió, era la única manera en que alguna vez sucedería. Creo que estoy bien con eso.
Peter levantó la cabeza y me miró.
—¿Por qué yo? ¿Por qué me elegirías?
La cruda emoción en su voz fue la única razón por la que decidí ser honesta.
—Porque confiaba en ti. Te quería a ti. Te he querido por mucho tiempo.
Peter negó con la cabeza y se levantó.
—No me quieres, Lali. No me quieres. ¿Lo entiendes? No soy para ti.
Eso dolió. Me obligué a asentir. Lo entendí. No quería que nada pase entre nosotros. Tenía que seguir adelante.
—Lo sé. —Me las arreglé para decirlo con firmeza.
—No seré capaz de perdonarme.
Escucharlo decir eso dolió aún más. Se enfadó por esto mucho más de lo que hubiera pensado. Debí saber que no quería cruzar ninguna línea conmigo, pero me di cuenta de cuán sincero era ese deseo. Nunca tuvo la intención de permitir que pasara algo entre nosotros. Fue una comprensión dolorosa.
—No hay nada que perdonar. Obtuve lo que quería. Se acabó —le dije, luego me giré y caminé de regreso a mi coche. Tenía que seguir adelante y olvidar esto. Este fue mi cierre.
No dijo nada para detenerme. Sólo se quedó ahí, viéndome alejarme.
DIJE QUE HARÍA MARATÓN PERO HUBO PROBLEMAS JODIDOS TÉCNICOS POR UN MOMENTO PENSÉ QUE LO PERDÍA NO SABEN COMO DOLIÓ MI CORAZÓN , PERO YA ESTA TODO EXCELENTE MI CORAZÓN ESTA IGUAL QUE SIEMPRE Y ME LAS ARREGLE PARA SUBIR UN CAP ..SI NO SE ENTENDIÓ HABLABA DEL COMPU
PD: LAS QUIERO Y COMENTEN
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